Extraído de :
Codex Callis Ianus
(El origen del Camino)
Libro V Cápitulo III
La forma latina lucus acuña los límites de un concepto sagrado. Lucus es la latinización del concepto que proviene del sánscrito loka, como definición de espacios o estados identificados dentro del mundo invisible, lo sagrado, lo espiritual, la comunicación con la divinidad, los onfhalos, y los oráculos.
De loka derivan otras muchas palabras que participan de alguno de estos conceptos sánscritos. Así, por ejemplo, locus, que es lugar; lucus, que es bosque sagrado, o logia, cuya traducción como lugar de reunión, sólo es parcial, pues tiene más parentesco con loqui, hablar, y con locus, lugar; y en todo caso es una síntesis de los dos: “lugar para hablar”. La palabra que en la actualidad nos puede acercar al verdadero sentido del término original es la profana “locutorio”, que hoy unifica ambos significados: “lugar para hablar”.
La palabra lucus es la que, en la Roma del siglo I a.C., designaba el lugar donde se producía el contacto con el dios y que, en su origen, representaba un claro en el interior del bosque que, bajo la bóveda celeste y circundado por los árboles que imaginariamente la sostienen, producía la intima conversación con dios.
El lucus, por lo tanto, es el antecedente natural de un templo, la imagen prototípica del templo construido por el hombre como lugar sagrado, a imagen del lucus en el bosque, en medio de la selva.
Augusto, al fundar Lucus Augusti, propone construir en el interior de la nueva ciudad un espacio sagrado para la comunicación con el dios. Esto es, la logia del Extremo Occidente, la de dios Jano-Quirino-Arkho, cuyas características arquitectónicas deben cumplir a imagen y semejanza del “Lucus” primigenio.
La edificación que guardaba el “lugar” se encontraba en la vía del decumanus máximo, a la llegada al Foro desde el Oeste, frente a la curia. Era la domus de mayor tamaño de la ciudad de Lucus Augusti. En ella vivía el “gobernador de la urbe” y en su interior, en el centro geométrico de la edificación, se encontraba la sala principal a la que solo podían acceder, y en la que solo podían participar, los invitados por el dirigente de la ciudad.
El lugar, con cuidados mosaicos y arquitectura de alto carácter simbólico, tenía un vestíbulo previo, de entrada a la sala principal. Se accedía a éste, desde un corredor que provenía desde el atrio de la domus, tenía forma rectangular y sus dimensiones eran de diez metros y medio de ancho por cuatro metros y medio de profundo. La habitación, con pinturas en sus paredes, tenía en su pavimento central el dibujo de unas figuras montadas sobre dos caballos y, a ambos lados de ésta, dibujos geométricos, en forma de damero, compuestos por círculos que, en su interior, tienen el nudo de Salomón y por cuadrados que, en su interior, tienen una doble svástica. Entre ambas figuras geométricas corazones entrelazaban el conjunto. El simbolismo, que este mosaico representa, tiene relación con la protección solicitada a los dioses del cielo para los personajes que, en el vestíbulo, esperaban acceder a la sala principal a la que el vestíbulo daba paso.
Ver: http://www.arqweb.com/lucusaugusti/mossj.jpg
El vestíbulo tenía en su frente tres entradas a una gran sala de planta cuadrada que ocupaba el punto central de toda la domus del gobernador. Esta sala era la pieza principal de todo el edificio y a ella solo podían entrar las personas autorizadas a las ceremonias que allí se celebraban.
La sala, de planta perfectamente cuadrada, tenia unas dimensiones de diez metros y medio de lado y en su centro poseía doce columnas de gran altura y robustez, aproximadamente, de cuatro metros de longitud y sesenta centímetros de diámetro. Las doce columnas soportaban una cúpula de siete metros de diámetro, que ocupaba la parte central de la sala. Todo el conjunto, por su configuración, se presentaba con un gran simbolismo arquitectónico. La cúpula, soportada por las doce magníficas columnas, representaba a la bóveda celeste con los doce signos zodiacales en las que ésta se apoya. Como representación simbólica del “lucus” primigenio, como claro en medio del espesor del bosque original.
Ver: http://www.arqweb.com/lucusaugusti/mos0.jpg
Los mosaicos del pavimento de acceso a la sala, por la puerta central del vestíbulo, tenían la representación de la imagen del dios Neptuno entre delfines y otros habitantes del fondo marino. Neptuno, dios del mar, también ejerce su influencia sobre los lagos y las aguas corrientes. Era uno de los dioses principales del panteón romano y su influencia divina actuaba sobre uno de los cuatro elementos principales del Universo: el agua. De igual manera, en cada parte central del mosaico de la sala, se representaban los dioses con influencia sobre los restantes elementos que componen el Universo: tierra, aire y fuego.
Ver: http://www.arqweb.com/lucusaugusti/neptuno.jpg
Entre ellos, diversos dibujos geométricos que recuerdan constelaciones y estrellas y todas salvaguardadas por nudos de Salomón, con un claro mensaje simbólico: "lo de abajo es como lo de arriba y lo de arriba como lo de abajo".
Bajo la cúpula aparecen, agrupados en dos conjuntos de seis, las figuras de los símbolos de las constelaciones zodiacales que rigen el Universo y que, con su presencia en el mosaico bajo la cúpula, reafirman el sentido de la sala.
Ver: http://www.arqweb.com/lucusaugusti/domusp1.jpg
La arquitectura de la sala, los dibujos y figuras de sus pavimentos hacen referencia directa a un simbolismo que en Roma se relacionaba con el dios principal del panteón romano, con Jano-Quirino-Arkho. Este dios tenía, desde los tiempos de Numa, un templo dedicado en el Foro romano. La arquitectura de este templo principal tenía la misma forma cuadrada que la sala descrita y en su interior guardaba mosaicos con motivos similares a los existentes en Lucus Augusti.
Jano-Quirino-Arkho velaba por los habitantes de las ciudades, por los ciudadanos. Su culto tenía que ver con la paz y el equilibrio universal. Según el escritor Ovidio, Jano tenía como misión la vigilancia del eje del mundo, quiere esto decir que, de una manera muy amplia, este dios romano de origen etrusco, se encargaba de la correcta marcha de las cosas, en el cielo y en la tierra, entre los dioses y los hombres; y las ciudades, como lugares de unión entre los unos y los otros, dependían directamente de él.
Ver Templo de Jano en Roma: http://www.arqweb.com/arkho/tj.asp
La sala de Lucus Augusti se encontraba en el centro de la domus principal de la ciudad. En esa casa habitaba el dirigente de más responsabilidad en el gobierno de Lucus Augusti y a él estaba encomendada la toma de decisiones, que afectaban a la vida de los ciudadanos de la urbe. Por ello, esa sala, era el lugar en que se invocaba a Jano-Quirino-Arkho y a su divina influencia, para la correcta toma de decisiones.
Lucus Augusti, como Ciudad Sagrada de Augusto, tenía una influencia capital en la vida de los habitantes de todo el Occidente. Desde este centro espiritual debían de emanarse las benefactoras influencias de la Ciudad Sagrada.
Las ceremonias practicadas en la sala, fundamentalmente por la simbología que encierra su arquitectura y mosaicos, determinan el verdadero sentido del lugar. La Logia de Lucus Augusti era el lugar designado para hablar con los dioses.
Las figuras del mosaico del vestíbulo previo a la sala nos dan pistas importantes en ese sentido. En el centro de ese lugar existe el dibujo de unas figuras montadas sobre dos caballos. Esta representación hace referencia directa a los integrantes de la “Orde Equestre”, los caballeros de la clase aristocrática que formaban la Orden de confianza y que, bajo las instrucciones directas de Octavio Augusto, se preocuparon de ejecutar, de manera correcta, lo estipulado para el buen gobierno del imperio.
Los caballeros esperaban, en aquel vestíbulo, el momento de inicio de la ceremonia en la sala contigua. Los oficiantes principales eran los tres personajes principales de la Ciudad Sagrada: los “Arkhontes”. Cada uno representaba a uno de los tres mundos: el poder político, el poder sacerdotal y el poder del conocimiento. Los “Arkhontes” eran: el gobernador, el sumo sacerdote y el gran maestre. Al entrar éstos en la sala, por su puerta central, los caballeros, que esperaban en el vestíbulo, accedían por la puerta lateral situada hacia el oriente, permaneciendo durante la ceremonia en los lados de la logia, sobre un mosaico con forma de alfombra y utilizando la puerta de occidente para la salida de la sala, al finalizar la ceremonia.
En el centro de la sala y bajo la cúpula, los tres “Arkhontes” rodeaban una mesa circular de ceremonia, el Ara Sagrada, realizada en mármol y colocada sobre un trípode metálico, situándose en posición triangular: el gobernador en el centro, mirando al Sur, a su derecha el maestro y a su izquierda el sacerdote. Invocaban a la Luz, recitando una oración similar a ésta, recogida siglos más tarde:
"Alfa y Omega, ¡oh, gran Dios!,
Tú lo diriges todo por encima.
Tú lo soportas todo por debajo.
Tú lo llenas todo desde dentro.
Tú tienes sitio sin ser tenido.
Tú cambias los tiempos sin ser cambiado.
Tú fijas lo que va errante sin ser fijado.
Tú lo has terminado todo a la vez.
Sobre el modelo de tu espíritu sublime".
La invocación a la Luz, por los “Arkhontes”, es la búsqueda del conocimiento para el buen gobierno de Occidente, desde la Ciudad Sagrada de Augusto. Es invocar el Orden y la Armonía del Cosmos.
Ver imágenes de los mosaicos: http://www.arqweb.com/lucusaugusti/mosaico.asp
Codex Callis Ianus
(El origen del Camino)
Libro V Cápitulo III
La forma latina lucus acuña los límites de un concepto sagrado. Lucus es la latinización del concepto que proviene del sánscrito loka, como definición de espacios o estados identificados dentro del mundo invisible, lo sagrado, lo espiritual, la comunicación con la divinidad, los onfhalos, y los oráculos.
De loka derivan otras muchas palabras que participan de alguno de estos conceptos sánscritos. Así, por ejemplo, locus, que es lugar; lucus, que es bosque sagrado, o logia, cuya traducción como lugar de reunión, sólo es parcial, pues tiene más parentesco con loqui, hablar, y con locus, lugar; y en todo caso es una síntesis de los dos: “lugar para hablar”. La palabra que en la actualidad nos puede acercar al verdadero sentido del término original es la profana “locutorio”, que hoy unifica ambos significados: “lugar para hablar”.
La palabra lucus es la que, en la Roma del siglo I a.C., designaba el lugar donde se producía el contacto con el dios y que, en su origen, representaba un claro en el interior del bosque que, bajo la bóveda celeste y circundado por los árboles que imaginariamente la sostienen, producía la intima conversación con dios.
El lucus, por lo tanto, es el antecedente natural de un templo, la imagen prototípica del templo construido por el hombre como lugar sagrado, a imagen del lucus en el bosque, en medio de la selva.
Augusto, al fundar Lucus Augusti, propone construir en el interior de la nueva ciudad un espacio sagrado para la comunicación con el dios. Esto es, la logia del Extremo Occidente, la de dios Jano-Quirino-Arkho, cuyas características arquitectónicas deben cumplir a imagen y semejanza del “Lucus” primigenio.
La edificación que guardaba el “lugar” se encontraba en la vía del decumanus máximo, a la llegada al Foro desde el Oeste, frente a la curia. Era la domus de mayor tamaño de la ciudad de Lucus Augusti. En ella vivía el “gobernador de la urbe” y en su interior, en el centro geométrico de la edificación, se encontraba la sala principal a la que solo podían acceder, y en la que solo podían participar, los invitados por el dirigente de la ciudad.
El lugar, con cuidados mosaicos y arquitectura de alto carácter simbólico, tenía un vestíbulo previo, de entrada a la sala principal. Se accedía a éste, desde un corredor que provenía desde el atrio de la domus, tenía forma rectangular y sus dimensiones eran de diez metros y medio de ancho por cuatro metros y medio de profundo. La habitación, con pinturas en sus paredes, tenía en su pavimento central el dibujo de unas figuras montadas sobre dos caballos y, a ambos lados de ésta, dibujos geométricos, en forma de damero, compuestos por círculos que, en su interior, tienen el nudo de Salomón y por cuadrados que, en su interior, tienen una doble svástica. Entre ambas figuras geométricas corazones entrelazaban el conjunto. El simbolismo, que este mosaico representa, tiene relación con la protección solicitada a los dioses del cielo para los personajes que, en el vestíbulo, esperaban acceder a la sala principal a la que el vestíbulo daba paso.
Ver: http://www.arqweb.com/lucusaugusti/mossj.jpg
El vestíbulo tenía en su frente tres entradas a una gran sala de planta cuadrada que ocupaba el punto central de toda la domus del gobernador. Esta sala era la pieza principal de todo el edificio y a ella solo podían entrar las personas autorizadas a las ceremonias que allí se celebraban.
La sala, de planta perfectamente cuadrada, tenia unas dimensiones de diez metros y medio de lado y en su centro poseía doce columnas de gran altura y robustez, aproximadamente, de cuatro metros de longitud y sesenta centímetros de diámetro. Las doce columnas soportaban una cúpula de siete metros de diámetro, que ocupaba la parte central de la sala. Todo el conjunto, por su configuración, se presentaba con un gran simbolismo arquitectónico. La cúpula, soportada por las doce magníficas columnas, representaba a la bóveda celeste con los doce signos zodiacales en las que ésta se apoya. Como representación simbólica del “lucus” primigenio, como claro en medio del espesor del bosque original.
Ver: http://www.arqweb.com/lucusaugusti/mos0.jpg
Los mosaicos del pavimento de acceso a la sala, por la puerta central del vestíbulo, tenían la representación de la imagen del dios Neptuno entre delfines y otros habitantes del fondo marino. Neptuno, dios del mar, también ejerce su influencia sobre los lagos y las aguas corrientes. Era uno de los dioses principales del panteón romano y su influencia divina actuaba sobre uno de los cuatro elementos principales del Universo: el agua. De igual manera, en cada parte central del mosaico de la sala, se representaban los dioses con influencia sobre los restantes elementos que componen el Universo: tierra, aire y fuego.
Ver: http://www.arqweb.com/lucusaugusti/neptuno.jpg
Entre ellos, diversos dibujos geométricos que recuerdan constelaciones y estrellas y todas salvaguardadas por nudos de Salomón, con un claro mensaje simbólico: "lo de abajo es como lo de arriba y lo de arriba como lo de abajo".
Bajo la cúpula aparecen, agrupados en dos conjuntos de seis, las figuras de los símbolos de las constelaciones zodiacales que rigen el Universo y que, con su presencia en el mosaico bajo la cúpula, reafirman el sentido de la sala.
Ver: http://www.arqweb.com/lucusaugusti/domusp1.jpg
La arquitectura de la sala, los dibujos y figuras de sus pavimentos hacen referencia directa a un simbolismo que en Roma se relacionaba con el dios principal del panteón romano, con Jano-Quirino-Arkho. Este dios tenía, desde los tiempos de Numa, un templo dedicado en el Foro romano. La arquitectura de este templo principal tenía la misma forma cuadrada que la sala descrita y en su interior guardaba mosaicos con motivos similares a los existentes en Lucus Augusti.
Jano-Quirino-Arkho velaba por los habitantes de las ciudades, por los ciudadanos. Su culto tenía que ver con la paz y el equilibrio universal. Según el escritor Ovidio, Jano tenía como misión la vigilancia del eje del mundo, quiere esto decir que, de una manera muy amplia, este dios romano de origen etrusco, se encargaba de la correcta marcha de las cosas, en el cielo y en la tierra, entre los dioses y los hombres; y las ciudades, como lugares de unión entre los unos y los otros, dependían directamente de él.
Ver Templo de Jano en Roma: http://www.arqweb.com/arkho/tj.asp
La sala de Lucus Augusti se encontraba en el centro de la domus principal de la ciudad. En esa casa habitaba el dirigente de más responsabilidad en el gobierno de Lucus Augusti y a él estaba encomendada la toma de decisiones, que afectaban a la vida de los ciudadanos de la urbe. Por ello, esa sala, era el lugar en que se invocaba a Jano-Quirino-Arkho y a su divina influencia, para la correcta toma de decisiones.
Lucus Augusti, como Ciudad Sagrada de Augusto, tenía una influencia capital en la vida de los habitantes de todo el Occidente. Desde este centro espiritual debían de emanarse las benefactoras influencias de la Ciudad Sagrada.
Las ceremonias practicadas en la sala, fundamentalmente por la simbología que encierra su arquitectura y mosaicos, determinan el verdadero sentido del lugar. La Logia de Lucus Augusti era el lugar designado para hablar con los dioses.
Las figuras del mosaico del vestíbulo previo a la sala nos dan pistas importantes en ese sentido. En el centro de ese lugar existe el dibujo de unas figuras montadas sobre dos caballos. Esta representación hace referencia directa a los integrantes de la “Orde Equestre”, los caballeros de la clase aristocrática que formaban la Orden de confianza y que, bajo las instrucciones directas de Octavio Augusto, se preocuparon de ejecutar, de manera correcta, lo estipulado para el buen gobierno del imperio.
Los caballeros esperaban, en aquel vestíbulo, el momento de inicio de la ceremonia en la sala contigua. Los oficiantes principales eran los tres personajes principales de la Ciudad Sagrada: los “Arkhontes”. Cada uno representaba a uno de los tres mundos: el poder político, el poder sacerdotal y el poder del conocimiento. Los “Arkhontes” eran: el gobernador, el sumo sacerdote y el gran maestre. Al entrar éstos en la sala, por su puerta central, los caballeros, que esperaban en el vestíbulo, accedían por la puerta lateral situada hacia el oriente, permaneciendo durante la ceremonia en los lados de la logia, sobre un mosaico con forma de alfombra y utilizando la puerta de occidente para la salida de la sala, al finalizar la ceremonia.
En el centro de la sala y bajo la cúpula, los tres “Arkhontes” rodeaban una mesa circular de ceremonia, el Ara Sagrada, realizada en mármol y colocada sobre un trípode metálico, situándose en posición triangular: el gobernador en el centro, mirando al Sur, a su derecha el maestro y a su izquierda el sacerdote. Invocaban a la Luz, recitando una oración similar a ésta, recogida siglos más tarde:
"Alfa y Omega, ¡oh, gran Dios!,
Tú lo diriges todo por encima.
Tú lo soportas todo por debajo.
Tú lo llenas todo desde dentro.
Tú tienes sitio sin ser tenido.
Tú cambias los tiempos sin ser cambiado.
Tú fijas lo que va errante sin ser fijado.
Tú lo has terminado todo a la vez.
Sobre el modelo de tu espíritu sublime".
La invocación a la Luz, por los “Arkhontes”, es la búsqueda del conocimiento para el buen gobierno de Occidente, desde la Ciudad Sagrada de Augusto. Es invocar el Orden y la Armonía del Cosmos.
Ver imágenes de los mosaicos: http://www.arqweb.com/lucusaugusti/mosaico.asp
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