El Mazo y el Cincel son herramientas complementarias. - Poco consigue el Cincel sin el Mazo que lo empuje. También sin el Cincel, el Mazo en vez de desbastar, puede destruir.
Ahora cabe preguntarse, ¿Qué es lo que hay que desbastar en estas piedras que somos nosotros mismos? - La respuesta es: los condicionamientos que en nosotros ha impuesto la sociedad.
La sociedad, al educarnos, al lado de conocimientos muy útiles y necesarios, también nos transmite prejuicios y creencias.
El Mazo y el Cincel son los que descubren la verdad del hombre interior, y curiosamente, esa verdad no se obtiene leyendo tratados, sino que al revés : desaprendiendo, y al mismo tiempo, percibiendo con todos nuestros sentidos para de esa manera formar una opinión propia acerca de la vida, la cual esté ausente de prejuicios y mandatos impuestos por nuestra programación o condicionamientos.
Eso es desbastar.
Refiriéndose al Mazo, el Ritual dice:
"El Mazo nos enseña que la destreza sin el esfuerzo es de poco provecho, y que el destino del hombre es trabajar; en vano concebirá el corazón y trazará el cerebro si la mano no está pronta a ejecutar el modelo. También representa la fuerza de la conciencia, que debe abatir todo pensamiento vano e inconveniente"...
Lógicamente esto es expresado en forma alegórica, pues toda transformación en la Piedra Bruta no se realiza con la mano sino con el Yo más profundo, es decir, aquél que es capaz de observar los procesos internos de nuestra psiquis.- Ese trabajo debe ser constante y no implica aceptación ni condenación.
Es sólo conocimiento de sí, autoanálisis, autoobservación.
Yo me observo a mí mismo
¿Quién es el Yo?
¿Quién es el Mí?
El Yo sería la conciencia y el Mí, la mente condicionada.
Con respecto al Cincel, el Ritual nos dice: "...nos señala que para establecer la percepción, son necesarios la educación y la perseverancia; que sólo por repetidos esfuerzos logramos pulir el tosco material de nuestra naturaleza, y que nada sin esfuerzo infatigable, puede crear el hábito de la virtud, iluminar la mente y purificar el corazón".
Son importantes el conocimiento ayudado por la perseverancia y el trabajo.
Nuestros esfuerzos deben, por lo tanto, tener una meta en el tiempo, pero esa meta debe partir de la realidad existente.
Si no trabajamos hoy, no hay futuro. Por otra parte, nuestro trabajo debe tener una base real en lo que existe hoy y no en lo que hipotéticamente existirá en el futuro.
Si nos concentramos en la planificación de lo que debemos ser, perdemos el hoy y no llegamos a ninguna parte.
Los objetivos deben ser obtenidos paso a paso, mediante el trabajo en el presente.
Eso es perseverancia
La planificación en la vida no tiene tiempos. No puedo decir en tantos meses lograré mi objetivo; debe ser un vivir constante y sin prisa de aquello que me he propuesto.
Además no cambiamos con intentar ser lo que no somos, sino siendo plenamente lo que somos.
Como dice C.G.Vallés: No cambiamos por mirar al futuro, sino con vivir el presente.- "Cuando soy total y generosamente lo que quiero y puedo ser en la presente situación, comienzo a sentirme preparado para la siguiente etapa; cuando soy ahora todo lo que puedo ser, comienzo espontáneamente y naturalmente a ser alguien nuevo. - El cambio ocurre cuando no nos ocupamos de él, cuando no lo forzamos, no lo imponemos, no lo buscamos."
FUERZA MASÓNICA: Lo expuesto anteriormente, es muy diferente al dominio forzado de sí mismo y de la voluntad que elevando el mazo golpea fuertemente a la piedra con el cincel.
Ese concepto es contrario al amor. - Si nos golpeamos y maltratamos psicológicamente, forzándonos violentamente, sin que intervenga en ello la razón, la mesura y el discernimiento, lo que terminaremos por hacer es rechazar como muy difícil el perfeccionamiento, o lo que es peor, que si logramos vencer o reprimir ciertos aspectos de nosotros mismos sin haberlos madurado debidamente, podremos transformarnos en personas muy desagradables e intolerantes.
La Fuerza de la cual se habla en la Masonería no es aquella que sirve para golpear, sino para soportar, para resistir. Esa fuerza es básica en la formación del carácter y en el dominio de las emociones.
El Maestro Interior, nuestro Yo, nuestra conciencia, debe estar llano a escuchar lo que la parte emocional tiene que decirle. - Los traumas y defectos tienen un origen que debe ser descubierto. La conciencia debe concentrarse en él, y no condenar, a priori, las actitudes.
Llegar a la raíz de las emociones negativas proporciona un conocimiento revelador de lo que verdaderamente somos.
Al obtener una respuesta a los motivos que impulsan determinadas conductas, ya no nos concentraremos en las reacciones, reprimiéndolas, sino que llegaremos al fondo de lo que nos impulsa.
Los Principios o Valores Permanentes deben ser la guía constante en nuestro trabajo interior.
En nuestra exploración interna, no sólo descubrimos defectos, sino también cualidades.
Al hacernos conscientes de ellas nos valoramos. -Si esta valoración se transforma en una sobre valoración, se convierte en orgullo, lo cual va en contra de la humildad.
El orgullo es una arista que se disfraza de perfección y que es sumamente dañina, tanto para nuestro desenvolvimiento, como para la convivencia con nuestros semejantes.
¿Cómo reconocer este defecto?
Hay dos palabras parecidas, pero muy diferentes por las reacciones que ellas representan.
Son: sensibilidad y susceptibilidad.
La sensibilidad es positiva, pues nos conecta con los demás y con nosotros mismos.
Quizás podríamos definirla como la forma correcta en que reaccionamos ante los estímulos que parten en nuestra convivencia.
Cuando la persona tiene una sobrevaloración de sí misma, sus reacciones serán cargadas de egocentrismo, y eso es, susceptibilidad.- En el fondo es debilidad o vulnerabilidad.
La persona fuerte es humilde, pues tiene la capacidad de escuchar sin sentirse avasallada.
La humildad hace que miremos la vida como lo que es: un drama en el que todos tomamos parte y desempeñamos un rol. No hay superiores ni inferiores, solamente personas con distintas visiones de la realidad.
Estabilidad4
Ahora cabe preguntarse, ¿Qué es lo que hay que desbastar en estas piedras que somos nosotros mismos? - La respuesta es: los condicionamientos que en nosotros ha impuesto la sociedad.
La sociedad, al educarnos, al lado de conocimientos muy útiles y necesarios, también nos transmite prejuicios y creencias.
El Mazo y el Cincel son los que descubren la verdad del hombre interior, y curiosamente, esa verdad no se obtiene leyendo tratados, sino que al revés : desaprendiendo, y al mismo tiempo, percibiendo con todos nuestros sentidos para de esa manera formar una opinión propia acerca de la vida, la cual esté ausente de prejuicios y mandatos impuestos por nuestra programación o condicionamientos.
Eso es desbastar.
Refiriéndose al Mazo, el Ritual dice:
"El Mazo nos enseña que la destreza sin el esfuerzo es de poco provecho, y que el destino del hombre es trabajar; en vano concebirá el corazón y trazará el cerebro si la mano no está pronta a ejecutar el modelo. También representa la fuerza de la conciencia, que debe abatir todo pensamiento vano e inconveniente"...
Lógicamente esto es expresado en forma alegórica, pues toda transformación en la Piedra Bruta no se realiza con la mano sino con el Yo más profundo, es decir, aquél que es capaz de observar los procesos internos de nuestra psiquis.- Ese trabajo debe ser constante y no implica aceptación ni condenación.
Es sólo conocimiento de sí, autoanálisis, autoobservación.
Yo me observo a mí mismo
¿Quién es el Yo?
¿Quién es el Mí?
El Yo sería la conciencia y el Mí, la mente condicionada.
Con respecto al Cincel, el Ritual nos dice: "...nos señala que para establecer la percepción, son necesarios la educación y la perseverancia; que sólo por repetidos esfuerzos logramos pulir el tosco material de nuestra naturaleza, y que nada sin esfuerzo infatigable, puede crear el hábito de la virtud, iluminar la mente y purificar el corazón".
Son importantes el conocimiento ayudado por la perseverancia y el trabajo.
Nuestros esfuerzos deben, por lo tanto, tener una meta en el tiempo, pero esa meta debe partir de la realidad existente.
Si no trabajamos hoy, no hay futuro. Por otra parte, nuestro trabajo debe tener una base real en lo que existe hoy y no en lo que hipotéticamente existirá en el futuro.
Si nos concentramos en la planificación de lo que debemos ser, perdemos el hoy y no llegamos a ninguna parte.
Los objetivos deben ser obtenidos paso a paso, mediante el trabajo en el presente.
Eso es perseverancia
La planificación en la vida no tiene tiempos. No puedo decir en tantos meses lograré mi objetivo; debe ser un vivir constante y sin prisa de aquello que me he propuesto.
Además no cambiamos con intentar ser lo que no somos, sino siendo plenamente lo que somos.
Como dice C.G.Vallés: No cambiamos por mirar al futuro, sino con vivir el presente.- "Cuando soy total y generosamente lo que quiero y puedo ser en la presente situación, comienzo a sentirme preparado para la siguiente etapa; cuando soy ahora todo lo que puedo ser, comienzo espontáneamente y naturalmente a ser alguien nuevo. - El cambio ocurre cuando no nos ocupamos de él, cuando no lo forzamos, no lo imponemos, no lo buscamos."
FUERZA MASÓNICA: Lo expuesto anteriormente, es muy diferente al dominio forzado de sí mismo y de la voluntad que elevando el mazo golpea fuertemente a la piedra con el cincel.
Ese concepto es contrario al amor. - Si nos golpeamos y maltratamos psicológicamente, forzándonos violentamente, sin que intervenga en ello la razón, la mesura y el discernimiento, lo que terminaremos por hacer es rechazar como muy difícil el perfeccionamiento, o lo que es peor, que si logramos vencer o reprimir ciertos aspectos de nosotros mismos sin haberlos madurado debidamente, podremos transformarnos en personas muy desagradables e intolerantes.
La Fuerza de la cual se habla en la Masonería no es aquella que sirve para golpear, sino para soportar, para resistir. Esa fuerza es básica en la formación del carácter y en el dominio de las emociones.
El Maestro Interior, nuestro Yo, nuestra conciencia, debe estar llano a escuchar lo que la parte emocional tiene que decirle. - Los traumas y defectos tienen un origen que debe ser descubierto. La conciencia debe concentrarse en él, y no condenar, a priori, las actitudes.
Llegar a la raíz de las emociones negativas proporciona un conocimiento revelador de lo que verdaderamente somos.
Al obtener una respuesta a los motivos que impulsan determinadas conductas, ya no nos concentraremos en las reacciones, reprimiéndolas, sino que llegaremos al fondo de lo que nos impulsa.
Los Principios o Valores Permanentes deben ser la guía constante en nuestro trabajo interior.
En nuestra exploración interna, no sólo descubrimos defectos, sino también cualidades.
Al hacernos conscientes de ellas nos valoramos. -Si esta valoración se transforma en una sobre valoración, se convierte en orgullo, lo cual va en contra de la humildad.
El orgullo es una arista que se disfraza de perfección y que es sumamente dañina, tanto para nuestro desenvolvimiento, como para la convivencia con nuestros semejantes.
¿Cómo reconocer este defecto?
Hay dos palabras parecidas, pero muy diferentes por las reacciones que ellas representan.
Son: sensibilidad y susceptibilidad.
La sensibilidad es positiva, pues nos conecta con los demás y con nosotros mismos.
Quizás podríamos definirla como la forma correcta en que reaccionamos ante los estímulos que parten en nuestra convivencia.
Cuando la persona tiene una sobrevaloración de sí misma, sus reacciones serán cargadas de egocentrismo, y eso es, susceptibilidad.- En el fondo es debilidad o vulnerabilidad.
La persona fuerte es humilde, pues tiene la capacidad de escuchar sin sentirse avasallada.
La humildad hace que miremos la vida como lo que es: un drama en el que todos tomamos parte y desempeñamos un rol. No hay superiores ni inferiores, solamente personas con distintas visiones de la realidad.
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