La opinión generalizada
Volvamos ahora a nuestro tema, es decir, el papel que jugó la Masonería en la Independencia de Chile en particular, y de Latinoamérica en general. Examinemos en primer término las ideas prevalecientes entre los historiadores que se ocuparon de esta materia.
Según la opinión generalizada, le cabe a Francisco Miranda el honor de haber iniciado a toda una generación de libertadores latinoamericanos en su logia londinense, llamada Gran Reunión Americana o Sociedad de los Caballeros Racionales. Los patriotas chilenos, argentinos, venezolanos y de otros países, propagaron el ideario masónico creando logias Lautarinas primero en Cádiz, luego en Buenos Aires, Mendoza, Santiago y otros lugares, las que desempeñaron un papel decisivo en las gestas libertadoras de América del Sur. De ahí la conclusión, tácita, si no expresa, que la independencia de las naciones sudamericanas es en gran medida obra del la Masonería.
Ésta, en muy pocas palabras, es la teoría que aparece en las historias generales de Chile, Argentina y otros países, y que ha sido entusiastamente aceptada por la gran mayoría de los historiadores masónicos de dichos países.
Nuevas opiniones
Sin embargo, hay otras voces y, especialmente en los últimos años se han planteado opiniones diferentes, tanto por parte de historiadores no masónicos como por investigadores de la Masonería.
El exponente más destacado de esta nueva tendencia posiblemente sea el Hermano Frederick W. Seal-Coon, ex Venerable Maestro (Presidente) de la respetable Logia Quator Coronati de Londres, la Primera logia de investigación en el mundo, fundada en 1884, y cuya recopilación anual de trabajos es la publicación más prestigiosa de investigación histórica dentro de la Masonería. Su primer Venerable Maestro, entre paréntesis, fue el oficial británico Charles Warren, quien jugó un importante papel en las primeras excavaciones arqueológicas en la ciudad vieja de Jerusalem.
En dos artículos aparecidos en 1978 y 1982(1), Seal-Coon demuele sistemáticamente la opinión generalizada y demuestra que está fundamentada en declaraciones verbales no confirmadas, repetidas y "embellecidas" en el curso de los años, hasta que se transformaron en verdades axiomáticas que ya nadie pone a duda.
Debemos necesariamente abordar el tema comenzando por la figura de Miranda, ya que las actividades masónicas de los procesos de la independencia chilena, O'Higgins y San Marín, están íntimamente ligadas con ella.
¿Fue Miranda Masón?
Abocándose al estudio del Precursor, Francisco de Miranda, Seal-Coon examina en minuciosos detalles los movimientos de esta extraordinaria figura de la historia latinoamericana, desde su nacimiento el 24 de abril de 1749 hasta su muerte en la prisión gaditana el 14 de julio de 1816.
Conviene subrayar, que no está en tela de juicio la obra denodada y ejemplar de Miranda en pro de la emancipación de los pueblos de América, ni su fervorosa y tenaz actividad por lograr dicho objetivo, sino sólo su filiación masónica. Los méritos del insigne venezolano no perderán nada de su brillo, sea cual fuere la conclusión a que lleguemos en este respecto.
Seal-Coon sigue los pasos de Miranda a través de Europa, desde su llegada a Cádiz el 1º de marzo de 1771, continuando con sus viajes por España hasta su enrolamiento en el Regimiento Princesa en diciembre de 1772, su visita a Gibraltar en 1775, su participación en la guerra de la Independencia norteamericana (1780-1782), luego de su gira por diversas ciudades de los Estados Unidos (1783-1784), su primera estancia en Londres en 1785, su viaje a Holanda y Prusia (donde Miranda nuevamente se encontró con el marqués de Lafayette, a quien -según escribe en su diario- detestaba), y se entrevistó asimismo con el rey Federico II, poco antes de su muerte, continuando luego su viaje por Sajonia, Austria, Hungría, Italia, Grecia y Rusia, donde fue recibido por Gregorio Potemkim, el favorito de la emperatriz Catalina. El 25 de febrero de 1787 fue presentado en Kiev a la emperatriz, que simpatizó inmediatamente con Miranda y después que el venezolano le revelara sus planes revolucionarios, le prometió que sería la primera en apoyar la independencia de Sudamérica. De Kiev, Miranda, siguió a Moscú y San Petersburgo, donde se quedó tres meses, y nuevamente se entrevistó con la emperatriz. En octubre de 1787, Miranda se encuentra en Estocolmo, donde es recibido por el rey Gustavo III. Sigue a Copenhagen, Hamburgo, Amsterdam, Zurich y otras ciudades suizas, luego Marsella, Paris y finalmente, en junio de 1789, de regreso a Londres, donde alquila un departamento en la calle Jermyn.
Como bien lo señala Seal-Coon, el periplo de Miranda en Europa es extraordinario para la época, siendo probablemente el primer latinoamericano que haya realizado un viaje semejante, ni tampoco debe haber muchos más posteriormente.
Miranda no se quedó en Londres mucho tiempo, sino que el 19 de marzo de 1792 viajó a París, donde fue bien recibido por los Girondistas y le fue ofrecido un mando militar. Esta etapa de su carrera fue de breve duración, sin embargo, y en junio de 1793, Miranda vivía tranquilamente en un suburbio de París cuando Robespierre tomó el poder y lo puso bajo vigilancia. Al mes siguiente fue arrestado y su prisión duró hasta enero de 1795. Después de diversas peripecias, se escapó disfrazado a Londres en enero de 1798.
En Londres, Miranda, se presentó ante el primer ministro William Pitt, a quien ya conocía de antes, declarando representar a un grupo de delegados de Nueva Granada (Colombia), Venezuela, México, Perú, La Plata (Argentina y Uruguay) y Chile con el objeto de obtener el apoyo británico para organizar una expedición libertadora a Sudamérica, donde se establecería una monarquía constitucional al modelo inglés. Es ésta la llamada Conveción de París del 22 de diciembre de 1797, cuya autenticidad está en tela de juicio. Miranda, también, se entrevistó con el embajador norteamericano, pero no consiguió ninguna respuesta clara ni de uno ni de otro. Su situación económica se deterioró, y tuvo que tomar algunos alumnos particulares para solventar sus gastos.
Uno de sus alumnos de matemáticas era un joven chileno, con muy escasos recursos económicos, pero de gran inteligencia y dotes naturales: don Bernardo O'Higgins Riquelme.
Volviendo a Miranda, una negociación frustrada con Napoleón -a la sazón Primer Cónsul- concluyó con su arresto como presunto espía y su expulsión de Francia, regresando a Londres el 21 de abril de 1801. Finalmente, después de varios años más de negociaciones, promesas y esperanzas fallidas, Miranda partió a los Estados Unidos el 2 de septiembre de 1805. De Nueva York, viajo a Filadelfia y Washington, donde se entrevistó con el Presidente Jefferson y el Ministro de Relaciones Madison, quien le advirtió que mientras España y los Estados Unidos estuvieran en paz, cualquier acción contra España iniciada en los Estados Unidos sería reprimida.
Pese a todo, Miranda continuó sus esfuerzos y eventualmente reunió un grupo de combatientes y efectuó un desembarco en Venezuela, que resultó en un completo fracaso militar. En noviembre de 1807, Miranda partió de las Indias Occidentales de regreso a Londres, y nuevamente planteó sus proyectos a Lord Castlereagh, pero ese mismo año Napoleón invadió España, cuyo gobierno apeló a la ayuda de los ingleses contra el enemigo común. Las fuerzas preparadas para invadir Venezuela fueron destinadas en cambio a España.
Posteriormente, Miranda, vivió tranquilamente en Londres. En 1802 había entrado en una relación sentimental con una dama inglesa, Sara Andrew, y en 1803 compraron una casa en el número 28 de la calle Grafton (actualmente Nº58, Grafton Way), donde Miranda residió hasta su partida en 1810. Desde 1808 había publicado un periódico en Londres, El Colombiano, y todo el tiempo su casa sirvió de centro de reunión para los patriotas latinoamericanos de paso por la capital británica.
En 1810, invitado por Simón Bolívar, Miranda regresó a Venezuela llegando a La Guaira el 11 de diciembre de ese año. La revolución venezolana, sin embargo, no estaba aún bien cimentada. La facción realista fue ganando fuerzas. Un terremoto también complicó la situación. El hecho es que en 1812 se produjo la capitulación de San Mateo, por culpa de la cual se acuso a Miranda de haber traicionado a la República. El 30 de julio, Miranda, llega a La Guaira para embarcarse en el barco de guerra inglés Sapphire, pero comete el error de pasar la noche en tierra. Bolívar y sus partidarios, creyéndolo un traidor, lo entregaron a manos del comandante realista Monteverde. Miranda es enviado en junio de 1813 a La Habana, y luego a Cádiz, en España, donde sigue en prisión hasta su fallecimiento tres años más tarde.
Examinemos ahora, junto con Seal-Coon, los antecedentes masónicos de Miranda. En sus escritos, casi no existe referencia a la Masonería. En octubre de 1787 visitó en Estocolmo un asilo de huérfanos apoyado por Masones. El mes siguiente visitó un templo masónico en Cristiania (Oslo actual) y otro en Maistrand. Eso es todo. Las visitas a los templos masónicos pueden haber sido fruto de simple curiosidad. Sus cartas y documentos no hacen mención de ceremonia alguna. Y ya que hablo de su curiosidad intelectual sin límites, mencionaré que en sus libros de viaje, Miranda, relata visitas a una imprenta en Colonia, diques e instalaciones portuarias en Suecia, una mina, una prisión, hospitales en París. "Es un espíritu enciclopédico fantástico que no ignora ni la arqueología ni las obras de arte, que admira tanto las ruinas romanas como la capilla Sixtina o el castillo gótico de Praga", dice un biógrafo que citaremos de nuevo más tarde(2).
Las teorías sobre la iniciación de Miranda son múltiples. Algunos mantienen que fue iniciado en Gibraltar en 1775-76. Allí existía efectivamente una logia inglesa fundada alrededor de 1726, San Juan de Jerusalem Nº 51, y otra, San Juan Nº148, fundada en 1767, pero en la poca documentación que resta de estas logias, ambas desaparecidas, no aparece mencionado el nombre de Miranda. En resumen, citando a Seal-Coon "si bien no es imposible que Miranda haya sido iniciado en Gibraltar en ese entonces, no existe prueba de ello, y en vista de la brevedad de su estadía y del hecho que era un extranjero sirviendo en un ejército extranjero, tal cosa parece ser muy poco probable"(3).
En otras palabras, si bien Miranda estuvo frecuentemente en compañía de masones conocidos, como Washington, Lafayett, Franklin y otros, de quienes puede haber recibido gran cantidad de información sobre la Masonería y su organización, no hay prueba alguna que haya sido iniciado en una logia regular, y aunque Miranda vivió por largos períodos en Londres (dos de cuatro años cada uno, y otros más cortos, con una permanencia total de más de 13 años) (4), en los archivos de la Gran Logia unida de Inglaterra no figura su nombre para nada, ni siquiera como visitante.
Más aún, en toda su copiosa correspondencia y diarios, Miranda no declara jamás haber sido iniciado ni reclama para sí la calidad de masón.
Otro autor masónico, el hermano Christian Charlet, a quien habíamos citado recién, aporta otros datos de gran interés que revelan su admiración hacia el Precursor, pero incluso él se ve obligado a admitir que "dónde y cuándo fue iniciado, hasta hoy lo ignoramos"(5).
Una frase citada por Charlet, que bien vale la pena recordar, es la opinión expresada poro Napoleón Bonaparte: "Miranda... es Don Quijote, con la diferencia que no está loco... lleva el fuego sagrado en el alma".Para concluir esta sección, citaré textualmente las conclusiones al respecto de Seal-Coon:
"En conclusión, no cabe duda de las numerosas oportunidades en que Francisco de Miranda pudo haberse convertido en Masón; sin embargo, dondequiera que estuvo, pese a las ilusiones tejidas por los que quisieran que haya sido Masón, los documentos están ominosamente mudos. De manera que, si bien continúa siendo imposible decir si fue Masón o no, el veredicto debe ser 'falto de pruebas'. Según mi parecer, es mucho más probable que este famoso y pintoresco sudamericano nunca haya sido miembro de ninguna agrupación masónica, ni regular ni irregular".
Volvamos ahora a nuestro tema, es decir, el papel que jugó la Masonería en la Independencia de Chile en particular, y de Latinoamérica en general. Examinemos en primer término las ideas prevalecientes entre los historiadores que se ocuparon de esta materia.
Según la opinión generalizada, le cabe a Francisco Miranda el honor de haber iniciado a toda una generación de libertadores latinoamericanos en su logia londinense, llamada Gran Reunión Americana o Sociedad de los Caballeros Racionales. Los patriotas chilenos, argentinos, venezolanos y de otros países, propagaron el ideario masónico creando logias Lautarinas primero en Cádiz, luego en Buenos Aires, Mendoza, Santiago y otros lugares, las que desempeñaron un papel decisivo en las gestas libertadoras de América del Sur. De ahí la conclusión, tácita, si no expresa, que la independencia de las naciones sudamericanas es en gran medida obra del la Masonería.
Ésta, en muy pocas palabras, es la teoría que aparece en las historias generales de Chile, Argentina y otros países, y que ha sido entusiastamente aceptada por la gran mayoría de los historiadores masónicos de dichos países.
Nuevas opiniones
Sin embargo, hay otras voces y, especialmente en los últimos años se han planteado opiniones diferentes, tanto por parte de historiadores no masónicos como por investigadores de la Masonería.
El exponente más destacado de esta nueva tendencia posiblemente sea el Hermano Frederick W. Seal-Coon, ex Venerable Maestro (Presidente) de la respetable Logia Quator Coronati de Londres, la Primera logia de investigación en el mundo, fundada en 1884, y cuya recopilación anual de trabajos es la publicación más prestigiosa de investigación histórica dentro de la Masonería. Su primer Venerable Maestro, entre paréntesis, fue el oficial británico Charles Warren, quien jugó un importante papel en las primeras excavaciones arqueológicas en la ciudad vieja de Jerusalem.
En dos artículos aparecidos en 1978 y 1982(1), Seal-Coon demuele sistemáticamente la opinión generalizada y demuestra que está fundamentada en declaraciones verbales no confirmadas, repetidas y "embellecidas" en el curso de los años, hasta que se transformaron en verdades axiomáticas que ya nadie pone a duda.
Debemos necesariamente abordar el tema comenzando por la figura de Miranda, ya que las actividades masónicas de los procesos de la independencia chilena, O'Higgins y San Marín, están íntimamente ligadas con ella.
¿Fue Miranda Masón?
Abocándose al estudio del Precursor, Francisco de Miranda, Seal-Coon examina en minuciosos detalles los movimientos de esta extraordinaria figura de la historia latinoamericana, desde su nacimiento el 24 de abril de 1749 hasta su muerte en la prisión gaditana el 14 de julio de 1816.
Conviene subrayar, que no está en tela de juicio la obra denodada y ejemplar de Miranda en pro de la emancipación de los pueblos de América, ni su fervorosa y tenaz actividad por lograr dicho objetivo, sino sólo su filiación masónica. Los méritos del insigne venezolano no perderán nada de su brillo, sea cual fuere la conclusión a que lleguemos en este respecto.
Seal-Coon sigue los pasos de Miranda a través de Europa, desde su llegada a Cádiz el 1º de marzo de 1771, continuando con sus viajes por España hasta su enrolamiento en el Regimiento Princesa en diciembre de 1772, su visita a Gibraltar en 1775, su participación en la guerra de la Independencia norteamericana (1780-1782), luego de su gira por diversas ciudades de los Estados Unidos (1783-1784), su primera estancia en Londres en 1785, su viaje a Holanda y Prusia (donde Miranda nuevamente se encontró con el marqués de Lafayette, a quien -según escribe en su diario- detestaba), y se entrevistó asimismo con el rey Federico II, poco antes de su muerte, continuando luego su viaje por Sajonia, Austria, Hungría, Italia, Grecia y Rusia, donde fue recibido por Gregorio Potemkim, el favorito de la emperatriz Catalina. El 25 de febrero de 1787 fue presentado en Kiev a la emperatriz, que simpatizó inmediatamente con Miranda y después que el venezolano le revelara sus planes revolucionarios, le prometió que sería la primera en apoyar la independencia de Sudamérica. De Kiev, Miranda, siguió a Moscú y San Petersburgo, donde se quedó tres meses, y nuevamente se entrevistó con la emperatriz. En octubre de 1787, Miranda se encuentra en Estocolmo, donde es recibido por el rey Gustavo III. Sigue a Copenhagen, Hamburgo, Amsterdam, Zurich y otras ciudades suizas, luego Marsella, Paris y finalmente, en junio de 1789, de regreso a Londres, donde alquila un departamento en la calle Jermyn.
Como bien lo señala Seal-Coon, el periplo de Miranda en Europa es extraordinario para la época, siendo probablemente el primer latinoamericano que haya realizado un viaje semejante, ni tampoco debe haber muchos más posteriormente.
Miranda no se quedó en Londres mucho tiempo, sino que el 19 de marzo de 1792 viajó a París, donde fue bien recibido por los Girondistas y le fue ofrecido un mando militar. Esta etapa de su carrera fue de breve duración, sin embargo, y en junio de 1793, Miranda vivía tranquilamente en un suburbio de París cuando Robespierre tomó el poder y lo puso bajo vigilancia. Al mes siguiente fue arrestado y su prisión duró hasta enero de 1795. Después de diversas peripecias, se escapó disfrazado a Londres en enero de 1798.
En Londres, Miranda, se presentó ante el primer ministro William Pitt, a quien ya conocía de antes, declarando representar a un grupo de delegados de Nueva Granada (Colombia), Venezuela, México, Perú, La Plata (Argentina y Uruguay) y Chile con el objeto de obtener el apoyo británico para organizar una expedición libertadora a Sudamérica, donde se establecería una monarquía constitucional al modelo inglés. Es ésta la llamada Conveción de París del 22 de diciembre de 1797, cuya autenticidad está en tela de juicio. Miranda, también, se entrevistó con el embajador norteamericano, pero no consiguió ninguna respuesta clara ni de uno ni de otro. Su situación económica se deterioró, y tuvo que tomar algunos alumnos particulares para solventar sus gastos.
Uno de sus alumnos de matemáticas era un joven chileno, con muy escasos recursos económicos, pero de gran inteligencia y dotes naturales: don Bernardo O'Higgins Riquelme.
Volviendo a Miranda, una negociación frustrada con Napoleón -a la sazón Primer Cónsul- concluyó con su arresto como presunto espía y su expulsión de Francia, regresando a Londres el 21 de abril de 1801. Finalmente, después de varios años más de negociaciones, promesas y esperanzas fallidas, Miranda partió a los Estados Unidos el 2 de septiembre de 1805. De Nueva York, viajo a Filadelfia y Washington, donde se entrevistó con el Presidente Jefferson y el Ministro de Relaciones Madison, quien le advirtió que mientras España y los Estados Unidos estuvieran en paz, cualquier acción contra España iniciada en los Estados Unidos sería reprimida.
Pese a todo, Miranda continuó sus esfuerzos y eventualmente reunió un grupo de combatientes y efectuó un desembarco en Venezuela, que resultó en un completo fracaso militar. En noviembre de 1807, Miranda partió de las Indias Occidentales de regreso a Londres, y nuevamente planteó sus proyectos a Lord Castlereagh, pero ese mismo año Napoleón invadió España, cuyo gobierno apeló a la ayuda de los ingleses contra el enemigo común. Las fuerzas preparadas para invadir Venezuela fueron destinadas en cambio a España.
Posteriormente, Miranda, vivió tranquilamente en Londres. En 1802 había entrado en una relación sentimental con una dama inglesa, Sara Andrew, y en 1803 compraron una casa en el número 28 de la calle Grafton (actualmente Nº58, Grafton Way), donde Miranda residió hasta su partida en 1810. Desde 1808 había publicado un periódico en Londres, El Colombiano, y todo el tiempo su casa sirvió de centro de reunión para los patriotas latinoamericanos de paso por la capital británica.
En 1810, invitado por Simón Bolívar, Miranda regresó a Venezuela llegando a La Guaira el 11 de diciembre de ese año. La revolución venezolana, sin embargo, no estaba aún bien cimentada. La facción realista fue ganando fuerzas. Un terremoto también complicó la situación. El hecho es que en 1812 se produjo la capitulación de San Mateo, por culpa de la cual se acuso a Miranda de haber traicionado a la República. El 30 de julio, Miranda, llega a La Guaira para embarcarse en el barco de guerra inglés Sapphire, pero comete el error de pasar la noche en tierra. Bolívar y sus partidarios, creyéndolo un traidor, lo entregaron a manos del comandante realista Monteverde. Miranda es enviado en junio de 1813 a La Habana, y luego a Cádiz, en España, donde sigue en prisión hasta su fallecimiento tres años más tarde.
Examinemos ahora, junto con Seal-Coon, los antecedentes masónicos de Miranda. En sus escritos, casi no existe referencia a la Masonería. En octubre de 1787 visitó en Estocolmo un asilo de huérfanos apoyado por Masones. El mes siguiente visitó un templo masónico en Cristiania (Oslo actual) y otro en Maistrand. Eso es todo. Las visitas a los templos masónicos pueden haber sido fruto de simple curiosidad. Sus cartas y documentos no hacen mención de ceremonia alguna. Y ya que hablo de su curiosidad intelectual sin límites, mencionaré que en sus libros de viaje, Miranda, relata visitas a una imprenta en Colonia, diques e instalaciones portuarias en Suecia, una mina, una prisión, hospitales en París. "Es un espíritu enciclopédico fantástico que no ignora ni la arqueología ni las obras de arte, que admira tanto las ruinas romanas como la capilla Sixtina o el castillo gótico de Praga", dice un biógrafo que citaremos de nuevo más tarde(2).
Las teorías sobre la iniciación de Miranda son múltiples. Algunos mantienen que fue iniciado en Gibraltar en 1775-76. Allí existía efectivamente una logia inglesa fundada alrededor de 1726, San Juan de Jerusalem Nº 51, y otra, San Juan Nº148, fundada en 1767, pero en la poca documentación que resta de estas logias, ambas desaparecidas, no aparece mencionado el nombre de Miranda. En resumen, citando a Seal-Coon "si bien no es imposible que Miranda haya sido iniciado en Gibraltar en ese entonces, no existe prueba de ello, y en vista de la brevedad de su estadía y del hecho que era un extranjero sirviendo en un ejército extranjero, tal cosa parece ser muy poco probable"(3).
En otras palabras, si bien Miranda estuvo frecuentemente en compañía de masones conocidos, como Washington, Lafayett, Franklin y otros, de quienes puede haber recibido gran cantidad de información sobre la Masonería y su organización, no hay prueba alguna que haya sido iniciado en una logia regular, y aunque Miranda vivió por largos períodos en Londres (dos de cuatro años cada uno, y otros más cortos, con una permanencia total de más de 13 años) (4), en los archivos de la Gran Logia unida de Inglaterra no figura su nombre para nada, ni siquiera como visitante.
Más aún, en toda su copiosa correspondencia y diarios, Miranda no declara jamás haber sido iniciado ni reclama para sí la calidad de masón.
Otro autor masónico, el hermano Christian Charlet, a quien habíamos citado recién, aporta otros datos de gran interés que revelan su admiración hacia el Precursor, pero incluso él se ve obligado a admitir que "dónde y cuándo fue iniciado, hasta hoy lo ignoramos"(5).
Una frase citada por Charlet, que bien vale la pena recordar, es la opinión expresada poro Napoleón Bonaparte: "Miranda... es Don Quijote, con la diferencia que no está loco... lleva el fuego sagrado en el alma".Para concluir esta sección, citaré textualmente las conclusiones al respecto de Seal-Coon:
"En conclusión, no cabe duda de las numerosas oportunidades en que Francisco de Miranda pudo haberse convertido en Masón; sin embargo, dondequiera que estuvo, pese a las ilusiones tejidas por los que quisieran que haya sido Masón, los documentos están ominosamente mudos. De manera que, si bien continúa siendo imposible decir si fue Masón o no, el veredicto debe ser 'falto de pruebas'. Según mi parecer, es mucho más probable que este famoso y pintoresco sudamericano nunca haya sido miembro de ninguna agrupación masónica, ni regular ni irregular".
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