El hombre común ha buscado el autoconocimiento, o sea su desarrollo y mejoramiento personal a través del estudio diligente de las ciencias, de las artes y de la filosofía.
En su búsqueda tiene encontradas la mayor parte de las respuestas que procura. Sin embargo, una de ellas no está muy clara en su mente. Por mas que las religiones y prácticas garantizan el reino de los cielos. El hombre aún no consigue descifrar el mayor de todos los enigmas, No ha conseguido descifrar a Dios, ni tampoco el mas sencillo de sus misterios. Sabe que Dios está en todo lugar, que ve y oye el mas íntimo o pequeño de sus pensamientos y que si no es por su voluntad, ni una hoja de la Tierra se moverá.
Esa búsqueda incesante de querer conocer a Dios y probar su existencia, ha llevado a los hombres a verdaderos delirios al punto de que en el nombre del fanatismo y de la creencia, alimentaron guerras “santas” entre pueblos, solo porque seguían dogmas diferentes.
Todos dicen que Dios es la supremacía divina, sin embargo esquivan aceptar, que como hijos de Dios, todos indistintamente, somos hermanos.
El verdadero masón, aplica la máxima y el principio de la ley masónica. Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo. Porque él ya no procura a Dios fuera de sí... El ya se encontró, el sabe que Dios y sus maravillosas leyes están en plena armonía en su corazón.
El iniciado conoce el principio de la verdad, el sabe que un hombre puede coartar la libertad de otros hombres, lo mismo que sentirse dueño de sus cuerpos y de sus caminos, pero nunca conseguirán traer poder sobre sus propios destinos, y jamás serán dueños de sus almas.
El masón iniciado, cuando encuentra alguien que sabe que él, jamás lo condena por su ignorancia, al contrario. El lo toma como su propio hijo, y así con su amor de padre, puede instruirlo, y volverlo un ser útil y esclarecido.
Quién recibe la antorcha como tributo pasa a ser responsable por la propagación de la luz.
Carlos Roberto Fieri
En su búsqueda tiene encontradas la mayor parte de las respuestas que procura. Sin embargo, una de ellas no está muy clara en su mente. Por mas que las religiones y prácticas garantizan el reino de los cielos. El hombre aún no consigue descifrar el mayor de todos los enigmas, No ha conseguido descifrar a Dios, ni tampoco el mas sencillo de sus misterios. Sabe que Dios está en todo lugar, que ve y oye el mas íntimo o pequeño de sus pensamientos y que si no es por su voluntad, ni una hoja de la Tierra se moverá.
Esa búsqueda incesante de querer conocer a Dios y probar su existencia, ha llevado a los hombres a verdaderos delirios al punto de que en el nombre del fanatismo y de la creencia, alimentaron guerras “santas” entre pueblos, solo porque seguían dogmas diferentes.
Todos dicen que Dios es la supremacía divina, sin embargo esquivan aceptar, que como hijos de Dios, todos indistintamente, somos hermanos.
El verdadero masón, aplica la máxima y el principio de la ley masónica. Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo. Porque él ya no procura a Dios fuera de sí... El ya se encontró, el sabe que Dios y sus maravillosas leyes están en plena armonía en su corazón.
El iniciado conoce el principio de la verdad, el sabe que un hombre puede coartar la libertad de otros hombres, lo mismo que sentirse dueño de sus cuerpos y de sus caminos, pero nunca conseguirán traer poder sobre sus propios destinos, y jamás serán dueños de sus almas.
El masón iniciado, cuando encuentra alguien que sabe que él, jamás lo condena por su ignorancia, al contrario. El lo toma como su propio hijo, y así con su amor de padre, puede instruirlo, y volverlo un ser útil y esclarecido.
Quién recibe la antorcha como tributo pasa a ser responsable por la propagación de la luz.
Carlos Roberto Fieri
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