De todos es conocido que dentro del filosofismo masónico se define a la masonería como: “una ciencia de moral velada en alegorías y esclarecida con símbolos”, de esta definición atrajo mi atención la primera frase v:gr: “es una ciencia de moral”, lo que me obligó a una reflexión personal y conociendo que las ciencias filosóficas se enfrenta a obstáculos didácticos específicos y a la dificultad y obscuridad peculiares para quienes nos iniciamos en ellos, me aboqué para satisfacer esta reflexión a una investigación utilizando todas las medidas asequibles, con la conciencia de que cabe el peligro de que el simplificar en beneficio de la asequibilidad del conocimiento, sólo presenté este trabajo como simple relato de opiniones más o menos sensatas sobre los conceptos de moralidad, optando por una exposición escueta, aunque pudiera en él llevar algún sentido metafísico.
“Como definición, la ciencia es un saber por causas de algo en cuanto necesario”, o sea el conocimiento de las causas necesarias, que es un conocimiento científico; entre las ciencias se distinguen aquellas que buscan las causas últimas, y de los que buscan las causas próximas, aunque en general todas busquen las causas necesarias.
Así, las primeras son ciencias filosóficas o sintéticas y las segundas son ciencias particulares. De las primeras tenemos como ejemplo (La metafísica, la cosmología, la ética y la filosofía del hacer entre otras) de las segundas (Física, Matemática, etc.).
Para finalizar esta breve reflexión sobre la ciencia convendremos, en el sentido amplio, es lo opuesto a un conocimiento empírico, es un saber por causas, pero por causas necesarias que son infalibles y predecibles por lo tanto es un saber científico.
Con respecto a lo moral todos sabemos que es muy importante distinguir entre el comportamiento moral del ser humano y la sociedad que es la moral y la reflexión filosófica este comportamiento lo podríamos llamar filosofía moral.
Ningún hombre escapa a la moralidad, todos sus actos libres tienen una calificación moral positiva o negativa. Existe como consecuencia un criterio científico capaz de determinar la conducta moral por medio de principios universales y necesarios aplicables a todos los seres humanos en cualquier época y latitud. Así la moral deja de ser un tópico o una cuestión de apreciación subjetivo para constituirse en un orden científico que procede por demostraciones rigurosas y de eso se encarga la “Etica”.
“La moralidad es un accidente propio del acto humano”. Se trata de un ordenación natural al bien último del ser humano. Así el acto humano se califica de moralmente positivo si se ordena al fin último del hombre y moralmente negativa si no se ordena a él.
Los actos humanos son pues, los que realizamos con conocimiento, inteligencia y consentimiento de la voluntad, es decir, con advertencia, voluntariedad y libertad. Así, los actos voluntarios serán aquellos que procedan de nuestra voluntad con conocimiento previo del fin; sabemos que fin tenemos enfrente y luego lo que queremos conseguir.
La regla a que deben ajustarse los actos humanos para ser buenos moralmente es una norma.
Esta norma de moralidad es objetiva y no depende del arbitrio de los seres humanos (La razón humana no crea la ley moral, únicamente nos la da a conocer como algo objetivo e independiente de nosotros. Ella es un criterio para juzgar si el acto concreto es bueno o es malo según éste se adecúe o no a dicha regla objetiva.
La regla de moralidad indica pues, si por medio de nuestras acciones nos encaminamos o desviamos del fin último de la vida humana, fin que con su posesión llena la felicidad del ser humano.
Algunos autores marcan que los actos humanos, los estimulan las fuerzas morales, así el ser humano vive en eterno movimiento. La experiencia social es incesante renovación de conceptos, normas y valores. Las fuerzas morales son plásticas, proteiformes, como las costumbres y las instituciones. No son tangibles ni mesurables, pero la humanidad siente su empuje.
Así pues las fuerzas morales no son virtudes de catálogo, sino moralidad viva. El hombre que atesora esas fuerzas adquiere valor moral, recto conocimiento del deber que condiciona su dignidad. Piensa como debe, dice como siente, obra como quiere, no persigue recompensa ni le arredran las desventuras. Recibe con serenidad el contraste y con prudencia la victoria y sobre todo no disfraza un motivo malo con uno bueno que es muy común en los actos humanos. Porque esta clase sutil de fariseísmo puede minar los pensamientos y actos más insignificantes.
Así en la esencia de nuestro carácter masónico está en detectar, admitir y corregir estas fallas.
Hilario Rodriguez Malpica Flores
Hilario Rodriguez Malpica Flores
No hay comentarios.:
Publicar un comentario