La exclusividad que suponía el control gremial fue decreciendo con el tiempo y la formación de nuevos albañiles fue trasladándose a otras instituciones menos cerradas. Así, algunas logias fueron aceptando a miembros profanos hasta ver a todos sus miembros sustituidos por masones desvinculados de la actividad constructiva. La pertenencia a este tipo de logias tuvo una gran aceptación por la necesidad de muchas personas de disponer de un lugar de reflexión libre de dogmatismos y de restricciones.
1717 es la fecha que se considera de inicio de la masonería especulativa, ya que fue entonces cuando en Londres se formó la Gran Logia de Inglaterra para compactar cuatro logias de miembros exclusivamente profanos. Estas primeras logias inglesas estuvieron en sus principios vinculadas a conspiraciones de defensa de los Estuardo y la restauración monárquica.
Los principios de la Masonería Moderna fueron determinados por primera vez en 1723 con la redacción de las Constituciones de Anderson. La finalidad de la Masonería ya no es construir templos, sino edificar el templo del amor y de la fraternidad universal a la gloria del Gran Arquitecto del Universo. Su concepto religioso era muy amplio y vago para dar cabida a fieles de todos los credos.
El trabajo en la piedra se sustituye por el trabajo en el hombre, y así basándose en la sabiduría, la fuerza y la belleza se pretende pulir el pensamiento, la sensibilidad y el comportamiento del hombre para su propio perfeccionamiento moral y espiritual.
Los masones se reconocían como hermanos y defendían la igualdad de todos los miembros. Por medio de la tolerancia, la fraternidad y la libertad intentaban acotar los desmanes de su época, protagonizados por los fanatismos y guerras de religión.
La simbología masónica, basada en el esoterismo, permitió el reconocimiento de los miembros en todos los países con lo que se reforzó la pretensión universal y cosmopolita de la doctrina, que se dirigía a todos los hombres por igual sin distinción de clases sociales, nacionalidades, razas, lenguas, religiones o creencias políticas.
Esta pretendida uniformidad, sin embargo, desapareció en el siglo XIX cuando la Orden sufrió una fuerte expansión por diversos países. Según las peculiaridades de cada uno y su situación político-religiosa surgieron varias concepciones tanto en los rituales como en la proyección social y política.
La masonería anglosajona es la más tradicional y por tanto la que más apoyo, o al menos tolerancia, ha recibido por parte de los poderes establecidos. En los países anglosajones y nórdicos la masonería convive sin problema con las religiones dominantes en cada zona.
La masonería latina, en cambio, es más reaccionaria y comprometida políticamente, hasta el punto de adoptar un carácter laico que exige como requisito de acceso la supresión de todo concepto de Dios. Los anglosajones, en cambio, mantienen la creencia en el Gran Arquitecto del Universo.
1717 es la fecha que se considera de inicio de la masonería especulativa, ya que fue entonces cuando en Londres se formó la Gran Logia de Inglaterra para compactar cuatro logias de miembros exclusivamente profanos. Estas primeras logias inglesas estuvieron en sus principios vinculadas a conspiraciones de defensa de los Estuardo y la restauración monárquica.
Los principios de la Masonería Moderna fueron determinados por primera vez en 1723 con la redacción de las Constituciones de Anderson. La finalidad de la Masonería ya no es construir templos, sino edificar el templo del amor y de la fraternidad universal a la gloria del Gran Arquitecto del Universo. Su concepto religioso era muy amplio y vago para dar cabida a fieles de todos los credos.
El trabajo en la piedra se sustituye por el trabajo en el hombre, y así basándose en la sabiduría, la fuerza y la belleza se pretende pulir el pensamiento, la sensibilidad y el comportamiento del hombre para su propio perfeccionamiento moral y espiritual.
Los masones se reconocían como hermanos y defendían la igualdad de todos los miembros. Por medio de la tolerancia, la fraternidad y la libertad intentaban acotar los desmanes de su época, protagonizados por los fanatismos y guerras de religión.
La simbología masónica, basada en el esoterismo, permitió el reconocimiento de los miembros en todos los países con lo que se reforzó la pretensión universal y cosmopolita de la doctrina, que se dirigía a todos los hombres por igual sin distinción de clases sociales, nacionalidades, razas, lenguas, religiones o creencias políticas.
Esta pretendida uniformidad, sin embargo, desapareció en el siglo XIX cuando la Orden sufrió una fuerte expansión por diversos países. Según las peculiaridades de cada uno y su situación político-religiosa surgieron varias concepciones tanto en los rituales como en la proyección social y política.
La masonería anglosajona es la más tradicional y por tanto la que más apoyo, o al menos tolerancia, ha recibido por parte de los poderes establecidos. En los países anglosajones y nórdicos la masonería convive sin problema con las religiones dominantes en cada zona.
La masonería latina, en cambio, es más reaccionaria y comprometida políticamente, hasta el punto de adoptar un carácter laico que exige como requisito de acceso la supresión de todo concepto de Dios. Los anglosajones, en cambio, mantienen la creencia en el Gran Arquitecto del Universo.
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