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sábado, mayo 30, 2009

Carta de Guatemala

La Organización de la Masonería Latinoamericana, a traves de sus Grandes Logias, se encuentra concretizada en la Conferencion Masónica interamericana  C.M.I cuya existencia data de mas de 60 años, reunida ahora en la ciudad de Guatemala, en el Centro de América, durante los días comprendidos del 5 al 9 de abril de 2006, en su XX Gran Asamblea, cuya organización estuvo a cargo de la Muy Respetable Gran Logia de Guatemala,DECLARA: a la Masonería Universal y a las Naciones del Mundo, que durante el evento realizado ha llegado a ratificar los extremos siguientes:

1 Que la Perfectibilidad del hombre es uno de los principios fundamentales de la Orden Masónica, en cuanto a la búsqueda de la misma, especialmente en estos tiempos en que los valores han llegado a extremos del limite de su perdida y que ello pone en peligro la convivencia del genero humano. Que los miembros de todas las logias existentes deben orientar a la sociedad, en su actividad profana, a tomar los principios de la Masonería, ponerlos en practica y así rescatar la paz, la tranquilidad y la convivencia entre los seres humanos a efecto que guarden una conducta fraternal entre si.

2. Proponemos una economía mundial orientada por el humanitarismo, para combatir las desigualdades económicas y la pobreza extrema.

3. Se opone a todo acto de naturaleza violenta proveniente o vinculada con el terrorismo, la drogadicción, el narcotráfico, el fundamentalismo religioso, el ejerccio ilimitado del poder, el exceso político que afecte a los seres humanos en la búsqueda del desarrollo personal y familiar, el abuso en la explotación de los recursos naturales en detrimento del bien común y la delincuencia común en particular. Hace un llamado a los lideres de los países del continente a realizar un esfuerzo en la búsqueda de soluciones, con el objeto de erradicar la violencia generalizada desde aquella que aparece en la familia, hasta la que genera los grandes conflictos entre los pueblos; a tomar en cuenta las necesidades de los desposeídos, mitigando sus exigencias.

4. Ratificar su convencimiento, que ante la globalización y la relevancia que ha adoptado en el contexto de las naciones, los medios de comunicación juegan un papel fundamental de formación y no solo de información, en la conciencia de los ciudadanos, que la denuncia publica de hechos que lesionan los principios de la convivencia entre los seres humanos, por lo que el deber es ejecer esa insoslayable funcion, dentro de un marco con una solida base deontologico.

5. Ratifica, que frente a la modernidad y el exceso de libertad, es indispensable la recuperación de valores éticos, morales y cívicos que iluminaron la historia de la humanidad, y que hoy deben de convertirse en los pilares de su sostenimiento; que la educación, la moral, la ética y el trabajo son las cuatro columnas sobre las cuales deben edificarse el nuevo edificio de la sociedad del siglo XXI: que exigimos de los lideres políticos actuales su compromiso para que encaminen su que hacer hacia el logro y fortalecimiento de esos bienes que deben consolidarse mediante la accesibilidad en forma igualitaria, sin distinción de raza, genero, credo, nacionalidad o posicion social.

6. Declaramos nuestro convencimiento que las nuevas generaciones deben asumir el rol que les corresponde para que se conviertan en obreros de la construcción de un nuevo orden social, para ello los jóvenes deben estudiar en forma intensa los problemas de su nación y aquellos que corresponden al orden mundial, con el objeto de enmendar la senda recorrida y superar la deficiencias y debilidades de la sociedad actual. igualmente solicitamos a los lideres políticos del continente y del mundo facilitar el acceso a la educación, y que esta sea de la mas alta calidad para que asi, los jóvenes, puedan coadyuvar en la labor de un mundo mejor.

7. Ratificamos las diversas Declaraciones de la Confederación Masónica interamericana, proclamadas en cada una de sus asambleas desde el año 1947 a la fecha, las que  han estimulado la paz, la democracia y el entendimiento pacifico como via para la resolucion de los conflictos internacionales, e igualmente promueve el progreso espirutual y social de los pueblos

Ciudad de Guatemala, 8 de abril de 2006

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

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jueves, diciembre 18, 2008

¿Que es la masoneria?

 

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Homenaje a la PNP

 

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Mensaje G:.M:. de M:. del Perú

 

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Masonería peruana

Artículo Original aqui: http://www.editoraperu.com.pe/identidades/45/ensayo.asp

Las primeras noticias históricas sobre los masones en el Perú datan de 1751. El presente ensayo muestra cómo nuestro simbolismo patriótico fue fuertemente influido por la actividad masónica. La existencia de logias, confundidas muchas veces como clubes patrióticos, fue determinante para la Independencia peruana y la fundación de la República.

Las tres primeras décadas del siglo XIX significaron para las noveles repúblicas americanas la independencia política. La configuración de los espacios nacionales implicó una compleja construcción, que necesariamente significó una serie de encuentros y desencuentros entre los discursos de carácter nacional y los sujetos que formaron la nación.

Es conveniente señalar que la presencia de la masonería en la historia peruana se remonta a varias décadas anteriores al siglo XX, históricamente verificable en los inicios de nuestra vida política como república independiente. Sus antecedentes en el Perú estarían vinculados al desarrollo de la corriente liberal en España, expresada en los reformistas de Cádiz, luego perseguidos por Fernando VII, después de que este último fuera restablecido en el poder. En 1814, se abolió la obra de las cortes gaditanas.

El período independentista y los inicios de la República fueron testigos de la participación masónica, cuando miembros de la jerarquía militar de ambos bandos –independentistas y realistas– pertenecían a aquélla. La historiografía masónica destaca el valor de esta participación, en que estarían patriotas y realistas, que en muchos casos lograron acuerdos para humanizar las condiciones de lucha por ser “hermanos”, es decir, por su pertenencia a la red masónica, y clubes patrióticos (disueltos en la mayoría de los casos una vez terminada la lucha independentista). Sin embargo, queremos dejar claro que no existen trabajos sólidos en cuanto al rol de la masonería peruana para este período. Los que se conocen no superan el ensalzamiento de los afanes patrióticos y humanitarios de la institución. Los escasos historiadores no masones que han demostrado interés en el estudio de la masonería coinciden en señalar que es creciente el abordaje de este tema. También han referido que la francmasonería ha perdurado más de dos siglos en América Latina y que fue vinculándose al surgimiento de las formas de sociabilidad modernas.

Las primeras noticias históricas sobre los masones en el Perú datan de 1751, cuando “una circular de la Suprema [...] solicita la lista de militares o políticos que se hubiesen presentado voluntariamente a confesarse como tales” (1). Sus miembros generalmente eran europeos, por ejemplo, en el caso del cirujano francés Diego Lagrange.

   En la cronología que nos ofrece el historiador masón Eduardo Mendoza Silva para el caso peruano (2), la institución data de 1635. Sin embargo, no se conoce prueba documental que avale ese orden. Los inicios de la masonería “formal” se producen con la Logia de Lima, mencionada por Ricardo Palma en su tradición “La casa de Pilatos”. Luego, en 1762, continúan las actividades de la Logia de Lima, en la que hipotéticamente fuera iniciado José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II. La Logia de Lima cambió de nombre en 1804, al denominarse Logia Lautariana de Lima, la cual funcionó hasta el 28 de julio de 1821.

   La actividad masónica en las provincias también fue conocida, desarrollándose la Logia Lautariana de Arequipa. Es importante resaltar que para 1816 se fundó la Logia Central La Paz Americana del Sur, la cual funcionó a bordo de la fragata Venganza y posteriormente en Lima; también se mencionan las logias de Lambayeque –en la llamada Casa de Monjoy o casa de los masones–, Huaura, Trujillo, Aznapuquio y la de Punchauca. Tenemos, por ejemplo, la existencia de logias que, según refieren los datos masónicos, existieron durante el período prerrepublicano:

Sociedades lautarianas (1800), Callao (estas sociedades existieron también en Lima, Chiclayo y Arequipa); logia Central de la Paz Americana (1816), Lima; logia Unión y Orden (1820), Lima; logia La Unión Auxiliadora”(1825), Lima; logia Virtud y Orden (1825), Lima (inicio de la República).

La iniciativa de los masones por elaborar sus propias historias a partir del desarrollo de las ideas liberales no es reciente. La organización masónica tenía como parte del ideario la labor difusora de los fines de la institución entre sus miembros, al permitirles fundar revistas, boletines o cualquier otro tipo de publicaciones periódicas, elaborándolas como publicaciones oficiales o sólo para informar de las actividades internas.

   En el siglo XX, las publicaciones de la Gran Logia del Perú, fundada en 1830, nos permiten apreciar el profundo interés que tenían la mayoría de los masones por conocer la historia de sus logias. Sin embargo este interés no es nuevo: ya desde mediados del siglo XIX se suscitó algo similar, si tomamos en cuenta que la mayor parte de la información en que se basan las historias recientes toma como base documentos o pequeños fragmentos de historias de aquel período hasta los aciagos momentos de la Guerra con Chile. El afán de historiar de los masones fue constante.

Se señala, por ejemplo, que las primeras logias patrióticas en América se iniciaron en Caracas, con Francisco de Miranda. Estas sociedades patrióticas tomaron, para organizarse, la estructura de las logias (secretas, elitizadas y fomentando la noción de patria como ideal). Se prometieron mediante juramento, al interior de estas organizaciones, luchar por la “independencia” y no reconocer como gobierno nacional sino al formado por los hijos del país. Se hace referencia a miembros que, como Hipólito Unanue y Riva Agüero, conspiraron contra el virrey Pezuela. Las ideas más importantes respecto a este asunto representaron la inclinación hacia un gobierno legítimo, republicano y renovable; sin embargo, consideramos que debieron existir diferencias respecto al tipo de gobierno en el interior de la misma masonería, debido a la presencia de sectores vinculados con el pensamiento monárquico-constitucionalista de San Martín, por ejemplo.

La pedagogía masónica consistió en la construcción voluntarista de una serie de signos y nociones que permitieron afirmar la identidad masónica a partir de elementos provenientes del ideario republicano y liberal. Una noción de la historia compuesta por figuras y héroes patrióticos cuyos valores estuviesen inspirados en el republicanismo y que sus nombres aludiesen a la identidad peruana, todo ello encauzado en un plan masónico que implicaría el cruce de los ideales masónicos locales (identidad nacional) con los fines de la organización a escala mayor (universalidad).

En torno al tema masónico, la red de influencia de esta organización fue bastante amplia, encargándose de divulgar conceptos y experiencias organizativas referentes al discurso europeo, pero con connotaciones específicas en los países americanos en que se desarrolló. Asumimos que la masonería trató de incorporar figuras patrióticas con el fin de legitimar su presencia e ideario nacional. Así, por ejemplo, fue conocido el interés masónico por incorporar al imaginario masónico a Túpac Amaru II, San Martín, Sánchez Carrión, Miguel Grau, entre otros. Tenemos noticias de que la mayoría de nombres simbólicos de algunos miembros masones se inspiró en Manco Cápac, Caupolicán, Moctezuma y Huáscar (3).

La asociación entre las nociones de patria y masonería debemos buscarlas más allá de las filiaciones masónicas, pues la institución fue considerada herética en la mayoría de los casos por ser secreta; el halo de misterio que rodeó a los masones impregnó de cierta aceptación soterrada en determinados sectores de la población. Ricardo Palma rescata en sus Tradiciones peruanas las reuniones masónicas de carácter nocturno y casi clandestino, a la cual pertenecían prominentes miembros de la sociedad peruana, reunidos para plantear y discutir a media voz temas que abarcaban desde los orígenes algo exóticos de la organización hasta los ingresos económicos de ésta. En la tradición “La casa de Pilatos”(4), se hace referencia a los rumores de la población sobre la existencia de encuentros masónicos. Dice Palma: “En agosto de 1635 y cuando la casa estaba arrendada a mineros y comerciantes portugueses, pasó por ella, un viernes a media noche, cierto mozo truhán que llevaba alcoholizados los aposentos de la cabeza. El portero habría probablemente olvidado echar el cerrojo, pues el postigo de la puerta estaba entornado. Vio el borrachín luces en los altos, sintió algún ruido o murmullo de gente, y confiando hallar allí jarana y moscorrofio, atrevióse a subir la escalera de piedra, que es dicho sea de paso, otra de las curiosidades que el edificio ofrece. El intruso adelantó por los corredores hasta llegar a una ventana, tras cuya celosía se colocó, y pudo a sus anchas examinar un espacioso salón iluminado, y cuyas paredes estaban cubiertas por tapices de género negro. Bajo un dosel vio sentado a uno de los hombres más acaudalados de la ciudad, el portugués Don Manuel Bautista Pérez, y hasta cien compatriotas de éste en escaños, escuchando con reverente silencio el discurso que les dirigía Pérez y cuyos conceptos no alcanzaba a percibir con claridad el espía.

Frente al dosel y entre blandones de cera, había un hermoso crucifijo de tamaño natural. Cuando terminó de hablar Pérez, todos los circunstantes, menos éste, fueron por riguroso turno levantándose del asiento, avanzaron hacia el Cristo y descargaron sobre él un fuerte ramalazo.

Pérez, como Pilatos, autorizaba con su impasible presencia el escarnecedor castigo. El espía no quiso ver más profanaciones, escapó como pudo y fue con el chisme a la Inquisición, que pocas horas después echó la zarpa encima a más de cien judíos portugueses. Al judío Manuel Bautista Pérez le pusieron los católicos limeños el apodo de Pilatos y la casa quedó bautizada con el nombre de Casa de Pilatos.

Tal es la leyenda que el pueblo cuenta. Ahora veamos lo que dicen los documentos históricos. En la Biblioteca de Lima existe original de los portugueses y de él sólo aparece que en la calle del Milagro existe la sinagoga de los judíos, cuyo rabino o Capitán Grande (como dice el Fiscal del Santo Oficio) era Manuel Bautista Pérez (5). El fiscal habla de profanación de imágenes; pero ninguna minuciosidad refiere con la popular conseja. El juicio duró tres años. Quien pormenores quiera, búsquelos en mis Anales de la Inquisición de Lima.

Pérez y diez de sus correligionarios fueron quemados en el auto de fe de 1639, y penitenciados cincuenta portugueses más, gente toda de gran fortuna. Parece que al portugués pobre no le era lícito ni ser judío, o que la Inquisición no daba importancia a descamisados. Y no sé más sobre Pilatos ni sobre su casa” (1868).

“Sólo me resta añadir que en el siglo XIX, cuando en toda América alboreaba la Independencia, fue en esa casa donde funcionó la primera logia masónica, preparatoria del arribo de San Martín. Los enciclopedistas franceses habían puesto a la moda la masonería, que en nuestro siglo XX reposa en el panteón de las antiguayas.” (Nota agregada por el autor en 1917.)

De la tradición descrita se pueden extraer diversas apreciaciones, particularmente que lo contado por Palma puede haber tenido cierto asidero en la mentalidad popular, asociándose las ideas de herejía versus masonería, así como la persecución de parte de la Iglesia católica hacia los masones y. sobre todo. la presencia de extranjeros “judíos y portugueses” difusores de ideas contrarias contra la religión. Otra de las posibles relaciones que existirían sería la confusión que tanto Palma como otros miembros masones o no realizarían entre clubes patrióticos y logias masónicas. Cabe mencionar que Palma fue un destacado masón y dicha confusión entre club y logia pudo ser voluntaria.

Lo cierto es que el corpus ideológico de la masonería peruana albergó las ideas de las elites respecto a las nociones de patria y los componentes de ésta. De algún modo, los argumentos que imaginaron las elites respecto a los componentes de la nación peruana fueron recreados en el desarrollo de una concepción histórica anclada en los ideales liberales y republicanos.

Décadas más tarde, luego de la Guerra con Chile, los masones hacen permanentemente referencia a la relación que mantuvo Miguel Grau con la masonería. De acuerdo con la versión masónica, Grau habría sido invitado a pertenecer a la orden masónica en la logia Unión indisoluble, del Valle de Piura. Sin embargo, recién lo haría en Paita. Los masones recogen este hecho gracias al testimonio de Ricardo Palma, quien “recordaba que en cada arribo al Callao, después de sus interminables viajes, iban juntos a saludar y trabajar con su Venerable Maestro de la Logia Cruz Austral que laboraba en el Callao”(6). Asimismo, en la biografía novelada referente al héroe de la Guerra del Pacífico, se afirma que el padre de éste, don Manuel Grau, se habría asentado en Lima en diciembre de 1848 y formó parte de la Sociedad Fraternidad, Igualdad y Unión, que reunía en su seno a quienes habían sido calificados como participantes en las campañas de la Independencia y que más tarde se habría de convertir en la Benemérita Sociedad de Fundadores de la Independencia y Defensores Calificados de la Patria, lo cual confirma una vez más la estrecha relación entre los miembros que formaron las sociedades patrióticas. En más de una ocasión, padres e hijos pertenecían a sociedades similares (7).

La prensa peruana tampoco estuvo ajena a la divulgación de la masonería, ya sea bajo la modalidad del folletín, que destaca el carácter misterioso y secreto de esta organización. Tenemos, por ejemplo, que en 1848, en El Correo Peruano se transcribe una novela corta de Alejandro Dumas con claras referencias a los ritos de iniciación masónica y su falsedad en Francia (8).

La divulgación de ideas fuerza respecto a la masonería es anotada posteriormente por otro liberal tradicionista como José Gálvez, quien afirmaba que durante su infancia se le habían inculcado prejuicios sobre el tema (“estos terribles masones”), lo que era para él una muletilla conocida, entendiendo que al masón se le confundía “con el duende, con el fantasma con el trasgo amenazante y en la confusión mental que el miedo provocaba, se mezclaba la nebulosa idea de las reuniones masónicas con la de las brujas de las ‘escobas’ voladoras y con la de los duendes cabezones, duchos en tirar piedras a las casas y hundir la mollera a los recién nacidos” (9). Sin embargo, posteriormente anota Gálvez que fue un zambo viejo empapelador que le enseñó la casa de la calle de San Francisco. Igualmente le reveló que el abuelo Gálvez había sido masón. Asimismo, lo habían sido su bisabuelo y sus tíos. Este interesante testimonio es un pasaje riquísimo que nos permite conocer cómo la masonería actuaba o, mejor, reclutaba a sus integrantes estableciéndose en la práctica, una red de sociabilización entre la parentela masculina de los miembros pertenecientes a la elite, en que las discusiones políticas (historia, patria y nación) pasaban por el tamiz ideológico (liberalismo-republicanismo) en distintos matices y en un espacio establemente jerarquizado, pero con exigencias morales, que propiciaron un espacio alternativo al oficial. Si bien nadie reconocía hablar de política, se hablaba y hacía política, como se manifestó en la Constitución masónica de 1850, título III del gobierno masónico: “La Masonería Peruana adopta para gobierno el representativo, y delega el ejercicio a los tres supremos poderes que establece, y son el Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Este gobierno es un símil de la República” (10).

Notas

(1) Fernando Ayllón. El Tribunal de la Inquisición. De la leyenda a la historia, p. 499.

(2) Eduardo Mendoza Silva. Historia de la masonería en el Perú. Masonería pre-repúblicana. Lima: Imp. Rávago e Hijos, [19—] 312 p.:il.

(3) Titulo XV (observación y reforma de la Constitución). Constitución Masónica. Estatutos generales de los francos y libres masones del Perú. Lima, 1850. Impreso por J. Franklin Haley.

(4) Ricardo Palma, Tradiciones Peruanas. Ver: “La casa de Pilatos”, vol. II. Edición y prólogo de Edith Palma, Lima-Perú, 1968, p. 360-363.

(5) Manuel Bautista Pérez fue uno de los más notables lusitanos que vivió en nuestro país. Era natural de Ansar (Coimbra, Portugal), de 46 años. Según lo señalado por Ricardo Palma en sus Anales de la Inquisición de Lima, éste era un rico comerciante. Se le acusó de judío “(...) y de mantener en actividad clandestina su fe y propagarla a despecho de las prohibiciones” (Anales de la Inquisición de Lima, XXIII), pero el hecho más importante que debe ser señalado es el de la posesión de una pinacoteca y una biblioteca de 135 títulos y 155 volúmenes que revelaban la vasta cultura del comerciante portugués. Las persecuciones de la Inquisición no sólo revelaron el interés por el mantenimiento de la pureza del credo católico, sino también la estrecha relación con la persecución de libros considerados herejes.

(6) Revista Gran Logia del Perú. Fraternidad. Edición extraordinaria, 1996, p. 12. Don Miguel Grau Seminario. R\H\ Francisco Piña Baca. Ver también el estudio de Alfonso Harth Bedoya, Ricardo Palma: egregio tradicionista e ilustre masón peruano. Lima, San Marcos, 1992.

Notas.

(7) El almirante Miguel Grau (1834-1879). Una aproximación biográfica. Caja Municipal de Ahorro y Crédito de Piura. Asociación de Historia Marítima y Naval.

(8) El Correo Peruano. Boletín Marítimo y Mercantil. 10.04.1848, Nº 1009, Año IV “Y el que contra los hábitos y ritos de la Sociedad se había descubierto, mostró el venerable rostro y la blanca barba de un anciano de ochenta años. –Bien, dijo el extranjero, ahora diré que el que está a tu izquierda es el representante del círculo inglés, el que preside la lojia de Caledonia. –¿Quién os ha convocado?, preguntó el desconocido, pasando de interrogado a interrogante. –El Círculo Supremo. –Sin duda no habéis venido sin objeto, dijo el extranjero volviéndose al presidente y a los cinco jefes, vos de Suecia, vos de Londres, vos de Nueva York, vos de Zurich, vos de Madrid, vos de Varsovia y vosotros, todos en fin, continuó dirigiéndose a la multitud de las cuatro parte del mundo, también habéis venido con objeto al santuario terrible de la fé. –Ciertamente que nó, respondió el presidente. Venimos ante el fundador de un misterioso imperio en Oriente que reunido los dos hemisferios en una comunidad de creencias que enlazado las manos fraternales dejenero humano. –¿Y hay algún signo cierto por el que puedan reconocerse? –Sí, dijo el presidente, y Dios se ha dignado revelármelo por medio de sus ángeles [...] Volvióse enseguida al viajero. –¿Qué deseas?, le preguntó. –Ver la luz, respondió éste.”

(9) Ibíd. ¡Estos Terribles Masones!, por el hermano José Gálvez Barrenechea, p. 30-31.

(10) Estatutos Jenerales o Constitución Masónica de los Francos y Libres Masones del Perú. Lima, 1850. Impreso por J. Franklin Haley.

(*) Profesora de Historia en la Universidad Federico Villarreal.

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jueves, mayo 10, 2007

Reconocimiento para nuestro Blog

RR:. y QQ:. HH:.

En este link podrán encontrar el reconocimiento otorgado a nuestro blog por la Logia St. Andrew 518 del Or:. de Inglaterra


http://www.standrew518.co.uk/2007/Award%20Winners/Awards-Presented.htm

Fraternalmente,

Cosmoxenus

domingo, abril 01, 2007

CARTA DE LIMA



En la Ciudad de Lima, con motivo de la celebración de la Asamblea Anual de la VI Zona de la Confederación Masónica Interamericana , en Lima, Perú, del 22 al 24 de marzo de 2007, se reúnen la Grandes Logias Confederadas que la componen; Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, España, Paraguay y Perú y en virtud de las atribuciones que le competen, declaran:

1. Que la Orden masónica desde su fundación se basa en la docencia e instrucción de sus Hermanos para la búsqueda de su perfeccionamiento integral espiritual y social. En este sentido se encuentra comprometida en LA EDUCACIÓN para el desarrollo y bienestar de los pueblos.

2. Que nuestra Institución pregona, defiende y reconoce que la libertad de los Hombres en su más amplia expresión, aplicada en la educación, conduce a un despertar y elevación de sus niveles de conciencia por medio de la práctica de los valores morales y sociales.

3. Que resulta fundamental propender hacia una educación laica que libere al hombre de la política partidaria y el fundamentalismo religioso, formando un Hombre independiente, universalista, tolerante y humano que propenda a la paz y el entendimiento entre todos los hombres.

4. Que el laicismo requiere neutralidad ante todas las religiones, pero de ninguna manera implica neutralidad en la ética o la moral.

5. Que reconocemos a la Educación, como único y primordial instrumento para la solución de los problemas del hombre como unificador social y herramienta primordial para el respeto, la tolerancia, libertad de conciencia y la igualdad jurídica ante la Ley, principios en los que está fundada la orden: Libertad, Igualdad, Fraternidad, con Justicia.

6. Que instamos a los gobiernos y comprometemos nuestro apoyo en dicho objetivo para que los sistemas educativos en general, alcancen su pleno desarrollo, llevando bienestar espiritual y material que permitan una igualdad de oportunidad sin distingo de raza, credo, creencias ni posición social a todos los habitantes del planeta.

7. Que como fruto de la educación se deberá adecuar la ciencia y la tecnología para el uso racional y apropiado de los bienes naturales, evitando la devastación de nuestra tierra y toda forma de degradación del recurso natural Agua.

En virtud de las declaraciones precedentes la Grandes Logias aquí reunidas recomiendan:

  • Realizar acciones, en cada jurisdicción, tendientes a la aplicación y el desarrollo de una educación laica para todos los habitantes, extendiendo su acción a los gobiernos de sus respectivos territorios, al trabajo interior de sus Logias, proyectándolos a la sociedad.
  • Propiciar que los Hermanos individualmente, con su ejemplo y los principios de nuestra Institución, en los ámbitos de desenvolvimiento que le corresponda desempeñarse, se constituyan en referentes de opinión que le permitan transmitir los valores fundamentales de la educación laica, obligatoria e igualitaria.


Extendido y suscripto en el Valle de Lima, Oriente del Perú, el día 24 de marzo de 2007 e.v.,

(Las firmas figuran el el documento original)

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Gran Logia de Argentina Gran Logia de Bolivia


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Gran Oriente de Brasil Gran Logia de Chile


_________________ __________________

Gran Logia de España Gran Logia de Paraguay


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Secretaria Ejecutiva C:.M:.I:. Gran Logia del Perú

sábado, febrero 03, 2007

El Heraldo Masónico de 1862


En la Biblioteca Pública de Lima, antes conocida como la Biblioteca Nacional del Perú, en lo que se conoce como "sala de investigaciones" se encuentra un periódico del año de 1862 que constituye un pedazo de la historia de la Masonería en el Perú que ha quedado casi en el olvido. Este diario fue una de las primeras muestras claras de que la masonería estaba presente en nuestro país y que contribuyó a la independencia del Perú, así como una evidencia también de que ya por esos años había mayor libertad para la Logia de manifestar sus ideales, sobre todo ante el temor de los "profanos" por los supuestos ritos que los masones llevaban a cabo. La información que se muestra aquí es el resultado de las lecturas que hice de ese diario, el fin es compartir la información con aquellos interesados en la historia de la Masonería, y sobre todo con los peruanos que se interesaron siempre por los temas referidos a la Logia.

Orígenes

El Heraldo Masónico aparece en el año de 1862, en los finales de la administración de Castilla, en plena cercanía de los comicios electorales. La prensa de la época estaba abocada a la campaña y la propaganda política tanto de manera implícita como explícita, para favorecer o desprestigiar a Miguel de San Román así como a Vivanco. Es el primero de febrero de ese mismo año cuando el primer número del Heraldo Masónico sale a la luz, un periódico doctrinario que tiene como causa esclarecer e informar acerca de la Masonería en el Perú a todos sus contemporáneos; aunque, según nos cuenta Evaristo San Cristóbal:

“desde tiempo atrás, y desde la época virreinal, la secta de los francmasones existió e hizo intensa campaña en pro de las ideas libertarias, lo que motivó severísimos decretos de Abascal, que se fijaron por bando en las calles de la capital, había no obstante decaído a comienzos de la era republicana, lo que dio origen a que los más recalcitrantes de sus propagandistas, divulgasen sus doctrinas en conferencias y hojas sueltas, hasta que convencidos de la necesidad imperiosa en que se hallaban de sacar a la luz un periódico propio, dieron los pasos necesarios y por fin salió El Heraldo Masónico”[1]

La influencia tanto de la masonería como del jesuitismo en la Independencia de América y el Perú, es ya conocida, pero habiendo ya conseguido los ideales libertarios que la masonería propugna, y ante tanto desconcierto y temor por parte de la población hacia sus miembros y ritos, se decide sacar una publicación periódica que se dedicara a esclarecer el conocimiento de la gente acerca de esta Logia.

Según los archivos de la Cruz Austral, todo comienza cuando el H.: Pedro Vizcarra, se dirige ante Gregorio Giocochea (quien tenía el pseudónimo de ORESTES y ocupaba el cargo de V.M.), Manuel Salazar Ayala (1º V.:) y Joaquín Miró Quezada (2ºV.:) para hablarles de la imperiosa necesidad de sacar a la luz un periódico masónico, el cual se debía “proponer a extender en todas las clases de la sociedad las ideas humanitarias y de virtud base de la asociación, así mismo desterrar la preocupación que en los ignorantes han podido inclinar los enemigos de la orden”. Tras eso se procedió a leer la proposición echa por Pedro Vizcarra, y a los 15 días fue necesaria una nueva exposición para que aquellos que no habían tenido oportunidad de enterarse sobre esta nueva propuesta, lo hicieran. Se acepta la idea con entusiasmo, pero como era costumbre y siguiendo las tradiciones, esta propuesta tuvo que ser sometida al dictamen de la comisión respectiva de cada una de las logias. Entonces a Vizcarra se le encomienda la redacción de un programa, que él muy astutamente inserta en el primer número del diario a fin de evitar los titubeos con respecto a su propuesta, y como no obtiene contestación sobre la autorización de la publicación por parte del S.:G.:M.:, decide tomar el silencio como una respuesta aprobatoria, cometiendo el grave error de plasmar el nombre “profano” de Joaquín Miró Quezada en el número uno de la publicación, quizás el único que vamos a encontrar a lo largo de la lectura del periódico, ya que después del incidente se le prohíbe terminantemente colocar nombres, mas sí seudónimos o iniciales como es costumbre milenaria en la Logia.

El Heraldo Masónico: Aspectos Formales.

El Heraldo Masónico es de formato pequeño a comparación con los diarios más conocidos de la época. Mide 30 cm de alto por 20 cm de ancho, pero como diría en un párrafo un miembro bajo el seudónimo de Horacio en el número cuatro de la publicación: “El Heraldo pues, si es pequeño en sus dimensiones, es inmenso en su valor y en la fe que tiene de que la justicia triunfará por mas tenaz y asiduo que sea el empeño de los egoístas”. No tiene en su publicación mayor ornamento, y las noticias están distribuidas en cuatro carillas divididas a dos columnas cada una. Como lo habíamos señalado anteriormente, el primer número es publicado el 1º de febrero de 1862, en la que los redactores del diario nos dicen lo siguiente:

“Extendida como está la masonería por todo el orbe, y habiendo penetrado su influencia tanto en el alcázar de los reyes como en la humilde cabaña del labrador, no puede menos que reputarse como el símbolo de la igualdad. Una asociación en el que el más grande es el más virtuoso, una asociación que con tanta sabiduría ha combinado un lenguaje por el cual se comprenden el chino, el etíope, el árabe(...) y en fin, todos los iniciados de cualquier país(....) y sin embargo de eso, ninguna publicación periódica se ha establecido en el Perú para lanzar al dominio público la esencia del masonismo, trabajo que no comprendemos por qué causas no ha sido emprendido por los ilustrados masones de nuestra república, cuando los estados de la culta Europa y Unión Americana, hace algunos años que sostienen varios con un éxito brillante. ¿Y nosotros pretendemos llenar ese vacío?. Sí, porque confiaos en el vigor de nuestro corazón y en nuestra incontrolable voluntad...”[2].

Salía a la venta los días sábado de cada semana, y la suscripción costaba dos reales en pago adelantado y los números extras a medio real cada uno “para que los escasos de fortuna puedan obtenerlo sin ningún sacrificio”. Los puntos de suscripción eran en Lima, la Imprenta de SS. Alfaro y Cía., calle Baquíjano 180, la tienda de Juan Justo Díaz en la rivera inmediata a la puerta de palacio, y en el Callao se podían suscribir en el escritorio de Joaquín Miró Quezada, esquina de San Antonio, en el almacén de útiles de escritorio en la calle del Comercio y en la Imprenta de “El Chalaco” de Gómez y Aparicio, calle Pescadores número 128, que era también la de El Heraldo así como de otro periódico del mismo nombre que salió en el año de 1861 y se dejó de editar en el 1863.

Estaba formado por las secciones Editorial, Revista de la Semana, Inserciones y Avisos Generales en los que mayormente avisaban cuáles eran los días de tenida de los altares superiores y logias simbólicas. Como lo dijimos anteriormente, sus redactores y colaboradores se mantenían en secreto utilizando tanto seudónimos (como por ejemplo Astrea, Tuval, Fco. Atico, Demóstenes, Caupolicán, etc) o empleaban las letras iniciales de sus nombres siguiendo una costumbre ancestral, originada en las persecuciones que sufrían los masones por parte de la iglesia, y ya entrando en el siglo XIX, los masones del Perú debido a sus manifestaciones libertarias. Sólo años después según afirmación de Evaristo San Cristóbal se descubriría que el editor del periódico era Juan Manuel del Mar, el serenísimo Gran Maestre de la Orden y quien también era primer Vice-Presidente de la República y Vocal de la Corte Suprema de Justicia.

El Heraldo Masónico era un periódico doctrinario, incluso considerado en su género como algo exótico en el periodismo nacional. Sin embargo, a pesar de mantener diáfano su objetivo esclarecedor, su respeto por los secretos de la organización hacia los no miembros que no habían sido iniciados según la costumbre, no quería dejar de publicar algunos eventos masónicos de importancia para los miembros de la Logia más que para los profanos: “El Heraldo quiere registrar semanalmente todos aquellos sucesos masónicos, que por su importancia no merezcan ser consignados en los largos artículos, pero que no dejan por eso de tener algún interés. Con este fin abre sección especial, à que los HH.: sectarios de los altares de Lima y el Callao, tendrán la atención de remitir, bien los datos, ó los escritos arreglados para entrar en prensa; esto aparte de las noticias que el encargado de La Revista, pueda adquirir por sí”[3].

Es así, y siguiendo con este objetivo, que en el poco tiempo que el periódico que estuvo vigente (sólo contó con 24 números e hizo su última aparición el Sábado 19 de julio del mismo año), que puso dos veces su columnas de luto, con una pequeña ilustración debajo del título en el que aparecía una tumba bajo la sombra de un árbol y de la luna. La primera vez fue el viernes dos de mayo, tras la muerte de Teniente de Serenísimo G.: M.:, don Julio Manuel del Portillo, y la segunda vez, quizás la más sentida fue tras la muerte del Serenísimo Gran Maestre Juan Manuel del Mar, quien ostentaba el grado 33 dentro de la logia, y del que se cree es el presunto director del periódico. Tras este acontecimiento, en el Heraldo Masónico nos cuentan lo siguiente:

“Los grandes dignatarios de la Masonería Peruana van desapareciendo: hace pocos días que el Teniente del G.: Maestre pasó a la vida eterna; y hoy tenemos que lamentar una nueva desgracia. El serenísimo G.: Maestre de la orden murió también, casi en el mismo instante que era relevado del puesto que ocupaba, por elección hecha conforme a las leyes masónicas (...) era en lo profano primer Vice-presidente de la República y Vocal de la Corte Suprema de justicia”[4]

En los números posteriores, y ya los últimos, el Heraldo le hace una necrología a su Gran Maestre, para lo cual piden a todas las personas que le puedan aportar datos, por favor, los hagan llegar a las instalaciones del semanario

Comentario acerca de los contenidos

Respecto a los contenidos podemos decir que el Heraldo Masónico cumplió con el compromiso tomado y dado a conocer al público tras el primer editorial. El público lector de este semanario se entera, tras la lectura de sus columnas, mucho más acerca de la masonería en el Perú, lo necesario según desde el punto de vista de los miembros de la logia. Las diversas columnas que nos hablan sobre el origen de la Masonería, la influencia de la Masonería en Latinoamérica y en el Perú, así como el comentario de las obras que se dedican a desprestigiar a la masonería, sirven para este fin. Ellos le dicen al lector cosas como que “han pasado 40 años desde que la masonería vino al Perú y que cuanta hasta el presente año con más de 20,000 afiliados”, que la masonería “no es una secta opuesta á la religión del Crucificado, como falsamente propalan nuestros enemigos los jesuitas” y que “son tan antiguos como la creación (...) lo que se confirma con la letra de los libros santos, que dejan vislumbrar la existencia del masonismo desde que hubieron hombres en la tierra”.

El Heraldo Masónico es también usado como una herramienta ideológica. Desprestigia a sus enemigos, y trata de persuadir a los lectores acerca de la corrección de sus doctrinas.

Es ya conocido que masones y jesuitas, a pesar de que ambos ayudaron en los movimientos independentistas en América Latina, tenían una rivalidad muy grande. Desde el primer número de El Heraldo, y con el fin de “defenderse” de las constantes acusaciones que estos les hacían, sacan una columna que trata de “desmentir a esta congregación”, según ellos como un acto de defenderse de sus enemigos. Se expresan del jesuitismo a través de una columna hecha a colaboración de un lector que había abandonado los templos masónicos de la siguiente manera:

“El masonismo y el jesuitismo: he aquí dos grandes epopeyas; la una proclama la libertad, la tolerancia, la otra el oscurantismo, la concentración de la idea; la primera llama á su seno á todos los hombres virtuosos de cualquier país y religión que sean; la segunda busca con diligencia el talento para dedicarlo a un solo objeto que es la comodidad de los asociados y la intervención en los gobiernos políticos de los pueblos; aquella circula por el orbe predicando el amor á la virtud y el odio al vicio, ésta recorre también toda la tierra proclamando en alta voz las virtudes evangélicas, pero mirándolas en secreto para locupletar de oro sus arcas. El masón ama los principios; el jesuita es idólatra de los resultados; y mientras que el primero contribuye con su peculio al sostenimiento de la orden masónica y parte su pan con el necesitado, el último explota á la sociedad, que crédula y timorata, le constituye árbitro de su corazón, de sus bienes y su conciencia...”[5]

En sus líneas, también hay una inserción muy curiosa. El discurso pronunciado por Rousseau cuando éste toma el cargo de Gran Maestre de la logia. Éste no sería el primer discurso insertado en el Heraldo. A través de sus diferentes números podemos leer discursos de discusión acerca de un tema, los discursos pronunciados por nuevos miembros de la logia y por los encargados de darles la bienvenida a éstos, así como aquellos pronunciados tras la muerte de alguien cercano a la masonería. La oratoria era un tema fundamental en el Heraldo, y en sí, dentro de Logia. Los temas de reflexión acerca de lo social, o asuntos filosóficos tampoco era dejado de lado. Tenemos por ejemplo una columna que nos habla del principio de la perpendicularidad, así como artículos de más de un número que hacen referencia al tema del matrimonio y los amigos. La literatura, muy ligada al periodismo de la época, se hacía presente a través de poemas de carácter filosófico. La que escribía estos era una mujer.

Habían también avisos que ellos calificaban como “de alto interés masónico”. Es así y mediante este medio que informan a su comunidad la intención de organizar la masonería Latinoamericana bajo una misma institución. También informan sobre los días de tenida en las Logias de Lima y Callao, así como la muerte, como ya lo había mencionado antes, de sus dos principales representantes.

NOTAS
[1] Citado por: El Heraldo Masónico (2ª época). Edición Extraordinaria conmemorativa de su primer centenario. Editada por la R.: L.: S.: Cruz Austral Nº 12. Nº 3. Página 38. Lima, 28 de mayo de 1965.
[2] El Heraldo Masónico. Callao, Sábado 1ª de febrero de 1862. Año I, Nº1, s/p.
[3] El Heraldo Masónico. Callao, Sábado 8 de Febrero de 1862. Año I, Nº2, s/p.
[4] El Heraldo Masónico. Callao, Sábado 23 de junio de 1862. Año I, Nº 21, s/p
[5] El Heraldo Masónico. Callao, Sábado 15 de febrero de 1862. Año I, Nº 3, s/p.
[6] El Heraldo Masónico. Callao, Sábado 15 de febrero de 1862. Año I, Nº 3, s/p.