domingo, marzo 20, 2005

Historia del Rito Escocés antiguo y aceptado.

De todas las polémicas y controversias que se hayan suscitado en el seno de la Masonería, ninguna tan tenaz y empeñada como la que viene manteniéndose desde su aparición, con respecto al titulo y origen verdadero de este Rito, y muy en especial, de su pretendida antigüedad, que algunos hacen remontar hasta los primeros siglos del cristianismo dándole al gran Manes[1] por institutor. Según nuestros estudios e investigaciones, no puede probarse que semejante Rito sea Escocés, ni que su antigüedad sea tal, que le autorice en lo mas mínimo para sostener la menor pretensión, ni fundar en ella la menor prioridad o preeminencia. Un solo dato basta para que cualquiera pueda adquirir por sí solo un pleno convencimiento de lo primero, y es, que rechazado constantemente por los masones del país que se le asigna por cuna, este Rito no consiguió penetrar en Escocia hasta el año de 1846; y con respecto a lo segundo, la misma fecha de sus Constituciones, que se dan como fundamentales, nos dicen claramente que esta cacareada antigüedad data en todo caso tan solo del año 1786, o cuando más del año 1762, a poder admitir como autenticas y valederas las Grandes Constituciones llamadas de Federico II.

La adición de las palabras antiguo y aceptado, es evidente que se adoptó en Francia, parodiando[2] lo acaecido en Inglaterra en 1739. Es sabido que cuando la escisión promovida en aquel año en el seno de la Gran Logia de Londres, se dividieron sus miembros en dos grupos rivales; los separatistas, para distinguirse, se apropiaron del título distintivo de anciend and aceptet massons (masones antiguos y aceptados) como queriendo indicar, que se declaraban continuadores y mantenedores de las antiguas y caducas tradiciones y ceremonias masónicas de los constructores, que acusaba a los miembros del otro partido de haber desconocido y alterado, por lo que les señaló de aquel día con el dictado de masones modernos. Igual sucedió en Francia en 1786, cuando el Gran Oriente procedió a una severa revisión de los altos grados reduciéndolos al numero de cuatro. Acusado por los mismos factores del Rito Escocés, que en aquel entonces precisamente, a ser cierto lo que sostienen, se ocupaban de elevar a treinta y tres el número de los que constituían su escala jerárquica, de haber querido desnaturalizar los misterios y antiguas ceremonias para sustituirlos por otros nuevos, señaláronlos también, a su vez, con el titulo de modernos, mientras que ellos se abrogaban el de antiguos. Tal es el Génesis del Rito Escocés Antiguo y Aceptado.

Los documentos que se reconocen y admiten como más autorizados por los masones que siguen este Rito, establecen: Que la creación de los sublimes e inefables grados del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, tuvo lugar poco después de la terminación de la primera cruzada[3], estableciéndose simultáneamente en Escocia, en Francia y en Prusia; pero por circunstancias que no son conocidas de nadie, éstos cayeron muy pronto en desuso y permanecieron olvidados durante muchos años, o sea desde 1648 hasta 1744. Pero semejante aserción no ha podido ser nunca demostrada ni apoyada por ningún documento auténtico y fehaciente que merezca el menor crédito. En lo que estamos de acuerdo, es reconocer que la introducción de la Masonería templaria, tuvo lugar en Francia en 1727, por su mismo autor y recopilador el noble Escocés, barón de Ramsay, que en 1744 instituyo en Burdeos una Logia de Perfección, y que en Prusia fue deudora de tal beneficio al marqués de Bernez que lo verificó en 1757, y a los oficiales del ejército de Brogolie.

El conjunto del sistema y de sus treinta y tres grados, según puede verse en la Recopilación de las Actas del Consejo Supremo de Francia (por Setier, París de 1832) y en otra acta del mismo Supremo Consejo de 5 de Marzo de 1813, que publicó con el título de "Notice sur la Francmaconnerie ot sur I'erection du supréme Conseil de trente trois grades", así como en muchos otros documentos, descansa sobre los estatutos y Reglamentos redactados en Burdeos[4] en 1762 por los diputados delegados por el Soberano Consejo de los Emperadores de Oriente y Occidente y el de los Príncipes del Real Secreto de aquella ciudad, que había sido instituido por el primero en 1759, cuyo texto oficial se halla en la citada recopilación y en la Constitución, Estatutos y Reglamentos para el Gobierno del Supremo Consejo, atribuidos como ya hemos dicho al rey Federico II. Según se dice en estos documentos oficiales, "Carlos Eduardo Estuardo[5], último retoño de la rama de este nombre y jefe de toda la Masonería antigua y moderna, confirió al rey Federico II la suprema dignidad de Gran Maestro, designándole para su sucesor; y en tal concepto, en 1761 fue reconocido como jefe de los sublimes e inefables grados de la Masonería sobre ambos hemisferios. Este nombró al Príncipe Carlos, heredero de la corona de Suecia, Gran Comendador y Protector de los masones suecos, invistiendo con igual dignidad al duque de Chartres y al cardenal Rohan, para los masones de Francia. Distribuidos así los poderes, en 25 de octubre del año 1782, fueron confirmadas las grandes constituciones de Burdeos". En aquella época el Rito Escocés Antiguo y Aceptado no constaba más que de 25 grados, de los que el Príncipe del Real Secreto era el más elevado, pero en vista de las invasiones de los innovadores y de las discordias que a consecuencia de ello se promovieron en Alemania, recelando aquel monarca que la Masonería pudiera llegar a ser presa de la anarquía y víctima de aquellos que bajo el nombre de masones podían intentar anonadarla y viendo que su existencia se encaminaba al ocaso, se decidió al fin a transmitir todos los Soberanos poderes y prerrogativas de que se hallaba investido, a un Consejo de Soberanos Grandes Inspectores Generales, para que después de su muerte tomara la suprema dirección alta y sublime Masonería, con sujeción a la Constitución y Reglamentos. Con este objeto en 1786 amplió la escala jerárquica de los grados elevando el numero hasta treinta y tres, y otorgando este último el título de Poderoso y Soberano Gran Inspector General. Los altos poderes que se conferían a los hermanos condecorados con este grado, que debían ser en lo sucesivo los encargados del gobierno y dirección del Rito, fueron concentrados en un Soberano Capítulo al que dio el título de Supremo Consejo del grado 33º.

Por último, el 1ro de mayo de aquel mismo año pocos meses antes de acaecer su muerte (17 de agosto), publicó la Constitución y Reglamentos de los Grandes Inspectores Generales, en cuyo Art. 8º, los instituye por sus sucesores; consignando, que después de su fallecimiento, los Supremos Consejos serán los Soberanos de la Francmasonería. Pero semejante relato, a pesar de los sellos y timbres oficiales que lo adornan, no solo merece el menor crédito sino que muchos lo desmienten de la manera mas categórica y terminante, como son de ello buen ejemplo Ragón, Clavel, Findel y otros muchos.

El erudito H:. Reboul, después de haber compulsado todos los autores alemanes que se ocupan de este particular, dice en su Historia de la Francmasonería, lo siguiente: "El rey Federico de Prusia fue iniciado en la Masonería el 15 de agosto de 1738 en Brunswich, siendo en aquel entonces príncipe real. En 1744 la Logia de los Tres Globos, de Berlín, fundada por artistas franceses, que habían sido llamados a Prusia, fue elevada por él a la categoría de Gran Logia, siendo aclamado Gran Maestro de la misma, cuya dignidad ejerció sólo hasta 1747, aunque la Gran Logia continuó inscribiéndole como tal en el cuadro de sus grandes dignatarios, hasta el año de 1755. Desde aquella época, ya no se volvió a ocupar de la Masonería activa para nada. En sus conversaciones con algunos de los hermanos que dirigían la Logia de los Tres Globos, y que le solían poner al corriente de cuanto en ello ocurría, continuó demostrando siempre el mayor afecto por la Institución; pero tan luego como los nuevos sistemas introducidos por el marqués de Bernez y por los oficiales del ejército de Broglie, fueron tomando incremento e infiltrándose en las Logias alemanas declarándose enemigo de semejantes innovaciones y manifestó a su manera el mayor desdén, expresándose en términos muy duros contra los altos grados, augurando que en su día vendría a ser perenne manantial de discordia entre las logias y los distintos sistemas. Después de esto ya no se le volvió a oír hablar más de Masonería durante los últimos treinta años de su reinado". Este es el un hecho notorio y comprobado por las mismas actas de las Grandes Logias de Berlín.

El hermano Marconay, autor de varios escritos sobre la Masonería de los altos grados, deseoso de ilustrar y de poner en claro cuanto hubiere de verdad acerca del origen prusiano del Rito Escocés Antiguo y Aceptado en 33 grados, dirigiéndose a la Gran Logia de los Tres Globos en Berlín, para que sirviera darle los esclarecimientos necesarios; el 17 de agosto de 1733 recibió la contestación oficial, en la cual se encuentran, entre otros, los siguientes párrafos: "En cuanto a las opiniones entre nosotros, debemos participaros que Federico el Grande es en parte el creador del sistema que nuestra Logia adoptó, pero nunca se inmiscuyó en sus asuntos, ni se ocupó de dictar leyes a los masones, a los que siempre concedió la mayor protección en sus Estados. La Gran Logia no reconoce ni practica más que los grados azules de San Juan. Un comité particular compuesto de miembros elegidos por los hermanos, llamado Supremo Oriente Interior, dirige los trabajos de los grados superiores que no pasan en numero de 7. La Logia Escocesa de este Senado Superior presidida por un Escocés Superior, ejerce jurisdicción sobre las Logias Escocesas unidas a las de San Juan. Tal es el estado de las cosas entre nosotros; todo lo que se refiere a las prescripciones de Federico el Grande y del Senado Superior que debe existir, carece de fundamento".

En la crítica razonada de varios autores prestigiosos, debemos buscar el camino que nos conduzca al descubrimiento del verdadero origen de este rito. Del examen de la mayoría de los que niegan un origen prusiano, templario o anterior, se reduce en conclusión, que la base fundamental del mismo estriba en el Rito de Perfección en 25 grados, creado en París en 1756 en el Capítulo de los Emperadores de Oriente. Importado este Rito a América por el Judío Esteban Morín, allí, donde por mas que algunos traten de sostener otra cosa, no se conocían mas que los tres grados de la Masonería primitiva de San Juan, fructificó de una manera tan rápida el sistema de los Soberanos Príncipes de la Masonería, fue tal el afán y la locura que se despertó en aquél fértil y privilegiado país, virgen aún de toda innovación, por la adquisición de altos, que agotado muy en breve el rico cargamento de joyas, bandas y condecoraciones de que fue provisto aquel mercader, Morín concibió la idea de ampliar la escala de los primitivos grados, elevando su numero hasta 33. Y a sí lo verificó, efectivamente, en unión de otros hermanos, con los que se puso previamente de acuerdo.

Reunidos en Charleston (Carolina del Sur, U.S.A.), después de distribuirse los cargos y concentrar y concentrar en sus manos toda la administración, fundóse ahí en 31 de Mayo de 1801, el primer Supremo Consejo de la nueva Masonería, cuya existencia se dio a conocer por primera vez, en una circular expedida por ese alto cuerpo con fecha de 4 de diciembre de 1802, siendo muy de notar que a pesar de la supuesta antigüedad y aceptación que hace presumir su título, no se halle en la misma la menor indicación que revele su origen, ni su anterioridad, limitándose únicamente a preconizar la excelencia de sus 33 grados, cuya organización atribuye al rey de Prusia, en mayo de 1786.

Tampoco se dice nada en este documento, de cómo ni por quién había sido importado este Rito a América, ni con que corporaciones análogas se hallaba en correspondencia. El año siguiente es cuando, por primera vez se ve figurar en su Anuario el nombre de una potencia de este Rito, como corresponsal: El Supremo Consejo de Santo Domingo que acababa de ser creado bajo sus auspicios por el conde de Grasse Tilly, uno de sus delegados.

Era el conde un militar francés agregado al servicio de las colonias, al que, a imitación de Esteban Morín, el Supremo Consejo de Charleston, después de haberlo creado el Gran Inspector General, en 1799, le confirió una patente para la creación del mencionado Supremo Consejo a su regreso a la isla.

La pérdida definitiva de aquella colonia le obligó en 1804 a volver a Francia. Tan pronto como se encontró en París, se ocupó activamente en dar a conocer los 33 grados del nuevo Rito, introduciéndolos en la Logia Escocesa de san Alejandro, que quedó convertida en centro general de sus operaciones.

Por toda justificación de sus derechos, tan sólo pudo presentar un titulado Libro de Oro, que únicamente contenía una copia de la patente de los poderes otorgados en 1761 a Morín, por el Consejo de Emperadores de Oriente y Occidente, de París; su propia patente expedida en 1802 por el Supremo Consejo de Charleston; una copia de la Constitución en 35 artículos redactada en Burdeos, en 1762, por los Príncipes del Real Secreto, y por último, otra copia de la que había sido forjada recientemente en América, en 18 artículos, poniéndole la fecha de 1786, que es la que se atribuyó a Federico el Grande.

Las explicaciones de Grasse causaron no poca admiración en Francia. Mientras los unos se pronunciaban a favor del astro naciente, otros menos crédulos, se creyeron el deber de sondear la cosa antes de aceptarla. En efecto: Examinando atentamente estos documentos, se descubrió que la patente de Grasse no llevaban firma de persona conocida alguna, si se exceptúa la de Hogue, su suegro. Observóse igualmente, no sin sorpresa que la del H:. Isaac Long, uno de los que debían haber asistido y autorizado la recepción del mandatario en 1797, no figuraba en aquel documento. Preguntábase también como podía explicarse, que hallándose el H:. Grasse, expuesto a ser llamado a Europa en el momento menos pensado, por su calidad de militar, no se hubiese hecho librar inmediatamente después de su de su recepción un certificado, y que no se hubiera acordado de ello hasta cinco años después (1802). Y por último reparóse asimismo que el Supremo Consejo que había expedido la patente, no se atribuía la denominación del tal Rito Antiguo y Aceptado, y que tampoco hacía la menor mención en la misma que le autorizara para la fundación de ningún Supremo Consejo en Europa.

A pesar del testimonio de las Grandes Constituciones que dan al Rito Escocés Antiguo y Aceptado como definitivamente organizado en 1786, se han demostrado también plenamente, que esto no tuvo lugar sino largo tiempo después de esta fecha. Vasal, Ragón y Orfdox, afirman sin la menor reticencia, que los rituales de los nuevos grados fueron amasados en París por el mismo de Grasse, en cuya tarea le ayudó eficazmente un hermano y literato francés llamado Bialhache. Para ello pusieron a contribución todos los Ritos conocidos y muy especialmente los grados del sistema templario, o sea el Rito de Perfección, al que aumentaron con nueve grados. Y tampoco en esto anduvieron bastante precavidos los innovadores, puesto que entre la nomenclatura inserta en las Grandes Constituciones, que a pesar de su antigüedad no vieron la luz pública hasta el año de 1802, y la contenida en la circular del Supremo Consejo de Charleston, de 31 de mayo del mismo año, se notan diferencias bastante sensibles, que ponen claramente de relieve la ligereza y falta de estudio con que se procedió a la redacción de estos documentos.

Del examen se desprende que el numero de grados iguales, es el de 22, tomados del Rito de Perfección; los ocho grados que median hasta el 30, fueron tomados de otros sistemas. Además de la denominación de algunos grados, se observará también que la circular de 1802 no incluye el Gran Escocés ni el Gran Inspector, o sea el 29 y el 31, de la escala actual, y que ocupan el mismo lugar en las Grandes Constituciones; que el Kadosch grado 30, se le asignan el número 29; que al grado 25 y último de la séptima clase de la antigua nomenclatura, se formo el 31 y el 32; y así podríamos seguir aumentando el catálogo de las contradicciones.

A pesar de estas y otras muchas anomalías que no se escaparon a la observación de la generalidad de los masones, en breve tiempo el conde elevó al grado 33 a gran numero de hermanos, formando seguidamente con ellos un Supremo Consejo provisional. Convocados los grandes oficiales del Rito el 12 de octubre de 1804, se constituyeron en Gran Consistorio y convocaron para el 22 la asamblea general de todos los miembros con objetivo de proceder a la formación de una Gran Logia. Esto tuvo lugar efectivamente el día fijado, constituyéndose aquella bajo la denominación de Gran Logia General Escocesa de Francia del Rito Antiguo y Aceptado, decidiéndose en ella, que su principal asiento residiría en París. Eligiéronse 49 dignatarios, proclamándose Gran Maestro al príncipe Luis Napoleón y al conde Grasse como representante del mismo.

Seguidamente se ocuparon de la redacción de un nuevo Código, y el 1ro de noviembre se anunció su Constitución por una circular muy pretenciosa, de la que extractamos los siguientes párrafos:

"Una nueva era brilla en Francia para la Masonería Escocesa demasiado tiempo perseguida. Sus desgracias han llamado la atención de los masones más ilustres y más profundamente iniciados, que han vuelto a levantar la bandera escocesa bajo la cual se han colocado las personas mas ilustres de la Francmasonería. Estos, por su posición civil y militar, están llamados a rodear y defender el trono del imperio francés. Reunidos en Asamblea General en el templo de la Madre Logia Escocesa de san Alejandro de Escocia, que reemplaza a la Logia del Contrato Social, y provistos de los poderes de la Gran Logia Metropolitana de Heredom, han fundado en París la Gran Logia Escocesa de Francia y la han proclamado. Como prueba de adhesión a la dinastía imperial, la Gran Logia Escocesa ha nombrado Serenísimo Gran Maestro a su Alteza imperial el príncipe Luis, Gran Condestable del Impero. Bajo tan favorables auspicios, trabajaremos celosamente ocupándonos en el noble arte de la Masonería, no pudiendo menos de realizar los mas grandes y brillantes progresos. Lejos de lanzar el anatema contra los masones que permanecen extraños al Rito Escocés, la Gran Logia se mostrará siempre gustosísima de recibirlos en su seno, y se esforzará en establecer correspondencia con todas las Logias y Capítulos regulares de Francia y con todos los Grandes Orientes Extranjeros".

A pesar de su procedencia americana, este fue el principal foco del que emanaron, a partir de aquella fecha, los diversos Supremos Consejos que se fueron estableciendo en todos los países de ambos hemisferios que quisieron aceptarlo.

Tales son, extractados a grandes rasgos, los puntos mas culminantes que ofrece la historia y formación del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, objeto de las más apasionadas y constantes controversias.

Fuente: Internet

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