La personalidad, el YO del hombre ordinario, se compone de numerosos elementos no coordinados, a menudo contradictorios y en lucha unos con otros. En particular, el consciente está constantemente desorientado por oscuras fuerzas que provienen ya del exterior, ya des subsuelo de la individualidad, del inconsciente. De este modo, como se lamenta San Pablo. "No hago el bien que quiero, sino el mal que aborrezco"
En un gran número de humanos los conflictos psicológicos conducen a la neurosis.
Los hombres ordinarios escapan a la angustia metafísica por el hecho de no tratarse de individualidades marcadas, puesto que son maquinas o robots.
Sólo una pequeña minoría está destinada al intento de resolver armoniosamente el desorden interno de su propio YO. Por gracia particular, algunos humanos se empeñan en el sendero de la inciación.
Presienten que en medio de los elementos confusos y complejos de su YO INFERIOR existe un Alguien, un centro, un YO SUPERIOR, una chispa Divina. Con un potencial enorme esperando hacer contacto.
Ser Iniciado es alcanzar esa posibilidad de alcanzar ese YO SUPERIOR, despertarlo, armonizar con el Santo Ángel, volver a encontrar la Palabra Perdida. Todas las metáforas y mitos de todos los pueblos y religiones, tienen el mismo sentido: activar lo divino que hay en nosotros, lo que vuelve al iniciado plenamente consciente de Sí Mismo.
Consciencia que difiere enormemente del conocimiento Académico Intelectual. No se trata de modo alguno de seguir una enseñanza libresca ni oral, ni de aprender palabras rebuscadas, sino de obligarnos a una experiencia personal cuyo proceso escapa a las palabras mundanas, por lo tanto es difícil el compartirlas.
Al principio el neófito por primera vez se da cuenta de cuán complejo es su YO INFERIOR. Descubre que las enseñanzas familiares, la intrusión académica, los dogmas religiosos, no le prestan socorro alguno. Mira por vez primera sus Sótanos Psicológicos, después lucha, se confronta con cada elemento de su Propio YO, ya no puede culpar a nadie de su problemática, como siempre lo hacia. Trata de despertar, pero comprende que corrigiendo a otros no es la forma correcta de despertar, sino disciplinándose él mismo. Corrigiendo su mundo externo nunca corregirá su mundo interno.
Tras un proceso gradual, alcanza al fin su YO REAL. Entonces un algo se produce divinamente en él. Todo en él se convierte en Luz, la oveja extraviada que estaba en él se integra al rebaño. Su Cuerpo y su Alma se unen en armonía, al fin lo que es arriba es igual a lo que esta abajo.
Diremos que un hombre Real es un hombre reconciliado consigo mismo y con el mundo que lo circunda, y que esta reconciliación tiene lugar en torno a la chispa divina que simple ha brillado en cada uno de nosotros pero no nos hemos dado cuenta de ello.
Quien se compromete en la IV Vía no puede saber de antemano dónde terminará, cuándo y cómo triunfará. Pero tendrá por seguro que ningún esfuerzo será en vano.
El proceso del despertar no está, en verdad, exento de riesgo. Al comienzo causa un choque o sacudida en el YO y puede poner en cuestión falsos valores en el que tanto se apoyaba su YO FALSO. En este paso es muy de Temer el claudicar, amedrentarse, así como abandonar la Vía. Aún más grave por más engañoso: engañarse y tomar un elemento del YO INFERIOR por el YO DIVINO.
Se pierde uno también en una Camino sin salida cuando se abandona el objeto esencial por ventajas secundarias; cuando se gana dinero con lo Divino, se adquieren poderes extraños y se engaña a la gente o trata uno de dominarla, en lugar de atender a un fin realmente superior.
Por otro lado, la obediencia y sumisión afectuosa a todo lo Divino, y no la sumisión a simples hombres, como son Guías espirituales o Gurus que solo extravían la idea capital. Pero la lucidez y la sinceridad hacia uno mismo apartan los grandes riesgos.
El hombre encaminado, adquiere una intuición infalible, escapando de la ilusión automáticamente se da cuenta de que ahora Él Es, y nadie lo engañara.
El hombre transformado resplandece sobre su entorno inmediato y mediato. Es un hombre reconocido y reconocible, escapando al mundo de los accidentes. Es uno de esos hombres que con su sola presencia solucionan la problemática de los demás.
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