Editions de l'Herne. París 1985. 459 pág. Dirigido por Jean-Pierre Laurant con la colaboración de Paul Barba-Negra.
Este escrito tiene mucho interés desde el punto de vista concreto en que se ubica, y aclara en buena medida el pensamiento de Guénon en general sobre las ciencias profanas y en particular las conexiones o puentes que puede haber entre su pensamiento y los conceptos de las ciencias y técnicas actuales que tanto han cambiado desde los años en que Guénon escribió su obra. En su primera parte describe las críticas hoy obvias -aunque la vulgarización científica y no sólo la vulgarización siga insistiendo en ello- sobre el método científico fundamentalmente basado en la experimentación, el empirismo, la especialización y la estadística de las ciencias "naturales" y aplicadas, y el desconcierto de los investigadores recientes que niegan el propio instrumental científico, tal el caso del epistemólogo Karl Popper. Previamente se ha destacado el papel otorgado por Guénon a la matemática y la geometría, ciencias tradicionales y vehículos de conocimiento y el error de los científicos que creen tratar directamente de la realidad de los fenómenos observados, cuando en verdad sólo se refieren a la descripción de esos fenómenos por medio de una traducción, signada por otra parte históricamente, es decir bajo las circunstancias del tiempo, e incluso de lugar; esto es notorio en la época de Guénon y en Europa en general por la influencia de la mecánica originada en Descartes, de la que deriva un tipo de pensamiento que es coronado socialmente por la revolución industrial y que se infiltra y signa todas las ciencias, incluso "las humanidades", de las que el autor también da cuenta, como la sociología, psicología, historia, etc. Asimismo compartimos con el autor la crítica que efectúa al gran metafísico francés sobre no haber prestado más atención a la antropología y en especial a los pueblos primitivos o arcaicos, como sociedades tradicionales aún hoy vivas, a las que Guénon describe en algún caso como degeneraciones de un conocimiento ancestral. Esto se debe, según el autor, en este tema y en otros, al propio condicionamiento de la época en que Guénon vivió y trabajó, a su enmarque referencial.
Igualmente se anota que la actitud de Guénon -y de muchos guenonianos- referidas al plano intermedio, en el sentido de negarlo en cuanto no es el mundo verdaderamente espiritual, es un intento de afirmar la primordialidad del Origen no humano de la manifestación en detrimento de la psicología profunda y la realidad del plano imaginal. Va de suyo que un trabajo como el que comentamos, de por sí sumamente condensado, no puede sintetizarse en unas pocas líneas, puesto que posee numerosas alusiones y sugerencias y se tratan en él, de modo directo o velado, muchas cosas que deben ser motivo de reflexión y meditación para los hombres contemporáneos, que también somos. En todo caso consideramos mucho más enriquecedor un trabajo de este tipo que las disquisiciones teológicas y de filosofía religiosa en las que han desembocado numerosos "guenonianos".
De quelques énigmes dans l'œuvre de René Guénon. Jean Reyor.
Después de recordar su primer encuentro con Guénon y hacer un repaso a las vicisitudes por las que pasó Le Voile d'Isis [El velo de Isis] hasta convertirse en Études Traditionnelles [Estudios Tradicionales], Reyor habla de las "enigmáticas" fuentes orientales de las que extrajo Guénon lo esencial de su conocimiento metafísico, así como de determinados datos e informaciones vertidas por éste en diversos libros y artículos sobre aspectos simbólicos e históricos de la Masonería , el Compañerazgo y otras antiguas organizaciones occidentales que era imposible que hubiera obtenido por medios escritos. Esto es algo que se ha comentado con frecuencia en biografías y artículos sobre la obra guenoniana, y en lo que no vamos a entrar, pues es algo hacia lo cual el propio Guénon mantuvo siempre un escrupuloso silencio, y de todas maneras no nos interesa demasiado. Creemos, sin embargo que si Guénon recibió alguna transmisión de parte de fuentes orientales y occidentales, ello no habría tenido ningún efecto si en Guénon mismo no hubiera existido ya una "predisposición" interior, o una "intuición intelectual" lo suficientemente desarrollada para asimilar las enseñanzas que supuestamente le transmitieron. En definitiva, que lo importante es lo que ya dijo Guénon hablando del doble sentido del anonimato: "el ser que ha alcanzado un estado supra-individual queda por ello mismo desprovisto de todas las condiciones limitativas de la individualidad, es decir ha superado las determinaciones de 'nombre' y 'forma' (namâ-rupâ) que constituyen la esencia y la substancia de esa individualidad como tal; por tanto es verdaderamente 'anónimo', porque el 'yo' se ha esfumado desapareciendo por completo ante la presencia del 'sí' ".
L'Extrême Asie dans l'œuvre de René Guénon. [El Lejano Oriente dentro de la obra de René Guénon]. Pierre Grison.
Grison, que es autor de varios libros sobre la alquimia y la simbólica taoísta, analiza en su artículo la influencia de las doctrinas extremo-orientales en la obra de Guénon, concretamente en La Gran Tríada , Los Estados múltiples del ser y El Simbolismo de la cruz. También cita las fuentes bibliográficas de las que a este respecto se sirvió Guénon para sus trabajos, como la traducción del Tao-te-king del P. Wieger, o las investigaciones de M. Granet en Le Pensée Chinoise y La Civilisation Chinoise [El Pensamiento Chino y la Civilización China ], asegurando que estas fuentes fueron más importantes que las que pudo extraer de Matgioi. Nos parece interesante lo que afirma Grison acerca de las relaciones entre Oriente y Occidente, que observadas en clave simbólica adquieren unas connotaciones distintas a las habituales. Cita, en este sentido, un pasaje de La Gran Tríada (cap. XII), en el que Guénon habla del yang y del yin, asimilándolos a Oriente y Occidente, respectivamente: "La tradición extremo-oriental, está en perfecto acuerdo con todas las demás doctrinas tradicionales, en las cuales el Oriente está siempre considerado, efectivamente, como el "lado luminoso" (yang), y el Occidente como el "lado oscuro" (yin), el uno con respecto al otro..."
En suma, que tanto el Oriente como el Occidente, tal cual el yang y el yin, no constituyen sino una sola unidad, lo que vendría a expresar que sólo existe una única Doctrina, la misma en todos los pueblos, ya sean éstos orientales, occidentales, nórdicos o meridionales, ya que dicha Doctrina es verdaderamente central, o polar, según el mismo Guénon lo repitió en multitud de ocasiones.
También menciona el autor la influencia que tuvieron Coomaraswamy y Marco Pallis en el cambio de criterio de Guénon con respecto al Budismo. En cuanto al primero estamos de acuerdo (entre otras cosas porque Guénon así lo afirmó), pero en lo que se refiere al segundo abrigamos nuestras más serias dudas.
Du symbole selon René Guénon. [Del símbolo según René Guénon]. Jean Borella.
Este estudio comienza con una interesante síntesis de la obra de Guénon, a la que divide en cinco partes: Crítica al mundo moderno, tradición, metafísica, simbólica y realización espiritual. Tradición, metafísica y simbólica constituyen un triángulo de base donde se asientan dos pirámides, de las cuales el polo más bajo corresponde a la crítica al mundo moderno y a las reformas al pensamiento profano, y el polo más alto, lógicamente, a la realización.
A continuación pasa a hablar del símbolo como intermediario entre distintos planos del Ser universal y como unidad manifiesta y sintética de lo cognoscible, y toca algunas teorías modernas acerca del símbolo, en especial el estructuralismo, que al descomponer analíticamente el símbolo en unidades diferenciables que no se interpretan, sino que se constatan, como es el caso de las "mitologías", niegan la razón misma del símbolo, que es la unión entre las partes de un todo.
Las consideraciones que siguen, fundamentadas en la obra de Guénon, aclaran conceptos como correspondencia y analogía, haciendo hincapié sobre la analogía inversa.
Réflexions philosophiques sur le symbolisme selon Guénon. [Reflexiones filosóficas sobre el simbolismo según Guénon]. Roger Payot.
En este interesante y sugerente artículo, el autor intenta acercar el punto de vista filosófico-científico sobre la función del símbolo (citando a diversos autores como André Leroi-Gourhan, Ernst Cassirer, Husserl, e incluso a Kant), con la posición que al respecto siempre ha sustentado Guénon a lo largo de toda su obra. Sin embargo, R. Payot pronto llega a la conclusión de que ese acercamiento sólo es posible a un cierto nivel (el de las analogías establecidas por las facultades del lenguaje y la razón), más allá del cual se encuentra el dominio propiamente ontológico y metafísico, hacia el que nos proyecta el símbolo gracias al poder de síntesis que él genera, y que necesariamente escapa al análisis discursivo. Es la diferencia que hay entre la horizontal y la vertical: ambas coexisten juntas, pero la primera no es sino el reflejo de la segunda. Recordemos estas palabras de Guénon, citadas por el autor: "El papel de los símbolos consiste en ser el soporte de concepciones cuyas posibilidades de extensión son verdaderamente ilimitadas, y en donde toda expresión no es sino un símbolo; es necesario, pues, reservar siempre una parte a lo inexpresable, que es, en el orden de la metafísica pura, lo que más importa".
René Guénon franc-maçon. Edouard Rivet.
En primer lugar, el autor expone las razones de por qué Guénon entró en la Masonería , lo que aconteció en el año 1912, concretamente en la Logia Thébah. Seguramente los motivos nacieron del convencimiento de que, aún a pesar del estado de degeneración en que se hallaba la Masonería a principios de siglo, ella conservaba todavía los símbolos y los ritos "susceptibles de servir de soporte a ciertos hombres cualificados para alcanzar, no conocimientos puramente mentales, sino estados ligados al desarrollo de una 'intuición intelectual', el 'intelecto puro' (...) gracias a la transmisión de un 'influjo espiritual', mediante la afiliación a la institución, es decir a la 'iniciación' ". En efecto, Guénon consideraba que en el Occidente actual, "aparte de la posible supervivencia de algunas raras agrupaciones del hermetismo cristiano de la edad media (se refería seguramente a la Estoile Internelle , a la que perteneció Louis Charbonneau-Lassay), sólo dos organizaciones pueden reivindicar un origen tradicional y una transmisión iniciática real: estas dos organizaciones, que, por otro lado primitivamente no fueron más que una sola, si bien con múltiples ramas, son el Compañerazgo y la Franc-Masonería (Aperçus sur L'Initiation, nota pág. 41). Por diversos motivos, entre ellos seguramente el ingreso al Islam en ese año, y con toda seguridad la guerra de 1914, Guénon abandona la Logia Thébah , interrumpiendo así toda actividad masónica. Así se creía, hasta que en 1973, Frans Vreede, que tuvo una larga amistad con Guénon, con ocasión de una intervención en la Logia Villard de Honnecourt, declaró que él le había confesado que "era miembro de una maestría, es decir de una agrupación de Maestros de todos los grados, donde la transmisión oral remontaba a la época artesanal de la Masonería francesa (...) Para impedir en el futuro cualquier desviación, divulgación y traición, ellos decidieron el anonimato de sus miembros, y que, desde entonces, no habría más estatutos ni otros documentos escritos, no más candidaturas, etc." De ser cierta esta afirmación del Sr. Vreede aunque es lo único que se conoce al respecto, creemos que ello explicaría por qué Guénon poseía conocimientos sobre la Masonería y el Compañerazgo que no le venían de ninguna información libresca. Bien es verdad, por otro lado, que tras su establecimiento en Egipto en 1930, Guénon abandona, como él mismo declaró, toda pertenencia a cualquier organización occidental.
Rivet señala también algunas relaciones que Guénon mantuvo con diversos masones, entre ellos Oswald Wirth, Marius Lepage, Arturo Reghini, John Yarker, Clement Stretton, etc. Estos dos últimos fueron los promotores en Inglaterra de una revivificación de la Masonería operativa a principios de siglo, la Guilde of operative freemasonry, en cuyo órgano literario (llamado paradójicamente "The speculative mason") Guénon colaboró en varias ocasiones firmando con las iniciales de su nombre islámico A.W.Y. El mismo Guénon hizo numerosas recensiones de esta revista, todas ellas incluidas en los dos volúmenes dedicados a la Masonería y el Compañerazgo, recensiones que desde luego son de un interés inestimable.
Otro aspecto interesante que merece ser destacado de este artículo fueron las relaciones habidas entre Guénon y J. Evola en torno al asunto de la Masonería , y que al parecer era uno de los pocos puntos doctrinales en que ambos estaban en desacuerdo. Evola, que había declarado en conversación privada que "Guénon fue mi maestro, y yo no he hecho más que continuarlo y traspasarlo a la acción", siempre mantuvo hacia la Orden masónica un claro distanciamiento, afirmando que si ella fue antiguamente una auténtica organización iniciática, en la actualidad la consideraba incluso hasta antitradicional (ver las últimas páginas de su libro El misterio del Grial). Guénon atribuía esa animadversión al hecho de que Evola conocía tan sólo la Masonería italiana y francesa, la gran mayoría de la cual, en efecto, estaba integrada por Logias y Obediencias en donde el punto de vista moderno era, y continúa siendo, el predominante. Sin embargo, Guénon consideraba que si Evola hubiera tenido conocimiento de la Masonería anglosajona, seguramente su criterio habría sido otro. Y esto es así porque, siempre según Guénon, es en esta Masonería donde se ha conservado con mayor pureza los antiguos rituales. No obstante, al final de su vida parece que Evola cambió algo su punto de vista, afirmando en una de las ediciones de su Le Doctrine de l'éveil: "René Guénon pudo tener en vista algún núcleo superviviente de la antigua Masonería 'operativa', privado de relaciones con lo que concretamente es la Masonería moderna. En cuanto a esta última, ella no tiene -al menos para sus cuatro quintas partes- absolutamente nada de iniciático". Tal proporción, dice Rivet, no deja de ser inestimable. Nosotros pensamos que ese matiz de Evola obedece a que había comprobado que la obra de Guénon estaba ejerciendo su influencia en determinadas Logias masónicas, ajenas, por otro lado, a la influencia anglosajona.
Note sur René Guénon = (Nota sobre René Guénon).
Frithjof Schuon. Esta vez Schuon señala lagunas y faltas en la obra de Guénon, y las relaciona con su unilateralidad y su carácter, que parecerían no estar de acuerdo con la "envergadura de su misión", aunque no se puede negar que él ha sido una personificación, no de la espiritualidad, sino de la certidumbre intelectual, pues se trata de un "pneumático".
Para comprender la obra de Guénon, según Schuon hay que tener presentes dos cosas (seguramente por una cierta fatalidad que ha signado su destino), una el valor irremplazable de la obra guenoniana, y la otra la sustancia gnóstica y pneumática del autor. Por otra parte Guénon subestima la moral y la estética, y en un artículo de " La Gnose " escribió que las religiones son formas heréticas de la Tradición Primordial. En la parte final de la nota se nos explica de modo dual y sibilino algunas consideraciones propias de su invención acerca de la pretendida "personalidad pneumática" del autor. ¿Todo esto constituye un homenaje a cien años del nacimiento del gran metafísico francés?
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