sábado, julio 22, 2006

MASONERÍA Y SIMBOLISMO ZODIACAL.


Sebastián Jans

Los templos de la Masonería Universal son representación simbólica de lo que, los masones de cada rito, consideran necesario destacar como los contenidos fundamentales de su concepción masónica. Sin embargo, más allá de tales particularidades, la gran idea que se expresa siempre en la distinción espacial y simbólica del lugar destinado al desarrollo ritual –el templo – es que corresponde a una representación simbólica del Universo.

En el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, aquello se hace mucho más patente que en otros Ritos, que presentan muros menos dotados de componentes simbólicos, por ejemplo, en el Rito de Schroeders. La idea del Universo en el Rito E\ A\ y A\ se manifiesta tangiblemente en la presencia de los signos del zodiaco, y las doce columnas que sostiene la bóveda sideral.

En este Rito, los signos zodiacales están ubicados a veces en las mismas columnas, como es el caso de la masonería chilena o mexicana, o bien, en el cielo del templo, sobre las columnas, como ocurre en la masonería colombiana. En los nuevos Manuales de Procedimientos para Tenidas de Primer Grado de la Gran Logia de Chile, se señala: "En la parte superior de los muros o sobre las columnas, mejor aún, alrededor de la Bóveda Celeste, irán pintados los doce Signos del Zodiaco, según el orden que les corresponde a las estaciones del hemisferio norte de la tierra". A estos componentes simbólicos se agregan el sol y la luna en el oriente, y sobre las dos columnas del pórtico, una granada y una esfera, que sumados al lazo o cadena que circunda el templo por el friso, robustecen la idea de universalidad o de concepción cósmica. Obviamente, no puede obviarse una explicación respecto de esta última afirmación, considerando el valor que tiene la propuesta de la ciencia actual, respecto de un mundo caótico, divergente de la concepción de origen greco-pitagórica de un cosmos, o universo ordenado y armonioso. Sin embargo, ontológicamente el hombre tiene que dar un orden para organizar su estudio y proveerse de una metodología de búsqueda, por lo cual, más allá de la naturaleza caótica, todo constructo intelectual por excelencia requiere de un orden indagatorio. La importancia que tienen los signos del zodiaco en la Masonería es trascendental. En primer lugar, porque, todos los componentes simbólicos que están presentes en la ornatura del templo, ligan a la Masonería a las tradiciones iniciáticas y esotéricas de más antigua data en la historia del Hombre. De ellos, las concepciones astrales relacionan a la Masonería con las remotas formas de conocimiento y sabiduría de la civilización humana. Ellos no conectan a una Masonería profunda, que tiene sus raíces en las elaboraciones más sublimes de la sabiduría del hombre, y que mantienen sus constantes en el sentido trascendente de la naturaleza del homo sapiens. Vilipendiada por cierto absolutismo empírico y por los prejuicios de la modernidad, la indagación zodiacal es un punto de unión con una forma de exploración especulativa, tan válida como otras disciplinas que profesionalmente tienen más reputación en el concepto academicista del conocimiento. Esta indagación acompañó al hombre por más de tres milenios, para sucumbir en su legitimidad bajo la impronta de la modernidad, anatemizada y caricaturizada, como lo han sido otras formas del conocimiento. Es lo que también ocurre con el alquimismo, que ha sido motejado como una obsesión por la transmutadora de los metales. Por cierto, quien piense que el objeto del estudio zodiacal, que emerge con las primeras culturas humanas, bajo la anatemizada denominación de "astrología", es una simple búsqueda horoscópica de adivinación cotidiana del futuro, está haciendo una caricatura. Consideraciones más extensas sobre el tema, están presentes en un trabajo que me correspondió presentar ante la Resp\ Log\ de Estudios e Investigación Mas\ "Pentalpha" # 119, publicado en el Anuario 2001, que apunta a una revaloración de la astrología y del estudio zodiacal y a su presencia simbólica en la Masonería. El objetivo de éste artículo, apunta más bien a señalar algunos aspectos interpretativos del simbolismo zodiacal. El primer aspecto que debemos tener presente, es que los signos zodiacales representan la idea cósmica. Esto, es el sentido pitagórico de un orden del Universo, que el hombre construye para entenderlo, para desentrañar sus misterios, sobre una mirada trascendente que se sostiene en la trina indagación consustancial del pensador: ¿qué somos?, ¿de donde venimos?, ¿para donde vamos?. El segundo aspecto, es que, el Zodiaco no solo está presente en los signos que adornan el templo. En algunos Orientes, la venda que cubre los ojos del recipiendario, durante la ceremonia de iniciación, es también llamada "Zodiaco". Esto puede tener varias interpretaciones simbólicas, algunas de ellas absolutamente contrapuestas, según el acento o perspectiva en que se perciba la explicación simbólica. La banda muaré que tercia el pecho del maestro, también es identificada con la franja zodiacal, queriendo representar con ello que el hombre, al acceder a la maestría, se encuentra en el centro mismo del Universo.

Tenemos, pues, que en un sentido general, los signos zodiacales establecen la relación simbólica con el Universo, y la ubicación de ellos en el Templo debe tener un orden en su distribución, manteniendo la condición cósmica.

Para determinar masónicamente ese orden, resulta irrelevante la ubicación o el determinismo hemisférico que puedan darse respecto al carácter de la orientación del templo, sea boreal o septentrional. Por un efecto cultural y de fidelidad a los orígenes boreales el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, la disposición del templo masónico ha quedado con un norte simbólico, no hemisférico, representativo de los fríos y las sombras, de lo incipiente y remoto, y con un sur simbólico, que representa el calor y la plenitud de la luz, de lo logrado y cercano. Este factor determina la disposición boreal de los seis primeros signos (Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo y Virgo), y septentrional de los otros seis (Libra, Escorpión, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis). Esto se compatibiliza con la idea del desplazamiento del Sol por la franja zodiacal durante un año, en tanto los trabajos masónicos simbólicos, efectivamente, dan condición solar a quien preside la logia, que desarrolla su acción desde el norte hacia el sur (recordemos por ejemplo, como circula la palabra). En consecuencia, el primer signo (Aries), debe ubicarse inmediatamente a la derecha del Venerable Maestro, seguido hacia occidente, por el norte, de manera consecutiva, por los otros cinco signos boreales. Continúan por el sur, de occidente a oriente, para terminar en Piscis, junto al oriente. En el libro "Guía de Oro del Francmasón", Luis Umbert Santos (1), éste notable autor masónico señala la relación zodiacal con los oficiales de una logia del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, al indicar: "Las dignidades de la logia son 12, porque doce son las columnas del Templo de Salomón", equivalentes a los 12 signos zodiacales o los meses del año, eternos apoyo del tiempo". En tanto, Francisco Javier Peña (2), agudo investigador masónico chileno, se sumó a un planteamiento pre-existente de que los signos zodiacales en el templo masónico, representan doce facultades del espíritu. Así, Aries es la voluntad guiada por el cerebro; Tauro, la fuerza del pensamiento silencioso; Géminis, la unión de la razón y la intuición; Cáncer, el equilibrio entre lo material y lo espiritual; Leo, los anhelos del corazón; Virgo, la realización de las esperanzas; Libra, la percepción externa equilibrada; Escorpión, la generación de las ideas; Sagitario, la facultad organizadora del espíritu; Capricornio, la regeneración o renacimiento; Acuario, la ciencia y la verdad; y Piscis, la paciencia y la obediencia. Uniendo ambas ideas, si el tránsito del Sol marca o determina la condición y cualidad del tiempo, referencia humana necesariamente humana – cósmica -, como el Venerable Maestro marca y determina el hacer de la logia, podemos establecer las siguientes relaciones, entre los signos zodiacales, las facultades del espíritu y los trabajos de una logia masónica:

Signos boreales

Aries la voluntad guiada por el cerebro
Secretario

Tauro la fuerza del pensamiento silencioso
Hospitalario

Géminis la unión de la razón y la intuición
Experto

Cáncer el equilibrio entre lo material y espiritual
Maestro de Banquetes

Leo los anhelos del corazón
Primer Vigilante

Virgo la realización de las esperanzas
Guarda Templo

Signos septentrionales

Libra
la percepción externa equilibrada
Segundo Vigilante

Escorpión la generación de las ideas
Bibliotecario

Sagitario la facultad organizativa del espíritu
Maestro de Ceremonias

Capricornio la regeneración o el renacimiento
Tesorero

Acuario la ciencia y la verdad
Orador

Piscis la paciencia y la obediencia
Past Venerable Maestro

No es el propósito de este breve ensayo explayarnos con extensión respecto de estas relaciones que hemos apenas esbozado, y que buscan solo ser sugerentes propuestas para un estudio más particular y acabado. Sin embargo, apropósito de los que hemos expuesto, en otro de sus libros, Luis Umbert Santos (3), en el capítulo referido a las "Exequias Masónicas", pone relevancia en la presencia zodiacal que también se pone de manifiesto en la ceremonia fúnebre, al decir: "El templo revestido de colgaduras negras, sembradas de lágrimas y guarnecidas de galones y borlas de plata, presentan un triste y majestuoso aspecto. Todos los símbolos y emblemas que lo decoran, al igual que el trono del Venerable Maestro y los bufetes de los Dignatarios y Oficiales, y los asientos de los Obreros, se hallan cubiertos de negro crespón. Alrededor del friso se destacan solamente los cuatro signos del zodiaco: el de Géminis y Leo, al Norte, y el de Libra y Acuario al Sur, para significar que la muerte alcanza a los hombres de todas las jerarquías y edades". Como podemos ver, las sugerencias simbólicas que pueden derivarse de la presencia simbólica del zodiaco en el templo masónico pueden ser crecientes. Lo importante es que, en el contexto de la necesaria presencia de los signos zodiacales, en la ornatura del espacio en que los masones trabajan sus ritos, se da la posibilidad de acoger una propuesta de conocimiento, que la antigua sabiduría del hombre dejó como un trascendente legado. En virtud de ello, la Gran Logia de Chile, en la publicación reciente de sus Manuales de Procedimiento para Tenidas, deja establecida la importancia en la decoración del templo los siguientes criterios. En el caso del templo de Aprendices: "En la parte superior de los muros o sobre las Columnas, mejor aún, alrededor de la Bóveda Celeste, irán pintados los doce Signos del Zodiaco, según del orden que les corresponde a las estaciones del hemisferio norte, por ser allí donde se originó nuestro Rito (4)". En cuanto al templo de Compañeros, señala: "El cielo está adornado por la Bóveda Celeste que descansa sobre las 12 Columnas zodiacales (5)". Y en el caso del templo de Maestros: " El cielo descansa sobre las 12 Columnas zodiacales (6)".

Notas.
1) Publicado por la Editorial Humanidad (México, 1948)
2) )Trabajo realizado para la Logia de Investigación Masónica
"Pentalpha", hace más de tres lustros, y que se publicará este año en
"Temas Masónicos" # 8
3) "Manual Ortodoxo del Maestro Masón" (Editorial Humanidad, México, 1947)
4) "Manual de Procedimiento para Tenida de Primer Grado. Logia
Simbólica. Rito Escocés Antiguo y Aceptado". Gran Logia de Chile.
Oriente de Santiago de Chile. Año 2002. Pag. 12
5)"Manual de Procedimiento para Tenida de Segundo Grado. Logia
Simbólica. Rito Escocés Antiguo y Aceptado". Gran Logia de Chile.
Oriente de Santiago de Chile. Año 2002. Pag. 11
6) "Manual de Procedimiento para Tenida de Tercer Grado. Logia
Simbólica. Rito Escocés Antiguo y Aceptado". Gran Logia de Chile.
Oriente de Santiago de Chile. Año 2002. Pag. 11

Elites, Clases y Masonería


Seguro que la mayoría de los masones ha escuchado o leído en alguna ocasión que la Masonería es elitista. Generalmente es un comentario peyorativo lanzado por profanos con un evidente desconocimiento de la Orden aunque también opinan así algunos masones.

Sostienen que la Cofradía es una especie de club anticristiano formado por esnobs burgueses, por algún poderoso descuidado, por aburridos pedantes y algún que otro proletario confundido que se reúnen para diferenciarse y reconocerse como individuos superiores y que practican oscuros ritos protegidos por un secretismo de carácter conspirativo muy sospechoso. Sostienen que es un criadero de oportunistas, una meta-elite de "trepadores" que tratan de alcanzar la cúspide de la Pirámide Social donde muchos ascienden gracias al privilegio del corporativismo masónico.

Se entiende que la ofuscación antimasónica, la ignorancia profana, emitan estos juicios tan desbarrados, que califiquen de elitista a la Masonería blindando su argumentación por la notoriedad de muchos hermanos que participaron en importantes sucesos históricos y de personajes ilustres reconocidos como masones de un gran prestigio intelectual, artístico o político. El poder conspirativo en la sombra también es esgrimido por los enemigos de la Orden acusándola de ser una poderosa elite que pretende nada menos que el sometimiento de la humanidad.

Como humilde perteneciente a la membresía masónica, yo también opino que sí; que a la hermandad la conforma una elite, aunque situándome en el polo opuesto de la aseveración y de una forma muy diferente a la expuesta anteriormente, veamos porqué.

1. Si consideramos a la elite como una minoría que manifiesta preferencias diferentes u opuestas a las del común; entonces la Masonería es una elite.
2. Si suponemos que una elite es una selección de individuos que practican alguna actividad por afición o profesión con una pretensión de mejora, entonces, la Masonería es una elite, por que pretende una mejora moral en la sociedad y ética en el individuo.
3. Si se piensa que ésta elite la componen individuos diferenciados por sus fines de los de la gran mayoría, que además se aceptan distintos y que se reconocen entre sí por medio de palabras signos, señas y toques desconocidos por los ajenos a la Orden; entonces la Masonería es una elite.
4. Si se reconoce que sólo una minoría es heredera de una Tradición Primordial y Universal transmitida siglo a siglo a individuos aceptados y que son depositarios y trasmisores de la misma; entonces la Masonería es una elite.
5. Si estas personas fundamentan su hermandad en un compromiso de defensa de unos valores morales-filosóficos como imperativo de una determinada ética, entonces los masones componen una elite.

En el sitio web de la GLSE se opina de la misma manera y se reconoce muy claramente como elitista "Sin duda alguna" dice:
"No aceptamos fanáticos, integristas, racistas, xenófobos ni intolerantes de ninguna clase. En nuestro criterio de selección que, efectivamente, es estricto, no se contempla ni el poder económico ni el prestigio del aspirante. Sólo su coincidencia con los valores humanísticos que la masonería defiende y sostiene. Según está dicho, puede ingresar en Masonería toda persona "libre y de buenas costumbres".

Se es una elite por la valía del compromiso de trascendental mejora adquirido por cada uno de los individuos que la componen, y también por una especie de llamada ascética. Una elite que no pretende practicar ningún tipo de elitismo, al contrario, la Masonería es una elite no clasista y que por lo tanto no acepta una discriminación social en sus logias. El elitismo social esta desechado en la Masonería según se muestra a nivel simbólico en determinadas ceremonias que recuerdan la igualdad de todos los Francmasones, aun ostentando diferentes grados, pero se es una elite que se beneficia por la afinidad con una exclusiva hermandad masónica completa y universal en la que nadie sobra y en la que todos los valores se suman y se necesitan en la construcción y fomento del Templo.

Se entiende entonces que un profano sin una clara visión de la Francmasonería confunda Elite con Elitismo. Es comprensible debido a que el asunto es algo complicado de dilucidad si no se tiene suficientemente clara la diferencia entre elite y elitismo, aunque lo que es verdaderamente inaceptable para cualquier masón, es que se confunda elite con clase o clasismo, entendiéndolo como la imposición de una diferenciación favorecedora, tanto en la vida profana como masónica entre unos excelentes o ilustrados y otros escasos o ignorantes.

Dentro de nuestra Orden, ese categorismo paternalista es la roña de los que dan por sentado que la masonería es una escuela "buenista" en la que unos educan, desde una supuesta superioridad adquirida en la vida profana, a otros que necesitan de sus pedagogías y a los que se les cede graciosamente algún cargo, no por derecho o convicción, sino por pura pantomima democrática. Si hay algún masón que piense que por ser poderoso o favorecido fuera del templo tiene derecho a serlo dentro también, creo que se equivoca de cabo a rabo. Me es muy difícil de respetar esas iniciaciones en las que se entregaron hasta el último de todos los honores de una vez, a esas carreras masónicas poco trabajadas, muy cortas, pero con muchos grados y muy poca asistencia.

Si hay agravios comparativos, si se impone el predominio de una minoría rectora y selecta de ese poder clasista, también aquí, a cubierto, entonces dudo que haya escaño nivelado en el que se pueda sentar la fraternidad y, sospecho, que puede ser ésta la fatídica y principal metástasis disgregadora, basada en méritos y deméritos, con la que profanos con mandil provocaron el abatimiento de columnas y la desilusión de muchos hermanos.

La fraternidad exige el reconocimiento del otro. El privilegio de una buena cuna, de una exquisita educación o de un buen lugar al sol, no faculta para tener un mejor miramiento ni más potencia, ni tampoco para considerar una cualidad superior a otras. El valor diferenciador se procurará más que por el título o rango profano, por el trato fraterno, por la inspiración en altos ideales, por la práctica de la tolerancia, por la perseverancia en el pulimento, por la disposición de aprender lo que otros enseñan y por la disposición de enseñar a los que quieran aprender. Yo lo creo así, así siento yo la Masonería. En la báscula masónica, bien equilibrada, siempre pesará más la sencilla pluma de la verdad que todo el oropel de los honores profanos.

Irrefutable razón la del refrán que dice: "Un sabio y un tonto saben más que un sabio sólo". Como sabemos, se necesitan distintas herramientas y materiales para la construcción del templo, así como el conocimiento de distintas artes y ciencias. Para el trabajo todo es válido y necesario en su diferencia y desemejanza. Todos los hermanos somos maestros y aprendices de otros hermanos, y tanto vale y es tan necesario un conocimiento como una actitud. Facilitemos nuestro crecimiento dando a cada uno de los hermanos las posibilidades de desarrollar al máximo sus potencialidades. Así, nuestro trabajo individual se proyectará positivamente en nuestro entorno practicando fuera los conocimientos y los buenos ejemplos que nos han sido infundidos en la Logia llegando a nuestros semejantes con nuestra conducta virtuosa, con esa feliz influencia de nuestra Antigua Institución, y no al revés, que un disimulado y disgregador vicio profano ejerza fuerza y poder en nuestro Templo.

Entre nosotros, la cualidad de elite nos la define el convencimiento de pertenecer a una fratría progresiva que avanza en el trabajo de construcción del Templo Universal, desarrollando su sabiduría y bonhomía según se apreciará en nuestras planchas trazadas con nuestra verdad y libre opinión, que es la más sagrada de las libertades.

Trabajemos para lograr la igualdad en la dignidad, y para que nuestra elitista tolerancia, legitime nuestra bendita diversidad.



VMM

LA MASONERIA: ORIGEN Y EVOLUCION HISTORICA





Todo examen del simbolismo y de la filosofía masónica debe ir necesariamente precedido de una breve investigación sobre los orígenes e historia de una institución. ¿En donde nació esta Orden tan antigua y universal? ¿Cuales fueron los accidentes relacionados con su fundación? ¿De qué institución similar o pareja se derivó? ¿Fueron, por el contrario, sus comienzos originales y autóctonos, independientes de toda clase de influencias externas y sin relación alguna con otra institución? Estas preguntas son las que debe hacerse todo investigador inteligente en los comienzos de su estudio. Y debe contestarlas categóricamente, antes de que pueda esperarse que comprenda su verdadero carácter de institución simbólica, porque, para apreciar su carácter, es preciso conocer antes sus antecedentes.

Pero quien espere llegar a una solución satisfactoria de este examen tiene que sustraerse a la influencia de un error en que suelen incurrir los novicios en filosofía masónica; no confundir la doctrina masónica con su forma externa y extrínseca. No debe presuponer que la suma y sustancia de la masonería está constituida por ciertas costumbres y ceremonias que existen actualmente, pero que, aun hoy día, están sujetas a extensas variaciones en diferentes países.

"La antigüedad prudente" -dice Loerw Coke-, "expresó las substancias por medio de ceremonias, para dar mayor solemnidad, a lo que debía hacerse y recordarlo y observarlo mejor". Sin embargo, debe tenerse siempre presente que la ceremonia no es sustancia, sino la vestidura externa con que ella se cubre y hasta se adorna, a la manera que cubre el vestido a la figura humana. Desnudad al hombre de su cubierta externa y todavía tendréis el microcosmos, la maravilla creación, con todos sus nervios, huesos y músculos, y sobre todo, con su cerebro, ideas y sentimientos.

Si separásemos de la masonería sus ceremonias externas, todavía nos quedaría su filosofía y su ciencia, las cuales han sido siempre las mismas, mientras que las ceremonias han variado según las épocas y países.

Tantas veces se ha definido la masonería diciendo que "es una ciencia moral, velada en alegorías y esclarecida por medio de símbolos" que si no fuera por la belleza de esta definición, sería hasta enojoso repetirla; pero ella expresa el principio exacto que acabábamos de anunciar. La masonería es una ciencia, una filosofía, un sistema de doctrinas que se enseña de un modo peculiar por alegorías y símbolos. Este es su carácter interno, pues las ceremonias son adiciones externas que no afectan a su sustancia.

Por eso vamos a examinar en nuestro estudio sobre los orígenes de la masonería, este sistema peculiar de filosofía y no sus ceremonias.

Para investigar el origen de la filosofía masónica, hay que remontarse hasta la más remota antigüedad, en donde se encontrarán sus principios latiendo en el seno de asociaciones parejas, en que se mantenía y enseñaba la misma filosofía. Pero si se confunden las ceremonias masónicas con su filosofía y se buscan los orígenes de la asociación en formas externas semejantes a las actuales, bastará con retroceder tan sólo hasta principios del siglo XVIII, pues en esta época se introdujeron grandes modificaciones en su ritual.

Habiendo llegado ya a la conclusión de que no debemos investigar el origen del ritual, sino el de la filosofía masónica, nos resta por ver cual es la naturaleza característica de esta filosofía.

Nosotros creemos que la filosofía de la masonería tiene por objeto la contemplación del carácter divino y del humano. Nuestra filosofía considera a Dios como un solo ser eterno, existente per se, en contraposición a la mitología de los pueblos antiguos sobrecargada de multitud de dioses y diosas, de semidioses y héroes; y al HOMBRE como ser inmortal, que se prepara en esta vida para otra eterna y futura, en idéntica contraposición con la filosofía de la antigüedad que circunscribía la existencia humana a la vida presente.

Por lo tanto, estas dos doctrinas -la de la unidad de Dios y la de la inmortalidad del alma-, constituyen la filosofía de la masonería. Por eso, cuando queremos definirla sucintamente, decimos que es un antiguo sistema filosófico que enseña estos dos dogmas. De ahí que, al encontrar en todas las épocas ciertas asociaciones e instituciones que enseñaron estas verdades de un modo alegórico y simbólico particulares, a pesar de desarrollarse en un ambiente en que predominaban el oscurantismo intelectual y la degradación de las antiguas religiones politeístas, creamos tener derecho sostener que esas asociaciones fueron la incunable -los predecesores- de la institución masónica, tal como hoy día existe.

Comprendidas ya estas observaciones preliminares, creemos que el lector se encuentra capacitado ya para considerar la teoría del origen de la masonería que exponemos en las siguientes proposiciones:

1.- En primer lugar creemos que en los mismísimos comienzos del mundo existieron ciertas verdades de gran importancia para el bienestar de la humanidad, que fueron comunicadas probablemente al hombre por directa inspiración divina.

2.- Estas verdades consistían principalmente en las proposiciones abstractas de la unidad de Dios y de la inmortalidad del alma, de cuya verdad no se puede dudar de un modo racional. La creencia en estas verdades no es más que una consecuencia necesaria del sentimiento religioso, rasgo perenne de la naturaleza humana. El hombre es, enfáticamente y por distinguirse de todas las otras criaturas, un animal religioso. Gross comienza su interesante trabajo sobre The Heathen Religion in its Popular and Symbolical Development, afirmando que "La existencia universal de ideas religiosas, la creencia en algo sobrenatural y divino y el culto que al mismo se le rinde, es uno de los fenómenos característicos de la raza humana". Y si la naturaleza ha implantado el sentimiento religioso, también debe haberlo encauzado por un canal adecuado. La creencia y el culto debieron haber sido en sus comienzos tan puros como la fuente de que brotaron, aunque en épocas subsiguientes y anteriores al cristianismo, se corrompiera, debido a la influencia ejercida por los sacerdotes y los poetas sobre el pueblo ignorante y supersticioso. Las dos primeras proposiciones de nuestras teorías se refieren únicamente a este período primitivo anterior a las corrupciones de que acabamos de hablar.

Estas verdades de Dios y de la inmortalidad fueron probablemente transmitidas por los patriarcas del linaje de Set. Noé las conoció sin duda alguna, y las comunicó a sus descendientes inmediatos.

4.- A consecuencia de esta comunicación, el verdadero culto de Dios continuó existiendo algún tiempo después del Diluvio, siendo cultivado por los noaquitas o descendientes de Noé.

5.- En un período siguiente (cuya fecha no tiene importancia, si bien la Biblia la fija en la erección de la torre de Babel) gran parte de la raza humana se separó de los noaquitas.

6.- Estos separatistas perdieron rápidamente de vista las verdades divinas que les habían revelado sus antecesores, y cayeron en los más vergonzosos errores teológicos, corrompiendo la pureza del culto y la ortodoxia de la doctrina religiosa que se les había confiado.

7.- Un reducido número de miembros perteneciente al linaje patriarcal conservó estas verdades en toda su integridad, y sólo a muy pocos permitieron conocer vagas y difusas porciones de la verdadera luz.

8.- El conocimiento íntegro se reservó únicamente para los descendientes directos de Noé; el parcial, se dio a los sacerdotes y filósofos, y más tarde, a los poetas de las naciones paganas, a quienes iniciaron en los secretos de estas verdades.

De la persistencia de estas verdades religiosas entre los patriarcales descendientes en la historia sagrada. Y, en cuanto a su existencia en las corporaciones de gentiles cultos, nos quedan los testimonios de muchos escritores inteligentes que han dedicado sus energías al estudio de este problema.

Por ejemplo, Grote dice en su Historia de Grecia que: "Algunos sabios investigadores, especialmente Creuzer, han relacionado la interpretación alegórica de los mitos con la hipótesis de que existió un antiguo cuerpo de sacerdotes muy instruidos, que tuvo su origen en Egipto u Oriente y que enseñó a los rudos y bárbaros griegos la ciencia física, histórica y religiosa, bajo el velo de los símbolos". Esto mismo podría decirse de las demás naciones intelectuales de la antigüedad.

9.- Los autores masónicos han denominado a la primera clase de doctrina o sistema, es decir, a la enseñanza íntegra, "la masonería primitiva y pura de la antigüedad", mientras que a la parcial, le han aplicado el nombre de "masonería espuria". Estos términos fueron aplicados por primera vez, si no estamos mal informados, por el Doctor Oliver, y se aplican de la siguiente manera: la palabra pura, a las doctrinas enseñadas por los descendientes de Noé, y la palabra espuria, a las de sus descendientes de linaje gentil o pagano.

10.- Las masas populares -principalmente las gentiles, -desconocían por completo esta verdad divina, piedra fundamental de ambos géneros de masonería, la pura y la espuria, y estaban profundamente sumergidas en los errores y falsedades del culto y de la religión pagana.

11.- Los errores de las religiones gentílicas no eran invenciones voluntarias de quienes las cultivaban, sino corrupciones graduales y casi inevitables de las verdades que Noé les enseñara por primera vez. Tan palpables son estas corrupciones que puede seguirse su proceso de formación desde la forma original de que se fueron desviando. Por ejemplo, la vida y hazañas de Baco o Dionisos, no son más que una parodia de la de Moisés; y en el nombre de Vulcano, el dios forjador, puede observarse una evidente corrupción etimológica del nombre de Tubal Caín, el primer artífice en metales, pues Vulcano, no es más que una forma modificada de Baal-Caín, el dios Caín.

12.- Los individuos pertenecientes a la masa (existieron algunos de ellos que conocieron la verdad) recibieron su doctrina por medio de una iniciación en ciertos sagrados misterios, en el seno de los cuales se conservaba, ocultándola al pueblo.

13.- Estos misterios existieron en todos los países paganos, con nombre distinto en cada uno y hasta tomando diferentes formas, si bien tuvieron siempre el idéntico objeto de enseñar por medio de doctrinas alegóricas y simbólicas las grandes enseñanzas masónicas de la unidad de Dios y de la inmortalidad del alma. Esta es una proposición importantísima que no debe perderse de vista al investigar los orígenes de la masonería, espuria de la antigüedad, lo que las logias de maestros a la masonería actual. Creemos innecesario demostrar la existencia de los misterios, puesto que todos los autores antiguos y modernos la admiten. El estudiar minuciosamente su carácter y organización ocuparía todo un volumen. El Barón de Sainte-Croix ha escrito dos grandes tomos que tratan de este tema, sin lograr agotarlo.

14.- Las dos divisiones de la Institución Masónica definidas en el párrafo noveno, es decir, la masonería primitiva y pura de los descendientes judíos de los patriarcas, llamados para distinguirlos, los noaquitas o descendientes de Noé, porque no habían olvidado ni abandonado las enseñanzas de su gran antecesor, y la masonería espuria, practicada en las naciones paganas, siguieron en el decurso del tiempo corrientes paralelas, a veces, muy próximas, pero nunca unidas.

15.- Pero estas dos corrientes no podían permanecer siempre separadas. Brotaron en remotos tiempos de una fuente común -la del antiguo sacerdocio de que ya hemos hablado en la proposición octava, -y se dividieron en masonería pura y espuria, manteniéndose separadas durante muchos siglos; pero, por fin, se encontraron y unieron en la erección del templo de Jerusalén, siguiendo los israelitas el ejemplo del rey Salomón, y los tirios el de Hiram, rey de Tiro, e Hiram Abif.

Es cierto que la masonería espuria no dejó entonces de existir, pues, por el contrario, perduró muchos siglos después de este período, hasta que los misterios paganos fueron abolidos durante el reinado del emperador Teodosio. Pero con la unión de los masones judíos o puros, con los espurios o tirios verificada en Jerusalén, empezaron a infundirse sus doctrinas y ceremonias respectivas, lo cual terminó con la abolición de los dos sistemas y la fundación de uno nuevo, que puede considerarse como el prototipo inmediato de la institución existente en nuestros días.

Por eso muchos estudiantes masónicos no remontan sus investigaciones más que hasta los hechos enunciados en la proposición quince, y se contentan con encontrar los orígenes de la masonería en el templo de Salomón. Pero, si nuestra teoría es cierta, la verdad es que entonces no nació, sino que sufrió una modificación de su carácter. La leyenda del tercer grado la leyenda áurea fue adoptada entonces por la masonería pura, tomándola de la espuria; pero la leyenda había existido con otros nombres y formas en todos los misterios de las épocas anteriores. La doctrina de la inmortalidad, que hasta entonces habían enseñado los noaquitas en forma de abstracta proposición, se inculcó desde aquel momento por medio de una lección simbólica: el símbolo de Hiram el arquitecto acabó por ser el rasgo distintivo de la masonería.

16.- Pero el sistema masónico tenía que sufrir otra importante modificación durante la construcción del templo, porque antes de que se verificara la unión, la masonería pura de los noaquitas había sido siempre especulativa, y no se parecía la organización actual más que en que rendía culto a los mismos principios abstractos de la verdad divina.

17.- Por el contrario, los tirios eran arquitectos de profesión. Sus jefes pertenecían a la escuela de la masonería espuria, y al unirse en el templo de Salomón con sus contemporáneos judíos infundieron los elementos del arte operativo en la ciencia especulativa practicada por los últimos.

18.- Desde entonces el sistema presentó unidos los elementos de la masonería especulativa y operativa. Esto puede observarse ya en los Collegia Fabrorum, o Colegios de Artífices, fundados en Roma por Numa, que, indudablemente, estaban organizados masónicamente; en la secta judía de los esenios, quienes trabajaban al mismo tiempo que oraban y se decían descendientes de los constructores del templo, y también, aunque de un modo más destacado, en los masones viajeros de la Edad Media, que se identifican por su nombre con sus sucesores modernos, y cuyas sociedades estaban constituidas por hombres sabios dedicados a escribir y estudiar, y por artesanos, que trabajaban y construían. Durante tan largo período de tiempo la masonería continuó siendo a la par operativa y especulativa.

19.- Pero la institución había de sufrir otro cambio que la transformara en lo que actualmente es. Por eso no hace mucho tiempo (comparativamente hablando) que la forma operativa se abandonó llegando a ser la masonería enteramente especulativa. La fecha exacta de tal acontecimiento no se fija en este caso por conjeturas, ya que sabemos que aconteció a principios del siglo XVIII durante el reinado de la reina Ana de Inglaterra. Preston cita las mismas palabras del decreto que estableció este cambio: "Los privilegios de la masonería no se limitarán tan sólo a los masones operativos, si no que se concederán a hombres pertenecientes a diversas profesiones, con tal de que sean regularmente aprobados e iniciados en la Orden".

Las diecinueve proposiciones que acabamos de exponer contienen una breve pero sucinta perspectiva de la evolución de la masonería, desde sus orígenes en las primitivas épocas del mundo como sistema de filosofía religiosa, pasando por todas las modificaciones que introdujeron las razas judía y gentiles, hasta que tomó la forma actual. Durante todo este tiempo conservó ciertos rasgos inmutables que pueden considerarse desde ahora como específicos de ella, y por medio de los cuales se ha distinguido de otras asociaciones contemporáneas, por semejantes que hayan sido en su organización externa. Estas características son: en primer término las doctrinas que enseñó constantemente, es decir, las de la unidad de Dios y la inmortalidad del alma, y en segundo término, la forma de enseñarlas, a saber, por medio de símbolos y alegorías.

Considerando estas características como exponentes de lo que es la masonería, es inevitable llegar a la conclusión de que la especulativa actual abunda en evidentes pruebas demostrativas de la identidad de su origen con la masonería espúrea del período presalomónico. Ambos sistemas proceden de una fuente pura común; pero, mientras uno de ellos conserva la pureza original, el otro la corrompe continuamente. Tal es la conclusión a que ha de llegarse necesariamente, como corolario de las proposiciones recién expuestas en este ensayo.

En la historia se encuentran numerosas pruebas evidentes, (de las cuales estas proposiciones no son más que un ligero bosquejo), de que la rama tiria del sistema espurio influyó de modo manifiesto en la masonería primitiva de los noaquitas, por medio de los símbolos, mitos y leyendas que ésta recibió de aquélla, si bien modificándolos de forma que estuvieran de acuerdo con su sistema.

Hay una cosa irrefutable: la de que debemos a los masones tirios la introducción del símbolo de Hiram Abif.

La idea de este símbolo, aunque modificada por los masones judíos, no es de procedencia judía, pues fue, evidentemente, tomada de los misterios paganos, en que Baco, Adonis, Proserpina y otros seres deificados representaban el mismo papel que Hiram en los misterios masónicos.

Por último, en los términos técnicos de la masonería, en sus instrumentos de trabajo, en los nombres de sus grados y en la mayor parte de sus símbolos se encuentra un testimonio fehaciente de la gran infiltración de los elementos pertenecientes al arte operativo en su filosofía religiosa. La historia explica este hecho diciendo que se debió a la afinidad de esta institución con la fraternidad de artífices dionisíacos constructora del templo de Jerusalén, con los colegios de artesanos de Numa, y con los masones viajeros de la Edad Media, que edificaron todos los grandes edificios de su época.

Las diecinueve proposiciones expuestas en este ensayo forman un breve bosquejo de la teoría del verdadero origen de la masonería, que hemos adoptado, después de largas y pacientes investigaciones. Si quisiéramos demostrar lógicamente o con pruebas históricas la evidencia de estas proposiciones, nos veríamos obligados a escribir un enorme volumen; por eso nos limitaremos a presentarlas como sugerencias que el estudiante masónico ha de ponderar por sí mismo. No son más que postes indicadores que han de guiarle en la difícil y bella tarea de investigar el origen y la evolución de la masonería, desde su nacimiento hasta el actual estado de potente madurez.

Pero, a pesar de que las hemos expuesto lacónicamente, creemos que son necesarias, como preliminar para comprender debidamente el simbolismo de la masonería.



R.W. MACKEY

VOCABULARIOS MASONICOS

VOCABULARIO MASONICO - I

ACACIA: Símbolo masónico de la inmortalidad del alma, debido a su verdor renovado y persistente en medio de las arenas desérticas.

AERÓPAGO: Taller del grado 30.

AFILIACIÓN: Adhesión de un masón a una logia distinta de aquélla en la que ha sido iniciado.

ÁGAPE: Banquete fraternal desprovisto de todo ritual, organizado tras la tenida de la logia.

ARTE REAL: Nombre dado a la masonería considerada como una ascesis y un ideal de vida.

ATRIBUTO: El delantal, cordón y demás emblemas que cambian según el grado o la función ejercida en la logia o en la obediencia.

AUMENTO DE SALARIO: Paso a un grado superior.

ALTAR: Mesa situada delante del Venerable, sobre la que están situadas las tres Grandes Luces, es decir, el Volumen de la Santa Ley, la escuadra y el compás. Ante el altar los nuevos iniciados prestan su juramento.

BANQUETE BLANCO: Banquete masónico al que son admitidos los profanos

BANQUETE RITUAL: Banquete organizado en cada logia según ritual establecido para San Juan de verano y San Lorenzo de invierno.

BARRICA: Término que en el banquete masónico designa la botella.

BATERÍA: Rito masónico que consiste en golpear con las manos según un ritmo que difiere con cada grado. Este rito desconocido en las logias anglosajonas, es sobre todo practicado en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, y en el Rito Escocés Rectificado.

BÓVEDA DE ACERO: Homenaje rendido en el templo masónico a un dignatario o a un visitante eminente por los hermanos alineados con las espadas en alto entrecruzadas.

CAÑÓN: Término que en los banquetes rituales designa el vaso.

CAPITACIÓN: Cotización anual debida por el francmasón a su logia y obediencia.

CARGAR: Llenar los vasos en un banquete ritual.

CARTA: Título de Constitución dada por una obediencia a una logia y que garantiza su regularidad.

CATECISMO: Manual conteniendo para cada grado la enseñanza masónica

CÁTEDRA DEL REY SALOMÓN: Sede ocupada en la logia por el Venerable.

COLOQUIO: Debate organizado sobre temas concretos entre especialistas masones y profanos.

COLUMNAS: Designa en primer lugar las dos columnas simbólicas J y B situadas a la entrada de la logia, a imitación de las que Irma colocó ante el vestíbulo del templo de Jerusalén según consta en la Biblia (I Reyes, 7, 21-22). También significa el lugar que ocupan los masones en la logia, según que estén al lado de una u otra columna

CONTRASEÑA: Modo de reconocimiento manual entre francmasones.

CONSISTORIO: En el Rito Escocés Antiguo y Aceptado el taller de los grados 31 y 32.

CONVENTO: Asamblea anual de todos los diputados de las logias de una misma obediencia.

DESPERTAR: Vuelta a la actividad masónica de un francmasón o de una logia en sueño.

DESPOJAR DE LOS METALES: Rito practicado en todas las obediencias masónicas del mundo. Simboliza el estado de desnudez del candidato profano En el primer grado del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, Los metales simbolizan las pasiones del mundo profano, que no deben penetrar en la logia. En el 2º grado, del Rito Rectificado, los metales simbolizan los vicios. Finalmente en el lenguaje masónico, los metales han acabado por designar el dinero.

ESCOCISMO: Francmasonería de los altos grados inspirada en la tradición caballeresca.

ENCUESTA: Investigación ordenada por el venerable sobre la vida y costumbres de los candidatos masones.

ESCUADRA: La segunda de las tres grandes "Luces" que iluminan la logia . Simboliza la rigurosa equidad y constante conciliación entre las oposiciones necesarias que existen en la logia.

ESPADA FLAMÍGERA: Espada entregada al Venerable de la logia el día de su instalación . La hoja es sinuosa y representa el fuego del cielo. En las manos del Venerable significa la potencia espiritual.

EXPERTO: Oficial de la logia encargado de reconocer a los visitantes, recoger los escrutinios y reemplazar a todo oficial ausente.

G: Para los masones es la letra sagrada inscrita en el centro de la escuadra . Para algunos masones es la primera letra de la palabra inglesa God (Dios); para otros proviene de la palabra geometría, siendo el símbolo del arte de la arquitectura La gnosis, el genio y la gravitación suelen ser también interpretaciones de este símbolo.

GABINETE DE REFLEXIÓN: Gabinete en el que se encierra al profano antes de su iniciación , para meditar ante un cierto número de símbolos. Es allí donde debe también redactar su testamento filosófico.

GRADOS MASÓNICOS: Cfr. lo dicho más arriba.

GRAN ARQUITECTO DEL UNIVERSO: Símbolo de Dios para algunos masones; el principio creador para otros; para todos la Ley.

GRAN CANCILLER: Gran Oficial que en algunas obediencias tiene la responsabilidad de las relaciones con las obediencias extranjeras.

GRAN COMENDADOR: Alto dignatario que preside un Supremo Consejo .

GRAN MAESTRE: Suprema autoridad en una obediencia .

GRABAR: En lenguaje masónico significa escribir.

GUANTES BLANCOS: Símbolos de la pureza. En numerosas logias los hermanos deben llevarlos obligatoriamente en el templo .

HERMANO TRES PUNTOS: Sobrenombre dado frecuentemente al masón en el mundo profano .

HIJOS DE LA LUZ: Forma frecuente de designar a los masones.

HIRAM: De los tres personajes que con este nombre son evocados en la Biblia, el que los masones de todas las épocas y de todos los Ritos consideran como el Maestro de los maestros era un hombre de Tyro, hijo de una viuda de la tribu de Neftalí, que su rey había enviado a Salomón para la construcción del templo de Jerusalén. De este orfebre famoso, la leyenda simbólica de la Masonería ha hecho un arquitecto.

INICIACIÓN: Ceremonia ritual por medio de la cual el profano es admitido en la masonería.

INSTALACIÓN: Ceremonia ritual por la que queda regularizada una logia . También se dice de la toma de posesión de los oficiales de la logia que tiene lugar cada año.

JURAMENTO: Cfr. Obligación .

LANDMARKS: Un Landmark no es ni un símbolo, ni una alegoría, sino una regla. Se les define como reglas de conducta que han existido desde tiempo inmemorial --ya sea en forma de ley escrita o de tradición oral-- y que son coesenciales con la Sociedad masónica, de forma tal que, en la opinión de la mayoría, son inmutables, y todo masón está obligado a conservar intactas, en vitud de sus compromisos más solemnes e inviolables.

LATOMO: Del latín Latomus, significa albañil o masón.

LOGIA: Lugar donde se reúnen los masones. A imitación de las logias operativas de los constructores de catedrales están orientadas como las mismas catedrales. La puerta se encuentra a occidente; el Venerable se sitúa en el oriente, y los compañeros en el sur, con los maestros. Una logia, presidida por un Venerable, debe contar al menos siete maestros para ser regular. Se reúne siempre en un templo cubierto y cerrado.

LOVETÓN: Hijo de francmasón presentado por su padre a la logia .

MANDIL: Delantal usado por los masones en la logia . Su decoración varía según el grado.

MALLETE: Martillo con dos cabezas, de madera o de marfil. En la logia es el atributo del Venerable y de los dos Vigilantes.

MALLETES BATIENTES: Honor con el que son recibidos en el tiempo los dignatarios.

METALES: Signos exteriores de riqueza y las pasiones humanas.

OBEDIENCIA: Federación de logias que aceptan una misma autoridad.

OBLIGACIÓN: Compromiso tomado bajo juramento al neófito en la ceremonia de iniciación .

ÓBOLO: Limosna entregada por cada masón al terminar la tenida para las obras de beneficencia.

OFICIAL: Maestro masón encargado en la logia de una responsabilidad particular.

ORDEN: Sinónimo de la Francmasonería universal.

ORIENTE ETERNO: El situado más allá de la muerte.

PALABRA DE SEMESTRE: Especie de palabra de pase transmitida cada seis meses por la obediencia a todas sus logias .

PALABRA SAGRADA: Palabra de reconocimiento propia de cada grado.

PASAPORTE: Documento masónico extendido por la obediencia que permite a un masón hacerse reconocer por sus hermanos en un país extranjero.

PASAR LA PALETA o LA TRULLA: Expresión masónica que significa perdonar a un hermano la ofensa que le ha hecho.

PATENTE: Carta constitutiva entregada por una obediencia a siete maestros masones que les autoriza a crear una nueva logia .

PIEDRA DE FUNDACIÓN: Primera piedra de un templo masónico cuya colocación da lugar a una ceremonia ritual particular.

PLANCHA: Significa todo trabajo escrito, bien se trate de un discurso, de correspondencia, etc.

PÓLVORA: Significa la bebida en los banquetes masónicos. Según el color designa una u otra. Así la pólvora blanca es el vino; la débil, el agua; la muy blanca, el vino tinto; la fulminante, los licores; la amarilla, la sidra, o la cerveza.

PROCESO VERBAL: Acta de una tenida de logia redactada por el secretario, y aprobada por el conjunto de los maestros tras las observaciones del orador.

PROFANO: Persona no iniciada . Se aplica igualmente a todo lo que es ajeno a la masonería.

PRUEBAS: Viajes simbólicos efectuados por el neófito durante la ceremonia de iniciación .

RADIACIÓN: Exclusión de un hermano juzgado indigno o que no ha respetado sus compromisos.

RECIBIR LA LUZ: Ser iniciado .

RITO: Conjunto de grados masónicos formando un todo coherente. Conjunto de reglas que fijan el desarrollo y las formas del trabajo en logia .

SACO DE PROPOSICIONES: Cepillo en el que, al acabar la tenida , los hermanos pueden depositar las proposiciones que creen deben hacer en interés de la logia .

SALARIO: Grado detentado en la masonería.

SERENÍSIMO: Título dado al Gran Maestre .

SEÑAL DE APURO: Signo particular, conocido sólo por los maestros masones, que les permite llamar a sus hermanos en su ayuda.

SEÑAL DE RECONOCIMIENTO: Señal que permite a un masón hacerse reconocer como tal.

SEÑAL DE ORDEN: Signo simbólico de grado en el que trabaja en el taller .

SUEÑO: Estado en el que se encuentra un francmasón o una logia que han interrumpido su trabajo masónico regular sin perder, sin embargo, sus derechos masónicos.

SUPREMO CONSEJO: Potencia masónica que dispone de la jurisdicción sobre los talleres del 4.° al 33.° grado (por lo tanto no en las logias azules).

TALLER: Nombre dado en masonería a todos los cuerpos iniciáticos, ya se trate de las logias que trabajan en los tres primeros grados, o de entidades constituidas por los grados superiores.

TEMPLO: Para el masón, en primer lugar es el ideal a realizar: el templo de Salomón que jamás se acabará de construir. También es el local en el que se reúne la logia .

TENIDA: Reunión de trabajo de una logia .

TENIDA BLANCA ABIERTA: Tenida masónica en la que son admitidos oyentes profanos .

TENIDA BLANCA CERRADA: Tenida masónica en la que un conferenciante profano habla ante una asistencia que está integrada exclusivamente de masones.

TENIDA COLECTIVA: Tenida masónica organizada solidariamente por varias logias .

TRONCO DE LA VIUDA: Tronco en el que al fin de cada tenida , los masones depositan sus óbolos para las obras de beneficencia de la logia .

TRONO DE SALOMÓN: Nombre dado a la sede reservada en el templo al Venerable.

VALLE: Nombre dado a la ciudad en la que reside un capítulo del grado 18.

VIAJES: Término aplicado a las preambulaciones del candidato alrededor del taller durante sus pruebas de iniciación.

V.I.T.R.I.O.L.: Visita interiora terrae. Rectificando invenies occultum lapidem ("Visita al interior de la tierra. Al rectificar encontrarás la Piedra escondida"). En el Rito Escocés Antiguo y Aceptado esta inscripción figura en el muro del gabinete de Reflexión .

VOLUMEN DE LA SANTA LEY: Volumen de la Ley Sagrada. Normalmente suele ser la Biblia abierta en el evangelio de San Juan, y ante la que los cristianos prestan juramento de fidelidad. Los israelitas lo hacen sobre un pasaje del Antiguo Testamento. Cuando se trate de musulmanes se utiliza el Corán; y el libro de los Vedas para los hindúes.

VOCABULARIO MASONICO II

• Abatir columnas: Cierre de una logia

• Aplomar: Información llevada a cabo por tres maestros sobre los profanos que solicitan iniciarse.

• Balaustre: Documento redactado por los altos Grados

• Batería: Rito masónico que consiste en aplaudir de un determinado modo

• Cámara de reflexión: Lugar donde queda encerrado en solitario el profano que debe iniciarse para que medite sobre el paso que va a dar.

• Cámara del medio: Logia que trabaja en el Grado de Maestros

• Cadena de Unión: Unión de todos los masones que se encuentran en la logia, cogiéndose de las manos los unos a los otros. Con ella se representa la unión y la solidaridad que deben unir a todos los miembros de la Orden

• Carta de constitución: Título otorgado por una Obediencia a una logia para poder trabajar regularmente

• Columnas: Se denomina a los lugares que ocupan los masones en el templo masónico, según estén situados al lado de una u otra columna.

• Consagración: Acto solemne de constitución de una logia

• Cuadro de logia: Nómina de los miembros de una logia

• Edad: Grado masónico

• Escocismo: Francmasonería de los altos grados

• Grados: Pasos en escala que se deban recorrer para llegar al conocimiento masón.

• Gran Arquitecto del Universo: Referente no exclusivo del Creador

• G.A.D.U.: Siglas utilizadas para designar al Gran Arquitecto.

• Gran logia: Obediencia masónica.

• Gran Maestro: Suprema autoridad de una Obediencia.

• Hermano: Título fraternal con que se distinguen los miembros de la francmasonería.

• Hijos de la viuda: Otro modo de denominar a los masones

• Instalación: Ceremonia ritual de toma de posesión del venerable maestro

• Irradiación: Expulsión de un hermano por mala conducta.

• Landmarks: Reglas de conducta que se han exigido desde tiempo inmemorial y que se consideran esenciales en la sociedad masónica.

• Levantamiento de columnas: Ceremonia de inauguración de una logia

• Libro de arquitectura: Libro de actas de una logia

• Logia: Agrupación masónica regular. Lugar de reuniones.

• Luces: las tres luces que deben presidir la logia en sus tenidas: Volumen de la Ley Sagrada, escuadra y compás.

• Mandil: delantal adornado según el grado que se viste en las tenidas.

• Medallas profanas: Dinero.

• Metales: Signos exteriores de riqueza y de las pasiones humanas.

• Obreros: Miembros activos de una logia

• Oriente: Lugar donde se ubica el Venerable Maestro en una logia. Lugar o población donde se ubica una logia.

• Palabra de paso: Palabra secreta utilizada en cada grado

• Pasar al Oriente Eterno: Morirse un masón

• Pasar la paleta o la Trulla: perdonar a un hermano una ofensa

• Pase bajo venda: Interrogatorio que hacen al profano que quiere iniciarse en masonería con los ojos vendados

• Pasos: Pasos rituales que se dan en cada grado

• Pasos perdidos: Antesala de la logia

. Pedir Trabajo: Pedir el uso de la palabra.

• Pieza de arquitectura: Plancha o trabajo escrito que lee un hermano durante la tenida

• Plancha: cualquier documento escrito

• Plancha de quite: Documento por el que se da de baja de una logia a un masón.

• Pólvora: La bebida de cualquier ágape masónico

• Profano: Todo lo ajeno a la masonería

• Radiar: Expulsar de la masonería a un hermano

• Recibir la luz: Iniciarse en masonería

• Rito: Conjunto de reglas que fijan las formas de trabajo

• Saco de proposiciones: Recipiente donde los hermanos depositan sus propuestas

• Salario: Grado en la masonería

• Simbólico (nombre): Nombre adoptado por un hermano en el momento de su iniciación y por el que se le reconocerá en el futuro en sus trabajos simbólicos.

• Sueño: Época durante la cual un hermano interrumpe sus trabajos masónicos

• Supremo Consejo: Organismo masónico que posee la jurisdicción sobre los talleres de los Altos Grados

• Taller: Lugar de reunión de las logias

• Templo: Lugar de reunión de las logias

• Tenida: Reunión ritual de masones

• Tenida blanca cerrada: Aquella que un conferenciante profano habla ante una audiencia exclusivamente masónica.

• Toque: Modo de reconocerse los masones al estrecharse las manos.

• Trazar: Escribir

• Triángulo: Agrupación de tres maestros masones

• Triple batería: Aplauso ritual.

• Tronco de beneficencia: Tronco de la viuda

• Tronco de la viuda: Bolsa donde se depositan los óbolos para la beneficencia o socorro a hermanos necesitados.

• Trono de Salomón: Lugar ocupado por el Venerable Maestro en las tenidas.

• Valle: Lugar geográfico donde se ubica una logia. Oriente.

• Viajes: Preambulaciones del profano en la ceremonia de iniciación.

¿Qué es eso de "contubernio Judeo Masonico Comunista"?


Por: Kolectivo rebelión de los 33
Publicado el Sábado, 03/06/06 09:00pm

Esto del “contubernio judeo-masónico-comunista” fue una expresión muy difundida durante los cuarenta años de la dictadura franquista. Con cierta frecuencia se ha dicho que Franco quiso ser masón en sus años mozos, y que, rechazado por la Orden, abrigó tal odio hacia los masones que, en cuanto se hizo con el poder en España, emprendió su personal persecución de la masonería por rencor hacia aquel antiguo rechazo. No obstante, esta historieta, con toda probabilidad, pertenece a la historia de la rumorología y la leyenda, como tantas otras. No es posible asegurar que Franco solicitara su iniciación en la masonería y, por tanto, no resulta razonable recurrir a ello para entender la actitud del dictador. Lo que sí se sabe con absoluta seguridad es que su hermano Ramón, el famoso héroe del “plus ultra”, sí fue masón, y también parece que lo fueron su hermano Nicolás y su propio padre.

La persecución a machamartillo de los masones españoles, llevada a cabo por Franco, comenzó casi con la sublevación militar del 18 de julio de 1936. El primer decreto contra la masonería está fechado el 15 de septiembre de ese mismo año. Según este decreto, se la declara contraria a la ley, y sus miembros son considerados bajo la categoría de criminales rebeldes.

El 21 de diciembre de 1938, Franco decreta que sea destruido cualquier símbolo, inscripción, emblema, documento o propaganda de carácter masónico, y tal prescripción incluye, incluso, a las iglesias y los cementerios donde hubiera alguna señal masónica, todo ello en el plazo de dos meses. España no podía estar contaminada. España no. Que no quedara memoria de la masonería, ni una huella, pues según el dictador y toda la cohorte de historiadores añorantes de esa época, a la masonería se le pueden adjudicar todos los males patrios, desde la pérdida de las Colonias, la guerra de la Independencia, las guerra carlistas, el advenimiento de la República, la caída de la Monarquía, etc. Todo era fruto de la conspiración de los masones. El 19 de septiembre de 1936, el periódico Amanecer, de ideología falangista, afirmaba:

“Es tal el daño que esta sociedad perniciosa ha causado a España, que no pueden la masonería ni los masones quedar sin un castigo ejemplarísimo. Castigo ejemplar y rápido es lo que piden todos los españoles para los masones, astutos y sanguinarios. Hay que acabar con la masonería y los masones”.

Y un par de semanas después, el 2 de octubre de 1936, un periódico andaluz de idéntica ideología, El defensor de Córdoba, declaraba:

“Todo va bien, gracias a Dios... Pero el triunfo no será completo, definitivo ni estable, mientras subsista la Masonería en nuestra España. Y para que aquélla desaparezca, ¿qué hacer? Preguntad a Mussolini”.

Las llamadas al exterminio de los masones fueron constantes durante los tres años que duró la contienda, pero la depuración no terminó con ella. A punto de acabar la guerra, y después de haber sido asesinado sin juicio previo todo masón que no había podido huir de la zona nacional, el Gobierno constituido por medio de las armas dicta la primera ley contra la masonería el 9 de febrero de 1939, la llamada “Ley de Responsabilidades políticas”. En último lugar, igualados a los partidos políticos y las agrupaciones de toda clase, aparecen como “fuera de la ley” “todas las logias masónicas”.

No acabó aquí, sin embargo, el furor antimasónico del general Franco. Poco después, pero en el mismo año 39, pretendió crear una ley absolutamente criminal, según la cual, y con carácter retroactivo, se pudiera fusilar a cualquier persona que en otra época hubiera sido masón. Se negaron a ella, junto al propio nuncio, monseñor Cicognani, el entonces ministro de justicia, conde de Rodezno, y el entonces ministro de Instrucción, don Pedro Sainz Rodríguez.

Cuatro décadas más tarde, en una entrevista concedida a Ángel María de Lera a propósito de la legalización en España de la masonería en 1979, Sainz Rodríguez recordaba este hecho con las siguientes palabras:

“Yo me opuse en un Consejo de Ministros a que saliese una ley de persecución de la Masonería. Y lo hice por motivos políticos. Primero, porque nosotros, para que la guerra terminase pronto, o hubiese posibilidad de una paz acordada, habíamos hecho repetidas veces declaraciones de que no se perseguiría a nadie por ideas políticas, cosa que, lamentablemente, no se hizo luego, pero se repetía constantemente, que sólo serían sancionados los delitos comunes: asesinatos, robos, etc., y que nada tendrían que temer aquellas personas que no tuvieran en su contra más que el haber pertenecido a tal o cual partido político. Y yo dije en el Consejo de Ministros: Si después de tales reiteradas declaraciones sacamos una ley, sin terminar aún la guerra civil, por la que se condena a la gente con carácter retroactivo incluso a la pena de muerte, ¿cómo demonios vamos a compaginar lo uno con lo otro? Y como hay muchísimos masones en el campo contrario es tanto como asegurarles que perder la guerra será perder también la vida, y, claro, se defenderán como gato panza arriba hasta el último aliento, con lo que en vez de propiciar una posible paz a corto plazo lo que conseguiremos será exacerbar la resistencia. Me parecía una enorme torpeza política. Por otra parte, como en el mundo anglosajón la Masonería goza de gran consideración social, nuestra ley de represión causaría un efecto negativo, sería un escándalo y nos pondría frente a la opinión mayoritaria de esos países. Yo, como me conocía muy bien el problema existente entre Masonería y Catolicismo, antes de formular mi oposición a esa ley, que me parecía desde luego disparatada, fui a ver al nuncio, a pedirle su opinión en estos términos: “Usted es el representante del Papa y han sido los papas quienes han promulgado las encíclicas condenatorias de la Masonería. Pues bien, yo como católico que acepta la disciplina de Roma, ¿tengo o no derecho a oponerme a esa ley de represión de la Masonería?” Y el nuncio me contestó: “No sólo tiene usted el derecho, sino que tiene usted el deber de oponerse, porque esa ley es un disparate que a la Iglesia le parecerá absurda”. De manera que yo fui al Consejo de Ministros con la bendición de Su Santidad”.

No obstante, sólo un año después, cuando ya Sainz Rodríguez había dejado de ser ministro, el 1 de Marzo de 1940, se promulgó la “Ley para la represión de la masonería, comunismo y demás sociedades clandestinas”. Aquí es, por primera vez, cuando aparecen identificadas dos corrientes tan antitéticas como la masonería y el comunismo. Lo que se consiguió fue sólo un aplazamiento, pues la ley se llevó a cabo, e incluso se creó el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, que velaba por su cumplimiento. Además, la tal ley daba vía libre a la delación, que se convirtió en herramienta de uso frecuente entre los españoles. Cualquier persona podía entonces ser acusada de masón; bastaba la denuncia despechada de un vecino para ser sospechoso de masonería. Por tanto, masón o no, cualquiera podía sufrir la paranoica represión del régimen, que se valía de la miseria moral y del miedo de los ciudadanos para imponer sus condiciones. Sólo en 1942 se abrieron 3.699 expedientes, de los que resultaron efectivos tan sólo 924.

Por supuesto, su negativa a que esta ley se llevara a efecto, le acarreó más de un problema a don Pedro Sainz Rodríguez, que desde entonces sufrió la tontorrona sospecha, por parte del general Franco, de que pertenecía o había pertenecido a la masonería. Aunque nunca lo hiciera público ni se lo diera a ver. No obstante, desde entonces, cada vez que el dictador hablaba con alguien sobre Sainz Rodríguez, se refería a él como al “hermano tertulión”, por lo aficionado que era a las tertulias.

Un último dato quiero destacar sobre este hombre. Con la llegada de la democracia, fue precisamente Sainz Rodríguez una de las primeras personas que impulsaron los estudios serios sobre la masonería, para tener un conocimiento profundo y riguroso sobre ella, libre de leyendas negras y rosadas que a nada conducen. Y estamos hablando de un hombre que se declaraba a sí mismo como ortodoxo católico, conservador y monárquico liberal, partidario, en la época de Franco, de la monarquía de don Juan de Borbón.

En la misma entrevista a la que aludí anteriormente, se refiere a esta preocupación intelectual en los siguientes términos:

“Por eso pensé que debía escribirse una verdadera Historia de la Masonería y encargué ese trabajo al padre jesuita Ferrer Benimeli, una Historia de la Masonería, científica, bien hecha, sin apasionamiento, que ha publicado la Fundación Univesitaria, con una bibliografía exhaustiva sobre el tema. De modo que el que quiera conocer de verdad la masonería no tiene más que leer la obra de Benimeli”.

Siguiendo su útil consejo, eso es precisamente lo que he hecho antes de empezar a escribir este libro. José Antonio Ferrer Benimeli es una de las autoridades a las que he seguido a lo largo del proceso de documentación. No deja de ser curioso que sea precisamente un jesuita uno de los más destacados conocedores de la masonería. A él me referiré en multitud de ocasiones a lo largo de mi exposición.

Pero volvamos al famoso “contubernio”. ¿Qué tienen que ver la masonería y el comunismo? Oigamos a Benimeli:

“La identificación o binomio masonería-comunismo, tan arraigado en algunos países, resulta tanto más desconcertante cuanto que durante mucho tiempo las únicas naciones en las que la masonería estaba prohibida, por tanto fuera de la ley, y en consecuencia perseguida, fueron precisamente España, Portugal y la Unión Soviética con los países de su área. Es decir, los países totalitarios de derechas y los de izquierdas, esos que han necesitado de los “antis” como táctica mentalizadora sobre la que echar las culpas de las cosas que no marchaban como deberían ir”.

Es decir, la estrategia de los autócratas que precisan de una bestia negra a la que echar la culpa de todos los males y justificar así las tropelías que ellos cometen. La de Hitler fueron los judíos; la de Stalin, los trotskistas; la de Franco, los masones.

En cuanto a la masonería, resulta curioso comprobar cómo estuvo proscrita por todos los fascismos, fueran estos de la mal llamada “derecha” o de la mal llamada “izquierda”. El caso soviético fue especialmente elocuente en su odio, similar al de Franco. En Rusia estuvo prohibida desde la llegada de los bolcheviques al poder en 1917. Como botón de muestra, basten estas palabras de Trotsky en uno de sus escritos:

“La masonería es tan reaccionaria como la Iglesia y el Catolicismo. Camufla la necesidad de la lucha de clases bajo un cúmulo de fórmulas moralizantes. Debe ser destruida por el fuego rojo”.

Lo mismo ocurrió en la Italia de Mussolini. El 12 de enero de 1925, el propio Mussolini entregó a la cámara un proyecto de ley para que fuese perseguida. Debido a la actuación que la masonería había tenido durante el Risorgimiento italiano, y teniendo en cuenta el papel jugado por Garibaldi, que fue masón, el razonamiento de Mussolini es absolutamente perverso. Se refiere a la masonería, claro, como a una sociedad secreta, y viene a afirmar, con una buena dosis de cinismo, que la existencia de tales sociedades pueden estar justificadas en tiempos oscuros, de esclavitud y falta de libertades, pero que en tiempos donde prima la libertad y la soberanía del Estado resultan incompatibles con los derechos de los ciudadanos frente a la ley, y por tanto deben quedar proscritas. Idéntica coartada fue la que utilizó Salazar en Portugal; de nuevo el pretexto para las represiones fue el de la masonería como sociedad secreta.

Aún más retorcida fue la justificación de Hitler durante su mandato en la Alemania nazi. La lucha de Hitler contra la masonería no sólo estuvo ligada a la idea de sociedad secreta, sino que la vinculó con el judaísmo internacional, idea que probablemente le copió Franco cuando acuñó la fórmula del “contubernio judeo-masónico-comunista”, sobre el que insistió hasta en el último discurso que pronunció en su vida, el 1 de octubre de 1975.

El 1 de marzo de 1942, el Reichsmarschall del Gran Reich alemán, Hermann Wilhelm Goering se pronunciaba en estos términos:

“La lucha contra los judíos, los francmasones y las otras potencias ideológicas en lucha contra nosotros, es una tarea urgente del nacional socialismo durante la guerra”.

Los llamados SS nacionalsocialistas fueron instruidos en el odio a los masones a partir de un informe elaborado por Dieter Schwarz titulado La Francmasonería, y en el que se podía leer, entre otras cosas:

“La Francmasonería constituye una forma diametralmente opuesta al Nacionalsocialismo, cuya importancia para la evolución histórica de los dos últimos siglos debe ser evaluada al mismo nivel que la actuación de las demás organizaciones supraestatales: la iglesia política, el judaísmo y el marxismo. Constituye la vanguardia liberal-burguesa del judaísmo mundial”.

Para avivar el odio hacia los judíos en contubernio con los masones, los nazis encontraron una magnífica fuente de inspiración en los famosos Protocolos de los Sabios de Sión. Con la utilización tendenciosa de este disparatado panfleto, la historia del antisemitismo alcanza el más grotesco de los paroxismos, además de ser el origen, meramente especulativo, de la conjura de judíos y masones.

La primera edición de los Protocolos se remonta a 1903, cuando aparece publicado entre el 26 de agosto y el 7 de septiembre en el periódico ruso Znamya. A partir de este momento el panfleto conocerá varias reediciones, una de las cuales es la que hace Serguei Nilus en 1905, al incluirlo en uno de sus libros, bastante tendencioso por cierto, y no menos disparatado que los propios Protocolos, donde defiende los regímenes autocráticos frente a los sistemas liberales. El libro de Nilus lleva el pomposo título de: Lo grande en lo pequeño. El Anticristo considerado como una posibilidad política inminente.

Pero la cuestión fundamental se retrasa ya demasiado: ¿qué es eso tan peligroso que aparece en los Protocolos, y por qué lo utilizó Serguei Nilus para hacer una defensa de la autocracia? Muy sencillo.

Aunque luego se ha demostrado que los Protocolos son un auténtico fraude y hasta un plagio de una obra anterior que ni siquiera trata la cuestión judía, la obra recoge las principales conclusiones de un supuesto congreso judío que versa sobre la posibilidad de adueñarse del control del mundo. Como se verá, el tema es jugoso y da para la producción de una de esas fantásticas películas de James Bond, el agente 007. Y así podríamos tomárnoslo, como un divertimento, si no fuera por las consecuencias catastróficas que ha tenido todo este tinglado. Personajes tan oscuros como Serguei Nilus y el propio Hitler sacaron sus propias conclusiones enseguida, de una perversidad sin límites: si los judíos pretenden conquistar el mundo, y ya han iniciado las primeras maniobras coloniales, los judíos son el enemigo y por tanto hay que acabar con ellos.

Esta clase de razonamientos son los que mueven a las mentes reaccionarias, totalitarias, antisemitas y paranoicas, que enseguida comienzan a fantasear con todo tipo de supuestas conspiraciones. Un caso clarísimo es el de Nilus, quien en su libro fantasea hasta el delirio sobre la posible actuación de los judíos durante su conquista del mundo. Según Nilus, los judíos destruirán todas las religiones, acabarán con la idea de la familia tradicional, propiciarán la corrupción de las costumbres y distraerán a las masas con divertimentos, juegos y pasatiempos, estimularán sus más bajas pasiones, provocarán una guerra general, abolirán la enseñanza en las escuelas para que la juventud no judía sea analfabeta, y un larguísimo etcétera igualmente descabezado y rayano en la irracionalidad.

A estas alturas de la película, supongo que el lector atento se habrá hecho ya las siguientes preguntas: ¿Cómo podrían los judíos llevar a cabo semejante plan? ¿Con qué ayudas contarían para adueñarse del mundo tal y como creían Serguei Nilus, Adolf Hitler, Francisco Franco y otros personajes de idéntica catadura moral? Pero supongo, igualmente, que ya sabrán la respuesta: pues a través de las logias masónicas, claro, en contubernio con ellas, pues la masonería, esa “sociedad secreta” de la que tanto se ha hablado, tendría ya desplegada por todo el mundo una infraestructura muy útil para estos propósitos.

En tales ensueños perturbados, queridos niños, se encuentra el origen de la famosa “conjura judeomasónica”, en la que, de forma tan machacona, han insistido los partidarios de la leyenda negra de la masonería, que ven conspiraciones por todas partes.

Por último, y para terminar este punto, ¿qué es eso del “Contubernio judeo-masónico-comunista? La respuesta debe ser rotunda: un simple disparate, el delirio paranoico en la mente de un autócrata.

KOLECTIVO REBELION DE LOS 33

Presencia masónica en la revolución francesa

por Christian Gadea Saguier
© Blog Los Arquitectos

Muchos libros ya se han escrito para argumentar a favor o en contra de la participación de la masonería en la Revolución Francesa. Existen hechos que por sí solos constituyen pruebas fehacientes de la participación de masones en la revolución de 1789. Pero sostener que la Masonería francesa fue la organizadora y la causa de la Revolución es totalmente absurda. Procesos históricos como el que generó la gran revolución son, como veremos, el producto de complejas causas socioeconómicas, políticas y culturales.

En Francia ya hacía tiempo que el ancien régime estaba en dificultades. El gobierno se enfrentaba a crisis financieras que una sucesión de ministros de economía capaces y bienintencionados no habían podido paliar al verse obstaculizados por grupos e individuos con influencia en la corte. El problema principal era que la aristocracia no tenía obligación de pagar impuestos; se les había otorgado ese privilegio a cambio de que desistieran de ejercer influencia política.

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LOS PILARES DEL PORTICO



(*) Albert G. Mackey

Los pilares más extraordinarios en la historia de la Escritura fueron los dos erigidos por Salomón en el pórtico del Templo, a los cuales Josefo (Antig. Lib. I, cap. II) describe así: “Además, este Hiram hizo dos pilares huecos, cuya parte externa era de latón, y el grosor del latón era de cuatro dedos de ancho, y la altura de los pilares era de dieciocho codos (27 pies), y la circunferencia, de doce (18 pies). Y encima de cada capitel descansaba un lirio de metal fundido, elevándose hasta una altura de cinco codos (7 ½ pies), alrededor del cual quedaba una red rodeada de pequeñas palmas de latón, que cubrían los lirios. Y de los lirios pendían un par de ristras de doscientas granadas. El pilar que erigió a la derecha de la entrada del pórtico (en el sur), lo llamó Jachin, y el de la izquierda (o norte), lo llamó Boaz”.

Se ha supuesto que Salomón, al erigir estos pilares, tenía referencias del pilar de la nube y del pilar del fuego que iban delante de los israelitas en el desierto, y el de la derecha o sur representaba el pilar de la nube, y el de la izquierda o norte, el del fuego. Salomón no los erigió como simples adornos del Templo, sino como conmemoración de las reiteradas promesas de Dios de soporte a su pueblo de Israel. El pilar Jachin, derivado de las palabras Jah, “Jehová”, y achin, “establecer”, significa que “Dios establecerá su casa de Israel”; mientras que el pilar Boaz, compuesto por b, “en” y oaz, “fuerza”, significa que “será establecido con fuerza”. Y así los judíos, al atravesar el pórtico del Templo, diariamente recordaban las abundantes promesas de Dios y se animaban mutuamente con la confianza en su protección y con gratitud por sus numerosos actos de bondad hacia su pueblo elegido.

La construcción de los pilares

No hay ninguna parte de la arquitectura del antiguo Templo que sea tan difícil de entender en sus detalles como la descripción hecha en la Escritura de estos pilares memorables. Mientras que su significado simbólico está íntimamente conectado con algunas de las partes más bellas del ritual de los Francmasones, éstos parecen tener una noción imprecisa de su construcción y de la verdadera disposición de las diversas partes de las cuales están compuestos. El señor Ferguson dice (Smith, Dicc. Bib.) que no hay aspectos relacionados con el Templo que hayan dado lugar a tanta controversia, o tan difíciles de explicar, como la forma de estos dos pilares.

Su situación, de acuerdo con Lightfoot, era dentro del pórtico, en la entrada misma, y en cada lado de la puerta. Por lo tanto, eran vistos uno a la derecha y otro a la izquierda, como el visitante que entraba en el pórtico. Y éste, se recordará, en confirmación, es el lugar exacto donde Ezequiel (XI. 49) trasladó los pilares que vio en su visión del Templo. “La longitud del pórtico era de veinte codos, y la anchura, de once; y él me trajo a las escaleras que subían al Templo, y había pilares en los postes, uno en este lado, y otro en ése”. La afirmación hecha por algunos escritores, según la cual no eran columnas proyectadas para soportar el tejado, sino simples obeliscos de ornamentación, no está sustentada por suficiente autoridad; y como Ferguson muy justamente dice, no solamente parecería el alto techo terriblemente débil, sino que habría sido imposible construirlo, con la imperfecta ciencia de aquellos tiempos, sin un soporte como éste.

Estos pilares, como ya hemos dicho, eran de latón, como los capiteles que los encabezaban y que estaban grabados. El grosor del latón de cada pilar era de “cuatro dedos, o la anchura de una mano”, lo que es igual a tres pulgadas. De acuerdo con las cuentas que aparecen en 1 Reyes VIII 15, y en Jeremías III 21, el perímetro de cada pilar era de doce codos. Y, ahora, conforme el cálculo judío, el codo usado en la medición de los edificios del Templo era de seis anchos de mano, o dieciocho pulgadas. De acuerdo con las tablas del Obispo Cumberland, el codo era bastante más, alrededor de veintidós pulgadas; pero yo creo que la medida expuesta por los escritores judíos es probablemente la más correcta, y ciertamente la más sencilla de calcular. El perímetro de cada pilar, reducido a la escala de medición inglesa, sería de dieciocho pies, y su diámetro, de unos seis.

El lector de las descripciones de estos pilares en la Escritura no se quedará perplejo con las aparentes discrepancias encontradas en las estimaciones de su altura dadas en los Libros de Reyes y en Crónicas. En el primero se dice que su altura era de dieciocho codos, y en el segundo, de treinta y cinco, altura ésta que Whinston observa que es contraria a las leyes de la arquitectura. Pero la discrepancia se reconcilia fácilmente, bajo el supuesto –que, de hecho, ha tenido que ser el caso- que en el Libro de Reyes los pilares se tratan por separado, y en las Crónicas, se ha sumado la altura de ambas; y la razón por la que en éste último la altura unitaria es treinta y cinco codos, en lugar de treinta y seis, que sería el doble de dieciocho, es que han sido medidos junto con sus capiteles. La mitad de un codo de cada pilar estaba escondido por lo que Lightfoot llama “el capitel entero”, es decir, la mitad de la profundidad de un codo del filo inferior del capitel que cubre la parte superior del pilar, haciendo así a cada uno, en apariencia, sólo diecisiete codos y medio más alto, o, como se vierte en el Libro de Crónicas, treinta y cinco codos.

Este es un método mucho mejor para la conciliación de la discrepancia que el adoptado por Calcott, quien supone que los pedestales de los pilares medían diecisiete codos de altura –una violación de todas las leyes de la proporción arquitectónica, la cual seríamos reacios a cargar sobre un tan “inteligente trabajador” como Hiram el Constructor. El relato de Jeremías está de acuerdo con el Libro de los Reyes en esto. La altura, por lo tanto, de cada uno de estos pilares era, en la medición inglesa, de veintisiete pies. El capitel medía cinco codos, o siete pies y medio más; pero como medio codo, o nueve pulgadas, era común al pilar y al capitel, la altura desde el suelo al capitel era de veintidós codos y medio, o bien treinta y tres pies y nueve pulgadas.

Ferguson ha llegado a una conclusión diferente. Dice en el artículo Templo, en el Diccionario de la Biblia, de Smith, que “de acuerdo con 1 Reyes VII. 15, los pilares medían dieciocho codos de altura y doce de perímetro, con capiteles de cinco codos de altura. Antes de esto había (versículo 19) otro miembro, llamado también capitel de lirios, de cuatro codos de altura, pero el cual, desde la segunda mención que de él se hace en el versículo 22, parece más probable que haya sido un frontón, el cual es necesario para completar el orden. Como estos miembros miden veintisiete codos, dejando tres codos, o 4 ½ pies, para la pendiente del tejado, todo el diseño parece razonable y adecuado”. El calcula, por supuesto, con la autoridad del Libro de los Reyes, que la altura del tejado del pórtico era de treinta codos, y asume que estos pilares eran columnas sobre las cuales se sustentaba, y con las cuales se unía mediante un frontón.

Cada uno de estos pilares estaba coronado por un capitel de cinco codos, o siete pies y medio de altura. La forma y construcción de este capitel requiere cierta consideración. La palabra hebrea usada aquí es (koteret). Su raíz se encuentra en la palabra (keter), que significa “una corona”, y es muy usada en Ester VI. 8, para designar la diadema del rey de Persia. La versión de los caldeos llama expresamente al capitel “una corona”; pero el rabino Salomón, en su comentario, usa la palabra pomo, significando “un globo o cuerpo esférico”, y el rabino Gershom lo describe “como dos coronas unidas”. Lightfoot dice que “era un enorme óvalo, de cinco codos de alto, y no sólo asentado sobre los pilares, sino también floreándolos o extendiéndolos, siendo más grande que los pilares mismos”. Los comentaristas judíos dicen que los dos codos inferiores de su superficie eran totalmente lisos, pero que los tres superiores estaban ricamente ornamentados. Vamos ahora a esta parte ornamental.

En el Primer Libro de Reyes, capítulo VII, versículos 17, 20, 22, la ornamentación de los capiteles es descrita así:

Y reticulados y coronas trenzadas a modo de cadenas para los capiteles de las cimas de los pilares; siete para un capitel y siete para el otro.

E hizo los pilares, y dos hileras sobre uno de los reticulados, para cubrir los capiteles con granadas; y del mismo modo para el otro capitel.

Y los capiteles que había en el extremo de los pilares del pórtico estaban moldeados en forma de lirio y eran de cuatro codos.

Y los capiteles sobre los dos pilares tenían granadas, colocadas sobre la prominencia que estaba detrás del trenzado; doscientas granadas en hileras alrededor de cada capitel.

Y en la cima de los pilares había una moldura de lirios; así terminó el trabajo de los pilares.

Procuremos hacer esta descripción, que aparece algo confusa e ininteligible, más clara y comprensible.

Los “reticulados” son el primer ornamento mencionado. Las palabras así traducidas Lightfoot prefiere hacerlo como “matorrales fundidos”; y piensa que el verdadero significado del pasaje es que “en los capiteles se habían forjado curiosamente ramas, siete ramas situadas en la prominencia del óvalo, y éstas y sus hojas, curiosa y bellamente entremezcladas y entretejidas unas con otras”. Extrae su razonamiento para esta versión del hecho que la misma palabra se traduce por “matorral” en el pasaje del Génesis (XXII. 13) donde el carnero es descrito estando “atrapado en un matorral por sus cuernos”; y en otros diversos pasajes la palabra se traduce de forma similar. Pero, por otro lado, lo encontramos en el Libro de Job, donde evidentemente significa red hecha de mallas:

Sus pies le meten en la red y camina sobre un cepo. (Job XVIII. 8).

En 2 Reyes I. 2, se usa la misma palabra, traducida como celosía:

Ahaziah se cayó por la celosía de su habitación superior.

Yo no me siento, por lo tanto, inclinado a adoptar la enmienda de Lightfoot, pero coincide bastante con la versión recibida, así como con la tradición masónica, en que este ornamento era una simple red o tejido consistente en líneas reticuladas –en otras palabras, una celosía.

Las “coronas trenzadas a modo de cadenas” de que se habla después son de menor dificultad de comprensión. La palabra aquí traducida por “corona” se encuentra en Deuteronomio XXII. 12, donde claramente significa borlas: “Te harás unas borlas en las cuatro puntas del manto con que te cubras”. Aquí debería ser traducido también por borlas. “Las borlas a modo de cadenas”, supongo, estaban por lo tanto atados, y colgados, del trenzado referido anteriormente, y fue probablemente en este caso cuando eran usados sobre las prendas de los sacerdotes judíos de alto rango, proyectados como una “conmemoración de la ley”.

La “moldura de lirios” es el último ornamento que demanda nuestra atención. Y aquí la descripción de Lightfoot es tan clara y evidentemente correcta, que no vacilaré en citarla con todo detalle. “En la cima del pilar, incluso en el arranque del capitel, había un curioso y gran borde o círculo de lirios de metal fundido, que sobresalía cuatro codos bajo el capitel, y doblado entonces, cada lirio o larga lengua de cobre, con una curvatura limpia, y muy parecido a una corona florecida en la cabeza el pilar, como una curiosa guirnalda en cualquier lugar donde el capitel tenga su lugar”.

Hay un error muy común entre los masones, el cual ha sido adoptado en las láminas de nuestros Monitores [Manuales de Instrucción], sobre que había capiteles encima de los pilares, y que esos capiteles estaban coronados por globos. La verdad, sin embargo, es que los capiteles mismos eran “los pomos o globos” sobre los que nuestra conferencia, en el grado de Oficio de Compañero, alude. Esto resulta evidente de lo ya dicho en la primera parte de la descripción que precede. El lirio aquí mencionado no está del todo relacionado, como puede suponerse, con el lirio común –del que se habla en el Nuevo testamento. Era una especie del loto, el Nymph, o loto del Nilo. Era una planta sagrada entre los egipcios, y la encontramos en cualquier parte de sus monumentos, y usada en las decoraciones arquitectónicas. Es evidente, por la descripción en Reyes, que los pilares del pórtico del Templo del Rey Salomón fueron copiados de los pilares de los templos egipcios. Los mapas de la Tierra y las cartas de las constelaciones celestes que en ocasiones se han dicho que han sido grabadas sobre esos globos, tienen que referirse a los pilares, donde, según Oliver, una tradición masónica las sitúa en una antigua costumbre, ejemplos de la cual encontramos en la historia profana. Sin embargo, esto en absoluto carece de importancia, ya que la alusión simbólica está perfectamente conservada en las formas de los capiteles, sin necesidad de ningún grabado geográfico o astronómico. Siendo globulares, o prácticamente, significar que representan las esferas celeste y terrestre.

La verdadera descripción, pues, de estos memorables pilares, es simplemente ésta. Justo al entrar en el pórtico del Templo, y en cada lado de la puerta, había dos pilares de latón huecos. La altura de cada uno era de veintisiete pies, el diámetro de unos seis pies, y el grosor del latón de tres pulgadas. Sobre el pilar, y cubriendo nueve pulgadas de su parte superior, había un cuerpo oval o capitel de siete pies y medio de altura. En la unión del capitel con el pilar había una hilera de pétalos de loto, la cual estaba primero extendida alrededor del capitel, y después cuidadosamente curvada hacia abajo del pilar, algo parecido a la hojas de acanto del capitel de la columna corintia. Aproximadamente dos quintos de la distancia de la base del capitel, o justo debajo de su parte más abultada, estaba grabado un tejido reticulado, extendido por toda la superficie superior. En la parte baja de este reticulado había una serie de borlas suspendidas, y sobre ellas había dos hileras de granadas, cien en cada una de las hileras.

Esta descripción, según creo, es la única compatible con los diversos pasajes del Libro de Reyes, Crónicas y Josefo que tratan estos pilares, y la única que puede dar al estudiante masónico una concepción correcta de estos importantes símbolos.

Ahora vamos a referirnos al simbolismo masónico de estos dos pilares. Como símbolos han sido universalmente muy difundidos y se encuentran en todos los ritos. No son de una fecha muy reciente, ya que están descritos en los más antiguos tracing-boards [cuadros de logia], se alude a ellos en los catecismos anteriores a la mitad del pasado siglo. Esto no es sorprendente; como el simbolismo de la Francmasonería se funda en el Templo de Salomón, era de esperar que estas tan importantes partes del Templo fuesen incluidas en el sistema. Pero al principio parece que los pilares hayan sido introducidos en las conferencias como partes de un detalle histórico más que como símbolos significantes –una idea que parece haber crecido gradualmente. El catecismo de 1731 describe su nombre, sus medidas, y su material, pero no dice nada respecto a su trascendencia simbólica. Incluso se alude a ella en la descripción hecha de los pilares, la cual dice que los nombres conferidos sobre ellos eran significantes.

Cuál era el simbolismo original o escriturario de los pilares ha sido muy bien explicado por Dudley, en su Naology. Dice (p. 121), que “los pilares representaban el poder sustentante del gran Dios. La flor de loto o lirio de agua emerge desde una raíz que crece en el fondo del agua, y mantiene su posición en la superficie por su tallo columnar, el cual resulta más o menos recto según la ocasión lo requiera; es por lo tanto apropiadamente simbólico del poder del Todopoderoso constantemente empleado en proteger la seguridad de todo el mundo. El capitel es el cuerpo o masa de la Tierra; las granadas, frutas excepcionales por el número de sus semillas, son símbolo de la fertilidad; olas coronas, trazadas diversamente sobre la superficie del capitel o globo, indican el curso de los cuerpos celestes en los cielos alrededor de la Tierra, y la variedad de las estaciones. Los pilares estaban correctamente colocados en el pórtico o porche del Templo, y les sugerían sólo ideas del poder del Todopoderoso, de la absoluta dependencia del hombre de él, el Creador; y haciendo esto, les exhortaban al miedo, al amor, y a obedecerle”.

Fue, sin embargo, Hutchinson, quien introdujo la idea simbólica de los pilares en el sistema Masónico. Dice: “Los pilares erigidos en el pórtico del Templo no eran únicamente ornamentales, sino que también llevaban con ellos un significado emblemático en sus nombres: Boaz es, en su traducción literal, en ti está la fuerza; y Jachin, será establecido, lo cual, por una trasposición muy sencilla, se puede poner de esta manera: Oh Señor, tu poderoso arte, tu poder está establecido por la eternidad”.

Preston posteriormente introdujo el simbolismo, considerablemente ampliado, al sistema de conferencias. Adoptó la referencia a los pilares de fuego y nube, que es la que prevalece en la actualidad.

El simbolismo Masónico de los dos pilares debe ser considerado, sin detenerse en detalles minuciosos, como doble. Primero, en referencia a los nombres de los pilares, son símbolos de la fuerza y estabilidad de la Institución; y después en referencia a los antiguos pilares de fuego y nube, son simbólicos de nuestra dependencia de la orientación directora del Gran Arquitecto del Universo, sólo con el cual están seguras la fuerza y la estabilidad. Traducción: A. M. A. D.

Nota

* Extraido de la Encyclopedia of Freemasonry Vol. II. Kessinger Publishing Company. U.S.A.

jueves, julio 06, 2006

4 de julio de 1776, los masones y la independencia de los Estados Unidos


Christian Gadea Saguier
© Blog Los Arquitectos

La Masonería ha ejercido una influencia en el establecimiento y desarrollo de los Estados Unidos mayor que cualquier otra institución. Ni lo historiadores generales, ni los miembros de la fraternidad desde los días de las primeras convenciones constitucionales han comprendido cuánto le debe Estados Unidos a la Masonería, y qué papel tan importante cumplió en el nacimiento de la nación y el establecimiento de los hitos de esta civilización moderna.

Artículo Completo Aqui

CARTA DE MI MADRE LOGIA



Por Walter Echeverría Agreda (Cochabamba, Bolivia)

"QUERIDO HIJO :

Con el sentido fraternal que debe caracterizar a todas las madres que, como yo, llevamos encerrados en nuestro fuero interno los verdaderos sentimientos de amor y fraternidad, nacidos al calor del más puro y acendrado cariño que imaginar pudiera el ser humano, me estoy dirigiendo a ti para recordarte tu ineludible deber como buen hijo que eres, de brindarnos la feliz oportunidad de darnos tu grata compañía durante los trabajos, aunque sea una o dos veces al mes.

Bien poco es lo que te pido, querido hijo mío,

¿ Serás tan insensato que te niegues a responder a la llamada cariñosa y fraternal que te hace tu madre?

Soy tu madre simbólica, soy aquella que te abrió su corazón un día, que te acogió en su regazo espiritual y te brindo la LUZ en nuestra amada Orden, para que pudieras seguir orientándote en el oscuro mundo profano, la que está dispuesta a salvaguardarte de la maldad y de la ignorancia, que tratan de cerrarte el paso por doquiera.

Tu me juraste por tu libre y espontánea voluntad Fidelidad un día,

¿ Te acuerdas? …

Y ya vez, me has abandonado.

¡ Cuánto y cuánto sufro en las noches de trabajo, cuando observo que solamente un grupo reducido de mis hijos viene a mi regazo! . . . se allegan a mí para escuchar los sabios consejos que, como buena madre debo impartirles, pero éstos no me bastan, me faltas tú. Dirás que soy exigente, pero . . . soy tu madre simbólica y, como tal, estoy en el deber de reclamarte lo que justamente me pertenece:

La presencia constante de todos mis queridos hijos, y aunque estén todos presentes; té extraño y me haces falta tú.

Tus hermanos también te lo reclaman porque, como yo, sufren por el total abandono en que nos has sumergido; sin embargo, te seguimos queriendo, queriendo mucho, porque comprendemos que eres el hijo y el hermano bueno, sencillo, noble, cariñoso y fraternal que está atento siempre a las más leves palpitaciones del dolor humano; sin embargo, te has dejado llevar por la apatía y la indolencia, que te han hecho caer de plano en un extremo que tal vez no pensaste.

No obstante, ya es tiempo de que reflexiones, no me abandones, ven a mí, a mi regazo, pues sigo esperándote con los brazos abiertos.

Además, piensa qué contentos estarán tus hermanos cuando vuelvas a mí.

Te abraza cariñosamente:

TU MADRE LOGIA".

domingo, julio 02, 2006

Todo ser humano es un filósofo en potencia, lo quiera o no

JAVIER OTAOLA, DEFENSOR DEL VECINO EN VITORIA Y ESCRITOR
El Síndico descubre las bases de la masonería en el ensayo que presentará el viernes Maite Pagazaurtundua en la capital alavesa

MARÍA ZABALETA/VITORIA

Se acercó a la masonería hace 24 años por mera curiosidad y terminó por convertirse en masón, en un constructor de su propia vida. El Defensor del Vecino de Vitoria, Javier Otaola, recoge ahora en su ensayo 'Razón y sentido. La metáfora masónica' sus experiencias y vivencias en torno al apasionante mundo de las logias desde un punto de vista histórico y personal. Maite Pagazaurtundua, hermana del concejal socialista asesinado por ETA, será la encargada de presentar la obra el próximo viernes en la Casa del Libro de la capital alavesa.

-Su ensayo ha requerido un largo proceso de 25 años.

-Ha sido un proceso natural de reflexión sobre una actividad en la que me he involucrado personalmente, que me ha incitado a investigar cuáles son los orígenes filosóficos de esta tradición, qué significan sus símbolos o el porqué de un método simbólico como éste en la actualidad. Ha sido una experiencia personal interesante pero también he querido que este libro sirva como una aproximación para otras personas que tengan cierta curiosidad en el tema.

Las logias

-¿Qué es la masonería?

-La masonería pretende abrir un camino hacia una experiencia filosófica a la gente corriente. Es una experiencia filosófica no académica que permite reflexionar sobre la vida, sobre el bien, sobre el mal, sobre las cosas que a todos nos pueden llegar a inquietar y que en la vida cotidiana no tenemos la oportunidad de abordar.

-¿Cuál es su razón de ser?

-El ser humano es un ser que se hace preguntas filosóficas. A veces por temor no nos las contestamos y nos dejamos llevar por lo cotidiano pero todo ser humano es un filósofo en potencia, quiera o no. Y en el contexto de la logia todo se prepara para que esa comunicación, filosófica entre comillas, sea posible entre gente ordinaria.

-¿Dónde hunde sus raíces?

-En una tradición medieval, la de las hermandades de constructores. Masón quiere decir constructor y filosofar, de alguna forma, también es construir, construirse. Los constructores medievales descubrieron que su actividad profesional era también una forma de reflexionar sobre la vida y de construirse a sí mismos.

-¿Cómo son esas logias?

-La masonería pretende reconstruir en cada una de sus reuniones una especie de taller de arquitectos. Utilizamos una serie de herramientas, como un mazo, un cincel, una escuadra, una regla y el local está decorado con elementos referentes a la arquitectura. En ese marco estético, buscamos un nivel de comunicación y de intimidad que nos permita hablar de cosas que no se hablan normalmente en la vida ordinaria.

-Dice ilustración, iniciación y metáfora son los tres conceptos clave para entender la masonería. ¿Por qué?

-La ilustración es un símbolo de luz que se refiere a la necesidad que tiene el ser humano de esclarecerse a sí mismo. El hombre no se conforma con vivir en la oscuridad y busca en la razón y en la reflexión un camino de iluminación. Tiene también un componente iniciático, que es todo aquello que tiene capacidad para transformarnos. También resulta metafórico porque la fórmula con que la masonería pretende ayudarnos a buscar ese camino de esclarecimiento personal es proponernos que asumamos la vida como una obra arquitectónica.

-¿Es lo que los masones denominan el Arte Real?

-Efectivamente. El Arte Real es el arte de las artes, el arte de la vida. Es hacer de la vida una obra de arte y aplicar sobre ella de manera metafórica los mismos principios que se aplican a la arquitectura.

Género policiaco

-¿Por qué ha querido que sea Maite Pagazaurtundua, una de las voces más contundentes de las víctimas del terrorismo, quien presente el viernes este ensayo?

-Es una persona a la que le gustan estos temas. Además, le tengo un gran afecto personal y la admiro por su valor cívico y por lo que representa políticamente. Me pareció la persona indicada para presentar el libro y estoy encantado de que haya aceptado.

-Tras este paréntesis filosófico, regresa al género policiaco en su próxima novela, una secuela de su obra 'Brocheta de carne'. ¿Echaba de menos la aventura?

-Me gusta el género policiaco, me parece que la Ertzaintza tiene una imagen muy cinematográfica como Policía de investigación criminal y me estimula encuadrar una aventura policiaca en este contexto.