VICTOR GUERRA
Tal vez sea el momento de plantear un tema que no es frecuente en la masonería, o al menos no lo parece a primera vista, pero los trabajos que lleva adelante desde hace más de una década el profesor y masonólogo Jacinto Torres Mulas, de la Universidad Complutense de Madrid, sobre la presencia de músicos en las logias españolas está aportando toda una cantera de membresías masónicas relacionadas con la música y en cuya faceta Asturias desempeña su papel.
El paradigma masónico en la música lo juega por tópico y típico «La flauta mágica», del francmasón Amadeus Wolfgang Mozart, de hecho tal melodía suena con frecuencia en el transcurso de las reuniones o tenidas de los masones, y cómo no, en las ceremonias más solemnes como las iniciaciones de profanos, exaltaciones de grado, o las aperturas de templos, como ha sucedido recientemente en esta misma ciudad, que ha visto levantar dos logias: «Rosario de Acuña», bajo los auspicios del Gran Oriente de Francia, y la «Jovellanos», de la Gran Logia de España.
Aunque hay que apuntar que hay otra música más verbenera o tabernaria y es la que suele o se solía cantar en los ágapes o aquellas otras que reforzaban los vínculos identitarios de los hermanos francmasones, pero hoy prácticamente este último repertorio está en desuso, tal vez porque al final pesó la persecución que se hizo con aquel cartelito de «se prohíbe cantar en este local».
La nómina de francmasones músicos es extensa y va desde el repertorio clásico con músicos como: Liszt, Beethoven; J. C. Bach, Sibelius, HaydnSousa, y en el jazz sobresalieron músicos que tuvieron sitial en las logias como Louis Armstrong, Duque Ellington, o en otro estilo Nat King Cole y hasta en la música country hubo notables músicos hiramistas: Gene Autry Roy Rogers, y si nos vamos a España tenemos a Bretón, y un conjunto de músicos militares, compositores arpistas, cantantes, eso sí, menos conocidos que Bretón.
En Asturias no aparecen muchos asturianos masones en la nómina musical, el que sobresale sobre todos ellos es Eduardo Martínez Torner, el mismo al que ahora todo hijo de vecino le ha dedicado conciertos, apologías y actos florales, aunque, como decía Ismael González Arias en el artículo «Nel 50 cabudañu de la muerte de Torner» (La Nueva Quintana 14/12/2004), el desconocimiento de Torner a nivel general en Asturias es enorme. Si ya su figura como musicólogo se dice que es desconocida, ya no digamos su faceta como miembro de la masonería, dato curioso que ha faltado en todas las crónicas y reseñas y antologías que se han venido publicando. Y me ha llamado la atención la pluridiversidad de asociaciones que se han sumado al homenaje y que espero que sigan en ese proyecto aún sabiendo que su homenajeado era un hombre que, junto con su hermano de sangre Florentino, formó parte de las logias madrileñas.
No sé si el olvido ha sido premeditado, como tantas otras veces, o ha sido fruto del desconocimiento que existe sobre la masonería, y producto de la poca inclinación que hay entre los investigadores por cotejar datos con los archivos existentes en España sobre la membresía masónica.
Valgan, pues, estas notas para completar las reseñas apologéticas sobre los Torner. Eduardo Martínez Torner nace el 7 de abril de 1888 en Oviedo y en 1920, recién casado con Jovita María Olvido Cue Landa, se instala en la masónica calle de Bretón de los Herreros; su hermano Florentino, a la sazón nacido el 24 de agosto de 1894 en Oviedo, y profesor reside en Huelva, también se inserta en la orden masónica que en esos momentos se atomizaba en torno al Gran Oriente Español.
Eduardo Martínez Torner manifiesta su deseo de entrar en masonería sobre noviembre de 1921, como así se materializa en la carta que la logia en la que solicitó entrada envía al Consejo de la Orden con fecha del 1 de diciembre de 1921, en la cual comunica que ha sido propuesto para ser iniciado como masón el músico Eduardo Torner, cosa que finalmente se realiza en el seno de un antiguo taller que ya encontramos fundado en 1882, se trata de la prestigiosa logia madrileña la Hispano Americana n.º 379 el 11 de enero de 1922, y en cuya ceremonia adopta el nombre simbólico de «Voluntad», recibiendo como tal iniciado masón los preceptivos aditamentos de mandil y guantes. En esa misma logia se le exalta al grado de Compañero el 20 de julio del mimo año.
En ese mismo taller encontramos a Pedro Rico López, que fue alcalde de Madrid, a Abad Conde, a socialistas como Daniel Anguiano y en esa misma época en los bancos masónicos se sientan varios asturianos, como Bernardo Casielles Puerta, uno de los pocos toreros asturianos y el único que reza como masón, e iniciado unos meses antes en junio de 1921; también encontramos al periodista Eladio Fernández Egocheaga,que desempeñó un papel importante en la organización del movimiento obrero de Nerva (Huelva); más adelante, también tenemos en la misma logia a otro músico, Florentino Jiménez de Celis, y a Ismael Álvarez Álvarez Suárez Crosa.
No hay constancia en el expediente de Eduardo Martínez de una sucesiva presencia en otras logias, o petición de baja por viajes, o expulsión por falta de pago. Ignoramos si por otro lado tuvo relación con la masonería inglesa en su largo exilio, cuestión que falta por estudiar, y sería interesante saber si su iniciación como masón, que es un momento estelar y único en cada francmasón, (de ahí la PII, nº 10 y 18 de «La flauta mágica», de Mozart) se reconoce en alguno de sus trabajos, ya que esa emoción de descubrir la luz, tras un tiempo en la más absoluta de las oscuridades, suele estar presente en muchas iconografías musicales, pictóricas o literarias de muchos miembros de la Orden.
Sabemos por la Memoria Anual de 1922 de la logia Hispano Americana, que Torner dio una conferencia de orden interno, titulada «Música antigua», siendo acompañado al violín por el H\ Frígola. Asimismo, amenizó varias veladas de Adopción de Lovetones con su quehacer al piano.
De quien sí tenemos constancia como masón de larga trayectoria es de su hermano Florentino. Éste fue iniciado en un taller de la Regional del Mediodía, en la Respetable Logia Minerva n.º 17 de Huelva, y se inicia el 28 de febrero de 1925 por el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, adoptando el simbólico de «Shakespeare». El 3 de abril se le exalta a Compañero, y luego tenemos constancia por una carta de presentación que se le entrega a Florentino, por parte de la logia, para que su visita a otro asturiano, en este caso al vegadense el Ilustre y Poderoso Hermano de la Orden, Augusto Barcia, tenga todo el éxito y aval pertinente.
En 1926 se da como baja en la masonería a Florentino Martínez Torner, según recogen los Servicios Documentales franquistas del Boletín de GOE, pero, en cambio, la historiadora Gómez Molleda le da como diputado socialista adscrito a la Asociación Francmasónica en la que también estaban Fabra Rivas, Rodolfo Llopis, Martínez Gil Simeón Vidarte y, por supuesto, Jiménez de Asúa, los cuales tendrán un papel importante durante las sesiones de 1931 sobre el tema de la religión y su presencia social.
Éstos son, pues, los datos que no obraban en las distintas reseñas que se han hecho sobre los Torner, y que creo que debe quedar constancia para entender el mundo en el que se han desenvuelto ambos hermanos, y que, además, es una deuda que tenemos con la memoria histórica. Víctor Guerra es miembro del CEHME -Institut d’Études et de Recherche Maçonniques (IDERM)-, Francia.
Tal vez sea el momento de plantear un tema que no es frecuente en la masonería, o al menos no lo parece a primera vista, pero los trabajos que lleva adelante desde hace más de una década el profesor y masonólogo Jacinto Torres Mulas, de la Universidad Complutense de Madrid, sobre la presencia de músicos en las logias españolas está aportando toda una cantera de membresías masónicas relacionadas con la música y en cuya faceta Asturias desempeña su papel.
El paradigma masónico en la música lo juega por tópico y típico «La flauta mágica», del francmasón Amadeus Wolfgang Mozart, de hecho tal melodía suena con frecuencia en el transcurso de las reuniones o tenidas de los masones, y cómo no, en las ceremonias más solemnes como las iniciaciones de profanos, exaltaciones de grado, o las aperturas de templos, como ha sucedido recientemente en esta misma ciudad, que ha visto levantar dos logias: «Rosario de Acuña», bajo los auspicios del Gran Oriente de Francia, y la «Jovellanos», de la Gran Logia de España.
Aunque hay que apuntar que hay otra música más verbenera o tabernaria y es la que suele o se solía cantar en los ágapes o aquellas otras que reforzaban los vínculos identitarios de los hermanos francmasones, pero hoy prácticamente este último repertorio está en desuso, tal vez porque al final pesó la persecución que se hizo con aquel cartelito de «se prohíbe cantar en este local».
La nómina de francmasones músicos es extensa y va desde el repertorio clásico con músicos como: Liszt, Beethoven; J. C. Bach, Sibelius, HaydnSousa, y en el jazz sobresalieron músicos que tuvieron sitial en las logias como Louis Armstrong, Duque Ellington, o en otro estilo Nat King Cole y hasta en la música country hubo notables músicos hiramistas: Gene Autry Roy Rogers, y si nos vamos a España tenemos a Bretón, y un conjunto de músicos militares, compositores arpistas, cantantes, eso sí, menos conocidos que Bretón.
En Asturias no aparecen muchos asturianos masones en la nómina musical, el que sobresale sobre todos ellos es Eduardo Martínez Torner, el mismo al que ahora todo hijo de vecino le ha dedicado conciertos, apologías y actos florales, aunque, como decía Ismael González Arias en el artículo «Nel 50 cabudañu de la muerte de Torner» (La Nueva Quintana 14/12/2004), el desconocimiento de Torner a nivel general en Asturias es enorme. Si ya su figura como musicólogo se dice que es desconocida, ya no digamos su faceta como miembro de la masonería, dato curioso que ha faltado en todas las crónicas y reseñas y antologías que se han venido publicando. Y me ha llamado la atención la pluridiversidad de asociaciones que se han sumado al homenaje y que espero que sigan en ese proyecto aún sabiendo que su homenajeado era un hombre que, junto con su hermano de sangre Florentino, formó parte de las logias madrileñas.
No sé si el olvido ha sido premeditado, como tantas otras veces, o ha sido fruto del desconocimiento que existe sobre la masonería, y producto de la poca inclinación que hay entre los investigadores por cotejar datos con los archivos existentes en España sobre la membresía masónica.
Valgan, pues, estas notas para completar las reseñas apologéticas sobre los Torner. Eduardo Martínez Torner nace el 7 de abril de 1888 en Oviedo y en 1920, recién casado con Jovita María Olvido Cue Landa, se instala en la masónica calle de Bretón de los Herreros; su hermano Florentino, a la sazón nacido el 24 de agosto de 1894 en Oviedo, y profesor reside en Huelva, también se inserta en la orden masónica que en esos momentos se atomizaba en torno al Gran Oriente Español.
Eduardo Martínez Torner manifiesta su deseo de entrar en masonería sobre noviembre de 1921, como así se materializa en la carta que la logia en la que solicitó entrada envía al Consejo de la Orden con fecha del 1 de diciembre de 1921, en la cual comunica que ha sido propuesto para ser iniciado como masón el músico Eduardo Torner, cosa que finalmente se realiza en el seno de un antiguo taller que ya encontramos fundado en 1882, se trata de la prestigiosa logia madrileña la Hispano Americana n.º 379 el 11 de enero de 1922, y en cuya ceremonia adopta el nombre simbólico de «Voluntad», recibiendo como tal iniciado masón los preceptivos aditamentos de mandil y guantes. En esa misma logia se le exalta al grado de Compañero el 20 de julio del mimo año.
En ese mismo taller encontramos a Pedro Rico López, que fue alcalde de Madrid, a Abad Conde, a socialistas como Daniel Anguiano y en esa misma época en los bancos masónicos se sientan varios asturianos, como Bernardo Casielles Puerta, uno de los pocos toreros asturianos y el único que reza como masón, e iniciado unos meses antes en junio de 1921; también encontramos al periodista Eladio Fernández Egocheaga,que desempeñó un papel importante en la organización del movimiento obrero de Nerva (Huelva); más adelante, también tenemos en la misma logia a otro músico, Florentino Jiménez de Celis, y a Ismael Álvarez Álvarez Suárez Crosa.
No hay constancia en el expediente de Eduardo Martínez de una sucesiva presencia en otras logias, o petición de baja por viajes, o expulsión por falta de pago. Ignoramos si por otro lado tuvo relación con la masonería inglesa en su largo exilio, cuestión que falta por estudiar, y sería interesante saber si su iniciación como masón, que es un momento estelar y único en cada francmasón, (de ahí la PII, nº 10 y 18 de «La flauta mágica», de Mozart) se reconoce en alguno de sus trabajos, ya que esa emoción de descubrir la luz, tras un tiempo en la más absoluta de las oscuridades, suele estar presente en muchas iconografías musicales, pictóricas o literarias de muchos miembros de la Orden.
Sabemos por la Memoria Anual de 1922 de la logia Hispano Americana, que Torner dio una conferencia de orden interno, titulada «Música antigua», siendo acompañado al violín por el H\ Frígola. Asimismo, amenizó varias veladas de Adopción de Lovetones con su quehacer al piano.
De quien sí tenemos constancia como masón de larga trayectoria es de su hermano Florentino. Éste fue iniciado en un taller de la Regional del Mediodía, en la Respetable Logia Minerva n.º 17 de Huelva, y se inicia el 28 de febrero de 1925 por el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, adoptando el simbólico de «Shakespeare». El 3 de abril se le exalta a Compañero, y luego tenemos constancia por una carta de presentación que se le entrega a Florentino, por parte de la logia, para que su visita a otro asturiano, en este caso al vegadense el Ilustre y Poderoso Hermano de la Orden, Augusto Barcia, tenga todo el éxito y aval pertinente.
En 1926 se da como baja en la masonería a Florentino Martínez Torner, según recogen los Servicios Documentales franquistas del Boletín de GOE, pero, en cambio, la historiadora Gómez Molleda le da como diputado socialista adscrito a la Asociación Francmasónica en la que también estaban Fabra Rivas, Rodolfo Llopis, Martínez Gil Simeón Vidarte y, por supuesto, Jiménez de Asúa, los cuales tendrán un papel importante durante las sesiones de 1931 sobre el tema de la religión y su presencia social.
Éstos son, pues, los datos que no obraban en las distintas reseñas que se han hecho sobre los Torner, y que creo que debe quedar constancia para entender el mundo en el que se han desenvuelto ambos hermanos, y que, además, es una deuda que tenemos con la memoria histórica. Víctor Guerra es miembro del CEHME -Institut d’Études et de Recherche Maçonniques (IDERM)-, Francia.
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