Oscar Hernando Ocampo Pérez, M:. M:.
Jueves 31 de marzo de 6005, e:.d:.l:.v:.l:.
Pl:. presentada en Pr:. Gr:.
Resp:. Log:. Simb:. Armonía No. 39, Or:. de Medellín
Y los reyes de la Tierra, y los príncipes,
y los tribunos, y los ricos, y los poderosos,
y todos los hombres, así esclavos como libres
se escondieron en las grutas,
y entre las peñas de los montes.
Libro del Apocalipsis, 6, 15
En octubre de 1307, los soldados del rey Felipe IV El Hermoso entraron a saco en el Temple de París para apoderarsedel mítico tesoro de los Caballeros Templarios, mientras el Gran Maestre y muchos otros caballeros estaban ya en la mazmorras, sometidos a todo tipo de vejámenes y torturas para que confesaran sus pecados y herejías y, obviamente, el lugar dónde estaba el resto del tesoro, que tanto anhelaba y necesitaba el rey de Francia. Al parecer, sólo pudieron apoderarse de muy poco, y su rabia fue en aumento, como lo ha dejado registrado la historia.
Qué búsqueda tan inútil, cuando el verdadero tesoro de los orgullosos y todopoderosos Caballeros Templarios estaba en su férrea disciplina, su hermandad, su fe a prueba de todo, hasta de los mismos dogmas de la Iglesia Católica que al parecer iban por caminos diferentes a los de Jacques de Molay y sus hermanos, tanto, que el secreto de la verdadera esencia de sus doctrinas nunca se pudo conocer realmente, aunque ahora, tanto historiadores como autores de moda, dicen haber descubierto ese famoso tesoro tan bien guardado, sellado con sangre y gritos en múltiples hogueras.
Otro de esos tesoros tan buscados y nunca encontrados es el de los Cátaros, exterminados por la Inquisición en masacres que mancharon de sangre hasta el mismo Ródano, en el Languedoc francés. Nadie sabe cuánto dinero se ha gastado es escarbar todo el sur de Francia hasta los Pirineos en busca de este otro famoso tesoro. El último bastión de estos Perfectos, como se llamaban entre ellos lo que hacían de sacerdotes, fue el Castillo de Montségur, que tampoco se ha escapado de las pesquisas ambiciosas de cientos de personas, aún hoy. También inútil, porque el Tesoro de Los Cátaros eran ellos mismos, su forma de entender la religiosidad, su imagen al espejo de los dogmas vigentes, casi totalmente invertida.
Ya no sólo son los libros de ficción histórica o los ensayos de los eruditos medievalistas los que se ocupan de buscar estas riquezas perdidas, sino que hasta el cine norteamericano acaba de engendrar su propio monstruo, un híbrido de cien cabezas, amamantado por datos históricos sabiamente entretejidos por los guionistas: una película en la que el mítico Tesoro de los Templarios termina bajo un importante edificio del gobierno de Estados Unidos, adonde lo trajeron los masones ingleses, gestores luego de la propia independencia de las colonias, para protegerlo de los ambiciosos. Bueno, por lo menos nos borraron la mácula de la ambición, seguramente un QH:. o varios que están por ahí, entre el elenco o entre los dueños o productores. Pero lo que no deja de sorprender de la película, es que en ese tesoro, que ocupa una cueva enorme, como medio estadio de fútbol, por su manía de abarcar el mundo entero, los creadores de la película incluyeron todo lo que andaba perdido en la historia: desde el Arca de la Alianza, las Tablas de La Ley, hasta los sarcófagos de los faraones egipcios que no han sido encontrados, pasando por el resto de tesoros robados por los Asirios del Templo de Salomón, más los saqueados por los romanos cuando lo destruyeron por última vez, junto con lo que los Caballeros Templarios, según dicen, encontraron bajo sus cimientos.
En este tesoro de película lo pusieron todo, no falta nada, la solución a todos los misterios.
La película lo muestra prácticamente como el Tesoro de Los Masones, con mapas velados al reverso de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, con escuadras y compases en derroche y hasta finalmente protegido por un policía que tiene su infaltable anillo con los símbolos adecuados, aquellos que son muy populares.
Parece que los MMas:. estamos de moda y ahora hasta terminamos dueños de un enorme tesoro que nadie ha encontrado, aunque sí lo han buscado, como lo cuenta la historia de algunos casos de saqueos a TTemp:. donde se los ha destruido para buscar riquezas debajo del piso ajedrezado. Y nada, no encontraron nada, ni encontrarán, por una simple razón, porque ese Tesoro de los Masones no existe, no está representado en oro y piedras preciosas, coronas perdidas o sarcófagos del Nilo, ni en arcas ni cálices sagrados, ese tesoro está en cada uno de nosotros, los que alguna vez vimos la luz en algún de los cientos de TTemp:. MMas:. que se esparcen por la Tierra.
Pero como todos los tesoros, el verdadero Tesoro de los Masones es la suma de muchos objetos espirituales, casi tantos como el de la película aquella. Ahora que soy Mas:. y he podido entrar a la escondida cueva donde se guardan todas estas riquezas, por llamar metafóricamente al hecho de estar en una Log:., hay una de ellas que me ha llamado mucho la atención desde el principio, entre el fulgor dorado y los destellos luminosos de otras. Esa cosa suele pasar desapercibida para muchos QQ:. HH:., aunque muchas veces hablemos de ella, con esa manía retórica que tenemos algunos MM:., que suena a palabras huecas, muletillas sacadas de los catecismos MMas:. o de los libritos de las LLit:. La tenemos tan cerca y no la vemos brillar, porque cada Ten:. es un reflejo de su uso e importancia.
Es la que más me gusta y la que más riesgo tiene de que el orín del tiempo generado por las piedras sin pulir de muchos de nosotros acabe por convertirla en un tesoro sin brillo, deslucido, una mera máscara vacía, un formalismo que no funciona.
Esa pieza de lujo del Tesoro Masónico es la igualdad entre los HH:., ese saber y sentir de que todo aquel que traspasa las puertas del Temp:. por primera vez ya no es sabio o ignorante, militar o cardenal, ingeniero o abogado, diseñador o estudiante, economista o profesor, detective o médico, astrólogo o astrónomo, vendedor o comerciante, militante de izquierda o capitalista declarado, presidente de república o mecánico de buques, no, desde ese momento es un QH:. Mas:., como si se hubiera despojado de todos sus títulos y bolsas de monedas, de su fama y de su arrogancia.
Por eso, QQ:. HH:., tan importante es mantener a mano martillo y cincel para pulir la piedra, como tener siempre a punto la espada para proteger esta riqueza que está en la misma base del edificio Mas:.
Luchemos para que no caigamos en la tentación de los aduladores, de los cazadores de celebridades para traerlos a engrosar nuestras CCol:., para sentirnos importantes por codearnos con ellos, por llamarlos QQHH:., mientras les tiramos tapetes rojos invisibles a su paso o les lanzamos aleluyas serviles para buscar beneficios profanos. Si ellos se lo merecen, si son capaces, ellos vendrán por caminos que sólo el devenir del tiempo y los sucesos pueden abrir y cuando lleguen y toquen las puertas, y se les abra, ayudémoslos a entender la importancia de cuidar y hacer brillar esa pieza de lujo del Tesoro Masónico: La Igualdad de todos los HH:.
Jueves 31 de marzo de 6005, e:.d:.l:.v:.l:.
Pl:. presentada en Pr:. Gr:.
Resp:. Log:. Simb:. Armonía No. 39, Or:. de Medellín
Y los reyes de la Tierra, y los príncipes,
y los tribunos, y los ricos, y los poderosos,
y todos los hombres, así esclavos como libres
se escondieron en las grutas,
y entre las peñas de los montes.
Libro del Apocalipsis, 6, 15
En octubre de 1307, los soldados del rey Felipe IV El Hermoso entraron a saco en el Temple de París para apoderarsedel mítico tesoro de los Caballeros Templarios, mientras el Gran Maestre y muchos otros caballeros estaban ya en la mazmorras, sometidos a todo tipo de vejámenes y torturas para que confesaran sus pecados y herejías y, obviamente, el lugar dónde estaba el resto del tesoro, que tanto anhelaba y necesitaba el rey de Francia. Al parecer, sólo pudieron apoderarse de muy poco, y su rabia fue en aumento, como lo ha dejado registrado la historia.
Qué búsqueda tan inútil, cuando el verdadero tesoro de los orgullosos y todopoderosos Caballeros Templarios estaba en su férrea disciplina, su hermandad, su fe a prueba de todo, hasta de los mismos dogmas de la Iglesia Católica que al parecer iban por caminos diferentes a los de Jacques de Molay y sus hermanos, tanto, que el secreto de la verdadera esencia de sus doctrinas nunca se pudo conocer realmente, aunque ahora, tanto historiadores como autores de moda, dicen haber descubierto ese famoso tesoro tan bien guardado, sellado con sangre y gritos en múltiples hogueras.
Otro de esos tesoros tan buscados y nunca encontrados es el de los Cátaros, exterminados por la Inquisición en masacres que mancharon de sangre hasta el mismo Ródano, en el Languedoc francés. Nadie sabe cuánto dinero se ha gastado es escarbar todo el sur de Francia hasta los Pirineos en busca de este otro famoso tesoro. El último bastión de estos Perfectos, como se llamaban entre ellos lo que hacían de sacerdotes, fue el Castillo de Montségur, que tampoco se ha escapado de las pesquisas ambiciosas de cientos de personas, aún hoy. También inútil, porque el Tesoro de Los Cátaros eran ellos mismos, su forma de entender la religiosidad, su imagen al espejo de los dogmas vigentes, casi totalmente invertida.
Ya no sólo son los libros de ficción histórica o los ensayos de los eruditos medievalistas los que se ocupan de buscar estas riquezas perdidas, sino que hasta el cine norteamericano acaba de engendrar su propio monstruo, un híbrido de cien cabezas, amamantado por datos históricos sabiamente entretejidos por los guionistas: una película en la que el mítico Tesoro de los Templarios termina bajo un importante edificio del gobierno de Estados Unidos, adonde lo trajeron los masones ingleses, gestores luego de la propia independencia de las colonias, para protegerlo de los ambiciosos. Bueno, por lo menos nos borraron la mácula de la ambición, seguramente un QH:. o varios que están por ahí, entre el elenco o entre los dueños o productores. Pero lo que no deja de sorprender de la película, es que en ese tesoro, que ocupa una cueva enorme, como medio estadio de fútbol, por su manía de abarcar el mundo entero, los creadores de la película incluyeron todo lo que andaba perdido en la historia: desde el Arca de la Alianza, las Tablas de La Ley, hasta los sarcófagos de los faraones egipcios que no han sido encontrados, pasando por el resto de tesoros robados por los Asirios del Templo de Salomón, más los saqueados por los romanos cuando lo destruyeron por última vez, junto con lo que los Caballeros Templarios, según dicen, encontraron bajo sus cimientos.
En este tesoro de película lo pusieron todo, no falta nada, la solución a todos los misterios.
La película lo muestra prácticamente como el Tesoro de Los Masones, con mapas velados al reverso de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, con escuadras y compases en derroche y hasta finalmente protegido por un policía que tiene su infaltable anillo con los símbolos adecuados, aquellos que son muy populares.
Parece que los MMas:. estamos de moda y ahora hasta terminamos dueños de un enorme tesoro que nadie ha encontrado, aunque sí lo han buscado, como lo cuenta la historia de algunos casos de saqueos a TTemp:. donde se los ha destruido para buscar riquezas debajo del piso ajedrezado. Y nada, no encontraron nada, ni encontrarán, por una simple razón, porque ese Tesoro de los Masones no existe, no está representado en oro y piedras preciosas, coronas perdidas o sarcófagos del Nilo, ni en arcas ni cálices sagrados, ese tesoro está en cada uno de nosotros, los que alguna vez vimos la luz en algún de los cientos de TTemp:. MMas:. que se esparcen por la Tierra.
Pero como todos los tesoros, el verdadero Tesoro de los Masones es la suma de muchos objetos espirituales, casi tantos como el de la película aquella. Ahora que soy Mas:. y he podido entrar a la escondida cueva donde se guardan todas estas riquezas, por llamar metafóricamente al hecho de estar en una Log:., hay una de ellas que me ha llamado mucho la atención desde el principio, entre el fulgor dorado y los destellos luminosos de otras. Esa cosa suele pasar desapercibida para muchos QQ:. HH:., aunque muchas veces hablemos de ella, con esa manía retórica que tenemos algunos MM:., que suena a palabras huecas, muletillas sacadas de los catecismos MMas:. o de los libritos de las LLit:. La tenemos tan cerca y no la vemos brillar, porque cada Ten:. es un reflejo de su uso e importancia.
Es la que más me gusta y la que más riesgo tiene de que el orín del tiempo generado por las piedras sin pulir de muchos de nosotros acabe por convertirla en un tesoro sin brillo, deslucido, una mera máscara vacía, un formalismo que no funciona.
Esa pieza de lujo del Tesoro Masónico es la igualdad entre los HH:., ese saber y sentir de que todo aquel que traspasa las puertas del Temp:. por primera vez ya no es sabio o ignorante, militar o cardenal, ingeniero o abogado, diseñador o estudiante, economista o profesor, detective o médico, astrólogo o astrónomo, vendedor o comerciante, militante de izquierda o capitalista declarado, presidente de república o mecánico de buques, no, desde ese momento es un QH:. Mas:., como si se hubiera despojado de todos sus títulos y bolsas de monedas, de su fama y de su arrogancia.
Por eso, QQ:. HH:., tan importante es mantener a mano martillo y cincel para pulir la piedra, como tener siempre a punto la espada para proteger esta riqueza que está en la misma base del edificio Mas:.
Luchemos para que no caigamos en la tentación de los aduladores, de los cazadores de celebridades para traerlos a engrosar nuestras CCol:., para sentirnos importantes por codearnos con ellos, por llamarlos QQHH:., mientras les tiramos tapetes rojos invisibles a su paso o les lanzamos aleluyas serviles para buscar beneficios profanos. Si ellos se lo merecen, si son capaces, ellos vendrán por caminos que sólo el devenir del tiempo y los sucesos pueden abrir y cuando lleguen y toquen las puertas, y se les abra, ayudémoslos a entender la importancia de cuidar y hacer brillar esa pieza de lujo del Tesoro Masónico: La Igualdad de todos los HH:.
1 comentario:
Pueden conocer algunos datos sobre la masonería en Usa en la película la leyenda del tesoro perdido del actor Nicolás Cage , ahí revelan varios indicios como el ojos que todo lo ve en el dólar
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