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domingo, agosto 22, 2010

ARMONÍA EN EL TEMPLO

 

M. GUTIÉRREZ S.  M.: M.:

R:. L:. Diego de Ordaz Nº 175. Or.: de Puerto Ordaz , Venezuela.

Mediante la Teoría Ondulatoria el Hombre ha conseguido la comprensión, el conocimiento y hasta el dominio de diversos fenómenos físicos que ocurren en la naturaleza. En esta Teoría se expresa que esos fenómenos son vibraciones, es decir corpúsculos que se mueven con un movimiento periódico que posee una determinada longitud de onda (o camino que recorren alternativamente), una cierta frecuencia (o número de ciclos por segundo), y una característica amplitud (que cuantifica su intensidad).

El sonido se considera una vibración  y el desarrollo de la acústica (o conocimiento y técnica del sonido) ha sido tan grande que prácticamente se puede decir que nada le queda por conocer. Además su máxima manifestación, la Música, se ha convertido en un verdadero arte, para goce y disfrute de la especie humana.

La luz se considera también un fenómeno vibratorio; y aunque esta teoría no se ajusta totalmente a lo que ocurre en los diversos fenómenos lumínicos, los éxitos obtenidos en la descomposición de la luz en sus diversos colores componentes le han dado la categoría de práctica hipótesis explicatorio de uso temporal. Además el cromatismo unido al dominio de las formas y de las proporciones ha permitido el desarrollo del arte de la Pintura; para satisfacción de la raza humana.

La parapsicología ha utilizado la Teoría Ondulatoria para expresar que los sentimientos, los pensamientos y al fin la Vida misma sólo son fenómenos vibratorios. Gran parte del progreso alcanzado por esta forma de estudio (la parapsicología) se ha debido a que, en realidad, estos fenómenos en algunas circunstancias se rigen por las leyes enunciadas por la Teoría Ondulatoria.

Según esta Teoría cuando dos o más cuerpos vibran simultáneamente se pueden producir las siguientes combinaciones:

a.‑ RESONANCIA.‑ En estos cases las vibrations de los cuerpos son mutuamente aumentadas entre sí; llegando al caso extremo en el cual un cuerpo que no está vibrando es inducido a hacerlo porque otro lo hace con la misma frecuencia que él vibraría. Ejemplo de esto se puede observar cuando se toca un diapasón frente a un piano, inmediatamente comienza  a vibrar aquella cuerda que emite un sonido de una frecuencia igual a la que emite el diapasón.

b.‑ ANULACIÓN.‑ En estos cases especiales las vibrations de los cuerpos son mutuamente disminuidas hasta llegar a la detención de los movimientos, y cese de las vibrations.

c.‑ INTERFERENCIA.‑ Este es el caso más general; aquí las vibrations de todos los cuerpos que participan son mutuamente influenciadas hasta obtener una vibración única resultante. Esta vibración resultante puede ser armónica o agradable, cuando entre las vibrations que emiten los cuerpos que participan existen afinidades, que se expresan  por relaciones matemáticas simples entre sus distintas frecuencias. Es inarmónico o desagradable cuando entre las vibrations que emiten los cuerpos que participan no  existen afinidades.

Estos conceptos simples de Teoría Ondulatoria tratemos de aplicarlo a lo que ocurre en el Templo masónico cuando se realiza una Tenida. Debemos tener presente que según ella las personas emiten vibrations a través de sus pensamientos, sentimientos y acciones; además el Templo mismo es un gran emisor de ondas. En estas circunstancias se puede producir una tremenda armonía cuando todas las vibrations emitidas coinciden, es decir poseen una longitud de onda y una frecuencia que corresponde al espíritu masónico; y ojalá que sean emitidas con la mayor intensidad posible.

Sin embargo, estas condiciones óptimas son difíciles de conseguir en la práctica porque suelen presentarse una, varias o todas las situaciones que a continuación se señalan:

- DECORACIÓN DEL TEMPLO. Es evidente que el principal centro emisor de ondas, el Templo, no vibrará con sentimiento masónico si está decorado con elementos profanos que no corresponden al Simbolismo Masónico. Por muy bonito, o de gran importancia histórica profana que sea el motivo de la decoración, si no corresponde al Simbolismo Masónico no debe encontrarse en el templo. Debemos recordar, además, que la principal lección de Simbolismo Masónico para el grado de Aprendiz, es interpretar los diversos elementos que decoran un Templo; así que intercalar en él un elemento profano es entorpecerle el aprendizaje del Simbolismo creándole confusión mental.

- CUMPLIMIENTO DEL RITUAL. Se creará una tremenda resonancia armónica cuando cada Q:. H:. ejecute en forma correcta y en el instante adecuado la parte que le corresponde dentro de los Rituales; ya que en esos momentos existe una gran coincidencia de pensamientos y por consiguiente una gran emisión de ondas mentales simultáneas. Por otra parte se crea una interferencia inarmónica cuando, por tratar de ayudar a un miembro de la oficialidad que no ha hecho lo que el Ritual le exige, un Q:. H:. ejecuta un acto que no le corresponde. (ejemplo: adornar el Ara). Sobre esto, se estima preferible en esas circunstancias detener el Ritual hasta que el miembro de la oficialidad realice lo que le corresponda, o hasta que el V:. M:. le solicite que lo ejecute. De esta manera se produce una "detención", no una interferencia; además la enseñanza que recibe el Q:. H:. olvidadizo es superior a la otra, y muchas veces le crea un recuerdo inolvidable.

- USO DEL MANDIL. El Mandil es el elemento que más diferencia las labores profanas de las masónicas hasta el punto que estas últimas no pueden realizarse sin él y su uso es obligatorio para poder ingresar al Templo. Además, cada grado posee un tipo Mandil específico con un tremendo significado simbólico para las enseñanzas de ese grado. De acuerdo con ello todo Q:. H:. que durante una tenida no utilice el Mandil que le corresponde según el grado que posee en la Masonería Simbólica está en desarmonía masónica, y se transforma en un centro emisor de ondas que interferirán el espíritu masónico que debe imperar en la tenida. Además con esta acción pierde toda autoridad moral para poder explicar, y enseñar, el simbolismo que contiene el mandil de cada grado.

Debemos señalar que en la Masonería Simbólica se deben utilizar solamente los mandiles del Simbolismo; para la Capitular, los correspondientes al Capítulo; y así sucesivamente.

- UBICACIÓN EN EL TEMPLO. Durante una Tenida cada Q:. H:. tiene que ocupar una determinada ubicación en el Templo, que está definida, ya sea por el cargo que ocupa en la Oficialidad o por el Grado Masónico que posee. El Simbolismo Masónico hace frecuentemente alusión a esto y expresa: "La Columna de Maestro", "La Columna Norte", "La Columna de Compañeros", etc. Además lo relaciona, fuertemente, con los importantes conceptos de "Rayos Solares" y " Luz". No ubicarse en el Templo en el lugar que le corresponde significa negar una gran fuente de simbolismo, y por esta acción, emitir ondas que están en desarmonía con el espíritu masónico.

- ACTITUD MENTAL. Se producirá armonía entre los concurrentes a una Tenida cuando todos ellos estén mentalmente inspirados en los mismos ideales masónicos; es decir en el deseo de autoperfeccionamiento y en la creencia en un ideal superior. Y si existe coincidencia plena se producirá una gran resonancia con tremendas ventajas para todos los presentes. Por otra parte, si algún Q:. H:. no ha podido olvidar sus problemas profanos y se mantiene pensando en ellos y no en los ideales masónicos, emitirá ondas que producirán grandes interferencias que pueden llegar hasta anular los pensamientos e ideales de los otros presentes. En relación a esto podemos expresar que la finalidad del Ritual de Apertura es facilitar la transición mental desde el ambiente profano a uno masónico; para ello cada uno de los concurrentes debe impregnarse del esoterismo que emana de ese Ritual.

- CONVERSACIONES ANÁRQUICAS. Uno de los rasgos característicos del comportamiento masónico, ya sea dentro del Templo o en el mundo profano, debe ser la forma en que se utiliza "La Palabra" y el método con que ocupa "El Silencio". Para conseguirlo, en todas y cada una de las Tenidas, tanto el V:. M:. nos lo recuerda en el Ritual de Apertura, como el desarrollo mismo de la Tenida nos lo enseña. Además toda Tenida Masónica debe desarrollarse según un rígido procedimiento. Así que una de las más grandes fallas de desarmonía que puede producirse en un Templo, se origina cuando dos QQ:. HH:. conversan anárquicamente entre sí, desligándose del desarrollo de la Tenida.

- GRADO DE LA TENIDA. Lo que más caracteriza al método de enseñanza masónica es ser gradual; significando con esto que cada grado tiene una materia específica que tratar;  por lo tanto todo Q:. H:. debe saber tanto, y nada más que, lo que corresponde a su grado, como a todos los otros grados inferiores al que posee. Además, y en complementación de lo anterior, en el Templo sólo se permite la presencia de QQ:. HH:. que poseen un grado igual o superior al que tiene la Tenida que se celebra. Por consiguiente, produce una gran desarmonía masónica conversar en una Tenida de temas o materias que correspondan a grados superiores. Por otra parte el hecho de hacer alusión a grados superiores muchas veces despierta prematuros apetitos de adquisición de grados, que por ser prematuros son inmerecidos, y por consiguiente no deben satisfacerse.

- INGRESO TARDÍO. Genera una gran interferencia y produce una gran desarmonía, el hecho que ingrese a una Tenida un Q:. H:. después de haber comenzado la Tenida especialmente cuando el ingreso se hace "con ceremonia", o demasiado profanamente. En realidad "corta" la Tenida y rebaja el sentimiento masónico que estaba ya creado.         Se  puede expresar que el obsequio que trae a la Tenida un Q:. H:. que ingresa tardíamente a ella es semejante a una caja de Pandora. Por otra parte debemos recalcar que según el mismo ritual de las Tenidas sólo se permite el ingreso a ella, después de haber iniciado, en ciertos instantes bien determinados (al terminar de leer el Trau, antes de circular el Sa, de Pro )

Estas son las circunstancias que más corrientemente ocurren y que producen que rebajen el espíritu de armonía masónica que debe imperar en toda Tenida.  Sin embargo, y para finalizar, se ha dejado lo más importante:

“NO PODRÁ EXISTIR JAMÁS ARMONÍA MASÓNICA EN UNA TENIDA SI NO EXISTE EN TODOS Y CADA UNO DE LOS QQ:. HH:. UN VERDADERO AMOR FRATERNAL HACIA TODOS LOS DEMÁS QQ:. HH:..  ADEMÁS QUE CADA UNO DE ELLOS DEBEN ESTAR INSPIRADOS EN LOS IDEALES DE AUTOSUPERACION Y PERFECCIONAMIENTO, BASADOS EN LOS PRINCIPIOS DE TOLERANCIA, LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD.“

domingo, febrero 07, 2010

El Tuileur de Villaume

LE TUILEUR. Vuillaume. Ed. du Rocher, Mónaco 1990. Aprox. 330 pgs.

La palabra francesa "Tuileur" designa, por una parte, al Hno. (Guarda Templo), cuya función es asegurarse de que todo el que entra en una Logia está en posesión del grado en el que el Taller está trabajando, para lo cual le pide de forma regular los secretos simbólicos correspondientes. Por otra parte, se llamó así al manual que recoge estos secretos: signos, toques, palabras de pase, palabras sagradas o de reconocimiento, edad simbólica, marchas (pasos rituales) y, si es más completo, como en este caso, baterías, decoración o tintura de la Logia y designaciones de esta y de los oficiales características de cada grado, así como joyas y decoración de estos últimos, horas del trabajo, etc. No es un ritual desarrollado, sino la codificación de unos elementos fundamentalmente invariables.

El Tuileur se publicó en París anónimamente, firmado "por un veterano de la Masonería", en 1820 y 1830, incluyendo ésta un aviso del editor que luego citaremos. La edición de du Rocher es un facsímil de la segunda y reproduce la que hizo Dervy-Livres en 1975.

Los Ritos que incluye este Tuileur son: el Rito Escocés Antiguo y Aceptado; el Rito Francés o Moderno que es como se denominaba al seguido por el Gran Oriente y sus logias, y que termina con el grado (7º) de Soberano Príncipe Rosacruz, idéntico al grado 18 del anterior con unas pocas diferencias; la Masonería "de Adopción"; y finalmente el Rito de Misraím, trasladado a un apéndice en esta 2ª edición, debido al desuso de su práctica según expresa el mismo editor, que dice haber consultado a los masones más instruidos y haber hecho caso de sus críticas juiciosas, así como corregido escrupulosamente las faltas que le han sido indicadas.

El Rito Escocés Antiguo o "de Perfección" tenía veinticinco grados divididos en siete clases. Según Vuillaume "se exigía un trabajo de ochenta y un meses para obtener estos grados unos después de otros, y difícilmente se concedían dispensas"; el de 33 grados, "Antiguo y Aceptado" también se dividía así, siendo la primera "clase" la "Masonería azul" de los tres grados de aprendiz, compañero y maestro.

Puede observarse aquí la idea de "circularidad" implicada por esta estructura y sugerida en el propio término de "grado".

Vuillaume da la traducción de las palabras hebreas en latín y la incluye asimismo en el índice final de términos; también aparecen a lo largo del libro XXXI planchas, algunos de cuyos grabados no suelen hallarse en otro lado, como por ejemplo la XVII:

"Disposición del Campamento de los Sublimes Príncipes del Real Secreto", que tiene ciertas analogías con la "Ciudad de los Sauces" o "Morada de los Inmortales" de la Tradición Extremo-Oriental.

Por el prefacio de Jean Tourniac, sabemos que en la primera edición de la obra el autor afirmaba que, de los Tuileurs publicados hasta esa fecha, todos agotados, "el menos imperfecto. es aquél impreso en 1813 que se vendía donde Delaunay" indicando Tourniac la preferencia de algunos autores por este último. No conociéndolo, podemos decir sin embargo que en los dos tomos queR. Berteaux dedicó a los altos grados del Rito Escocés antiguo y aceptado, están citadas las referencias fundamentales de ambas obras (la segunda de una edición de 1821, publicada por Les Editions d'Aujourd'hui: Les Introuvables), así como bastantes procedentes de A. Pike, y puede observarse que las diferencias entre los dos primeros, cuando las hay, son sobre todo complementarias, dependiendo más bien de puntos de vista distintos, por ej. en alguna de las baterías o de las marchas; en las notas citadas por Berteaux se observa más interpretación por parte de Delaulnay, (no sabemos si incluye muchos más comentarios), limitándose Vuillaume por lo general a la noticia de variaciones en uso, o a la corrección de términos deformados.

Según el editor, la segunda edición se hizo por la demanda que había de este Manual, a pesar de la existencia de varios del mismo género, lo que considera se debe "a su exacta conformidad con los rituales, y a la justeza de la interpretación de las palabras misteriosas de cada grado".

Según se dijo en la primera edición, las palabras hebreas o "caldeas" "consagradas en la masonería, han sido cotejadas con un cuidado particular; han sido traducidas según una obra muy rara, impresa en forma de diccionario en 1537, por Robert Etienne, y con la ayuda del Diccionario hebreo de Sebastián Munster, impreso en Basle por Froben en 1574, 7ª y última edición: En fin, que, en cuanto a la puntuación vocal, se ha seguido la Biblia in-fº que Bomberg produjo en 1548.

"Añadiendo también que "toda esta parte del Manual ha sido revisada por un Doctor israelita conocido por su saber y erudición y junto al cual ha encontrado gran ayuda para el estudio de la lengua sagrada".

Vuillaume incluyó asimismo un resumen de las reglas de pronunciación según los puntos diacríticos.

Tourniac subraya la importancia del calendario, ocurriendo que Vuillaume incluye el hebreo para el s. XIX, lo que parece indicar que era seguido al menos por un número indeterminado de logias. El calendario hebreo y el cristiano son en realidad complementarios, pues uno es lunar y el otro solar, aunque recuerda Tourniac que la Pascua cristiana se celebra el domingo siguiente al 14º día de la luna de marzo.

Hay un punto en el que no podemos estar de acuerdo con Jean Tourniac, y es en que la explicación del interés de R. Guénon por los altos grados, -aparte de lo que se cita más adelante sobre la acogida de otras formas iniciáticas en la Orden- pueda hacerse "observando que siendo la Masonería prácticamente la única iniciación accesible a los occidentales, los altos grados permiten satisfacer las distintas 'tendencias' de los iniciables", aunque ello esté incluido, y que: "Es así como un neófito, dotado de la naturaleza de un kshatriya, puede muy bien no sentirse 'animado' por los grados azules de la Masonería basados sobre la iniciación artesanal. .el acceso ulterior a los grados caballerescos le colocará en una situación favorable para recibir la porción de la influencia espiritual propia de la la iniciación caballeresca que ha sido transmitida a la Masonería -por vías misteriosas a las cuales René Guénon ha hecho alusión en términos 'cubiertos'-, todo y continuando haciéndole beneficiar de los frutos inherentes a la iniciación de oficio."

Esto último es cierto de hecho, los "beneficios espirituales" no se pierden, y menos en un espacio "central" como es la logia, sobre todo abierta en el tercer grado, pero si eso quisiera decir que el neófito ("nueva planta") se puede saltar los primeros grados debido a su indiferencia por sus contenidos, la conclusión será más bien descalificatoria, pues es lo caballeresco lo que ha sido injertado en la Masonería, y no al contrario, y es el tronco lo que da la savia, independientemente que la flor y el fruto puedan ser distintos a los anteriores.

Por otra parte esos neófitos han de efectuar su recorrido por los tres grados, que en sí corresponden a la cosmogonía íntegra; en los "altos grados" (no en todos) se encuentran desarrollos y explicitaciones de los contenidos de aquéllos que incluyen referencias a la salida del cosmos e incluso a la "realización descendente", pero esto sobrepasa las consideraciones de casta, y por otra parte, Alquimia, Gran Obra y Arte Real son términos análogos.

La cuestión es que el "poder temporal" es un extremo de los Misterios Menores, que la Cosmogonía se expresa en los tres grados de Aprendiz, Compañero y Maestro, ilustrados por los desarrollos posteriores (podría decirse que de alguna manera en cada grado hay los tres grados), ocurriendo que los "altos grados" no son sólo "caballerescos" como se ve por muchos de sus títulos y simbólicas propias, y que todos los símbolos son medios y no fines. Por otra parte, las referencias de los altos grados del Escocismo son en realidad "imperiales", pero ¿qué significará esto hoy para sus distintos miembros? .

Diríamos que, en las afirmaciones que comentamos porque pudieran dar lugar a confusiones, se trata más bien de preferencias de J. Tourniac, muy legítimas en un aspecto, pero que no se debe generalizar u otorgarles un solo valor a esas simbólicas; y que aquello a lo que se refiere en su prólogo es más bien un efecto de ese laboratorio metafísico que son los talleres de los "altos grados", una forma, que se está tomando como única. Por otro lado, destacamos parte de su advertencia: "la Unidad no es la uniformidad. Existe una Unidad 'global' de la Masonería, más allá de los diferentes Ritos y que los funda en la armonía exhaustiva, (.) y universal de la Orden. (.) Existe en contrapartida [al mismo tiempo, diríamos, y como imagen de la anterior] una Unidad propia de cada Rito". Unidad cuya armonía es patente en la plancha XXXI, que describe geométricamente la estructura del ''Sistema de los 33 Grados del Escocismo" en base a los polígonos concéntricos comprendidos en el círculo del grado 33 y último del Rito, estructura en la que se ubican las palabras sagradas de los mismos y que constituye un verdadero "mandala" masónico. J. M. R.

 

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sábado, octubre 10, 2009

LOS CHASQUIDOS, SU SIMBOLISMO Y SU USO

 

Desde la primera tenida en la iniciación, uno de los detalles que me llamo la atención fueron los tres chasquidos que se dan después de la Bat:. Confieso que me parecía un tanto ridículo y me daba risa. Pero a la Luz del tiempo, me permito dar algunos alcances.

En el diccionario la palabra chasquido significa: Estallido que se hace sacudiendo con violencia una correa (látigo). Ruido que hace la madera cuando se abre. Ruido que se produce con la lengua al separarla súbitamente del paladar.

Su origen en el vocablo es onomatopéyico, pues parecer reproducirse por el sonido. Es decir las dos primeras silabas imitan el sonido de lo que significa.

Este sonido es producido,  por la junta de la yema del dedo Medio que fricciona violentamente sobre la yema del Pulgar hacia abajo, impactando sobre el monte de Venus que esta en la base del pulgar, es aquí donde realmente se produce el sonido.

Este sonido es fantástico, inquieta, despierta la atención cuando es escuchado. Direcciona el sentido de la vista de manera refleja hacia el punto desde donde es emitido.

Permitidme hacer uso del simbolismo del primer paso del aprendiz, que desde el recuerdo de la niñez, es evocativo, así como el aplauso y el silbar, es muy familiar.

De esa manera llamaba a mi mascota, con chasquidos vi marcar el compás del ritmo musical : sinatra, elvis presley, los platters, etc. . También en  la presentación en TV de los Locos Adams , y como olvidar a Pedro Picapiedra intentado dar saltitos al compás de chasquidos. En el baile español flamenco su movimiento es acompañado por chasquidos en ambas manos.

A golpe de este sonido termina la sesión de hipnosis. Pero también cuando súbitamente irrumpe una excelente idea y decimos:    ¡OK, ya esta ¡  y casi simultáneamente hacemos un chasquido.

Es algo usual aquí en nuestro medio pedir la atención, con un chasquido, para ser atendido. Pero en algunas otras sociedades es motivo de ofensa grave. En Inglaterra, Francia,  en la China, etc. Donde  parece usual llamar asi al gallo por ejemplo.

Observamos algo muy  especial, los chasquidos tienen la misma intensidad tonalidad sonora, sea la mano que fuere. Mano grande o chica, de hombre o de mujer, de joven o adulto, no esta sujeta al color de la piel, es universal.

En nuestros talleres es usual pedir la palabra o llamar la atención a través de un chasquido, naturalmente forma parte de nuestros mecanismos de comunicación.

En nuestro R:.E:.A:.A:. del Perú, el empleo de los chasquidos tiene una especial connotación cuando ejecutamos las Bat:. del Gr:. , Trip:.Bat:. , Trip:.Trip:.Bat:. Bap:. De Duelo (chasquidos sordos) nuestro ritual dice:  …..Chas:., el 1º a la altura del H.I. el 2do a la altura de H.D. y el 3ro. A la altura de la F.

Permitidme ahora,  la libertad de especular sobre el Simbolismo de los Chasquidos, y decirles lo siguiente:

La descripción  del orden de los Chas:. Constituye un triangulo equilátero. En cuyos vértices se ejecutan los sonidos. La línea trazada entre el primero y el segundo Chas:.es la base del triangulo Es la morada de nuestros profundos misterios, resguardados por la lealtad y el silencio quienes no vacilaran en entregar tu garganta ante el incumplimiento de tu juramento. Es el mismo recorrido de la primera parte del signo penal de saludo. Pero es también  la horizontal, símbolo de el propio nivel , joya del 1º Vg:.

El tercer Chas:. Se produce procurando el despertar del Tercer Ojo, de cuyo vértice desciende la ortogonal, símbolo de la plomada, que va hacia el encuentro con la base y que al inicio del ultimo tercio de su llagada, descansara en un oasis que es el punto geométrico perfecto, es un punto de potencia, es el centro de gravedad del triangulo equilátero, es ortocentro, es baricentro, es circuncentro, es pericentro, es el incentro. Pareciera que es el centro del universo. Pero también coinciden con los labios, símbolo de la palabra y del silencio.

Los Chas:.en el triangulo equilátero, que es la representación del Delta Sagrado, adquieren dimensiones insospechadas, su simbología es alimentada por la numerología del aprendiz , consagrada en sus tres pasos.

Pero, en el camino de esta tarea, tropiezo con algo inesperado. Los Chas:. Uno a la izquierda y luego el otro a la derecha,  Agitan ambos hemisferios cerebrales, los estimulan y los energizan.

El Fosfenismo (*) recurre a los chas:. Para desarrollar prácticas o ejercicios y uno de ellos los denomina: Audición Alternativa. Es en esta disciplina que los Chas:. Son usados en la misma forma alterna para producir efectos extraordinarios como aumento de concentración intelectual, disminución  al cansancio y tedio, mejor lucidez, aumento de la capacidad creativa y sensorial. Mejora la voluntad intuitiva.

En el hombre la energia vital esta constituida en tres centros : instintivo , emotivo y mental. A esta triada en el Eneagrama (**) se le llama: personalidades. En nuestra formación personal,  concentramos mas la energía vital en una de ellas queriendo desde allí hacer las funciones de las otras dos, complicándonos la vida, ocasionando grandes dificultades. Es decir adoptamos a uno de ellos como centro de energía principal , por ejemplo el mental o cerebral.

De acuerdo al ejemplo decimos que en las Dinámicas del Triangulo Central del Eneagrama (3- 6- 9 )  que es una valiosa herramienta para el trabajo personal y que busca el equilibrio y la armonía, los chas:. Señalan la polaridad  expresada en cada vértice.

En el Triangulo Central del Eneagrama, la energía vital se delinea y direcciona, su movimiento  tiene el sentido horario es decir de izquierda (H.I.)  a derecha (H.D.) y luego hacia arriba ( altura de la F. ) tal como lo señala el Retejador del R:.E:.A:.A:.  Grado de Aprendiz. Bat:. De Gr:.  Generando este movimiento los efectos multiplicadores deseados en los vértices o centros  : Amor – Sabiduría – Paz , en ese orden. Pero, si la dirección de la energía es antihorario se generaría: Vanidad – Miedo – Ira. En los vértices, es decir en cada centro correspondiente.

Encontraremos muchas revelaciones extraordinarias, y sin temor a equivocarme se establecerá una comunicación con este símbolo tan singular en nuestro oriente, pues no existe la expresión de este símbolo en otros orientes, no se han incorporado en sus rituales solo existe en Perú y en México (Queretaro). Pues algunos dicen que no es Masónico.

Este símbolo tan hermoso y tan potente creo que se merece mayor estudio, que sea este trabajo un punto de apoyo para quienes quisieran profundizar más del tema.

                                                    Vall:. Lima 17 Octubre de 2008

Q:.H:.A:.  CARLOS BECERRA CAVERO

R:.L:.S:. PAZ Y PERFECTA UNION  Nº 1

(*) El Fosfenismo es un conjunto de técnicas para aumentar las capacidades cerebrales mediante un método basado en las reacciones fisiológicas. Aprendemos a transformar la energía luminosa en energía mental.

(**) El Eneagrama es el grafico de nueve tipos basicos de personalidad. Una circunferencia con nueve puntos equidistantes, quienes representan cada personalidad. Se trata de saber cual es el nuestro para aprovechar nuestro potencial. Según Gurdjieff es esta una ciencia para transformar la psique humana.

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viernes, marzo 06, 2009

TRASCEDENCIA INTERNA DEL RITUAL MASONICO

VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA

En la vida profana asistimos con frecuencia a ritos y ceremonias, en su mayoría llenas de intrascendencia. Sin embargo, sus actores la sienten con mucha riqueza, aunque esta sea de carácter material. Esta aseveración se la hace porque este tipo de ritos no están llamados a un progreso interior si producen lo que antiguamente llamaban magia, en la cual se invocaba a las fuerzas de la naturaleza para el beneficio de sus protagonistas.

En contraposició n a ellas, los masones practicamos nuestros ritos, en la pasividad de nuestros templos, rodeados de la grandeza y sinceridad de su trascendental significado, donde las enseñanzas nos parece siempre nuevas, inspiradoras, vivificantes y prácticas para la vida.

El rito es una vía para asegurar la comunicación intuitiva entre el mundo profano y lo sagrado. Permite al iniciado trascender para colocarlo en un estado de receptividad para captar verdades universales, y con ello romper el gran misterio. Son representaciones o psicodramas de mitos o leyendas, verdaderos calidoscopios de símbolos o alegorías en acción, que ocultan a la inteligencia común verdades superiores que son percibidas por el adepto solo por medio de la repetición exacta del ritual, enseñanzas que trascienden el tiempo y el espacio. Por ello era llamado el "Oráculo eterno" por los antiguos egipcios.

El rito es en realidad una apertura. Se trata de romper con el mundo exterior e introducirnos en el mundo interior, de tal manera que repercute dentro de nosotros la revolución del universo, su constante transformació n y su influencia en nuestra interioridad. Somos el macro y microcosmos, y de esta manera nuestra alma tiene .... PARA CONTINUAR CON LA LECTURA DEL TEMA  VISITAR:

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sábado, febrero 28, 2009

TRASCEDENCIA INTERNA DEL RITUAL MASONICO

VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA

En la vida profana asistimos con frecuencia a ritos y ceremonias, en su mayoría llenas de intrascendencia. Sin embargo, sus actores la sienten con mucha riqueza, aunque esta sea de carácter material. Esta aseveración se la hace porque este tipo de ritos no están llamados a un progreso interior si producen lo que antiguamente llamaban magia, en la cual se invocaba a las fuerzas de la naturaleza para el beneficio de sus protagonistas.

En contraposición a ellas, los masones practicamos nuestros ritos, en la pasividad de nuestros templos, rodeados de la grandeza y sinceridad de su trascendental significado, donde las enseñanzas nos parece siempre nuevas, inspiradoras, vivificantes y prácticas para la vida.

El rito es una vía para asegurar la comunicación intuitiva entre el mundo profano y lo sagrado. Permite al iniciado trascender para colocarlo en un estado de receptividad para captar verdades universales, y con ello romper el gran misterio. Son representaciones o psicodramas de mitos o leyendas, verdaderos calidoscopios de símbolos o alegorías en acción, que ocultan a la inteligencia común verdades superiores que son percibidas por el adepto solo por medio de la repetición exacta del ritual, enseñanzas que trascienden el tiempo y el espacio. Por ello era llamado el “Oráculo eterno” por los antiguos egipcios.

El rito es en realidad una apertura. Se trata de romper con el mundo exterior e introducirnos en el mundo interior, de tal manera que repercute dentro de nosotros la revolución del universo, su constante transformación y su influencia en nuestra interioridad. Somos el macro y microcosmos, y de esta manera nuestra alma tiene ....

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lunes, enero 12, 2009

Diferencias entre Liturgia y Ritual

Por el Dr. César Blondet Sabroso (Teólogo y Exegeta)

Liturgia es una palabra que proviene del griego: Lythos = piedra, y erg = raíz,  que indica fuerza, dinamicidad. La piedra para griegos y romanos era señal de perennidad de permanencia, de cosa, hecho, sólido importante, que marca algo trascendental, por ejemplo dies lapide albo signata”= “Día que hay que señalar con una piedra blanca”, para indicar que ese día era sumamente importante.

De allí que la liturgia está señalando una fecha, un acontecimiento, un hecho trascendental que debe recordarse y repetirse para tenerlo siempre en la memoria.

Por otra parte, para los hebreos, la memoria (tazcar), es el recuerdo que hace presente ACTUALMENTE LA COSA RECORDADA, COMO ALGO EFICAZ. En griego se traducirá anámnesis: Recuerdo eficaz que realiza en el presente la gracia, el hecho salvífico que está conmemorando del pasado.

Entonces la liturgia de por sí es un hecho trascendental en el tiempo, metahistórico, que hace presente con eficacia, con fuerza, el hecho fundamental del pasado que dio origen a una situación, realidad que se vive en el presente y que se renueva vital y realmente. De allí que los griegos lo tomaron como la fuerza del Mystérion, no porque fuese misterioso, oscuro, no comprensible para la inteligencia, sino en el sentido de fuerza divina que brilla y da sentido a la vida en el conjunto total de la vivencia humana.

Por eso los romanos, para que no se tomase en mal sentido esta palabra griega, la tradujeron como sacraméntum, en el sentido de signo sagrado que significa algo que es eficaz (significado que se efectúa) por la fuerza del mismo significante.

Ritual: Es el conjunto de los signos, sacramentos, que significan el sentido y el poder de la liturgia. Son organizados, y propuestos a la comunidad que lo acepta en la medida que expresa total, eficaz y legalmente, su liturgia.

Rito, es el ceremonial concreto, específico, actual por el cual se realiza uno de los signos del ritual.

Desde este aspecto, la liturgia es la acción pública de una comunidad. Por una parte, nadie de los particulares (porque es pública) puede cambiar, sustituir, tergiversar, interpretar el rito, menos el ritual. Por otra, solo los delegados jefes, de la comunidad, porque se supone que la comunidad es una sociedad o grupo correctamente organizada y sujeta a sus fines y objetivos que se expresan mediante una serie de  expresiones (valga ahora sí la redundancia) que especifican y traducen con justicia y justeza la fe, creencia, asentimiento de confianza que se le ha dado a la institución al pertenecer por libre disposición a esa o esa comunidad que profesa esta fe (y en consecuencia, su liturgia y rituales, son los llamados a interpretar el sentido de su armazón inteligente que presenta la integridad de sus "dogmas". Al decir jefes se supone que estos pueden delegar el sentido de la interpretación o de los cambios, a otros, pero que después los jefes, que son los responsables genuinos, aprueban.

La interpretación o los cambios jamás deben tocar el sentido genuino y original de la liturgia.

 

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sábado, junio 21, 2008

El Egregor o Egrégora masónica

 

“Entre las consecuencias que ella podría comportar, está sobre todo ese fenómeno psíquico y místico de la formación de una egrégora en el seno de una asamblea de discípulos fervientes y unánimes, fenómeno que estaría en condiciones de elevar el espíritu de los participantes hasta una suerte de trascendencia que, gracias a su participación, multiplicaría las posibilidades de intuición y de comprensión.”

René Guenón

Hemos extraído estos párrafos de distintos Sitios del Web. La intención no es la de una simple información doctrinaria. Tiene un propósito corrector del ambiente de jolgorio fraternal que en algunas Logias se manifiesta a lo largo de toda una Tenida o en partes de ella o aún en la Cadena Fraternal.

Ejemplos nimios de la manifestación de este ambiente son la lectura del Ritual en forma acelerada (sin expresar el sentido esotérico de cada frase), los errores que se cometen en la misma lectura, los comentarios en voz baja al vecino, el pedir un prosaico caramelo, el beber de una botella guardada debajo de su silla, el estornudar sonoramente, las muecas de disgusto o los gestos de las manos ante una idea expresada por el disertante, la intolerancia en general, el permitir que la envidia distorsione el sano juicio sobre la actuación de un Hermano, el iniciar un comentario con un rotundo “está equivocado” en lugar del preferible “este fue un comentario interesante pero hay lugar a otros puntos de vista”, la excesiva verborragia al hacer uso de la palabra, el desconocimiento de las normas por las que se rige la movilidad dentro del Templo, etc.

Con ello reducimos la posibilidad de lograr un ambiente recogido, atento, de elevación espiritual, de alcanzar la egrégora que, - dejando de lado todo propósito místico, - constituye la esencia de nuestra asistencia al Templo. (J.S.)

““Egregor” [Del griego Egregoroi] significa velar. Egrégora también proviene del mismo término y designa la fuerza generada por la sumatoria de las energías físicas, emocionales y mentales de dos o más personas cuando se reúnen con cualquier finalidad.

Los diccionarios no registran el término egrégora, del griego "egregorien" (vigilar). Sin embargo Rizardo da Camino, en su Diccionario Masónico, se refiere a esta realidad sensible y actuante como el "Cuerpo místico que se forma con sus propias peculiaridades, cuando todos (los oficiantes) se unen con las mentes para el acto de crear". También se podría definir como una especie de "mente global" de cierta autonomía, que está conformada con los sucesivos aportes de los participantes afines a un cierto lugar o estudio; algo similar al concepto del inconsciente colectivo de Jung.

A los Egregores Eliphas Levi, el escritor ocultista francés, los denomina príncipes de las almas. Rizardo da Camino en su Diccionario Masónico, dice que es un “Cuerpo Místico que se forma con sus propias peculiaridades, después de la apertura del Libro Sagrado, cuando todos se unen con las mentes para el acto de crear”. Al Egregor se le supone un centro de conciencia dévico, entendiendo por dévico a las reacciones del Espacio por cualquiera de los estados de conciencia humanos.

Se le conceptúa esotéricamente como un ente primordial formado por una agrupación de almas en un todo de sustancia mental o psíquica. Los antiguos consideraban a la Egrégora un ser vivo con fuerza y voluntad propias generadas a partir de sus creadores o alimentadores pero independiente de las de cada uno de ellos.

En el plano racional a los Egregores se les entiende como formas psíquicas que tienen que ver con estados de conciencia humanos. Es un 'ser psíquico' de carácter colectivo; un campo de influencia común, es un fluir sutil, invisible y elástico que ocupa espacios y que transmite energías creadas por un modo de pensar, de sentir o de actuar de los seres humanos. Es un “ente” real, sensible y actuante, aunque imponderable, que permite tener a los corazones sintonizados.

Es un alma grupal, un arquetipo que dirige el destino de la comunidad. Es innegable su poder por la consolidación de lazos entre el individuo y el grupo integrando al primero a un registro del inconciente colectivo. Si algunas personas se reúnen y emiten vibraciones fuertes e idénticas por pensamientos de la misma naturaleza, formarán uno por energía positiva o negativa, según sea el genero de los pensamientos emitidos, el Egregor creado con nuestros pensamientos, sentimientos y emociones y de acuerdo a ellos, reaccionará sobre nosotros. Es decir; todo impulso vital o substancial que surge de individuos o de comunidades produce una reacción en el espacio que provoca la forma psíquica de un Egregor, que se establece alrededor de las personas, de los hogares, de templos, de instituciones, etc, y por el que se puede percibir las condiciones y carácter de los mismos.

La Egrégora se realimenta de las mismas emociones que la crearon, y a quienes la engendraron, se les induce a producir repetidamente las mismas emociones. Los hay efímeros y permanentes. Los primeros obedecen a impulsos psíquicos o estados de conciencia esporádicos y sin fuerza aglutinante; los segundos son el resultado de la acumulación de materia psíquica realizada de manera constante y permanente por efecto de los estados de conciencia habituales, ya sea de los individuos o de los grupos. Por ejemplo: Una persona pesimista producirá un tipo de energía que por ley de afinidad se fijará a su alrededor y se ligará con personas y sitios que tengan su misma vibración.

Vibración que puede ser uno de los siete principios herméticos, el que dice: "Nada está inmóvil, todo se mueve, todo vibra"

Si consideramos que hay tres planos de existencia: el plano físico o material, el plano mental o metafísico y el plano espiritual, también existen tres tipos de vibraciones, la más baja la del plano material y la más alta que corresponde al plano espiritual. Obviamente así como en el plano físico no todo lo que existe posee la misma vibración, en los demás planos también hay diferencia vibracional. En el Universo entero no hay nada que esté inmóvil y quieto sino que en realidad está todo continuamente vibrando y en movimiento. Cualquier pensamiento (positivo o negativo) es energía que sale de nosotros hacia el mundo exterior para dar forma a lo que hemos pensado. En su camino se une con pensamientos similares de otras personas y se fortifica, una vez que es lo suficientemente fuerte, regresa a quien lo creó. Una perfecta comprensión de este principio habilita al estudiante hermético a controlar sus propias vibraciones mentales, así como las de los demás.

Tres axiomas herméticos:

«Para cambiar vuestra característica o estado mental, cambiad vuestra vibración.»

«Para destruir un grado de vibración no deseable, póngase en operación el principio de polaridad y concéntrese a la atención en el polo opuesto al que se desea suprimir. Lo no deseable se elimina cambiando su polaridad.»

«La mente, así como los metales y los elementos, puede transmutarse de grado en grado, de condición en condición, de polo a polo, de vibración en vibración.»

El Egregor formado por el poder de los ritos, de las ceremonias litúrgicas y de meditaciones llevadas a cabo regularmente por las distintas religiones, sociedades y escuelas esotéricas de entrenamiento espiritual del mundo determinan estados psíquicos con gran influencia que afectan el ambiente particular de tales comunidades y también sobre otras conciencias generando un fenómeno psicológico vivenciado como un despertar espiritual. Así, se aprecia una elevación o dignificación de la conciencia. Estos Egregores son deseables, necesarios, y es lícito pretenderlos como cohesión iluminada. Por el contrario, existen otros negativos que son generados por actos de egoísmo, por la incapacidad de aceptación del bien y de rechazar al mal. Estos Egregores son los más numerosos y los que frecuentemente nos encontraremos cruzados en el camino hacia la máxima elevación espiritual en donde se busca la paz, la serenidad y la comprensión.

Los distintos tipos de Egregores cualifican la vida de individuos y de los grupos que los produjeron por efecto de sus ordinarios y habituales trabajos y estados de conciencia. Los hay que provenientes del pasado aun pululan en ritos y ceremonias y continúan proyectando energías. Otros, de carácter reciente generan un poder muy notorio en la vida actual determinando los aspectos sociales, políticos, culturales, de las distintas naciones.

Ente mágico y etéreo, fruto de sinergismo de personas reunidas en la práctica de un ritual, como energía psíquica se dota de una forma objetiva en el plano donde se manifiesta. Esta forma se adapta a las expresiones de la personalidad cuando se experimentan estados de conciencia como el odio, la envidia, el miedo o la desesperación o, por el contrario, la benevolencia, el afecto, la compasión, la decisión o el valor. La acumulación de las energías psíquicas exigiendo una forma haya en los distintos espacios cualificados la respuesta adecuada. La actividad en distintos niveles de expresión psíquica, produce y determina aquellas formas y una vez creadas se introducen en las mismas constituyendo lo que podríamos denominar esotéricamente un centro de conciencia grupal.

El Egregor, siendo básicamente una creación mental -ya sea en un sentido positivo o negativo- ofrece la particularidad de estar dotado de una conciencia embrionaria con capacidades de acción y de reacción, así como de un alto espíritu de supervivencia. Tiene capacidad de absorción de las energías y también de expansión de las mismas, oponiendo resistencia a las fuerzas que tratan de destruirle. Los Egregores influyen muy directamente en la historia humana estructurando ambientes psíquicos que determinan el grado de civilización y cultura. Jesús formó el Egregor del cristianismo Hitler el del nazismo.

El masónico aparece en las logias durante el trabajo, por ello, sería aconsejable que el lugar esté exclusivamente dedicado para el oficio masónico y que la tenida se lleve a cabo tanto en el desarrollo del Ritual como en las intervenciones personales en completa armonía. La Egrégora masónica atribuye a los trabajos un carácter místico, diferenciándolos de otros tipos de reuniones, por tanto, al ingresar en el Templo, los miembros deberían dejar todo pensamiento y actitud profana fuera. Los Aprendices, Compañeros y Maestros, superando el papel de simples espectadores, deberían estar dispuestos a realizar aportes de actitud y opinión constructiva que producirán una especie de vibración involucrada que constituirá un Egregor particular al que nos conectaremos mental o emocionalmente, alimentándolo, al mismo tiempo que nos alimenta a nosotros en un constante equilibrio.

Si nuestro trabajo en el Taller se limita al simple ejercicio mímico del Rito, si evidenciamos una actitud desapegada y sin sentido ceremonioso, si nuestra intervención es una simple exposición de palabras vacuas, una logomaquia sin sentido, si nuestro pensamiento se enroca perezosamente en la rutina y desprecia aspiraciones elevadas; entonces estaremos contribuyendo a la formación de un Egregor que sumado a otros con igual actitud aumentará su fuerza y provocará el fracaso de los trabajos.

Cuando un hermano realiza su honesto aporte masónico puede generar una vibración poderosa que se propagará libremente por el silencio de algún alma opacada estimulando su reflexión. Imaginemos a la totalidad de hermanos trabajando con similar disposición y será fácil augurar un futuro provechoso para ése templo.

Hay logias en las que sus características peculiares perduran a pesar de los individuos que entran y salen de ella, el taller tiene su alma, su Egregor, formado por todos los que participaron en las Tenidas, también por su embellecimiento y cuidado, que deben ser permanentes. Así, el Templo puede ser sencillo pero debe estar escrupulosamente limpio, decorado con buen gusto para estimular la emoción artística, porque el arte y la belleza son fundamentales para la evolución del Egregor de la Logia. Deberían evitarse la murmuración, los gestos poco fraternales. Sería deseable por parte de todos los hermanos que sus trabajos estén regidos por los pensamientos más elevados y con las palabras más respetuosas y afectuosas. Convendría que las tenidas fueran constantes y regulares con asistentes sinceros y entusiastas con los trabajos de la Logia.”

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CONSAGRACIÓN

A. Lavagnini


        Conducido nuevamente al ara, delante de la cual debe, como antes, disponerse en actitud de acuerdo con la importancia del acto que está por verificarse, se le hacen confirmar nuevamente, al recipiendario, sus obligaciones, después de lo cual el V.: M.:, con la espada flamígera apoyada sobre la cabeza del recipiendario, pronuncia la fórmula de la consagración, acompañada por los golpes misteriosos del grado. Hecho esto, lo hace levantar y lo abraza, dándole por primera vez el título de hermano, y le ciñe el mandil diciendo:

        "Recibid este mandil, distintivo del masón, más honroso que todas las condecoraciones humanas, porque simboliza el trabajo, que es el primer deber del hombre y la fuente de todos los bienes, el que os da derecho a sentaros entre nosotros, y sin el cual nunca debéis estar en la Logia".

        La espada flamígera, emblema del Magisterio, y el mandil de piel, que caracteriza a todo masón, son dos símbolos que merecen toda nuestra consideración.

        Encontramos tanto éste como aquélla en los versículos 21 y 24 del tercer capítulo del Génesis, en donde se nos dice que el Eterno hizo túnicas de piel para Adán y su mujer y los visitó. Y, después de haber echado fuera al hombre del Jardín del edén "para que trabajase la tierra", puso en el oriente del mismo Jardín del edén a unos querubines, que lucían doquiera una espada flamígera, "para custodiar el Camino del Árbol de la Vida".

        Es evidente que las túnicas de piel a las que aquí se hace mención simbolizan el cuerpo físico del hombre, del cual se reviste la conciencia individualizada (Adán) y su reflejo personal (su mujer) al ser enviados desde el estado de beatitud edénica (el mundo mental o interior) sobre la tierra (o realidad objetiva) para trabajarla, o expresar en ella sus cualidades divinas.

        En cuanto  a la espada flamígera, que se encuentra con los querubines (ángeles o Mensajeros del Divino en el hombre) al Oriente u origen del Mundo Mental o interior de la conciencia, es un símbolo manifiesto del poder Divino, "que es poder creador" latente en todo ser humano, y que es privilegio del Magisterio realizar o recuperar, manifestando así las más elevadas posibilidades de la vida, cuyo Camino abre y custodia.

        El mandil que recibe, y con el cual se reviste todo masón, es un emblema del mismo cuerpo físico con el cual venimos para trabajar sobre la tierra , y con el objeto de adquirir aquellas experiencias que nos transformarán en artistas verdaderos y acabarán por darnos el magisterio o dominio completo sobre nuestro mundo.

        La percepción de este mandil, o túnica de piel , como simple vestido o envoltorio exterior, así como de la esencia misma de nuestro ser, es consecuencia de la visión espiritual que hemos conseguido con nuestra búsqueda de la Luz, desde el Occidente de los sentidos al Oriente de la Realidad. Por esto tampoco debe conducirnos a despreciarlo, por ser parte integrante y necesaria a la perfecta manifestación del hombre en la vida terrestre, mediante la cual ha de ir depurándose y escalando grados en pos de una existencia divina.

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domingo, mayo 25, 2008

Consideraciones sobre el Ritual del Aprendiz Francmasón


Arturo Reghini

En este breve libro Arturo Reghini, masón italiano nacido en Florencia (1878-1946), hace un somero análisis sobre la Masonería en general, y sobre el Ritual del Aprendiz en particular, desde una perspectiva totalmente fiel a la Tradición haciendo de él un texto de obligada lectura.

Dividido en tres secciones, comienza con una exposición sobre el objetivo de la iniciación masónica y el carácter secreto de la Masonería.

Respecto a la primera cuestión denuncia las alteraciones y las infiltraciones sufridas por los rituales en forma de ideas y conceptos provenientes del mundo profano y ajenas por tanto al espíritu de la Orden ; en este sentido y ateniéndose a lo expuesto por los manuscritos más antiguos rebate la idea de que el objetivo de la Masonería sea el perfeccionamiento de la sociedad ni de la humanidad como colectividad humana, siendo estos conceptos una expresión de esas infiltraciones mencionadas del "espíritu moderno de la fe en progreso". Por el contrario, para Reghini el objetivo de la Masonería , cuyo carácter precisamente Iniciático llega a olvidarse o relegarse, es justamente la perfección del individuo que se obtiene "a través del rito, según las reglas del Arte, transformando la piedra bruta en piedra cúbica de la maestría".

Respecto a la segunda cuestión, el carácter secreto de la Masonería , ésta no es secreta por su propia naturaleza (naturalmente una cosa es el secreto masónico y otra el modo como la Orden está presente en el mundo), si bien han habido periodos en la historia que ha debido asumir ese carácter debido en todas las ocasiones a circunstancias de orden político que han aconsejado, por razones de supervivencia de sus miembros y quizás de la Orden misma, que ésta se ocultara a las miradas exteriores.

Cita Reghini el caso de la Masonería en Italia durante el régimen fascista de Mussolini, pero lo mismo vale para cualquier país sometido a un régimen autoritario (recordemos el caso de nuestro propio país durante la dictadura franquista), allí la Masonería ha sido perseguida y muchos de sus miembros encarcelados, obligados a huir al exilio y en el peor de los casos ejecutados.

La segunda sección la dedica Reghini a destacar el carácter universal del simbolismo masónico y la no exclusividad de los símbolos empleados por la Masonería , muchos de los cuales se hallan presentes en otras tradiciones incluso no occidentales.

Para Reghini la iniciación masónica debería realizarse con el apoyo y la meditación de los símbolos, el estudio de los rituales y los catecismos - de donde la importancia de que no sufran alteraciones por ignorancia o deliberadamente - y por supuesto la asistencia a los trabajos del Taller.

Recordaremos a este respecto que para René Guénon, el verdadero trabajo masónico es el que se realiza en la Logia , y su indicación de leer y meditar con frecuencia los rituales y los catecismos.

Hace a continuación un rápido repaso de los principales Ritos practicados y su estructura de altos grados, si bien para el autor, los tres primeros grados constituyen la base de la masonería "asegurando su unidad y universalidad".

La mitad de esta segunda sección y toda la tercera la dedica a la descripción de los símbolos presentes en el Ritual de Aprendiz haciendo en ocasiones sobre alguno de ellos interesantes observaciones y comentarios que ayudan a comprender sus significados o pueden promover meditaciones fructíferas.

Queremos destacar la importancia dada por Reghini al simbolismo geométrico y numérico de origen pitagórico, pues para el autor es precisamente la Tradición Pitagórica la que ha hecho un mayor aporte simbólico a la Masonería , no en vano, recordemos que Pitágoras figura en algunos manuscritos como descubridor e intérprete de una de las dos columnas que contenían todo el saber, tras el Diluvio Universal

domingo, mayo 04, 2008

LA CLAUSURA DE LA LOGIA MASONICA



FRANCISCO ARIZA

Como ya vimos en el número anterior de SYMBOLOS (Nº 6, Guatemala 1993), la apertura de la Logia permite la "creación", o mejor, "re-creación", de un tiempo y un espacio sagrados, un enmarque protector dentro del cual los masones realizan sus trabajos "a cubierto" del mundo profano (profanum: fuera del templo), ejercitando el Arte Real o "Gran Obra" de la cosmogonía. Y todo ello en perfecta correspondencia con los "planes del Gran Arquitecto del Universo", a cuya "Gloria" y "Nombre" se cumplen precisamente esos trabajos, pues como se lee en el Libro Sagrado: "Si el Eterno no edifica la casa en vano trabajan los que la edifican".

Cuando éstos llegan a su fin, el Maestro de la Logia, ayudado por los demás Oficiales del Taller, procede a la clausura de los mismos, a su cierre y recogimiento (clausura, de "clau", "llave"), lo que se hace, como todo en la Masonería, de manera ritual y simbólica. Con esa clausura o cierre la Logia ha cumplido su ciclo de manifestación, habiendo desarrollado hasta llegar a sus propios límites (señalados por el tiempo simbólico) todas las posibilidades en ella contenidas, y la luz, cuya irradiación ha iluminado esos trabajos, se repliega progresivamente en sí misma, retornando así al origen o principio de donde brotó. La Palabra, el Verbo, el Logos (de donde Logia), esto es el Ser, vuelve a concentrarse en el "Silencio" de lo inefable e inmanifestado, siendo éste el sentido profundo que tiene el "juramento del silencio" que todos los miembros del Taller realizan antes de abandonar definitivamente el Templo.

La Logia, imagen simbólica del Mundo, ritualiza con ese doble movimiento expansivo (centrífugo) de la apertura, y contractivo (centrípeto) de la clausura, la cadencia del ritmo universal, del expir y aspir cósmico, pues esta es la Ley o Norma a la que está sujeto todo lo manifestado, ya se trate de un ser, un mundo o del conjunto entero de la Existencia Universal. A todo nacimiento le sigue un proceso de expansión y desarrollo, alcanzados los límites del cual se inicia un período inverso de contracción, replegamiento y finalmente extinción. A este respecto, la clausura de la Logia coincide con la "Medianoche en punto", es decir con el "fin del día", el cual es en sí un ciclo completo análogo a ciclos más grandes, en los que está incluido.

Artículo continúa en http://www.geocities.com/glolyam/s7frar1.htm

LA SIMBOLICA DEL RITUAL DE APERTURA DE LA LOGIA


FRANCISCO ARIZA

El ritual de apertura y clausura de la Logia masónica es, junto a los catecismos o manuales de instrucción y los símbolos que aluden a la construcción, el único legado (pero sin duda inapreciable) que la Masonería actual ha recibido de la antigua Masonería operativa. Dicho legado ha permitido que se continuara conservando la descripción simbólica de la cosmogonía, y por consiguiente, la posibilidad de acceder a su conocimiento y comprensión. De esta manera lo fundamental del Arte Real masónico, que ejemplifica el proceso que conduce a ese Conocimiento, se ha perpetuado a través del tiempo, y con él el Espíritu de esta organización iniciática de Occidente. Esta sería la principal razón de que la Masonería continúe siendo una tradición viva con todos los elementos necesarios para hacer efectiva la realización espiritual. Por otro lado, el que muchos miembros de la Masonería ignoren el verdadero contenido iniciático y esotérico de la Orden a la que pertenecen, en nada altera la validez de la iniciación masónica, ni disminuye su fuerza para quien esté interesado realmente en un trabajo interno serio y ordenado, y sepa ver más allá de la apariencia formal e "institucional" con que se reviste y "cubre" esta tradición para expresar la primordialidad de su mensaje, el que constituye su esencia y su razón misma de ser.

En esta primera parte vamos a ceñirnos especialmente a la simbólica del ritual de apertura de la Logia, ritual que consagra, en el verdadero sentido de la palabra, los trabajos que en ella se cumplen. En efecto, mediante dicho ritual, lo que no era sino un lugar cualquiera, deviene un templo, esto es, un espacio sacralizado y significativo. Gracias a la acción de las energías espirituales vehiculadas por los símbolos, palabras y gestos rituales, podría decirse que ese lugar es "transmutado" en algo esencialmente distinto de lo que era. De ahí, por tanto, la importancia de que el ritual sea practicado lo más perfectamente posible, siguiendo con la máxima escrupulosidad lo en él prescrito, y sin alterar, suprimir o modificar sin razón alguna ninguno de los elementos que lo constituyen, ya que en el respeto a los mismos reside precisamente la eficacia del propio rito. Naturalmente esto no quiere decir que los gestos rituales se repitan de una manera "mecánica", sino que al tiempo que se realizan han de comprenderse las ideas que vehiculan, que hablan de una realidad arquetípica, siendo uno con ellas, pues el rito no es otra cosa que el símbolo hecho gesto. Por consiguiente, el ritual ha de vivirse como lo que realmente es, como un conjunto o un todo ordenado y armónico en donde cada una de las partes que lo conforman se corresponden mutuamente entre sí. Se trata, por tanto, de un organismo que está vivo, y que actúa de acuerdo a los estímulos que recibe, es decir en cuanto se pone en práctica de una manera consciente. Es por eso que si una de esas partes faltara el ritual entero se resentiría, perdiendo "fuerza y vigor" la influencia espiritual que a través de él se transmite.

Para su mejor explicación, podemos dividir el ritual de apertura en cuatro partes:

– Asegurarse de la "cobertura" de la Logia.
– Comprobar la regularidad iniciática de los asistentes y determinación del espacio simbólico.

– El "encendido de las luces" y el trazado del cuadro de Logia.

– Descripción del tiempo simbólico y consagración de la Logia.

Continúa en http://www.geocities.com/glolyam/s6frar1.htm

jueves, diciembre 20, 2007

EL SIMBOLISMO MASONICO



FRANCISCO ARIZA (*)

La Masonería es una institución iniciática y esotérica que revela su enseñanza a través de determinados códigos basados fundamentalmente en el simbolismo constructivo. Esto se debe a que la Masonería actual es en gran parte heredera de los antiguos gremios de constructores, y aunque hoy en día los masones ya no construyamos edificios, sin embargo ese simbolismo sigue estando vigente, entre otras razones porque es consubstancial a la Orden Masónica y constituye sus señas de identidad y su razón misma de ser, como veremos a continuación.

Ante todo los símbolos masónicos se refieren a un conjunto de ideas relacionadas directamente con el conocimiento de la Cosmogonía, y por tanto del hombre, pues éste es un cosmos en pequeño, un microcosmos, por decirlo en lenguaje hermético. Precisamente los antiguos constructores consideraban al Cosmos como su modelo simbólico por excelencia, y para levantar sus edificios imitaban las estructuras de ese modelo, reveladas sobre todo a través de las formas geométricas, entre las que destacan el círculo y el cuadrado, símbolos respectivos del cielo y la tierra. Esas formas y estructuras simbólicas siempre responden a unos arquetipos universales, a unos principios que son coetáneos con cualquier tiempo o circunstancia histórica o personal.

No importa, como decíamos, que los masones de hoy no levantemos edificios. Lo realmente importante es que esos mismos principios o ideas los podemos conocer a través de los símbolos que decoran nuestros templos, el más importante de los cuales es justamente el que se refiere a quien es verdaderamente el Autor de cuyo Pensamiento surge la Gran Obra de la Creación, conocido en la Masonería con el nombre de Gran Arquitecto del Universo, y en otras tradiciones, como por ejemplo la hindú, como el "Espíritu de la Construcción Universal". El Gran Arquitecto del Universo es el Principio Supremo, la verdadera clave de bóveda o piedra angular del Templo masónico. Es bajo la influencia de ese Principio que los masones realizamos nuestros trabajos dentro de la Logia, unos trabajos en los que junto al estudio de los símbolos está la práctica del rito, gracias a la cual la propia Logia se torna un espacio significativo análogo a la misma estructura del Cosmos. Como más tarde veremos, el simbolismo de la Logia también es uno de los temas de meditación a los que nuestra Orden concede una importancia muy relevante.

Y ya que hablamos del Gran Arquitecto, creemos que es conveniente señalar que en la Masonería éste no tiene ningún tipo de connotación religiosa. Y no puede tenerla porque la Masonería no es una religión, como pueda serlo la católica o cualquiera otra, sino una organización iniciática que entrega al hombre los medios y los conocimientos necesarios para su perfeccionamiento como ser humano. No olvidemos que la Masonería es una Ciencia y un Arte, y su Principio Supremo se manifiesta como la Inteligencia que organiza el Cosmos, el Templo Universal, de acuerdo al plan ideal concebido en su Sabiduría, que como se dice en el Libro de la Ley Sagrada "todo lo hizo en número, peso y medida". Esto nada tiene que ver con un dios religioso al que se tenga que "adorar", como si se tratara de algo que está fuera del hombre. Como dice a este respecto R. Guénon en un artículo titulado "La Ortodoxia Masónica", perteneciente al volumen II de Estudios sobre la Franc-Masonería y el Compañerazgo: "El símbolo del Gran Arquitecto del Universo no es la expresión de un dogma, y que si se comprende como debe serlo, puede ser aceptado por todos los Masones, sin distinción de opiniones filosóficas, porque esto no implica por su parte el reconocimiento de la existencia de un Dios cualquiera". No es, por tanto la adscripción a un "dogma" lo que se pide a quien entra por primera vez en el templo masónico, pues de los símbolos allí presentes no se desprende ninguna enseñanza de ese tipo. No se trata de "creer" en el símbolo, sino de comprenderlo, pues en la medida en que lo comprendemos y nos penetramos de su significado profundo seremos uno con la idea que lo conforma. El masón toma al símbolo como vehículo de Conocimiento y no como un objeto de "culto", pues sabe que no hay que confundir al símbolo con lo que éste simboliza.

Pero el hecho de que la Masonería no sea una religión no impide que existan masones que en su vida privada, y en el ejercicio de su libertad, practiquen un credo religioso determinado, o bien que no practiquen ninguno. Esto a la Masonería no ha de importarle, pues esas creencias, ya sean religiosas o de cualquier otro tipo (filosóficas, científicas, políticas, etc.) han de dejarse, junto con los metales, en la puerta del Templo. Como dice el propio Guénon en otro artículo titulado "La Gnosis y la Franc-Masonería", ésta "debe ser pura y simplemente la Masonería. Cada uno de sus miembros al entrar en el Templo, debe despojarse de su personalidad profana y hacer abstracción de cuanto sea extraño a los principios fundamentales de la Masonería, principios a cuyo alrededor todos debieran unirse para trabajar en común en la Gran Obra de la Construcción universal".1

Por decirlo de alguna manera, lo único que la Masonería "exige" a sus miembros es una voluntad firme en el "desbastado" y "pulimento" de la piedra bruta, que como dicen algunos rituales "es un producto grosero de la Naturaleza, que el Arte de la Masonería debe pulir y transformar". Ese desbastado y pulimento es justamente el símbolo del trabajo del masón consigo mismo, lo cual lleva a cabo con las primeras herramientas que la Orden le ofrece tras recibir el influjo espiritual en el rito de iniciación: el mazo y el cincel, símbolos respectivos de la voluntad y la recta intención. La obra de regeneración no puede llevarse a cabo sin una voluntad firme y perseverante que la desee, es decir sin una fuerza interior que influya y transmita su poder creativo a la "materia informe" de la psique desordenada y caótica, simbolizada por la piedra bruta. Pero esa fuerza interior necesita ser dirigida y orientada por la inteligencia, o mejor, por el "rigor intelectual", que "distingue" aquello que en el ser es conforme a la realidad esencial de su naturaleza (lo que ese ser es en sí mismo), de lo que no son sino sus añadidos superfluos e ilusorios. Así pues, con el cincel de la inteligencia, impulsado por el mazo de la voluntad, el aprendiz va limando y corrigiendo las aristas y asperezas de su piedra bruta, separando lo "espeso de lo sutil", el "caos" del "orden", lo "profano" de lo "sagrado", operación alquímica que ha de convertirse en un rito cotidiano, en un ejercicio de cada momento, pues dicha separación constituye la premisa fundamental a cumplir en las primeras etapas del proceso iniciático, hasta que con paciencia y perseverancia alcance ese perfeccionamiento de que hablábamos anteriormente, ejemplificado en la piedra cúbica y tallada.

La iniciación, o vía en el Conocimiento, despierta en el hombre sus cualidades innatas, que permanecen "dormidas" o "replegadas" en su estado ordinario, asimilado por ello al "sueño" y a lo potencial. La influencia de la iniciación no añade nada que el hombre no posea ya y no forme parte de su propia esencia. En este sentido, estamos totalmente de acuerdo con Arturo Reghini cuando dice que ese perfeccionamiento "está ligado al conocimiento y al reconocimiento de la naturaleza humana y sus posibilidades inherentes. Es necesario realizar el antiguo precepto del oráculo de Delfos: conócete a ti mismo. Es necesario buscar en sí mismo el misterio del ser, considerar la vida humana, sus funciones, sus límites y la posibilidad de sobrepasarlos, de intervenir activamente en su curso, no abandonarlo a la deriva, en descubrir y en despertar los gérmenes latentes, los sentidos y los poderes todavía desconocidos, dormidos y ocultos. Es necesario, en fin, realizar una obra de edificación espiritual, una transmutación, alcanzar la virtud y el conocimiento para que el miserable gusano que repta por la tierra se transforme en gloriosa mariposa volando libremente hacia la justicia". Para lograr ese fin el mismo Reghini nos dice que no existe otro medio que "el trabajo masónico basado y sostenido por la iniciación simbólica, es decir conferida y obtenida a través de la inteligencia de los símbolos masónicos familiares, a imagen de la obra de arte que se realiza con los instrumentos del oficio".2

La expresión "Conócete a ti mismo" debería figurar también en el frontispicio de los templos masónicos. En verdad, nada hay más importante para el hombre que conocer su verdadera identidad, saber quien hay detrás de esa máscara a la que llamamos "personalidad", y que la Masonería identifica con los metales del hombre viejo, "sumergido, como dicen los rituales, en las más profundas tinieblas".

Como estamos viendo, la idea de transmutación tiene mucho que ver con el proceso alquímico, y de hecho el "Arte Real" masónico, desarrollado a través de los tres grados de aprendiz, compañero y maestro, es idéntico a la "Gran Obra" de la Alquimia, por lo que puede hacerse una transposición totalmente coherente entre el simbolismo alquímico y el simbolismo constructivo y arquitectónico. La piedra bruta de la Masonería es, en este sentido, lo mismo que la "materia prima" de la Alquimia: tanto en una como en otra están contenidas de manera potencial o virtual todas las posibilidades que conducen al hombre hacia su regeneración, posibilidades que, en el caso del aprendiz masón, comenzarán a desarrollarse y a crecer gracias a la influencia espiritual o intelectual (pues ambos conceptos expresan lo mismo) transmitida a través de los símbolos y ritos de la Orden.

El símbolo y el rito

Vayamos a ver, pues, algunos de esos símbolos que constituyen, junto a los ritos, el patrimonio vivo y el verdadero tesoro de la Tradición Masónica. En aras de una mayor claridad, podemos clasificarlos de la siguiente manera: en símbolos geométricos y visuales; en símbolos sonoros y vocales; y por último en símbolos en movimiento, que no son otros que los ritos.

Sobre la importancia de los símbolos geométricos y visuales en la Masonería baste con recordar que antiguamente se identificaba a ésta con la propia Geometría, lo cual es perfectamente lógico pues esta última encuentra su aplicación natural en la arquitectura. En efecto, la palabra geometría deriva de Gea (tierra) y metrón (medida), es decir "medida de la tierra", lo que desde luego tiene mucho que ver con el oficio de constructor en cuanto que éste delimita un espacio con el fin de realizar su obra.

Por otro lado, el simbolismo geométrico es, al igual que el numérico, una de las herencias más importantes que la Masonería ha recibido de la tradición pitagórica. Hay que recordar que las cofradías medievales de constructores procedían directamente de los colegios artesanales de la antigua Roma, y que éstos habían recibido gran parte de sus conocimientos sobre geometría directamente de los pitagóricos. Una filiación jamás interrumpida existiría entonces entre la Orden masónica y la pitagórica, hasta el punto de que muchos masones han visto en la Masonería una adaptación del Pitagorismo a los tiempos actuales. Lo cierto es que en las leyendas masónicas Pitágoras figura, junto al dios Hermes, como uno de los fundadores míticos de la Orden. En efecto, en esas leyendas tanto Pitágoras como Hermes son los que encuentran las dos columnas (asimiladas posteriormente a las columnas J. y B. del templo masónico) donde se grabó todo el saber que remontaba a los orígenes mismos de la humanidad, y entre las que se encontraban las artes y ciencias de la Cosmogonía. Como dice a este respecto Federico González en el artículo "Tradición Hermética y Masonería", aparecido en el mismo Nº 13-14 de SYMBOLOS, esas dos columnas "configuran los dos grandes afluentes sapienciales que nutrirán la Orden: el hermetismo que asegurará la protección del dios a través de la Filosofía, es decir del Conocimiento, y el pitagorismo que dará los elementos aritméticos y geométricos necesarios que reclama el simbolismo constructivo; se debe considerar que ambas corrientes son directa o indirectamente de origen egipcio. Igualmente que esas dos columnas son las piernas de la Madre Logia, por las que es parido el Neófito, es decir por la sabiduría de Hermes, el gran iniciador, y por Pitágoras el instructor gnóstico." Podríamos entonces decir que la Masonería es la confluencia natural de esas dos corrientes constitutivas de la Tradición Unánime, y que en ella son sólo una, conformando su identidad y su ser.

Volviendo al simbolismo geométrico, debemos considerar dentro de éste a las propias herramientas o útiles. Concretamente hablamos del nivel, la plomada, la escuadra y el compás. Todas ellas están relacionadas directamente con las formas geométricas fundamentales. Por ejemplo, la plomada es claramente un símbolo de la vertical, y el nivel de la horizontal. En el simbolismo constructivo ambas son indisociables y se necesitan mutuamente, pues la verticalidad del edificio, es decir su perpendicularidad, le viene dada por la perfecta nivelación del mismo. Y a su vez esa nivelación es la resultante de un equilibrio que se consigue gracias a la presencia constante de un eje vertical, que señala el "justo medio" que impide cualquier desnivelación La plomada y el nivel representan entonces los dos ejes de coordenadas que posibilitan el levantamiento armonioso de toda la construcción.

Lo mismo ocurre con la escuadra, que se forma por la unión de una vertical y una horizontal. Con esta herramienta también construimos la figura del cuadrado, e igualmente la cruz si unimos dos escuadras por sus vértices respectivos. Ambas figuras son inseparables de la idea de cuaternario; así: los cuatro elementos, los cuatro puntos cardinales, las cuatro estaciones, los cuatro períodos cíclicos de la humanidad, las cuatro fases de la luna, los cuatro períodos de la vida humana, etc., es decir todo lo relacionado con la tierra y lo terrestre. En realidad la escuadra es un ángulo recto, y ella está destinada a "escuadrar" la piedra durante su proceso de pulimento, después de haber sido trabajada por el mazo y el cincel. Recordemos, en fin, que en latín escuadra se dice "norma", indicando así la idea de orden, o de "encuadre" que hace posible el orden, especialmente el del pensamiento, que se hace uno con la Inteligencia que refleja, la cual está simbolizada por el compás.

En cuanto a este último es obvia su relación con el círculo y con todas las figuras que tienden a la circularidad. Pero las formas circulares siempre son generadas a partir de un centro previo, que es precisamente el que señala uno de los dos brazos del compás, aquel que permanece inmóvil mientras el otro gira a su alrededor. El centro de la circunferencia sería, pues, una imagen simbólica del Principio, y la circunferencia misma, una imagen a su vez de la multiplicidad de la manifestación, surgida o generada por la irradiación de ese Principio, que permanece no obstante inmutable mientras todo gira, cambia y muta a su alrededor. Por eso el compás es uno de los símbolos que se asocian directamente con la actividad creadora del Gran Arquitecto, como lo testimonian numerosos grabados donde se le representa con un compás en la mano trazando el plano de su obra, es decir del cosmos.

Otras dos figuras geométricas importantes son el Delta Luminoso (de forma triangular) y la Estrella de cinco puntas o Estrella flamígera, símbolos respectivos del Gran Arquitecto y del hombre plenamente regenerado que ha retornado al centro de sí mismo. Se da la circunstancia de que tanto el Delta como la Estrella flamígera son de origen pitagórico, pues están íntimamente relacionados con la Tetraktys (que tiene también forma triangular), y con el Pentalfa o Estrella pentagramática respectivamente, signo distintivo este último de la cofradía pitagórica.

Entre el segundo grupo de símbolos, los sonoros y vocales, encontramos las "palabras sagradas" y las "palabras de paso", así como las leyendas relatadas en los distintos grados. Todo ello forma parte de la enseñanza oral de la Masonería, que se complementa perfectamente con la enseñanza visual propia del simbolismo geométrico. Las "palabras sagradas" se denominan así porque representan diferentes nombres del Gran Arquitecto. Cada grado masónico está signado y tiene su propia palabra sagrada. El significado de esa palabra da sentido y orienta los trabajos rituales y simbólicos que se desarrollan en cada uno de esos grados. Por eso es tan importante para el masón conocer ese significado, pues para él será un punto de referencia axial constante y permanente que le guiará a lo largo de todo su proceso iniciático.

No menos importantes son las "palabras de paso", así llamadas porque ellas permiten "pasar" de un grado a otro, lo que las relaciona directamente con la simbólica de pasaje o de tránsito, común a todas las tradiciones iniciáticas. La expresión "estar en posesión de la palabra de paso" quiere decir que el masón ha culminado una etapa dentro de su proceso de Conocimiento, que ha progresado en las "vías que le han sido trazadas" desde antiguo por su tradición, y que por tanto está preparado interiormente para recibir el "aumento de su salario".

Y por último están los símbolos en movimiento, que como dijimos no son otros que los ritos. El rito pone en práctica la idea que el símbolo expresa. Representa el desarrollo y la vivencia de esa idea, es decir de hacerla efectiva mediante su permanente reiteración. De nada serviría comprender lo que el símbolo manifiesta si después esa comprensión no se vive como una realidad verdaderamente transformadora. Por eso mismo es tan importante el rito dentro de la Masonería, pues sin esa constante vivificación de los símbolos los trabajos que se hacen en la logia carecerían de toda "fuerza y vigor", convirtiéndose en meras alegorías cuando no en actos puramente mecánicos. En este sentido la meditación, la concentración y el trabajo sobre los símbolos constituyen también una forma del rito, pues el fin último de éste es generar un estado apto para la comprensión de las realidades superiores vehiculadas por los símbolos. Se diría, pues, que el rito, realizado en estas condiciones, es una "meditación en acción", y esto puede hacerse tanto en el interior de la Logia, como en el mundo, que es la logia universal.

Podríamos entonces decir que la Masonería es ella misma un rito, de ahí que también se denomine "la Orden", como sinónimo del propio orden cósmico. Por esto mismo, en la Logia masónica (imagen simbólica de ese orden) todo se cumple según el rito, y todos los gestos y signos rituales realizados en el interior de la misma han de ser considerados como lo que son: vehículos transmisores de la enseñanza simbólica y de su influencia regeneradora. Verdaderamente no hay mayor rito que la búsqueda del Conocimiento, pues en ella el hombre encuentra el fundamento mismo de su existencia. Esa búsqueda es un "acto consciente", y todo lo que a partir de entonces es realizado, experimentado y vivido durante su desarrollo pasa a ser significativo, a tener un sentido que nos "orienta" en el laberinto de este mundo perecedero y nos impulsa hacia el encuentro de nuestro verdadero ser y origen.

La Logia, imagen del mundo

Hablaremos ahora del simbolismo de la Logia, y lo primero que llama nuestra atención es la propia palabra Logia, prácticamente idéntica a Logos, que significa justamente la Palabra o el Verbo con que el Gran Arquitecto crea el mundo o cosmos. Igualmente, Logia, si no etimológicamente sí al menos en su sentido simbólico, es idéntica a la palabra sánscrita loka, que quiere decir "mundo", "lugar", y por extensión "cosmos". Por otro lado, también se da una identidad entre Logia, Logos y el griego lyke, que significa "luz". Asimismo la loggia es un término técnico de origen italiano utilizado en arquitectura para designar una galería techada y abierta, compuesta por arquerías apoyadas sobre columnas y situadas generalmente en las partes elevadas de los edificios, como es el caso por ejemplo de los "paraísos" de los teatros.

Aquí tenemos, resumido, lo que distingue ante todo a la Logia masónica, que como dicen los antiguos rituales "es un lugar muy iluminado y muy regular", tal cual es el cosmos salido del Logos creador o Espíritu de la Construcción Universal. La luz es pues sinónimo de cosmos, mientras que la oscuridad o las tinieblas se asimilan al "caos" anterior al cosmos. Las tinieblas en que se encuentra la Logia antes de la apertura de los trabajos simbolizan justamente ese "caos" precósmico, y la apertura misma vendría a representar la gradual "iluminación" de esas tinieblas. En realidad la apertura de la Logia es un rito cosmogónico que los masones realizamos constantemente, y si se estudia detenidamente la simbólica de ese rito se verá con claridad que se trata de un verdadero rito de fundación o de creación de un espacio y un tiempo significativos análogos a la propia estructura del cosmos. La descripción simbólica de la Logia reproduce precisamente esa estructura:

¿Cuál es la forma de tu Logia?

Un rectángulo.

¿En qué sentido se orientan sus lados largos?

De Oriente a Occidente.

¿Y sus lados anchos?

De Mediodía a Septentrión.

¿Y su altura?

De la superficie de la tierra hasta los cielos (el Cénit).

¿Y su profundidad?

De la superficie hasta el centro de la tierra (el Nadir).

¿Qué significan estas direcciones?

Que la Masonería es Universal.

Podemos observar que esas direcciones conforman una cruz tridimensional, cuyos ejes de coordenadas largo, ancho, alto y bajo conformarían la estructura interna de la Logia, a imagen misma del cosmos. Ese rectángulo es en realidad un doble cuadrado, que se orienta horizontalmente de Oriente a Occidente según sus lados largos y de Mediodía a Septentrión según sus lados anchos. Es a partir del centro del rectángulo que la Logia se orienta verticalmente hacia lo más alto de los cielos (el Cénit) y hacia lo más profundo de la tierra (el Nadir), adquiriendo así su verdadera dimensión universal. A esa altura y a esa profundidad se refiere la conocida expresión: "en la Logia de San Juan se elevan templos a la virtud y se cavan mazmorras para el vicio".

Esa estructura vertical también aparece proyectada en el plano base de la Logia, que está dividida en tres partes bien diferenciadas, a imagen misma del Templo de Salomón, prototipo del templo masónico. El cielo está representado por el hemiciclo situado a Oriente, que tiene forma semicircular, y que recibe, al igual que en el templo de Salomón, el nombre de Debir. A él se asciende por tres peldaños o gradas, que se refieren a la idea de elevación gradual y jerarquizada a otros planos o niveles superiores de realidad. La tierra está simbolizada por el Hikal, que es todo el espacio restante de la Logia hasta las dos columnas J. y B., las cuales soportan el "pórtico de la entrada", asimilado a lo que en el templo de Salomón se denominaba el ulam. Se dice que el "pórtico de la entrada" no está ni dentro ni fuera de la Logia. Es, pues, un lugar de tránsito, o de pasaje, que el masón debe atravesar viniendo de las tinieblas del mundo profano, el cual es propiamente el mundo inferior.

Esa misma idea de elevación señalada por las tres gradas que conducen al Debir, la encontramos también en el altar o ara, proveniente del latín altare, cuya raíz, altus, significa lugar alto o elevado. En muchas culturas tradicionales los altares (como los templos) se erigían en la sumidad de las montañas, o de las pirámides escalonadas, como en el caso de las civilizaciones precolombinas, o de los zigurats babilónicos, por poner sólo dos ejemplos. El altar está situado en el centro mismo de la Logia, y en torno a él nos desplazamos y efectuamos nuestros ritos. Es por tanto el "punto geométrico" o "corazón" de la Logia, y por él pasa simbólicamente la plomada del Gran Arquitecto que une el cielo con la tierra. También se llama "Altar de los juramentos" porque sobre él realizamos los compromisos y "alianzas" que contraemos con la Orden y el Espíritu que la vivifica. Ese juramento se cumple en presencia de las "Tres Grandes Luces" de la Masonería, el Libro de la Ley Sagrada, el Compás y la Escuadra, los cuales se disponen precisamente sobre el altar. En casi todas las Logias ese Libro no es otro que la Biblia, pero ésta también puede ser sustituida por cualquiera de los libros sapienciales de la humanidad, lo cual es una muestra más del carácter verdaderamente universal de la Masonería. Lo realmente importante es que en ese Libro se recoja la voz de la Sabiduría Perenne, cuya esencia está por encima de las formas particulares que ésta pueda adoptar para manifestarse. Lo mismo podemos decir del compás y la escuadra, herramientas cuyo simbolismo, como ya vimos, está ligado directamente con la idea de una Cosmogonía siempre viva y actual.

Volviendo de nuevo al Oriente, sobre la pared del fondo encontramos el Delta luminoso con el Tetragrama o nombre inefable del Gran Arquitecto en el centro. Como ya dijimos este Delta es un triángulo con el vértice hacia arriba, figura que expresa la realidad de los principios universales, a la vez que es la primera estructura prototípica que se expresa en todos los planos de la manifestación como una fuerza que crea, otra que conserva y una tercera que destruye, o mejor, transforma. Estas tres ideas–fuerza surgen de un Principio único, que queda simbolizada en el Delta por un solo ojo que a veces sustituye al Tetragrama, pero que viene a referirse al mismo sentido de presencia inmutable de la deidad en el seno mismo de la manifestación. Además, la manifestación, desde su realidad más sutil hasta la más densa y material, está simbolizada por las cuatro letras que componen el Tetragrama: Iod, He, Vau, He, correspondiéndose cada una de ellas con los cuatro niveles o mundos que constituyen la existencia universal, y que son los mismos que se encuentran en el Arbol de la Vida cabalístico. En este nombre del Gran Arquitecto queda pues resumida la obra de la creación, y su conocimiento se vincula directamente con la búsqueda de la "Palabra Perdida".

Pero la Logia no es sólo una estructura estática –como tampoco lo es el universo– sino dinámica también, pudiendo ser visualizada como una rueda, imagen de la "rueda del cosmos" o Rota Mundi. Esto está expresamente indicado por las doce columnas o pilares que enmarcan el recinto de la Logia, y que equivalen a los doce signos zodiacales. Cinco de estas columnas están situadas a Septentrión, cinco más a Mediodía, y las dos restantes (las columnas Jakin y Boaz) a Occidente, justo en el pórtico de la entrada.

Diremos que el zodíaco (que quiere decir precisamente "rueda de la vida") es como el marco del universo visible, y su movimiento cíclico, unido al de los planetas y demás constelaciones, influye en el cambio alternativo de las estaciones y en el mantenimiento y renovación de la vida del cosmos y del hombre. De esto se deduce que la Masonería no desconoce la antigua ciencia de la astrología, que junto a la alquimia revela también los misterios del cielo y de la tierra.

Las columnas Jakin y Boaz se vinculan especialmente con la simbólica de los dos solsticios, y por tanto con las dos fases ascendente–descendente del ciclo anual. Ellas se asimilan, pues, a los dos San Juan, el Bautista y el Evangelista, y a los dos rostros del dios romano Jano, y en consecuencia a la "puerta de los hombres" y la "puerta de los dioses", respectivamente. Estas son las puertas zodiacales de Cáncer y Capricornio, que corresponden a la entrada del verano y del invierno, es decir el descenso y el ascenso de la luz solar. Las puertas solsticiales cumplen un papel muy importante dentro del proceso iniciático, que, no debe olvidarse, reproduce exactamente las etapas del desarrollo cosmogónico.

Para los pitagóricos, por la puerta de Cáncer las almas penetran en el "antro de las ninfas", que es lo mismo que la caverna platónica, otra imagen del mundo. Allí el masón, atravesando las dos columnas como si fuese parido por ellas, comienza a recorrer su viaje horizontal o terrestre, hasta llegar al centro de sí mismo, al altar de su corazón, en donde se abre otra puerta, la de Capricornio, a través de la cual inicia otro viaje, esta vez vertical y celeste hacia la cúpula y la clave de bóveda que corona los misterios de la cosmogonía, dando acceso así a los estados metafísicos e incondicionados. Es decir, que el hombre "entra por una puerta y sale por otra, y en el ínterin –signado por el espacio y el tiempo– tiene la oportunidad de reconocerse y escapar de esa condición por la identificación con otros estados del ser universal, que puede vivenciar por medio de la conciencia individual –semejante a la conciencia universal– y que constituyen la posibilidad de la regeneración particular –y también de la universal–, siempre, claro está, tomando como soporte la generación y la creación en el espacio y el tiempo".3 Este mismo proceso puede verse también en la mitología de gran número de héroes y dioses solares, como es el caso de Osiris, Quetzalcóatl, Mitra, Cristo y el propio maestro Hiram.

En el centro de la Logia se extiende el "pavimento mosaico", tapiz de cuadros blancos y negros exactamente iguales que los del tablero de ajedrez, cuyos orígenes son también simbólicos y sagrados como el de la mayoría de los juegos. El pavimento mosaico es, sin duda, un símbolo de la manifestación que, efectivamente está determinada por la lucha y delicado equilibrio que entre sí sostienen las energías positivas, masculinas y centrífugas (yang, luminosas) y las energías negativas, femeninas y centrípetas (yin, oscuras), expresadas también en la alternancia de los ritmos y ciclos de la naturaleza y el cosmos. Esas mismas energías están representadas por el Sol y la Luna, que en la Logia se encuentran presidiendo el Oriente, a uno y otro lado del Delta luminoso.

Recordaremos que el color blanco simboliza las energías celestes, y el color negro las terrestres. Las primeras se oponen a las segundas, y viceversa, al mismo tiempo que se complementan y conjugan (atraídas como los polos positivo y negativo de un imán), determinando en su perpetua interacción el desarrollo y la propia estructura de la vida cósmica y humana. Esa estructura se genera igualmente por la confluencia de un eje vertical -celeste- y otro horizontal -terrestre- (ejemplificados en el pavimento por las líneas transversales y longitudinales), conformando un tejido o trama cruciforme, un cuadriculado, en fin, que refleja las tensiones y equilibrios a que está sometido el orden de la creación. Asimismo, también puede equipararse la vertical al tiempo y la horizontal al espacio (el primero activo con respecto al segundo, al que moldea permanentemente), es decir, a las dos coordenadas que establecen el "encuadre" que permite la existencia de nuestro mundo y de todas las cosas en él incluidas. La idea de ese orden está ya implícito en el significado de la palabra 'mosaico', que deriva del griego museion, literalmente "templo de las musas", expresión ésta que conviene perfectamente a la Logia masónica, en donde como estamos viendo cada una de sus partes y la totalidad de su conjunto constituyen una síntesis simbólica de la armonía universal.

En medio mismo del pavimento mosaico se dispone el "cuadro de la Logia", que es un esquema sintético de todo el templo masónico, además de constituir un soporte simbólico para la meditación y la concentración. En efecto, el cuadro de la Logia, al contener en su interior el diseño de los símbolos más significativos e importantes, deviene por ello un vehículo de la influencia espiritual en la Masonería.

Antiguamente el cuadro de la Logia se trazaba directamente sobre el suelo antes de iniciar los trabajos, y era borrado cuando dichos trabajos tocaban a su fin. Esto da la medida de la importancia que tenía dicho cuadro en los ritos cosmogónicos de los constructores, pues en verdad el trazado de los diferentes símbolos constituía en sí mismo un rito destinado a "atraer" y hacer presente en el espacio significativo de la Logia las ideas-fuerza contenidas en esos mismos símbolos, y que después se plasmarían en la edificación. Aunque hoy en día en los talleres masónicos ya no se tenga la costumbre de dibujar el cuadro de la Logia, sin embargo la influencia de esos símbolos continúa estando presente, hasta el punto de que sin la presencia del cuadro los trabajos no pueden abrirse. En cualquier caso, el trazado del cuadro de la Logia es un ejercicio ritual de meditación y concentración en los símbolos que el masón podría practicar siempre que lo deseara.

Y por último mencionar que alrededor del pavimento de mosaico y del cuadro de la Logia se encuentran los tres pilares de la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza. Los pilares son también las "Tres Pequeñas Luces" de la Masonería, y a las que no habría que confundir con las "Tres Grandes Luces" ya mencionadas. Diremos que en algunas Logias los tres pilares están consagrados a la diosa Minerva (la Sabiduría), a Hércules (la Fuerza) y a Venus (la Belleza).

Los pilares son encendidos durante la apertura de los trabajos y apagados instantes antes de su clausura, lo cual lleva a pensar que, y al igual que ocurre con el cuadro de Logia, estos pilares desempeñan un papel de suma importancia en lo que se refiere al desarrollo del ritual masónico en cualquiera de sus grados. En este sentido recordaremos que el significativo nombre de "estrellas" con el que también se conocen a los tres pilares alude sin duda al carácter celeste que se desprende de su simbólica, pues es claro que se tratan de las "ideas" rectoras que han de presidir los trabajos masónicos, pues como se dicen en los rituales "la Sabiduría concibe, la Fuerza ejecuta y la Belleza adorna".

Atendiendo a lo que se menciona a este respecto durante el ritual de apertura esas estrellas deben "hacerse visibles" a fin de que esos trabajos sean "iluminados" y se desarrollen en armonía con los planes del Gran Arquitecto. Como dijimos más arriba, la penumbra en que está sumida la Logia antes del alumbrado de los pilares ejemplifican las "tinieblas" primigenias que precedieron la formación del orden cósmico, de lo que se deduce que la iluminación de la Logia vendría a representar un símbolo más de la acción del Fiat Lux, o ¡Hágase la Luz!, cosmogónico emanado de la Palabra o Verbo creador.

Considerados desde el punto de vista microcósmico, estos tres principios también representan tres cualidades o estados del alma humana, los que vividos en el interior de la conciencia hacen posible su transmutación y contribuyen, por tanto, a la edificación del templo espiritual, del cual el templo material es la figuración simbólica. Precisamente los tres pilares se vinculan respectivamente con el Venerable Maestro, el Primer Vigilante y el Segundo Vigilante, es decir con los tres principales oficiales de la Logia (llamados las "tres luces"), aquellos que se encargan de dirigir y "ordenar" los trabajos que en ella se realizan. Son estos tres oficiales los que encienden o iluminan los pilares (y también los que los apagan durante la clausura), pronunciando al mismo tiempo que esto se cumple, las invocaciones claramente alusivas a la construcción del templo interior y del templo exterior.

En el Rito Escocés Antiguo y Aceptado esas invocaciones son las siguientes:

¡Que la Sabiduría del Gran Arquitecto presida la construcción de nuestro edificio!

¡Que la Fuerza lo sostenga!

¡Que la Belleza lo adorne!

No es entonces casual que sea precisamente alrededor de este cuadro y de los tres pilares donde tiene lugar el rito de la "cadena de unión", en el que se invoca la potencia creadora e iluminadora del Gran Arquitecto, e implícitamente también la de todos los hermanos y hermanas esparcidos por la faz de la Tierra, sin olvidarnos de los antepasados que han pasado al Oriente Eterno y que contribuyeron con su esfuerzo, sacrificio y entrega a la Verdad y al Conocimiento a la edificación de la Gran Obra Universal. Y esta invocación vertical se realiza mediante la unión encadenada y fraterna de todas las fuerzas vivas presentes en la Logia, es decir de todos los componentes de la misma, que establecen así una comunicación sutil entre sus respectivas individualidades, sirviendo como soporte para la manifestación de la influencia espiritual.

Como se dice en el libro Símbolo, Rito, Iniciación. La Cosmogonía Masónica, cap. 33, y con esto ya terminamos, la cadena de unión "constituye un círculo mágico perfecto de concentración de vibraciones, un dínamo generador, no únicamente capaz de transmitir su fuerza a cada uno de los integrantes sino la de emanar a otros espacios visibles e invisibles; una forma activa de la invocación y también un encantamiento de protección para todos aquellos que tienen la gracia de participar en los misterios del Arte Sagrado, los llamados guardianes del Templo de la sabiduría salomónica, imagen de todos los templos, los que como parte de sus funciones deben saber estrechar sus filas y trabajar de modo armónico, tendiente a la perfección".

NOTAS


*
Conferencia pronunciada en una Logia de Buenos Aires, República Argentina, el 7 de Diciembre de 2000. Francisco Ariza es colaborador de SYMBOLOS: Arte - Cultura - Gnosis, codirector del Centro de Estudios de Simbología de Barcelona y director de la Revista telemática El Taller.

1 Artículo traducido en el Nº 13-14 de la revista SYMBOLOS, págs. 192-195.

2 Consideraciones sobre el ritual del Aprendiz Franc-masón. Ed. Arché Milano.

3 Federico González, La Rueda. Una imagen simbólica del cosmos, cap. VII.