Por Jorge Salem, M:.M:.
Un poco de historia
De entre todos los emperadores y reyes que gobernaron los países que rodean el Mediterráneo posiblemente el más conocido sea el! rey Salomón. Y esto no se debe sólo a su presencia en la Thorá judía, la Biblia cristiana y el Corán islámico, sino también a las leyendas populares basadas en su historia. El rey Salomón fué idealizado con virtudes, aunque en la realidad no fue exactamente así. Por ejemplo, recientes investigaciones demuestran que la mayoría de los libros que se le atribuyen se escribieron siglos después.
El mismo proceso de mistificación se dió con su famoso Templo, construido en el año 968 a.C. en un monte de la ciudad de Jerusalén, y que fue inaugurado en el 961 a.C. con grandes fiestas y ofrendas. Tras la destrucción de este Templo en el 586 a.C. por el ejército de Nabuconodosor no quedó en pie ni una sola piedra. Sin embargo, las descripciones del edificio y las leyendas que surgieron en torno a él le convirtieron en el arquetipo ideal del Templo, influyendo durante siglos en la configuración de los edificios religiosos y civiles occidentales. !
La personalidad del rey Salomón
El estudio de las fuentes escritas sobre el rey Salomón señalan las principales cualidades y actividades por las que fue conocido:
El rey Salomón como mago, que poseyó un extraordinario poder.
El rey Salomón dotado de una excepcional prudencia y sabiduría.
El rey Salomón como constructor del Templo de Jerusalén y los majestuosos edificios que lo rodeaban.
El último de estos tres aspectos siempre ha sido el más destacado, como veremos más adelante, pero los otros dos también han sido muy tratados en los estudios históricos, pinturas, grabados y obras literarias.
El rey Salomón como mago
En la Biblia y el Corán podemos leer sobre los poderes mágicos del rey Salomón. En el Sutra XXVII del Corán se menciona como el rey David, cuando er! a un joven pastor en contacto con la naturaleza, aprendió «el idioma de los pájaros», idioma que debió enseñar a su hijo Salomón. El conocimiento de este «idioma natural» era la clave para que los reyes David y Salomón entendieran las Leyes del Universo y pudieran materializarlas en el arquetipo ideal de belleza.
Durante la Edad Media, David se representaba siempre con un arpa en sus manos, simbolizando la armonía espiritual del Cosmos. El historiador judeo-romano Flavio Josefo (37-100 d.C.) mencionaba unos interesantes detalles que nos permiten comprender cómo el rey Salomón habría podido escribir varios libros sobre magia. Durante la época del Imperio Romano, la magia ritual influyó mucho en las gentes. Estos aspectos mágicos se mantuvieron hasta la Edad Media, manifestados en hechos como la creencia en la existencia de «diablos» y la lucha contra las enfermedades por medio de exorcismos. Orígines -uno de los padres de la Iglesia- menciona! ba estas curaciones, que pudo leer en la literatura mágica atribuida al rey Salomón.
Para la lucha contra el Diablo se usaba el «Sello del rey Salomón», un pentángulo o estrella de cinco puntas con el sagrado nombre de Dios escrito en su interior. En aquellos tiempos se vendían amuletos con dicho símbolo, ya que se le atribuía la propiedad de invocar al espíritu de Salomón para defenderse de muchas enfermedades contagiosas. Después de todo, el rey Salomón era el mayor mago de todos los tiempos y llegó a poner al Diablo a su servicio.
Un manuscrito del siglo IV, el Testamento del rey Salomón, desmitificaba el poder mágico del rey. El texto incluía una biografía de Salomón y de la época de su gobierno, incidiendo especialmente en la construcción de su Templo. En esa época se consideró que el libro era un hito en el campo de exorcismo, y demuestra la creencia en la existancia de demonios en la Cristiand! ad del siglo XVI.
El rey Salomón como filósofo
La segunda característica que tradicionalmente se destaca del rey Salomón es una excepcional «sabiduría». En las tradiciones religiosas judía y cristiana, el «juicio del rey Salomón» se ha convertido en el símbolo del concepto de sabiduría, relacionado con su gran conocimiento mágico. Flavio Josefo relacionaba la concepción del Viejo Testamento de la «Sabiduría» y la figura del rey Salomón de un modo parecido al de la Biblia. También se refiere a los enigmas que el rey Salomón intercambió con Hiram de Tiro y a las «pruebas» que le puso la Reina de Saba cuando viajó a Israel para comprobar su gran sabiduría.
Los cristianos del siglo V hicieron grandes esfuerzos para diferenciar la idea que se tenía de la sabiduría del rey Salomón de su conocimiento mágico. Así, acentuaron la sabiduría de Salomón como el «Hagia Sophia», la Sabiduría Divina. En el año 537 d.C. se dedicó una de las mayores iglesias de la época, construida en Constantinopla, a este Hagia Sophia. En su ceremonia de apertura el emperador Justiniano la asoció con el Templo de Salomón. La idea fundamental de esta iglesia se encontró en el simbolismo de la relación entre el Cielo y la Tierra a través de la Sabiduría Divina. La parte inferior del edificio está formada por un cubo, símbolo de la Tierra desde los tiempos antiguos. Encima de este cubo, la cubierta abovedada en forma semiesférica símbolizaba el Cielo. En Europa Oriental este simbolismo puede encontrarse aún en muchas iglesias de Grecia y Rumanía.
Pero es sobre todo en el siglo XIII cuando se afianzó la idea de que Salomón poseyó toda la sabiduría de su tiempo, convirtiéndo al rey en un símbolo de la Sabiduría Divina. Esto también se expresó en numerosas estatuas e imágenes de las fachadas y las vidrieras de las catedrales medievales. En la cate! dral de Amiens (qué ha sufrido pocos daños importantes desde su terminación) encontramos la estatua del rey Salomón, justo en el centro de la fachada occidental, flanqueado por las dos columnas de su Templo. Sobre él, encontramos la estatua del Cristo, dando la impresión de que el rey Salomón está llevandolo sobre sus hombros. Esta composición se encuentraba en muchas otras catedrales, aunque la mayoría se demolieron durante la revolución francesa.
En los escritos medievales se señala a menudo que las catedrales góticas se construyeron basándose en los principios del Templo de Jerusalén, comenzado por el rey David y continuado por el rey Salomón. En la «Biblia Moralisè» francesa, el rey Salomón es el símbolo de la Sabiduría Divina. En el encuentro con la reina de Saba, ésta simbolizaba la Iglesia que había dejado de escuchar las palabras de Dios dialogando con el rey Salomón. El «Juicio del rey Salomón» es otro tema que podemos encontrar en las fachadas de casi todas catedrales medievales. Normalmente el rey Salomón aparece sentado o de pie entre las dos columnas de su Templo, junto a dos mujeres que se pelean por el niño vivo, mientras que los soldados hacen ademán de partirlo en dos. Investigaciones recientes han demostrado que esta leyenda popular es muy anterior a la época del rey Salomón, y que simplemente se adaptó con su nombre.
Los manuscritos del rey Salomón
Las excavaciones arqueológicas y el estudio de los textos que se escribieron en la época del rey Salomón socavan cada vez más su imagen de héroe legendario. Hoy sabemos que no escribió ningún libro del Viejo Testamento: el Libro de Proverbios se compuso 500 años después de la muerte del rey Salomón y deriva principalmente de los manuscritos egipcios descubiertos al principio de este siglo. Orígenes ya señaló que Salomón no pudo escribir el Cantar de los Cantares del Viejo Testamento. !
Uno de los más conocidos libros apócrifos de la Biblia es el denominado «Testamento del rey Salomón», escrito en el siglo I a.C. Aún mucha mayor difusión tuvieron las «Clavículas de Salomón», un confuso ensayo de exorcismo. Tras la invención de la imprenta, este libro se aumentó muchas veces hasta el siglo XVIII, añadiéndosele nuevas ilustraciones y comentarios. Actualmente se ha demostrado que su texto se escribió originalmente en el siglo I d.C.
Además del rey Salomón que conocemos por la Biblia y la Thorá, está claro que con el tiempo se creó un Salomón legendario, un soberano misterioso que podía penetrar las Leyes del Universo. Pero la mayor reputación de Salomón la logró como constructor del Templo de Jerusalén, destruído en el año 586 a.C. por Nabuconodosor, y que desde entonces ha quedado como un símbolo en la religión judía, cristiana y musulmana.
El propi! o Salomón se ha considerado tradicionalmente como un autor prolífico y de gran calidad. Las escrituras que se le han atribuido son el Libro de los Proverbios, el Cantar de los Cantares, el Eclesiastés, el Libro de la Sabiduría de Salomón, y los Salmos (Odas de Salomón). Los estudiosos modernos han determinado, sin embargo, que algunos de estos libros se escribieron siglos después. De hecho, las Odas son posiblemente de un autor cristiano gnóstico.
El rey Salomón como constructor del Templo de Jerusalén
El Templo del rey Salomón, a diferencia de otros templos del siglo X a.C., no tenía ningún ídolo dentro, tan sólo el Arca de la Alianza con las Tablas de la Ley que Yahvé entregó a Moisés. El Templo se construyó en una meseta de 742 metros de altura y tenía la entrada dirigida al Este, hacia la salida del Sol en el Monte de los Olivos.
No queda ningún rastro del Templo de S! alomón: los 50 metros del Muro de las Lamentaciones pertenecieron originalmente a los muros de contención exteriores del Templo de Herodes, construido en el siglo I a.C. La situación del Templo de Salomón es bien conocida, cerca de la roca santa conocida como Moria, donde se quemaban en holocaustos animales a modo de ofrendas. Esta piedra tenía un tamaño de aproximadamente 17 m de longitud y 15 m de ancho, y resulta un punto de orientación fiable, ya que se situó cerca de la entrada oriental del Templo. Hoy día la Mezquita de Omar, la Kubat-as-Sachra, cubre este lugar, construida en el año 691 d.C. por Kaliff Aw-al-Malik. La presencia de esta mezquita hace imposible toda investigación arqueológica de los restos del Templo de Salomón.
En la tradición judía se supone que el rey David recibió los planos del Templo con la información exacta de su forma y medidas, en un pergamino entregado por uno de los Profetas. Este pergamino debió ser ent! regado por el mismo Dios a Moisés, y desde entonces fue custodiado hasta que llegó el momento de la construcción. También la religión cristiana aceptó el origen divino de las trazas del Templo. Pero el cristianismo supuso que, tras su destrucción en el año 586 a.C., la reconstrucción de este Templo ideal no era posible por la ausencia de los planos originales.
¿Cuál fue la apariencia del Templo?
La construcción del Templo comenzó durante el cuarto año del gobierno de Salomón. Se tardó en construirlo aproximadamente 7 años, lo que implica que debió de terminarse en el año 961 a.C. El Templo propiamente dicho debió ser un edificio largo y bastante estrecho, orientado sobre un eje longitudinal en dirección Este-Oeste. El edificio debió tener una longitud de aproximadamente 30 metros, 9 metros de ancho y una altura de casi 3 metros. En la fachada oriental se construyó una escalera, junto a la puerta de la entrada. A amb! os lados de ésta se erigieron dos columnas, llamadas Jaquim y Boaz, la primera a mano derecha de la entrada y la segunda a su izquierda.
Los sacerdotes y el rey entraban en el Templo a través de una gran puerta chapada de oro, de aproximadamente 10 metros de alto y 4 de ancho. Trás de esa puerta se encontraba el vestíbulo de entrada, el «Ulam». Después de este vestíbulo, se encontraba la estacia principal, el «Hekal» o Santo, iluminado a través de unas ventanas altas. Estas ventanas eran más grandes hacia dentro que hacia fuera, simbolizando que la Luz vino del interior hacia el exterior. El «Hekal» medía 13,5 metros de alto, 9 metros de ancho y 18 de largo, en una proporción de 3:2:4. La anchura y longitud guardaban una proporción de 1:2, lo que significa que la planta del «Hekal» estaba compuesta de un «doble cuadrado», una proporción que puede encontrarse en muchas «estancias sagradas».
El forjado de piedra se cubrió con un solado de madera de cedro en el que, según algunas fuentes, se grabó el «Sello de Salomón». Las paredes del «Hekal» se cubrieron con lamas de cedro, traidas de las montañas del Líbano; las vigas del forjado también se hicieron del mismo material. La tercera cámara, el «Debir» o Santo de los Santos (Sancta Sanctorum), se encontraba en la parte trasera, a un nivel más alto que el «Hekal», y sólo podría accederse a él subiendo por una escalera.
El «Debir» tenía la forma de un cubo de 9 x 9 x 9 metros, y en su centro se puso el Arca de la Alianza. Éste era un arcón grande, hecho de madera de acacia, cubierta con planchas de oro y con cuatro anillas a las esquinas en las que se ponían varas para transportarla. Dentro del Arca se guardaron las Tablas de la Ley, entregados por el mismo Dios a Moisés. En estas Tablas se grabaron los Diez Mandamien! tos, sirviendo de conexión entre Yahvé e Israel.
Durante los tiempos del Éxodo del pueblo judío el Arca estaba oculta en el Tabernáculo, que fue finalmente traído a Jerusalén por el rey David. Ya se había acreditado el poder mágico del Arca cuando se derrumbaron las murallas de Jericó al pasar los judíos ante ellas con el Arca.
Las dos columnas Jaquim y Boaz se erigieron frente a la entrada del Templo y se fundieron en bronce en una sola pieza. Tenían una altura de más de 12 metros, con unos capiteles esféricos de aproximadamente 2 metros de diámetro. Las columnas sólo tenían una función simbólica y no sujetaban ninguna viga ni ningún elemento estructural.
Los investigadores relacionan estas columnas con los obeliscos encontrados a la entrada de los templos egipcios. El arquitecto romano Vitruvio contaba que estos obeliscos se usaban como un reloj, midiendo su sombra como hacemos nosotros con los los relojes de sol. Sin embargo, las esferas ornamentales de encima de las dos columnas del Templo de Salomón habrían hecho muy inexacta esta función de reloj.
Cerca del Templo se situó un altar para los holocaustos (sacrificio de animales en la hoguera) y un gran cuenco de bronce, el «Mar de Bronce» o «Mar Cobrizo». Éste era un gran cuenco semiesférico de 4'5 metros de diámetro, apoyado en las partes traseras de 12 toros, también fundidos en bronce, tres en cada dirección de los puntos cardinales.
El cuenco debió pesar en vacío más de 25.000 Kg. El propósito de este depósito (descrito detalladamente en II Cron 4:1) no está muy claro. Quizás se usara como un espejo para observar los cuerpos celestiales. En el idioma hebreo antiguo, las palabras para cobre y bronce eran idénticas: el bronce era un metal más duro y menos proclive a la corrosión, debid! o a la aleación de una cierta cantidad de estaño. Algunos autores creen que el «Mar» debió hacerse de bronce y no de cobre.
Todas las herramientas de metal como martillos y cinceles se hicieron de bronce hasta el siglo XII a.C., cuando comenzó la producción de herramientas de hierro. Existió una gran tradición en la producción de bronce el Oriente Medio, donde el cobre se encontraba fácilmente en las minas de Arabia, el desierto al sur del Mar Muerto del que Salomón obtenía la mayor parte de sus fuentes de ingreso.
Lo problemático era más bien encontrar el estaño, un metal que entonces podía hallarse al aire libre en grandes cantidades sólo en las minas del Sur de Inglaterra. Los fenicios, dándose cuenta de este problema, navegaron con sus pequeños barcos hasta allí, atravesando el Mediterráneo y el Océano Atlántico.
La construcción del Templo
En la época del rey David y su hijo Salomón, el pueblo de Israel estaba convencido de que el monte del Templo estaba situado exactamente en el centro de la Tierra. Por lo tanto, el que orase en ese lugar estaría en contacto directo con Dios, que moraba justo encima de las esferas celestiales (I Rey 8:30: «Oye, pues, la plegaria de tu siervo y de tu pueblo Israel cuando oren en este lugar.
Escucha tú desde el lugar de tu morada, desde el cielo, escucha y perdona»). Podría decirse sin exageración que los diez primeros años del reinado de Salomón estuvieron dominados por el «orden» resultante de la construcción del Templo, tal y como fue planeado por David.
Toda la política del reinado de Salomón se supeditó a la enorme cantidad de dinero que se necesitaba para la construcción del Templo. Éste, además de ser la Casa de Dios, debía expresar la unidad entre el estado y la religión, para librar el reino! del «separatismo» de las tribus y disminuir la importancia de los viejos santuarios. Sin embargo, después de la construcción del Templo de Salomón, los altares de Canán continuaron existiendo a lo largo y ancho del territorio israelita: el Templo de Jerusalén se había convertido en la más hermosa y cara residencia de Yahvé, pero no pudo convertirse en la única. La importancia del Templo aumentó durante los siglos siguientes, pero fue sobre todo tras su destrucción en el año 586 a.C. cuando el Templo pasó de ser algo real a convertirse en una leyenda.
Aunque siempre asociamos el nombre del rey Salomón a la construcción del Templo, en realidad su contribución no fue demasiado grande. La idea y las trazas se realizaron durante el reinado de su padre David, los arquitectos y los artesanos eran Fenicios y los enormes gastos de la construcción fueron sufragados por los esforzados trabajadores de las minas de cobre, los marineros de la gran flota ! de naves comerciales y los soldados que saqueaban los países circundantes.
Recientes investigaciones del arqueólogo alemán Konrad Rupprecht han demostrado que el rey David debió encontrar un templo más antiguo en ese lugar, que debió ampliar para cobijar al Arca de la Alianza. El rey Salomón debió modificar la planta del viejo templo de su padre con sucesivas ampliaciones y modernizaciones, de acuerdo con las trazas que había dejado su padre. En el Viejo Testamento no se señala que en el monte Moria existiera este templo más antiguo, pero sí que se menciona en varios lugares como el rey que David envió a ese monte un gran número de materiales y trabajadores a lo largo de su gobierno.
En I Cron 22 se señala cómo el rey David gastó 3.000 talentos de oro y 7.000 talentos de plata de sus propias posesiones en la construcción del Templo. Dado que en esa época un talento pesaba 60 kilos, está claro que el edificio ya en el tiempo de David necesitó de una enorme cantidad de dinero. En I Cron 28 podemos leer cómo el rey David tenía a su disposición muchos dibujos del Templo, en que los que se incluían hasta los más pequeños detalles. El rey David también tuvo los primeros contactos con Hiram y sus consejeros. Por ello, el rey Salomón sólo se encargó de la ejecución (y pago) de trabajos ya dispuestos por su padre.
El edificio se situó en una meseta rocosa llamada Moria, que en tiempos del rey David era más pequeña, de aproximadamente 40 x 100 metros. Durante el reinado de Salomón se agrandó. Pero fue en los tiempos del rey romano Herodes cuando su superficie se aumentó hasta aproximadamente 500 metros de largo por 300 metros de ancho. El patio interior del Templo se rodeó por un muro formado por tres capas de bloques de piedra cubiertas por vigas de madera de cedro. En este patio interior podían entrar los peregrinos y las masas de f! ieles, pero el Santuario del Templo sólo era accesible al rey y a los sacerdotes.
Durante las fiestas, las ofrendas en la hoguera se hacían en el patio interior, para lo que se construyeron utensilios especiales. El gran altar de hierro donde se encendía la hoguera se puso en medio del patio interior, con una llama que se mantenía encendida día y noche para realizar las ofrendas; las cenizas se dejaban caer a través de una reja sobre la Piedra Santa.
Durante las últimas décadas se han hecho excavaciones arqueológicas en diferentes lugares de Israel para comparar el Templo de Salomón con los restos de otros templos de la misma época. En 1957 se encontró en Hasor un templo fenicio del siglo XIII a.C. La restauración de sus habitaciones y sus detalles decorativos clarificaron la tesis de que pudo ser un modelo directo del Templo de Salomón. El templo de Hasor tenía los mismos tres sectores cerrados con las ! dos columnas frente a la puerta de entrada, un vestíbulo principal y un recinto sagrado en la parte trasera sobre una plataforma algo más alta.
El arqueólogo alemán concluyó: «Los arquitectos fenicios diseñaron el Templo de Salomón adoptando como modelos los edificios sagrados que existían en Caná. Sin embargo, en ese tiempo en Israel esos edificios eran considerados como templos paganos» (Hans Heinrich Schmid, Altorientalische Welt in der alttestamentlichen, Zurich 1974).
El palacio real de Salomón y los edificios de sus mujeres
Tras terminar el Templo, el rey Salomón comenzó la construcción de su palacio, que era considerablemente más grande y más lujoso que el Templo, por lo que tardó en construirlo más del doble de tiempo. Con la terminación de estos edificios, Salomón comenzó a alejarse de su pueblo, que empezó a verle cada vez más como un dictador con aspiraciones tot! almente diferentes a las de su padre.
Un problema mayor surgió cuando muchas de sus mujeres extranjeras quisieron erigir templos y altares para los que eran, a los ojos israelitas, dioses paganos. Se construyeron varios santuarios, como el de la esposa más importante de Salomon, la hija del faraón egipcio, que quería cumplir sus deberes religiosos hacia los Dioses egipcios en sus viajes por Israel. Era bien sabido que el rey Salomón se comprometió con esas mujeres por razones políticas, pero a los sacerdotes y al resto de los israelitas no les gustaban esos templos paganos. Incluso el arquitecto que trajo el rey Hiram de Tiro para la construcción del Templo no fue bien recibido por el pueblo de Israel, ya que este rey adoraba a ídolos paganos.
Cuando el rey comenzó a hacerse mayor, aumentaron las cíticas a su estilo de vida y a su actividad política. Al final de sus días, quedaron del rey Salomón dos percepciones diferentes:
La del Salomón real que tenía cada vez más dificultades para ejecutar las ideas de su padre y
La del rey legendario que fue subido a un pedestal siglos más tarde.
Finalmente, prevaleció esta última idea por lo que el rey sólo podía compararse con personajes de la talla de Alejandro Magno.
El Templo de Salomón como edificio ideal
La construcción del Templo de Jerusalén fue el evento más importante del reinado de Salomón, gracias al cual su nombre se ha recordado hasta 30 siglos después de su muerte. Ya en el Viejo Testamento el Templo había acaparado la mayoría de los escritos donde aparecía el rey Salomón. En las catedrales medievales las imágenes de las esculturas y las vidrieras del Templo de Salomón, y sobre todo de su destrucción en el 586 a.C. a manos de Nabuconodosor, simbolizó el pasado del pueblo judío, así co! mo su «grandeza perdida».
El escritor judeo-romano Flavio Josefo dedicó muchas páginas al Templo, añadiendo algunos detalles que no se mencionaban en la Biblia, pero que él transcribió de manuscritos ya desaparecidos. Ya en el siglo XII d.C., William de Malmesbury nos apuntaba que los autores de su época estaban familiarizados con los escritos de Flavio Josefo, Eucherio y Beda sobre el Templo de Salomón. En el siglo VII d.C. el monje inglés Beda (672-735) fue el primero de otros muchos escritores que trataron en profundidad la importancia del Templo de Salomón. Éxplicó cómo ningún edificio era comparable en belleza con el Templo y lo designó como una de las Siete Maravillas del Mundo.
En un largo manuscrito, llamado «De Templo Salomonis», Beda se centró en la interpretación alegórica, una idea que en todo el mundo Occidental siguió desde entonces. Su discurso empieza como sigue: «La Morada de Dios, cons! truida por el rey Salomón en Jerusalén, se diseñó siguiendo la forma de la Iglesia Universal, que deberá ser reconstruida por el Primero del Pueblo Elegido hasta el Último que nazca al final de los días, por la gracia del Rey Pacíficador, su Salvador». Este último nombre evoca al rey Salomón, porque su nombre proviene de la palabra hebrea «Shalom» que significa «Paz». Gracias a la relevancia de los escritos de Beda, se dio gran importancia al aspecto alegórico de la reconstrucción del Templo (destruido en el año 586 a.C.).
El aspecto alegórico nunca debería pasar a un segundo plano ante la reconstrucción de un edificio real. Este punto de vista fue aceptado por la mayoría de los escritores medievales, que también vieron los detalles del Templo de Salomón de la misma forma alegórica. La interpretación alegórica del Templo de Beda y sus sucesores no evitó el uso de algunos elementos del Templo de Salomón en muchas de las iglesias y catedrales qu! e se han construido en la Europa Occidental desde el año 800 de nuestra era. Uno de los primeros ejemplos fue la iglesia-catedral de Aquisgrán (Alemania), construida por Carlomagno en las primeras décadas del siglo IX d.C. El Ministro Alcuin señaló que esta iglesia estaba «construida totalmente según los principios que el mismo rey sabio Salomón había aplicado a la construcción de su Templo».
Comparó a Carlomagno con el rey Salomón y con su padre, el rey David. Debemos notar que el octógono de la iglesia de Aquisgrán no guarda ningún parecido con las descripciones del Templo de Salomón del Viejo Testamento, un edificio más bien rectangular. La opinión de Alcuin acerca de los «principios» que había aplicado Salomón no se refería a la apariencia exterior de la iglesia, sino al trasfondo simbólico de la realización del edificio, en el que el Templo de Jerusalén jugó un importante papel. Por otra parte, el profesor Juan Antonio Ramírez ha relaci! onado los edificios de planta octogonal con la idea del Templo de Salomón que traían los peregrinos de Jerusalén, que confundían el destruido Templo de Salomón con el Domo de la Roca, también de planta octogonal, ya que además los caballeros templarios pusieron junto al Domo su cuartel general (en la mezquita de El-Aqsa) y con ese nombre aparecía en muchas guías para peregrinos del siglo XV. No en vano, era el edificio más espectacular que encontraban en Jerusalén.
Este dilema se dió durante toda la Edad Media hasta el siglo XIV y se vió en la construcción de muchas iglesias y catedrales. Por un lado estaba el deseo de presentar como una alegoría la idea del Templo de Salomón, mostrando todos los detalles de la historia del rey Salomón y su edificio a la población analfabeta. Pero por otro lado se ambicionaba encontrar un esquema arquitectónico moderno en el que los arquitectos medievales pudieran expresar su conocimiento técnico. Sobre todo ! fue en el siglo XIII cuando esta búsqueda llevó a alcanzar alturas interiores grandiosas, como nunca antes se habían alcanzado en las catedrales. Simbólicamente se usaron plantas en forma de cruz, simbolizando la crucifixión de Cristo.
Las Catedrales Medievales
A mediados del siglo XII apareció en la Europa meridional y occidental la «Leyenda Áurea», un libro con todo tipo de historias, la mayoría reconocidas como apócrifas, con detalles de leyendas y tradiciones. Muchos símbolos presentes en las fachadas y vidrieras de las catedrales medievales se pueden atribuir a historias antiguas escritas en este sencillo manual. La vida de rey Salomón y la construcción de su Templo tenía un papel importante en la «Legenda Áurea». Otro libro, el «Bestiarium», daba mucha información sobre el significado simbólico de los animales en las historias y las imágenes usadas en la ornamentación de fachadas y los interiores de las catedr! ales.
Pero el gran impulso en el conocimiento del Templo de Salomón fue dado por los Cruzados que volvieron a Europa después del año 1118, cuando un grupo de aristócratas franceses pasó más de diez años en Jerusalén recopilando objetos y tradiciones locales. Volvieron después de 1128 con una gran cantidad de material, tras lo cual Bernardo de Clairvaux organizó un concilio en Troyes, donde se tomó la decisión de crear la Orden de los Caballeros Templarios. La Orden debía seguir haciendo estudios sobre el Templo y proteger a todos los futuros peregrinos de Tierra Santa.
Ya conocemos el destino de la Orden de los Templarios, una de las organizaciones más poderosas de la Europa de finales de siglo XIII. Las noticias que traían los templarios a su vuelta no siempre fueron muy fiables: todos vieron un edificio en la explanada donde se había construido el Templo de Salomón veinte siglos antes, pero muchos no comprendieron que allí ya no quedaba ni una sola piedra del templo original. Ya en el siglo VIII el Obispo Arculf había observado:
«En el emplazamiento del templo original del rey Salomón, junto al muro oriental de Jerusalén, los sarracenos han erigido una Casa de Oración que ellos visitan a menudo». Pero hasta el año 1700 se hacían grabados, como en Holanda, con la imagen de la Mezquita de Omar de Jerusalén con el texto de «Templum Salomonis».
Es bien conocida la miniatura de Jean Fouquet, artista en la corte del rey francés Luis XI, mostrando la catedral de Giras en obras. En el balcón de un palacio, al otro lado de la catedral, se representa al propio rey Salomón dando instrucciones como si fuera el arquitecto del edificio. Esta miniatura es un claro ejemplo de cómo en la Edad Media había personas interesadas en dar un «mensaje cristiano». Muestra también, por ejemplo, cómo la talla de la piedr! a se hizo fuera de la catedral, de acuerdo con las reglas establecidas en el Viejo Testamento: «La Casa fue construida con piedras preparadas en la cantera; durante su construcción no se oyeron en la Casa martillazos ni sierras ni instrumentos de hierro» (I Reyes 6:7).
Durante el invierno el recinto del edificio estaba cerrado, pero los albañiles y los otros artesanos continuaron su labor a cubierto. Por consiguiente, necesitaron detallados dibujos en papel (muy caro en esa época), en tablas de madera o en superficies enyesadas. Estos dibujos se basaban en un sistema de dimensiones geométricas heredado de los tiempos antiguos y que probablemente fue ya puesto en práctica por los constructores del Templo de Salomón.
Pueden encontrarse imágenes del rey Salomón y su Templo en las estatuas y vidrieras de muchas catedrales medievales. Sobre todo en la primera mitad del siglo XIII estas imágenes son muy apre! ciadas, en muchos casos presentando al rey Salomón con su padre el rey David. En muchos rosetones se presentan a ambos reyes, a veces en compañía de la Virgen María, como en la Catedral de Chartres. En la fachada occidental de la catedral de Amiens fueron «relatadas en piedra» diferentes historias del rey Salomón y su Templo en el denominado «quatrefeuilles», esculturas en piedra con la forma de un trébol de cuatro hojas.
El Monasterio de Escorial
Como reacción al comienzo de la Reforma en Europa, el sacerdote español Ignacio de Loyola fundó en 1534 la Sociedad de Jesús, también conocida como la Orden de los Jesuitas, para proteger los valores originales de la Iglesia romana. Bajo el reino del tolerante emperador Carlos V las posibilidades de la Orden estaban muy limitadas, pero la situación cambió totalmente cuando su hijo, el rey Felipe II, llegó al trono en 1556. Éste encargó al jesuita Villalpando que hiciera un ! estudio sobre el Templo de Salomón con la intención de erigir un edificio que simbolizara la unidad de la iglesia y del estado en el siglo XVI. Este edificio debía convertirse en el centro desde el que Felipe II gobernara su extenso imperio.
Durante las jornadas que el rey pasó en los Países Bajos en la década de los 50, ofreció a las ciudades varias vidrieras a las principales iglesias donde se mostraba al entonces príncipe y a su esposa la reina María Tudor junto a su querido Templo. Una de las más bellas aún existe: la Vidriera del Rey en la iglesia de San Juan Bautista de Gouda (Holanda), realizada entre 1557 y 1559 por el famoso vidriero Dirk Crabeth. Pueden señalarse otros ejemplos, como la Iglesia Vieja de Delft (1563) y la desaparecida Gran Iglesia de Harderwijk.
En 1562 comenzaron las obras de El Escorial bajo la dirección del arquitecto Juan Batista de Toledo, que fueron terminadas por Juan de H! errera. Se trata de una magnífica combinación de palacio, monasterio e iglesia, basada en el conocimiento que se tenía en el siglo XVI del Templo de Salomón y sus Palacios Reales. Después de veintidós años, el enorme complejo se terminó, convirtiéndose en el edificio más grande de la Europa de su tiempo. Su construcción sólo pudo financiarse gracias a las enormes cantidades de oro y plata conseguidas por los españoles en sus colonias.
El rey Felipe II, como le había ocurrido antes al rey Salomón durante la construcción de su Templo, sufrió constantemente grandes dificultades financieras. Esto fue en aumento al ir terminandose las obras de el Escorial, debido al gran coste de los materiales necesarios para su decoración interior.
Conclusión
Los escritos de Villalpando y la construcción de El Escorial no fueron ignorados al norte de los Pirineos. En los Países Bajos se publicó un estudio sobre el asunto realizado por el teólogo holandés Ludovicus Capellus, titulado «Templi Hierosolmitani triplex delinatio». El estudio incluía la descripción del Templo hecha por Villalpando y los escritos de Flavio Josefo y Maimónides. Pero se prestó mucho más atención a los trabajos del portugués Jacob Jehuda León, nacido en 1603, que pronto emigró a Middelburg (Holanda) y se hizo rabino de la comunidad judía de Amsterdam. Judá León escribió varios libros, desde el «Retrato del Templo de Salomo» de 1642 hasta «Las Alabancas de Santidad» en 1671.
En 1659 el rabino publicó una descripción de su maqueta del Templo que se exhibió en una exposición en Londres en 1729. En el Diario de la Corte se puso un anuncio que decía: «podrá verse todos los días en el Royal Exchange, el Modelo del Templo de Salomón, con todos sus Vestíbulos, Paredes, Verjas, Cámaras y Vasos Santos, el gran Altar de los Sacrificios, el Mar de Bronce, el Lavadero y! el Sancta Sanctorum con el Arca de la Alianza, el Sillón de la Misericordia y los Querubines Dorados, el Altar de Incienso, los Candeleros, las Mesas, y las dos famosas columnas Jaquim y Boaz. En el Museo Bíblico de la Heerengracht de Amsterdam, podemos ver una copia de esta maqueta con todos los detalles, junto con mucha información sobre la literatura publicada desde el siglo XVII en los Países Bajos.
La admiración que se tuvo por El Escorial inspiró a muchos gobernantes de otros países hacer complejos similares con iglesias y palacios, con o sin monasterios. El más famoso es el palacio de Versalles, cerca de París, empezado en 1669. Sin embargo, debemos admitir que la ostentación de Luis XIV de Francia se produjo de una forma diferente a la arquitectura de Felipe II, marcada por su fanatismo religioso. El Templo de Salomón tuvo un importante papel en la idea original de Luis XIV, aunque cambió con el paso de los siglos en ! un tipo de arquitectura que mostraba a sus sucesores la imagen de la despótica dictadura del «Rey Sol».
Ya no han continuado las reconstrucciones del Templo de Salomón a tamaño real. Tan sólo se han hecho pequeñas maquetas, publicándose descripciones detalladas con magníficos grabados en casi todos países occidentales, pero los extraordinarios costes desmotivaron cada intento de reconstrucción. El Templo, demolido totalmente en el año 586 a.C., se había convertido definitivamente en una leyenda, tanto en las religiones judía y cristiana como en el Islam.
BIBLIOGRAFIA
Puede encontrarse un listado de libros muy completo sobre el rey Salomón y su templo en:
Gabriel Mandel and Petra Eisele: King Solomon, Scherz Verlag Bern, 1978.
Otros libros consultados fueron: Albright, W.F.:
Archeology, Historical Analogy & Early Biblica! l Tradition, Baton Rouge, Louisiana 1966.
Busink, Th.A: Der Tempel von Jerusalem. 1. Der Tempel Salomos, Leiden, 1970.
Goeree, W.: Joodse Oudheden, 2 volumes, Amsterdam, 1690. Josephus, Flavius: Judische Altertumer, translated by H. Clementz, Halle, 1900.
Male, Emile: L'Art religieux du XIIIe siecle en France, Paris, 1898.
Miller, M.S. & J.L.: Bible Dictionary, Harper & Brothers, New York, 1974.
Ramírez, Juan Antonio: "La iglesia cristiana imita un prototipo: el Templo de Salomón como edificio de planta central (algunos ejemplos medievales)", en Edificios y sueños (Ensayos sobre Arquitectura y Utopía), Málaga, 1983.
Rupprecht, K.: Der Tempel von Jerusalem, Berlin, 1977.
Schmid, H.H.: Altorientalische Welt in der alttestamentlichen Theologie, Zurich, 1974.
Yadin Yigael, Hazor: The rediscovery of a great citadel of the Bible, London, 1975.
Finalmente, hemos encontrado mucha información en el Agnes Scott College de la Universidad de Atlanta (Georgia, USA), extraída de la investigación de Howard-Carter, que fue encargada por la Fundación Carnegie.
Un poco de historia
De entre todos los emperadores y reyes que gobernaron los países que rodean el Mediterráneo posiblemente el más conocido sea el! rey Salomón. Y esto no se debe sólo a su presencia en la Thorá judía, la Biblia cristiana y el Corán islámico, sino también a las leyendas populares basadas en su historia. El rey Salomón fué idealizado con virtudes, aunque en la realidad no fue exactamente así. Por ejemplo, recientes investigaciones demuestran que la mayoría de los libros que se le atribuyen se escribieron siglos después.
El mismo proceso de mistificación se dió con su famoso Templo, construido en el año 968 a.C. en un monte de la ciudad de Jerusalén, y que fue inaugurado en el 961 a.C. con grandes fiestas y ofrendas. Tras la destrucción de este Templo en el 586 a.C. por el ejército de Nabuconodosor no quedó en pie ni una sola piedra. Sin embargo, las descripciones del edificio y las leyendas que surgieron en torno a él le convirtieron en el arquetipo ideal del Templo, influyendo durante siglos en la configuración de los edificios religiosos y civiles occidentales. !
La personalidad del rey Salomón
El estudio de las fuentes escritas sobre el rey Salomón señalan las principales cualidades y actividades por las que fue conocido:
El rey Salomón como mago, que poseyó un extraordinario poder.
El rey Salomón dotado de una excepcional prudencia y sabiduría.
El rey Salomón como constructor del Templo de Jerusalén y los majestuosos edificios que lo rodeaban.
El último de estos tres aspectos siempre ha sido el más destacado, como veremos más adelante, pero los otros dos también han sido muy tratados en los estudios históricos, pinturas, grabados y obras literarias.
El rey Salomón como mago
En la Biblia y el Corán podemos leer sobre los poderes mágicos del rey Salomón. En el Sutra XXVII del Corán se menciona como el rey David, cuando er! a un joven pastor en contacto con la naturaleza, aprendió «el idioma de los pájaros», idioma que debió enseñar a su hijo Salomón. El conocimiento de este «idioma natural» era la clave para que los reyes David y Salomón entendieran las Leyes del Universo y pudieran materializarlas en el arquetipo ideal de belleza.
Durante la Edad Media, David se representaba siempre con un arpa en sus manos, simbolizando la armonía espiritual del Cosmos. El historiador judeo-romano Flavio Josefo (37-100 d.C.) mencionaba unos interesantes detalles que nos permiten comprender cómo el rey Salomón habría podido escribir varios libros sobre magia. Durante la época del Imperio Romano, la magia ritual influyó mucho en las gentes. Estos aspectos mágicos se mantuvieron hasta la Edad Media, manifestados en hechos como la creencia en la existencia de «diablos» y la lucha contra las enfermedades por medio de exorcismos. Orígines -uno de los padres de la Iglesia- menciona! ba estas curaciones, que pudo leer en la literatura mágica atribuida al rey Salomón.
Para la lucha contra el Diablo se usaba el «Sello del rey Salomón», un pentángulo o estrella de cinco puntas con el sagrado nombre de Dios escrito en su interior. En aquellos tiempos se vendían amuletos con dicho símbolo, ya que se le atribuía la propiedad de invocar al espíritu de Salomón para defenderse de muchas enfermedades contagiosas. Después de todo, el rey Salomón era el mayor mago de todos los tiempos y llegó a poner al Diablo a su servicio.
Un manuscrito del siglo IV, el Testamento del rey Salomón, desmitificaba el poder mágico del rey. El texto incluía una biografía de Salomón y de la época de su gobierno, incidiendo especialmente en la construcción de su Templo. En esa época se consideró que el libro era un hito en el campo de exorcismo, y demuestra la creencia en la existancia de demonios en la Cristiand! ad del siglo XVI.
El rey Salomón como filósofo
La segunda característica que tradicionalmente se destaca del rey Salomón es una excepcional «sabiduría». En las tradiciones religiosas judía y cristiana, el «juicio del rey Salomón» se ha convertido en el símbolo del concepto de sabiduría, relacionado con su gran conocimiento mágico. Flavio Josefo relacionaba la concepción del Viejo Testamento de la «Sabiduría» y la figura del rey Salomón de un modo parecido al de la Biblia. También se refiere a los enigmas que el rey Salomón intercambió con Hiram de Tiro y a las «pruebas» que le puso la Reina de Saba cuando viajó a Israel para comprobar su gran sabiduría.
Los cristianos del siglo V hicieron grandes esfuerzos para diferenciar la idea que se tenía de la sabiduría del rey Salomón de su conocimiento mágico. Así, acentuaron la sabiduría de Salomón como el «Hagia Sophia», la Sabiduría Divina. En el año 537 d.C. se dedicó una de las mayores iglesias de la época, construida en Constantinopla, a este Hagia Sophia. En su ceremonia de apertura el emperador Justiniano la asoció con el Templo de Salomón. La idea fundamental de esta iglesia se encontró en el simbolismo de la relación entre el Cielo y la Tierra a través de la Sabiduría Divina. La parte inferior del edificio está formada por un cubo, símbolo de la Tierra desde los tiempos antiguos. Encima de este cubo, la cubierta abovedada en forma semiesférica símbolizaba el Cielo. En Europa Oriental este simbolismo puede encontrarse aún en muchas iglesias de Grecia y Rumanía.
Pero es sobre todo en el siglo XIII cuando se afianzó la idea de que Salomón poseyó toda la sabiduría de su tiempo, convirtiéndo al rey en un símbolo de la Sabiduría Divina. Esto también se expresó en numerosas estatuas e imágenes de las fachadas y las vidrieras de las catedrales medievales. En la cate! dral de Amiens (qué ha sufrido pocos daños importantes desde su terminación) encontramos la estatua del rey Salomón, justo en el centro de la fachada occidental, flanqueado por las dos columnas de su Templo. Sobre él, encontramos la estatua del Cristo, dando la impresión de que el rey Salomón está llevandolo sobre sus hombros. Esta composición se encuentraba en muchas otras catedrales, aunque la mayoría se demolieron durante la revolución francesa.
En los escritos medievales se señala a menudo que las catedrales góticas se construyeron basándose en los principios del Templo de Jerusalén, comenzado por el rey David y continuado por el rey Salomón. En la «Biblia Moralisè» francesa, el rey Salomón es el símbolo de la Sabiduría Divina. En el encuentro con la reina de Saba, ésta simbolizaba la Iglesia que había dejado de escuchar las palabras de Dios dialogando con el rey Salomón. El «Juicio del rey Salomón» es otro tema que podemos encontrar en las fachadas de casi todas catedrales medievales. Normalmente el rey Salomón aparece sentado o de pie entre las dos columnas de su Templo, junto a dos mujeres que se pelean por el niño vivo, mientras que los soldados hacen ademán de partirlo en dos. Investigaciones recientes han demostrado que esta leyenda popular es muy anterior a la época del rey Salomón, y que simplemente se adaptó con su nombre.
Los manuscritos del rey Salomón
Las excavaciones arqueológicas y el estudio de los textos que se escribieron en la época del rey Salomón socavan cada vez más su imagen de héroe legendario. Hoy sabemos que no escribió ningún libro del Viejo Testamento: el Libro de Proverbios se compuso 500 años después de la muerte del rey Salomón y deriva principalmente de los manuscritos egipcios descubiertos al principio de este siglo. Orígenes ya señaló que Salomón no pudo escribir el Cantar de los Cantares del Viejo Testamento. !
Uno de los más conocidos libros apócrifos de la Biblia es el denominado «Testamento del rey Salomón», escrito en el siglo I a.C. Aún mucha mayor difusión tuvieron las «Clavículas de Salomón», un confuso ensayo de exorcismo. Tras la invención de la imprenta, este libro se aumentó muchas veces hasta el siglo XVIII, añadiéndosele nuevas ilustraciones y comentarios. Actualmente se ha demostrado que su texto se escribió originalmente en el siglo I d.C.
Además del rey Salomón que conocemos por la Biblia y la Thorá, está claro que con el tiempo se creó un Salomón legendario, un soberano misterioso que podía penetrar las Leyes del Universo. Pero la mayor reputación de Salomón la logró como constructor del Templo de Jerusalén, destruído en el año 586 a.C. por Nabuconodosor, y que desde entonces ha quedado como un símbolo en la religión judía, cristiana y musulmana.
El propi! o Salomón se ha considerado tradicionalmente como un autor prolífico y de gran calidad. Las escrituras que se le han atribuido son el Libro de los Proverbios, el Cantar de los Cantares, el Eclesiastés, el Libro de la Sabiduría de Salomón, y los Salmos (Odas de Salomón). Los estudiosos modernos han determinado, sin embargo, que algunos de estos libros se escribieron siglos después. De hecho, las Odas son posiblemente de un autor cristiano gnóstico.
El rey Salomón como constructor del Templo de Jerusalén
El Templo del rey Salomón, a diferencia de otros templos del siglo X a.C., no tenía ningún ídolo dentro, tan sólo el Arca de la Alianza con las Tablas de la Ley que Yahvé entregó a Moisés. El Templo se construyó en una meseta de 742 metros de altura y tenía la entrada dirigida al Este, hacia la salida del Sol en el Monte de los Olivos.
No queda ningún rastro del Templo de S! alomón: los 50 metros del Muro de las Lamentaciones pertenecieron originalmente a los muros de contención exteriores del Templo de Herodes, construido en el siglo I a.C. La situación del Templo de Salomón es bien conocida, cerca de la roca santa conocida como Moria, donde se quemaban en holocaustos animales a modo de ofrendas. Esta piedra tenía un tamaño de aproximadamente 17 m de longitud y 15 m de ancho, y resulta un punto de orientación fiable, ya que se situó cerca de la entrada oriental del Templo. Hoy día la Mezquita de Omar, la Kubat-as-Sachra, cubre este lugar, construida en el año 691 d.C. por Kaliff Aw-al-Malik. La presencia de esta mezquita hace imposible toda investigación arqueológica de los restos del Templo de Salomón.
En la tradición judía se supone que el rey David recibió los planos del Templo con la información exacta de su forma y medidas, en un pergamino entregado por uno de los Profetas. Este pergamino debió ser ent! regado por el mismo Dios a Moisés, y desde entonces fue custodiado hasta que llegó el momento de la construcción. También la religión cristiana aceptó el origen divino de las trazas del Templo. Pero el cristianismo supuso que, tras su destrucción en el año 586 a.C., la reconstrucción de este Templo ideal no era posible por la ausencia de los planos originales.
¿Cuál fue la apariencia del Templo?
La construcción del Templo comenzó durante el cuarto año del gobierno de Salomón. Se tardó en construirlo aproximadamente 7 años, lo que implica que debió de terminarse en el año 961 a.C. El Templo propiamente dicho debió ser un edificio largo y bastante estrecho, orientado sobre un eje longitudinal en dirección Este-Oeste. El edificio debió tener una longitud de aproximadamente 30 metros, 9 metros de ancho y una altura de casi 3 metros. En la fachada oriental se construyó una escalera, junto a la puerta de la entrada. A amb! os lados de ésta se erigieron dos columnas, llamadas Jaquim y Boaz, la primera a mano derecha de la entrada y la segunda a su izquierda.
Los sacerdotes y el rey entraban en el Templo a través de una gran puerta chapada de oro, de aproximadamente 10 metros de alto y 4 de ancho. Trás de esa puerta se encontraba el vestíbulo de entrada, el «Ulam». Después de este vestíbulo, se encontraba la estacia principal, el «Hekal» o Santo, iluminado a través de unas ventanas altas. Estas ventanas eran más grandes hacia dentro que hacia fuera, simbolizando que la Luz vino del interior hacia el exterior. El «Hekal» medía 13,5 metros de alto, 9 metros de ancho y 18 de largo, en una proporción de 3:2:4. La anchura y longitud guardaban una proporción de 1:2, lo que significa que la planta del «Hekal» estaba compuesta de un «doble cuadrado», una proporción que puede encontrarse en muchas «estancias sagradas».
El forjado de piedra se cubrió con un solado de madera de cedro en el que, según algunas fuentes, se grabó el «Sello de Salomón». Las paredes del «Hekal» se cubrieron con lamas de cedro, traidas de las montañas del Líbano; las vigas del forjado también se hicieron del mismo material. La tercera cámara, el «Debir» o Santo de los Santos (Sancta Sanctorum), se encontraba en la parte trasera, a un nivel más alto que el «Hekal», y sólo podría accederse a él subiendo por una escalera.
El «Debir» tenía la forma de un cubo de 9 x 9 x 9 metros, y en su centro se puso el Arca de la Alianza. Éste era un arcón grande, hecho de madera de acacia, cubierta con planchas de oro y con cuatro anillas a las esquinas en las que se ponían varas para transportarla. Dentro del Arca se guardaron las Tablas de la Ley, entregados por el mismo Dios a Moisés. En estas Tablas se grabaron los Diez Mandamien! tos, sirviendo de conexión entre Yahvé e Israel.
Durante los tiempos del Éxodo del pueblo judío el Arca estaba oculta en el Tabernáculo, que fue finalmente traído a Jerusalén por el rey David. Ya se había acreditado el poder mágico del Arca cuando se derrumbaron las murallas de Jericó al pasar los judíos ante ellas con el Arca.
Las dos columnas Jaquim y Boaz se erigieron frente a la entrada del Templo y se fundieron en bronce en una sola pieza. Tenían una altura de más de 12 metros, con unos capiteles esféricos de aproximadamente 2 metros de diámetro. Las columnas sólo tenían una función simbólica y no sujetaban ninguna viga ni ningún elemento estructural.
Los investigadores relacionan estas columnas con los obeliscos encontrados a la entrada de los templos egipcios. El arquitecto romano Vitruvio contaba que estos obeliscos se usaban como un reloj, midiendo su sombra como hacemos nosotros con los los relojes de sol. Sin embargo, las esferas ornamentales de encima de las dos columnas del Templo de Salomón habrían hecho muy inexacta esta función de reloj.
Cerca del Templo se situó un altar para los holocaustos (sacrificio de animales en la hoguera) y un gran cuenco de bronce, el «Mar de Bronce» o «Mar Cobrizo». Éste era un gran cuenco semiesférico de 4'5 metros de diámetro, apoyado en las partes traseras de 12 toros, también fundidos en bronce, tres en cada dirección de los puntos cardinales.
El cuenco debió pesar en vacío más de 25.000 Kg. El propósito de este depósito (descrito detalladamente en II Cron 4:1) no está muy claro. Quizás se usara como un espejo para observar los cuerpos celestiales. En el idioma hebreo antiguo, las palabras para cobre y bronce eran idénticas: el bronce era un metal más duro y menos proclive a la corrosión, debid! o a la aleación de una cierta cantidad de estaño. Algunos autores creen que el «Mar» debió hacerse de bronce y no de cobre.
Todas las herramientas de metal como martillos y cinceles se hicieron de bronce hasta el siglo XII a.C., cuando comenzó la producción de herramientas de hierro. Existió una gran tradición en la producción de bronce el Oriente Medio, donde el cobre se encontraba fácilmente en las minas de Arabia, el desierto al sur del Mar Muerto del que Salomón obtenía la mayor parte de sus fuentes de ingreso.
Lo problemático era más bien encontrar el estaño, un metal que entonces podía hallarse al aire libre en grandes cantidades sólo en las minas del Sur de Inglaterra. Los fenicios, dándose cuenta de este problema, navegaron con sus pequeños barcos hasta allí, atravesando el Mediterráneo y el Océano Atlántico.
La construcción del Templo
En la época del rey David y su hijo Salomón, el pueblo de Israel estaba convencido de que el monte del Templo estaba situado exactamente en el centro de la Tierra. Por lo tanto, el que orase en ese lugar estaría en contacto directo con Dios, que moraba justo encima de las esferas celestiales (I Rey 8:30: «Oye, pues, la plegaria de tu siervo y de tu pueblo Israel cuando oren en este lugar.
Escucha tú desde el lugar de tu morada, desde el cielo, escucha y perdona»). Podría decirse sin exageración que los diez primeros años del reinado de Salomón estuvieron dominados por el «orden» resultante de la construcción del Templo, tal y como fue planeado por David.
Toda la política del reinado de Salomón se supeditó a la enorme cantidad de dinero que se necesitaba para la construcción del Templo. Éste, además de ser la Casa de Dios, debía expresar la unidad entre el estado y la religión, para librar el reino! del «separatismo» de las tribus y disminuir la importancia de los viejos santuarios. Sin embargo, después de la construcción del Templo de Salomón, los altares de Canán continuaron existiendo a lo largo y ancho del territorio israelita: el Templo de Jerusalén se había convertido en la más hermosa y cara residencia de Yahvé, pero no pudo convertirse en la única. La importancia del Templo aumentó durante los siglos siguientes, pero fue sobre todo tras su destrucción en el año 586 a.C. cuando el Templo pasó de ser algo real a convertirse en una leyenda.
Aunque siempre asociamos el nombre del rey Salomón a la construcción del Templo, en realidad su contribución no fue demasiado grande. La idea y las trazas se realizaron durante el reinado de su padre David, los arquitectos y los artesanos eran Fenicios y los enormes gastos de la construcción fueron sufragados por los esforzados trabajadores de las minas de cobre, los marineros de la gran flota ! de naves comerciales y los soldados que saqueaban los países circundantes.
Recientes investigaciones del arqueólogo alemán Konrad Rupprecht han demostrado que el rey David debió encontrar un templo más antiguo en ese lugar, que debió ampliar para cobijar al Arca de la Alianza. El rey Salomón debió modificar la planta del viejo templo de su padre con sucesivas ampliaciones y modernizaciones, de acuerdo con las trazas que había dejado su padre. En el Viejo Testamento no se señala que en el monte Moria existiera este templo más antiguo, pero sí que se menciona en varios lugares como el rey que David envió a ese monte un gran número de materiales y trabajadores a lo largo de su gobierno.
En I Cron 22 se señala cómo el rey David gastó 3.000 talentos de oro y 7.000 talentos de plata de sus propias posesiones en la construcción del Templo. Dado que en esa época un talento pesaba 60 kilos, está claro que el edificio ya en el tiempo de David necesitó de una enorme cantidad de dinero. En I Cron 28 podemos leer cómo el rey David tenía a su disposición muchos dibujos del Templo, en que los que se incluían hasta los más pequeños detalles. El rey David también tuvo los primeros contactos con Hiram y sus consejeros. Por ello, el rey Salomón sólo se encargó de la ejecución (y pago) de trabajos ya dispuestos por su padre.
El edificio se situó en una meseta rocosa llamada Moria, que en tiempos del rey David era más pequeña, de aproximadamente 40 x 100 metros. Durante el reinado de Salomón se agrandó. Pero fue en los tiempos del rey romano Herodes cuando su superficie se aumentó hasta aproximadamente 500 metros de largo por 300 metros de ancho. El patio interior del Templo se rodeó por un muro formado por tres capas de bloques de piedra cubiertas por vigas de madera de cedro. En este patio interior podían entrar los peregrinos y las masas de f! ieles, pero el Santuario del Templo sólo era accesible al rey y a los sacerdotes.
Durante las fiestas, las ofrendas en la hoguera se hacían en el patio interior, para lo que se construyeron utensilios especiales. El gran altar de hierro donde se encendía la hoguera se puso en medio del patio interior, con una llama que se mantenía encendida día y noche para realizar las ofrendas; las cenizas se dejaban caer a través de una reja sobre la Piedra Santa.
Durante las últimas décadas se han hecho excavaciones arqueológicas en diferentes lugares de Israel para comparar el Templo de Salomón con los restos de otros templos de la misma época. En 1957 se encontró en Hasor un templo fenicio del siglo XIII a.C. La restauración de sus habitaciones y sus detalles decorativos clarificaron la tesis de que pudo ser un modelo directo del Templo de Salomón. El templo de Hasor tenía los mismos tres sectores cerrados con las ! dos columnas frente a la puerta de entrada, un vestíbulo principal y un recinto sagrado en la parte trasera sobre una plataforma algo más alta.
El arqueólogo alemán concluyó: «Los arquitectos fenicios diseñaron el Templo de Salomón adoptando como modelos los edificios sagrados que existían en Caná. Sin embargo, en ese tiempo en Israel esos edificios eran considerados como templos paganos» (Hans Heinrich Schmid, Altorientalische Welt in der alttestamentlichen, Zurich 1974).
El palacio real de Salomón y los edificios de sus mujeres
Tras terminar el Templo, el rey Salomón comenzó la construcción de su palacio, que era considerablemente más grande y más lujoso que el Templo, por lo que tardó en construirlo más del doble de tiempo. Con la terminación de estos edificios, Salomón comenzó a alejarse de su pueblo, que empezó a verle cada vez más como un dictador con aspiraciones tot! almente diferentes a las de su padre.
Un problema mayor surgió cuando muchas de sus mujeres extranjeras quisieron erigir templos y altares para los que eran, a los ojos israelitas, dioses paganos. Se construyeron varios santuarios, como el de la esposa más importante de Salomon, la hija del faraón egipcio, que quería cumplir sus deberes religiosos hacia los Dioses egipcios en sus viajes por Israel. Era bien sabido que el rey Salomón se comprometió con esas mujeres por razones políticas, pero a los sacerdotes y al resto de los israelitas no les gustaban esos templos paganos. Incluso el arquitecto que trajo el rey Hiram de Tiro para la construcción del Templo no fue bien recibido por el pueblo de Israel, ya que este rey adoraba a ídolos paganos.
Cuando el rey comenzó a hacerse mayor, aumentaron las cíticas a su estilo de vida y a su actividad política. Al final de sus días, quedaron del rey Salomón dos percepciones diferentes:
La del Salomón real que tenía cada vez más dificultades para ejecutar las ideas de su padre y
La del rey legendario que fue subido a un pedestal siglos más tarde.
Finalmente, prevaleció esta última idea por lo que el rey sólo podía compararse con personajes de la talla de Alejandro Magno.
El Templo de Salomón como edificio ideal
La construcción del Templo de Jerusalén fue el evento más importante del reinado de Salomón, gracias al cual su nombre se ha recordado hasta 30 siglos después de su muerte. Ya en el Viejo Testamento el Templo había acaparado la mayoría de los escritos donde aparecía el rey Salomón. En las catedrales medievales las imágenes de las esculturas y las vidrieras del Templo de Salomón, y sobre todo de su destrucción en el 586 a.C. a manos de Nabuconodosor, simbolizó el pasado del pueblo judío, así co! mo su «grandeza perdida».
El escritor judeo-romano Flavio Josefo dedicó muchas páginas al Templo, añadiendo algunos detalles que no se mencionaban en la Biblia, pero que él transcribió de manuscritos ya desaparecidos. Ya en el siglo XII d.C., William de Malmesbury nos apuntaba que los autores de su época estaban familiarizados con los escritos de Flavio Josefo, Eucherio y Beda sobre el Templo de Salomón. En el siglo VII d.C. el monje inglés Beda (672-735) fue el primero de otros muchos escritores que trataron en profundidad la importancia del Templo de Salomón. Éxplicó cómo ningún edificio era comparable en belleza con el Templo y lo designó como una de las Siete Maravillas del Mundo.
En un largo manuscrito, llamado «De Templo Salomonis», Beda se centró en la interpretación alegórica, una idea que en todo el mundo Occidental siguió desde entonces. Su discurso empieza como sigue: «La Morada de Dios, cons! truida por el rey Salomón en Jerusalén, se diseñó siguiendo la forma de la Iglesia Universal, que deberá ser reconstruida por el Primero del Pueblo Elegido hasta el Último que nazca al final de los días, por la gracia del Rey Pacíficador, su Salvador». Este último nombre evoca al rey Salomón, porque su nombre proviene de la palabra hebrea «Shalom» que significa «Paz». Gracias a la relevancia de los escritos de Beda, se dio gran importancia al aspecto alegórico de la reconstrucción del Templo (destruido en el año 586 a.C.).
El aspecto alegórico nunca debería pasar a un segundo plano ante la reconstrucción de un edificio real. Este punto de vista fue aceptado por la mayoría de los escritores medievales, que también vieron los detalles del Templo de Salomón de la misma forma alegórica. La interpretación alegórica del Templo de Beda y sus sucesores no evitó el uso de algunos elementos del Templo de Salomón en muchas de las iglesias y catedrales qu! e se han construido en la Europa Occidental desde el año 800 de nuestra era. Uno de los primeros ejemplos fue la iglesia-catedral de Aquisgrán (Alemania), construida por Carlomagno en las primeras décadas del siglo IX d.C. El Ministro Alcuin señaló que esta iglesia estaba «construida totalmente según los principios que el mismo rey sabio Salomón había aplicado a la construcción de su Templo».
Comparó a Carlomagno con el rey Salomón y con su padre, el rey David. Debemos notar que el octógono de la iglesia de Aquisgrán no guarda ningún parecido con las descripciones del Templo de Salomón del Viejo Testamento, un edificio más bien rectangular. La opinión de Alcuin acerca de los «principios» que había aplicado Salomón no se refería a la apariencia exterior de la iglesia, sino al trasfondo simbólico de la realización del edificio, en el que el Templo de Jerusalén jugó un importante papel. Por otra parte, el profesor Juan Antonio Ramírez ha relaci! onado los edificios de planta octogonal con la idea del Templo de Salomón que traían los peregrinos de Jerusalén, que confundían el destruido Templo de Salomón con el Domo de la Roca, también de planta octogonal, ya que además los caballeros templarios pusieron junto al Domo su cuartel general (en la mezquita de El-Aqsa) y con ese nombre aparecía en muchas guías para peregrinos del siglo XV. No en vano, era el edificio más espectacular que encontraban en Jerusalén.
Este dilema se dió durante toda la Edad Media hasta el siglo XIV y se vió en la construcción de muchas iglesias y catedrales. Por un lado estaba el deseo de presentar como una alegoría la idea del Templo de Salomón, mostrando todos los detalles de la historia del rey Salomón y su edificio a la población analfabeta. Pero por otro lado se ambicionaba encontrar un esquema arquitectónico moderno en el que los arquitectos medievales pudieran expresar su conocimiento técnico. Sobre todo ! fue en el siglo XIII cuando esta búsqueda llevó a alcanzar alturas interiores grandiosas, como nunca antes se habían alcanzado en las catedrales. Simbólicamente se usaron plantas en forma de cruz, simbolizando la crucifixión de Cristo.
Las Catedrales Medievales
A mediados del siglo XII apareció en la Europa meridional y occidental la «Leyenda Áurea», un libro con todo tipo de historias, la mayoría reconocidas como apócrifas, con detalles de leyendas y tradiciones. Muchos símbolos presentes en las fachadas y vidrieras de las catedrales medievales se pueden atribuir a historias antiguas escritas en este sencillo manual. La vida de rey Salomón y la construcción de su Templo tenía un papel importante en la «Legenda Áurea». Otro libro, el «Bestiarium», daba mucha información sobre el significado simbólico de los animales en las historias y las imágenes usadas en la ornamentación de fachadas y los interiores de las catedr! ales.
Pero el gran impulso en el conocimiento del Templo de Salomón fue dado por los Cruzados que volvieron a Europa después del año 1118, cuando un grupo de aristócratas franceses pasó más de diez años en Jerusalén recopilando objetos y tradiciones locales. Volvieron después de 1128 con una gran cantidad de material, tras lo cual Bernardo de Clairvaux organizó un concilio en Troyes, donde se tomó la decisión de crear la Orden de los Caballeros Templarios. La Orden debía seguir haciendo estudios sobre el Templo y proteger a todos los futuros peregrinos de Tierra Santa.
Ya conocemos el destino de la Orden de los Templarios, una de las organizaciones más poderosas de la Europa de finales de siglo XIII. Las noticias que traían los templarios a su vuelta no siempre fueron muy fiables: todos vieron un edificio en la explanada donde se había construido el Templo de Salomón veinte siglos antes, pero muchos no comprendieron que allí ya no quedaba ni una sola piedra del templo original. Ya en el siglo VIII el Obispo Arculf había observado:
«En el emplazamiento del templo original del rey Salomón, junto al muro oriental de Jerusalén, los sarracenos han erigido una Casa de Oración que ellos visitan a menudo». Pero hasta el año 1700 se hacían grabados, como en Holanda, con la imagen de la Mezquita de Omar de Jerusalén con el texto de «Templum Salomonis».
Es bien conocida la miniatura de Jean Fouquet, artista en la corte del rey francés Luis XI, mostrando la catedral de Giras en obras. En el balcón de un palacio, al otro lado de la catedral, se representa al propio rey Salomón dando instrucciones como si fuera el arquitecto del edificio. Esta miniatura es un claro ejemplo de cómo en la Edad Media había personas interesadas en dar un «mensaje cristiano». Muestra también, por ejemplo, cómo la talla de la piedr! a se hizo fuera de la catedral, de acuerdo con las reglas establecidas en el Viejo Testamento: «La Casa fue construida con piedras preparadas en la cantera; durante su construcción no se oyeron en la Casa martillazos ni sierras ni instrumentos de hierro» (I Reyes 6:7).
Durante el invierno el recinto del edificio estaba cerrado, pero los albañiles y los otros artesanos continuaron su labor a cubierto. Por consiguiente, necesitaron detallados dibujos en papel (muy caro en esa época), en tablas de madera o en superficies enyesadas. Estos dibujos se basaban en un sistema de dimensiones geométricas heredado de los tiempos antiguos y que probablemente fue ya puesto en práctica por los constructores del Templo de Salomón.
Pueden encontrarse imágenes del rey Salomón y su Templo en las estatuas y vidrieras de muchas catedrales medievales. Sobre todo en la primera mitad del siglo XIII estas imágenes son muy apre! ciadas, en muchos casos presentando al rey Salomón con su padre el rey David. En muchos rosetones se presentan a ambos reyes, a veces en compañía de la Virgen María, como en la Catedral de Chartres. En la fachada occidental de la catedral de Amiens fueron «relatadas en piedra» diferentes historias del rey Salomón y su Templo en el denominado «quatrefeuilles», esculturas en piedra con la forma de un trébol de cuatro hojas.
El Monasterio de Escorial
Como reacción al comienzo de la Reforma en Europa, el sacerdote español Ignacio de Loyola fundó en 1534 la Sociedad de Jesús, también conocida como la Orden de los Jesuitas, para proteger los valores originales de la Iglesia romana. Bajo el reino del tolerante emperador Carlos V las posibilidades de la Orden estaban muy limitadas, pero la situación cambió totalmente cuando su hijo, el rey Felipe II, llegó al trono en 1556. Éste encargó al jesuita Villalpando que hiciera un ! estudio sobre el Templo de Salomón con la intención de erigir un edificio que simbolizara la unidad de la iglesia y del estado en el siglo XVI. Este edificio debía convertirse en el centro desde el que Felipe II gobernara su extenso imperio.
Durante las jornadas que el rey pasó en los Países Bajos en la década de los 50, ofreció a las ciudades varias vidrieras a las principales iglesias donde se mostraba al entonces príncipe y a su esposa la reina María Tudor junto a su querido Templo. Una de las más bellas aún existe: la Vidriera del Rey en la iglesia de San Juan Bautista de Gouda (Holanda), realizada entre 1557 y 1559 por el famoso vidriero Dirk Crabeth. Pueden señalarse otros ejemplos, como la Iglesia Vieja de Delft (1563) y la desaparecida Gran Iglesia de Harderwijk.
En 1562 comenzaron las obras de El Escorial bajo la dirección del arquitecto Juan Batista de Toledo, que fueron terminadas por Juan de H! errera. Se trata de una magnífica combinación de palacio, monasterio e iglesia, basada en el conocimiento que se tenía en el siglo XVI del Templo de Salomón y sus Palacios Reales. Después de veintidós años, el enorme complejo se terminó, convirtiéndose en el edificio más grande de la Europa de su tiempo. Su construcción sólo pudo financiarse gracias a las enormes cantidades de oro y plata conseguidas por los españoles en sus colonias.
El rey Felipe II, como le había ocurrido antes al rey Salomón durante la construcción de su Templo, sufrió constantemente grandes dificultades financieras. Esto fue en aumento al ir terminandose las obras de el Escorial, debido al gran coste de los materiales necesarios para su decoración interior.
Conclusión
Los escritos de Villalpando y la construcción de El Escorial no fueron ignorados al norte de los Pirineos. En los Países Bajos se publicó un estudio sobre el asunto realizado por el teólogo holandés Ludovicus Capellus, titulado «Templi Hierosolmitani triplex delinatio». El estudio incluía la descripción del Templo hecha por Villalpando y los escritos de Flavio Josefo y Maimónides. Pero se prestó mucho más atención a los trabajos del portugués Jacob Jehuda León, nacido en 1603, que pronto emigró a Middelburg (Holanda) y se hizo rabino de la comunidad judía de Amsterdam. Judá León escribió varios libros, desde el «Retrato del Templo de Salomo» de 1642 hasta «Las Alabancas de Santidad» en 1671.
En 1659 el rabino publicó una descripción de su maqueta del Templo que se exhibió en una exposición en Londres en 1729. En el Diario de la Corte se puso un anuncio que decía: «podrá verse todos los días en el Royal Exchange, el Modelo del Templo de Salomón, con todos sus Vestíbulos, Paredes, Verjas, Cámaras y Vasos Santos, el gran Altar de los Sacrificios, el Mar de Bronce, el Lavadero y! el Sancta Sanctorum con el Arca de la Alianza, el Sillón de la Misericordia y los Querubines Dorados, el Altar de Incienso, los Candeleros, las Mesas, y las dos famosas columnas Jaquim y Boaz. En el Museo Bíblico de la Heerengracht de Amsterdam, podemos ver una copia de esta maqueta con todos los detalles, junto con mucha información sobre la literatura publicada desde el siglo XVII en los Países Bajos.
La admiración que se tuvo por El Escorial inspiró a muchos gobernantes de otros países hacer complejos similares con iglesias y palacios, con o sin monasterios. El más famoso es el palacio de Versalles, cerca de París, empezado en 1669. Sin embargo, debemos admitir que la ostentación de Luis XIV de Francia se produjo de una forma diferente a la arquitectura de Felipe II, marcada por su fanatismo religioso. El Templo de Salomón tuvo un importante papel en la idea original de Luis XIV, aunque cambió con el paso de los siglos en ! un tipo de arquitectura que mostraba a sus sucesores la imagen de la despótica dictadura del «Rey Sol».
Ya no han continuado las reconstrucciones del Templo de Salomón a tamaño real. Tan sólo se han hecho pequeñas maquetas, publicándose descripciones detalladas con magníficos grabados en casi todos países occidentales, pero los extraordinarios costes desmotivaron cada intento de reconstrucción. El Templo, demolido totalmente en el año 586 a.C., se había convertido definitivamente en una leyenda, tanto en las religiones judía y cristiana como en el Islam.
BIBLIOGRAFIA
Puede encontrarse un listado de libros muy completo sobre el rey Salomón y su templo en:
Gabriel Mandel and Petra Eisele: King Solomon, Scherz Verlag Bern, 1978.
Otros libros consultados fueron: Albright, W.F.:
Archeology, Historical Analogy & Early Biblica! l Tradition, Baton Rouge, Louisiana 1966.
Busink, Th.A: Der Tempel von Jerusalem. 1. Der Tempel Salomos, Leiden, 1970.
Goeree, W.: Joodse Oudheden, 2 volumes, Amsterdam, 1690. Josephus, Flavius: Judische Altertumer, translated by H. Clementz, Halle, 1900.
Male, Emile: L'Art religieux du XIIIe siecle en France, Paris, 1898.
Miller, M.S. & J.L.: Bible Dictionary, Harper & Brothers, New York, 1974.
Ramírez, Juan Antonio: "La iglesia cristiana imita un prototipo: el Templo de Salomón como edificio de planta central (algunos ejemplos medievales)", en Edificios y sueños (Ensayos sobre Arquitectura y Utopía), Málaga, 1983.
Rupprecht, K.: Der Tempel von Jerusalem, Berlin, 1977.
Schmid, H.H.: Altorientalische Welt in der alttestamentlichen Theologie, Zurich, 1974.
Yadin Yigael, Hazor: The rediscovery of a great citadel of the Bible, London, 1975.
Finalmente, hemos encontrado mucha información en el Agnes Scott College de la Universidad de Atlanta (Georgia, USA), extraída de la investigación de Howard-Carter, que fue encargada por la Fundación Carnegie.
1 comentario:
1 talento = 60 kilos.
El rey David gastó 3000 ( tres mil) talentos de oro y 7000 (siete mil) talentos de plata? Es decir que el rey David gastó 180,000 kilos de oro + 420,000 kilos de plata?????????
Habrá que recordarle a nuestros amigos literalistas que la Judá de David era un POBRE cacicazgo en una serranía? ¿Habrá que recordarles que la fastuosidad de la corte de Salomón no es más que mitología?. Dice el viejo dicho "dime de qué presumes para decirte de qué careces"...
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