Aprendiz Masón, es el título que recibe toda persona que se inicia en la carrera masónica, para participar de las enseñanzas que se imparten en la primera cámara de la masonería simbólica. El primer grado de la masonería azul o simbólica, nos proporciona claras y terminantes lecciones de moral, de civismo y de amor fraternal. Las enseñanzas del primer grado tienen como objetivo sembrar la duda en el corazón del iniciado y a la vez, tiene como base el trabajo, el estudio y la investigación de todo aquello que el aprendiz ignora o no comprende, porque para él encierra un misterio que hay que descubrir y que no es otra cosa que la enseñanza filosófica del grado.
La clave del aprendiz es el Silencio. El no puede preguntar el porqué; él no sabe como, claro no tiene muchos derechos. Su obligación es hacer, actuar, expresarse a sí mismo de manera constructiva. El aprendiz debe crecer física y espiritualmente mediante el estudio. El aprendiz debe tratar de abolir todas las desigualdades. Debe buscar el desarrollo de cualidades de modestia necesarias para el trabajo armónico del Francmasón y sus compañeros en el plano material de la naturaleza.
Cuando ingresamos a la Orden, adquirimos el compromiso obligatorio de Estudiar y de aprender aunque no haya quien nos enseñe. En la Masonería se puede aprender aunque nadie te enseñe (aunque parezca una paradoja), la sabiduría se obtendrá comprendiendo que uno no sabe nada; Que vivir es aprender a ignorar menos; de cada uno de nosotros depende la decoración y embellecimiento de nuestro templo individual; y estas virtudes nuestras darán belleza y colmarán de espiritualidad a nuestra Logia.
Trabajamos los aprendices en desbastar la piedra bruta, aprendemos a quitar las aristas con mazo y cincel. La ocupación y razón de ser del primer grado es: Aprender, aunque en tal actitud permanezcamos durante toda la vida, independientemente del grado que se obtenga. Tenemos toda la vida para lograrlo, pero también recordemos que esta es bien corta, y que ya no somos tan jóvenes, debemos poner nuestro mayor esfuerzo en ello y hallaremos la felicidad que tanto deseamos.
Debemos empeñarnos desde nuestra iniciación en comprender nuestras doctrinas para poder hacer lo mejor posible nuestro trabajo como Masón, siempre en el sentido moral. Nuestros enemigos son: La ignorancia, el error, el fanatismo y la supertision, sin embargo la Ciencia y Virtud son las bases de nuestra institución. Pero esta iniciación Masónica no es un camino de salvación de carácter religioso o esotérico sino un proceso de autoesclarecimiento y es compatible con cualquier fe religiosa o esotérica que NO anule la libertad del individuo.
La labor del aprendiz es Individual, que cada uno debe ejecutar sobre sí mismo, para transformarse en un verdadero Francmasón y que será lo que le permitirá actuar como un constructor para que sus hermanos lo reconozcan. Este trabajo no puede ser realizado por otro. Es labor intima, sostenida con constancia permanente y profunda, caracterizada por el sello de la más autentica sinceridad. Cada uno de nosotros es distinto, cada uno de nosotros ha de ser su propio arquitecto, y el buen constructor debe estudiar y analizar la calidad de sus materiales; desechar los malos seleccionando los mejores y con ellos llegar a formar esa piedra tallada que encaje en el edificio universal como una pieza armónica y equilibrada. La Masonería no es una cosa material, es una ciencia del alma. No es un credo o una doctrina, sino una expresión de sabiduría universal. Ingresar a la orden es asumir, cada uno por su cuenta, la responsabilidad de su crecimiento individual.
Es honroso ser Masón. Pertenecer a esta fraternidad proporciona prestigio. Pero, para sentirse Masón, es necesario trabajar mucho para conseguir lo que se quiere y es indispensable hacer lo que se debe. No basta haber sido iniciado en la Masonería, no basta asistir puntualmente a las tenidas, no basta creer saber Masonería, no basta sentir la Masonería para ser considerado Masón; Para ello es necesario vivir como Masón, y sólo en ese entonces será realidad contestar la pregunta: ¿Sois Masón?, Y podrá decir: “Todos mis hermanos me reconocen como tal”. Pero, por tener que trabajar para hacerse mejores, muchos que llamaron a la puerta de la orden se fueron, se alejaron desilusionados. No fueron capaces de iniciar o de sostener el esfuerzo. Quisieron alcanzar la esencia de la masonería sin mucho trabajo, sin alargar el brazo para tocarla siquiera y nunca llegaron realmente a ver la luz. No conocieron la dicha de vencer las dificultades y resolver los problemas.
La orden necesita de todos nosotros, por la vida misma, por algo que trasciende más allá de nosotros mismos, y quien lo ignore cede ante el desequilibrio por haberse olvidado de lo esencial, su mundo interior. Por lo tanto el Aprendiz Masón debe definirse como persona, descubriendo su propia identidad, que disfrute la belleza de la vida, abierto a todo, apto para el cambio constante, de espíritu libre, útil socialmente, transparente en su imagen, equilibrado, comunicador, tolerante, valiente, veraz, cortés y por último algo de músico, poeta y loco como dicen por ahí!!.
Alcanzar la virtud para practicarla, es el principal anhelo de un verdadero masón!!!
Fraternalmente:
Luis Alberto Rodríguez Girón
La clave del aprendiz es el Silencio. El no puede preguntar el porqué; él no sabe como, claro no tiene muchos derechos. Su obligación es hacer, actuar, expresarse a sí mismo de manera constructiva. El aprendiz debe crecer física y espiritualmente mediante el estudio. El aprendiz debe tratar de abolir todas las desigualdades. Debe buscar el desarrollo de cualidades de modestia necesarias para el trabajo armónico del Francmasón y sus compañeros en el plano material de la naturaleza.
Cuando ingresamos a la Orden, adquirimos el compromiso obligatorio de Estudiar y de aprender aunque no haya quien nos enseñe. En la Masonería se puede aprender aunque nadie te enseñe (aunque parezca una paradoja), la sabiduría se obtendrá comprendiendo que uno no sabe nada; Que vivir es aprender a ignorar menos; de cada uno de nosotros depende la decoración y embellecimiento de nuestro templo individual; y estas virtudes nuestras darán belleza y colmarán de espiritualidad a nuestra Logia.
Trabajamos los aprendices en desbastar la piedra bruta, aprendemos a quitar las aristas con mazo y cincel. La ocupación y razón de ser del primer grado es: Aprender, aunque en tal actitud permanezcamos durante toda la vida, independientemente del grado que se obtenga. Tenemos toda la vida para lograrlo, pero también recordemos que esta es bien corta, y que ya no somos tan jóvenes, debemos poner nuestro mayor esfuerzo en ello y hallaremos la felicidad que tanto deseamos.
Debemos empeñarnos desde nuestra iniciación en comprender nuestras doctrinas para poder hacer lo mejor posible nuestro trabajo como Masón, siempre en el sentido moral. Nuestros enemigos son: La ignorancia, el error, el fanatismo y la supertision, sin embargo la Ciencia y Virtud son las bases de nuestra institución. Pero esta iniciación Masónica no es un camino de salvación de carácter religioso o esotérico sino un proceso de autoesclarecimiento y es compatible con cualquier fe religiosa o esotérica que NO anule la libertad del individuo.
La labor del aprendiz es Individual, que cada uno debe ejecutar sobre sí mismo, para transformarse en un verdadero Francmasón y que será lo que le permitirá actuar como un constructor para que sus hermanos lo reconozcan. Este trabajo no puede ser realizado por otro. Es labor intima, sostenida con constancia permanente y profunda, caracterizada por el sello de la más autentica sinceridad. Cada uno de nosotros es distinto, cada uno de nosotros ha de ser su propio arquitecto, y el buen constructor debe estudiar y analizar la calidad de sus materiales; desechar los malos seleccionando los mejores y con ellos llegar a formar esa piedra tallada que encaje en el edificio universal como una pieza armónica y equilibrada. La Masonería no es una cosa material, es una ciencia del alma. No es un credo o una doctrina, sino una expresión de sabiduría universal. Ingresar a la orden es asumir, cada uno por su cuenta, la responsabilidad de su crecimiento individual.
Es honroso ser Masón. Pertenecer a esta fraternidad proporciona prestigio. Pero, para sentirse Masón, es necesario trabajar mucho para conseguir lo que se quiere y es indispensable hacer lo que se debe. No basta haber sido iniciado en la Masonería, no basta asistir puntualmente a las tenidas, no basta creer saber Masonería, no basta sentir la Masonería para ser considerado Masón; Para ello es necesario vivir como Masón, y sólo en ese entonces será realidad contestar la pregunta: ¿Sois Masón?, Y podrá decir: “Todos mis hermanos me reconocen como tal”. Pero, por tener que trabajar para hacerse mejores, muchos que llamaron a la puerta de la orden se fueron, se alejaron desilusionados. No fueron capaces de iniciar o de sostener el esfuerzo. Quisieron alcanzar la esencia de la masonería sin mucho trabajo, sin alargar el brazo para tocarla siquiera y nunca llegaron realmente a ver la luz. No conocieron la dicha de vencer las dificultades y resolver los problemas.
La orden necesita de todos nosotros, por la vida misma, por algo que trasciende más allá de nosotros mismos, y quien lo ignore cede ante el desequilibrio por haberse olvidado de lo esencial, su mundo interior. Por lo tanto el Aprendiz Masón debe definirse como persona, descubriendo su propia identidad, que disfrute la belleza de la vida, abierto a todo, apto para el cambio constante, de espíritu libre, útil socialmente, transparente en su imagen, equilibrado, comunicador, tolerante, valiente, veraz, cortés y por último algo de músico, poeta y loco como dicen por ahí!!.
Alcanzar la virtud para practicarla, es el principal anhelo de un verdadero masón!!!
Fraternalmente:
Luis Alberto Rodríguez Girón
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