Se calcula que hay unos 5.000 masones en activo en toda España, sin embargo, su actividad es aún muy poco conocida en comparación con otros países europeos.
NÚRIA COTS/
BARCELONA. Durante años, la palabra masonería ha generado, en el mejor de los casos, suspicacias de todo tipo. Sin embargo, tras cuatro siglos de historia, la actividad de los masones sigue siendo muy poco conocida, los prejuicios y las falsas creencias diluyen su significado, basado en los ideales de «Libertad, igualdad y fraternidad» y en la realización interior de sus miembros como paso ineludible para mejorar la Humanidad.
Por primera vez después de la Guerra Civil, diferentes logias masónicas se han unido para darse a conocer públicamente a través de un curso organizado por la Fundación Caixa Sabadell. Además de conferencias de acreditados expertos, la peculiaridad del curso reside en la serie de visitas programadas a centros masónicos como el Ateneo Minerva, sede barcelonesa de la Gran Logia Simbólica Española. Esta importante logia, legalizada en 1980, comparte espacio con otras en el número 27 de la calle Avinyó, inmueble donde ya hubo práctica masónica en el pasado y en el que fue iniciado Lluís Companys.
Debido a la represión que históricamente ha vivido la masonería, especialmente durante el franquismo, no es habitual encontrar edificios construidos especialmente para ser templos masónicos. Por eso, se han habilitado pisos «ad hoc», como el de Avinyó, en el que se celebran tenidas -sesiones de reunión- en una habitación decorada para ello. Los elementos simbólicos presiden esta estancia: dos columnas doradas como las del Templo de Salomón en la puerta de entrada; tres columnas centrales representando la belleza, la fuerza y la sabiduría; nudos en las paredes simbolizando la unión entre los que están y los que no; y reuniones de opuestos -el blanco y negro del suelo o el sol y la luna de las paredes-. De especial importancia son el compás y la regla. Ésta simboliza los límites materiales y el primero, los espirituales. Su utilización proviene de los antiguos gremios de constructores, origen de las primeras logias. En el muro exterior del ábside de la Catedral se puede reconocer algunos de estos signos.
Ciutat Vella ha sido históricamente el barrio que ha concentrado más actividad. En el 7 de la calle de Ataülf, se reunía Ferrer i Guàrdia, fundador de la Escuela Moderna. Y en el 20 de la calle del Call, tenía su sede el Grande Oriente.
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BARCELONA. Durante años, la palabra masonería ha generado, en el mejor de los casos, suspicacias de todo tipo. Sin embargo, tras cuatro siglos de historia, la actividad de los masones sigue siendo muy poco conocida, los prejuicios y las falsas creencias diluyen su significado, basado en los ideales de «Libertad, igualdad y fraternidad» y en la realización interior de sus miembros como paso ineludible para mejorar la Humanidad.
Por primera vez después de la Guerra Civil, diferentes logias masónicas se han unido para darse a conocer públicamente a través de un curso organizado por la Fundación Caixa Sabadell. Además de conferencias de acreditados expertos, la peculiaridad del curso reside en la serie de visitas programadas a centros masónicos como el Ateneo Minerva, sede barcelonesa de la Gran Logia Simbólica Española. Esta importante logia, legalizada en 1980, comparte espacio con otras en el número 27 de la calle Avinyó, inmueble donde ya hubo práctica masónica en el pasado y en el que fue iniciado Lluís Companys.
Debido a la represión que históricamente ha vivido la masonería, especialmente durante el franquismo, no es habitual encontrar edificios construidos especialmente para ser templos masónicos. Por eso, se han habilitado pisos «ad hoc», como el de Avinyó, en el que se celebran tenidas -sesiones de reunión- en una habitación decorada para ello. Los elementos simbólicos presiden esta estancia: dos columnas doradas como las del Templo de Salomón en la puerta de entrada; tres columnas centrales representando la belleza, la fuerza y la sabiduría; nudos en las paredes simbolizando la unión entre los que están y los que no; y reuniones de opuestos -el blanco y negro del suelo o el sol y la luna de las paredes-. De especial importancia son el compás y la regla. Ésta simboliza los límites materiales y el primero, los espirituales. Su utilización proviene de los antiguos gremios de constructores, origen de las primeras logias. En el muro exterior del ábside de la Catedral se puede reconocer algunos de estos signos.
Ciutat Vella ha sido históricamente el barrio que ha concentrado más actividad. En el 7 de la calle de Ataülf, se reunía Ferrer i Guàrdia, fundador de la Escuela Moderna. Y en el 20 de la calle del Call, tenía su sede el Grande Oriente.
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