martes, noviembre 01, 2005

La Fraternidad existente entre las Respetables Logias Simbólicas

Por el R:. H:. José Guzmán Estrada
Vall:. de Lima, 14 de mayo del 2005 e:. v:.

Los principios básicos y fundamentales de la Masonería son: Libertad, Igualdad y Fraternidad.

Libertad de la persona humana y de los grupos humanos, ya sean instituciones, razas o naciones y en todos sus aspectos, es decir, libertad de pensamiento y libertad de movimiento. Igualdad de derechos y obligaciones de los individuos y grupos humanos sin distinción de religión, raza, sexo o nacionalidad.

Fraternidad entre todos los hombres y entre todos los pueblos y naciones, porque todos los seres humanos nacen libres e iguales en derechos y en dignidades.

Sobre la Fraternidad, podemos mencionar lo siguiente: A las palabras les pasan cosas que nunca son casuales, sino que son el reflejo de las cosas que en ellas viajan.

Por ejemplo el tratamiento que en la vida religiosa tienen las palabras "padre" y "hermano" podemos colegir cuál era su valor de uso en la antiguedad, y cuál, por tanto, la realidad que reflejaban.

En efecto, la misma distancia que en un monasterio había entre un sacerdote (padre) y un lego (hermano), era la que normalmente había entre el padre y el hijo. El padre era algo muy parecido al señor, y el hijo estaba muy cerca del siervo. E igualmente la distancia léxica que hay en muchas lenguas entre hermano y hermana (frater / soror; frate / sorella; frère / soeur; brother / sister; bruder / schwester... ) era la distancia real en la vida. Y no digamos ya la distancia que había entre el abad (palabra tomada del hebreo hab que significa "padre"), que acabó convirtiéndose en un alto señorío, y los monjes y demás súbditos de la abadía, que supuestamente eran los "hijos".

En muchas lenguas, empezando por el latín, se usan distintos lexemas para el hermano (frater) y para la hermana (soror). Por abreviación del primero saldrá en italiano fra, que en castellano será "fray" y de ahí derivará el término "fraile", que se usará en oposición de género a "monja", es decir sustituyendo a "monje". Por abreviación del segundo, tendremos "sor", que es el tratamiento genérico que se da a las monjas.

En un monasterio convivían sacerdotes, cuyo tratamiento era y sigue siendo "padre" (Pater), y legos cuyo tratamiento era y sigue siendo "hermano" (Frater). Naturalmente el pater estaba revestido de una dignidad a la que nunca alcanzaba el frater, el hermano lego, cuya razón práctica en el monasterio era trabajar en las actividades productivas y serviles, mientras que los patres se dedicaban a su ministerio sacerdotal o a actividades intelectuales. Lo mismo ocurría en los monasterios femeninos entre las "madres" y las "hermanas". Por eso las órdenes religiosas con humilde vocación de servicio denominan a sus miembros "hermanos" y "hermanas", en lugar de "padres" y "madres". Los "padres" están revestidos de la alta dignidad sacerdotal, son los que dicen misa, mientras que los "hermanos" no se dedican al sacerdocio, sino al servicio a los demás (hospitales, orfanatos, enseñanza... ). Igualmente las monjas suelen tener la denominación de "madres" en las órdenes que se fundaron para el recogimiento, la contemplación y el culto; y el de "hermanas" las que se fundaron pensando en el servicio a los demás.

A partir de este concepto se han fundado las hermandades (de hermano) y las cofradías (de frater) cuya idea inspiradora es siempre la del auxilio mutuo como si de "hermanos" se tratase, que ése es el nombre que se da a los miembros de una cofradía. Es por esta razón principal, que los Masones o Francmasones, nos decimos hermanos, por que dos de nuestros fines o vigas maestras son la Caridad y la Beneficencia, dos hermanas que tiene la aprobación del cielo y de la tierra, y ambas bendicen tanto al que da, como aquel que la recibe.

Mientras fue la iglesia católica, la responsable de canalizar la solidaridad entre la gente, el concepto de "fraternidad" fue el que presidió, inspiró y denominó todas las organizaciones encaminadas al auxilio mutuo y a la generosidad con los demás.

Posteriormente, la actual sociedad laica a nivel mundial ha sabido tomar el relevo mediante los movimientos de solidaridad del voluntariado a través de la Organizaciones No Gubernamentales.

RR:. y QQ:. HH:., nadie sabe a ciencia cierta realmente cuándo o dónde se inició la Masonería. Lo que sí conocemos es que la historia de la Masonería o Francmasonería está íntimamente ligada a la historia de los constructores, arquitectos y albañiles de la antigüedad, razón por la cual, algunas personas creen, por ello, que la Masonería es una fraternidad milenaria.

De cualquier forma que ésta halla sido, sabemos que la Masonería es una fraternidad antiquísima. Los primeros indicios de su existencia se remontan al siglo XIII, época en que algunos albañiles (en francés, maçons) comenzaban a independizar sus gremios de la tutela de los monjes benedictinos. Los nuevos gremios, algo así parecidos como los sindicatos de la actualidad, monopolizaban la construcción de las catedrales y los castillos, que a su vez eran los proyectos más lucrativos de la época. Para descansar se reunían en chozas o talleres (en francés, loges) en donde a su vez llevaban a cabo sus juntas y reuniones. Como era común en esos años, los gremios adoptaron ceremonias y rigurosos procesos de admisión y selección para proteger sus técnicas y conocimientos de albañilería y construcción del gótico. Asimismo, los conocimientos eran impartidos de acuerdo a su jerarquía en las obra: Maestro, compañero o aprendiz. Dada su relación con la Iglesia, basaron todos sus ceremoniales en la Biblia, y dado que eran constructores, recurrían frecuentemente al único pasaje bíblico que detalla un proceso de construcción: La construcción del Templo de Salomón.

Con el tiempo los gremios fueron creciendo y diseminándose en varias ciudades. Como no existían los certificados, ni las membresías, comenzaron a adoptar palabras que les permitían comprobar su jerarquía en otra ciudad. De esta forma, si alguno de ellos decidía emigrar a otra parte sólo tenía que entrar en contacto con alguien de su jerarquía en el gremio y hacerle saber la palabra secreta, lo que le aseguraba entrar con un mejor sueldo que el de aprendiz y no estar en observación por varias semanas.

A finales del siglo XVI los gremios estaban a punto de desaparecer tras la entrada del estilo renacentista que los había sacado del mercado. Deseosos de conservar su organización, dado que la fraternidad no solo les ofrecía seguridad en el empleo sino un estatus en la sociedad, comenzaron a adoptar miembros honorarios, personas ricas e influyentes que aceptaban entre sus filas y que les servían de tutela y protección frente a la nueva competencia. Dado que ya no sólo se componían de constructores, los gremios comenzaron a identificarse como “Fraternidad de los Masones Libres y los Aceptados”, cuya denominación similar se ha conservado hasta la actualidad. Una de las primeras evidencias de esta evolución es el diario del anticuario y masón Elías Ashmole, el fundador del Ashmolean Museum de la Universidad de Oxford, que en 1646 detalla su iniciación en la casa de su suegro en Warrington.

La fraternidad fue evolucionando con el paso del tiempo. Dado que las políticas y procesos de selección eran muy rigurosos y el nivel cultural de los miembros era alto en comparación con los estándares de aquella época, pronto se convirtieron en el destino favorito de los intelectuales, mismos que al pasar a formar parte de la Masonería obtenían el respaldo de un grupo influyente en la comunidad y la tranquilidad de poder discutir cualquier tema sin miedo a filtraciones o represalias de las autoridades civiles o religiosas debido al juramento de secrecía que se practicaba.

Entre los siglos XVII y principios del XVIII la construcción, y en particular la arquitectura en Europa, quedaron lejos de aquellos años del espléndido gótico medieval y, consecuentemente, las logias de masones operativos fueron languideciendo.

Ya para el siglo XVIII la composición de la fraternidad había cambiado por completo. Los miembros dedicados a la construcción habían pasado a ser la minoría y los intelectuales habían asumido el control de la organización. El 24 de junio de 1717 cuatro Logias de Londres acordaron reunirse en la Goose and Gridirion Alehouse (la Taberna del Ganso, destruida en 1894) para formar la primera institución formal que regiría a la fraternidad en lo sucesivo: La Gran Logia de Londres, la que años más tarde pasó a llamarse la Gran Logia Unida de Inglaterra. Tres de esas cuatro Logias fundadoras sobreviven en la actualidad y son: Antiquity No. 2, The Lodge of the Rummer and Grapes (ahora llamada Royal Somerset House and Inverness Lodge No. 4) y The Lodge at the Apple Tree Tavern (ahora llamada Lodge of Fortitude and Old Cumberland No. 12).

A raíz del languidecer y decaimiento de las logias de masones operativos, se produjo la razón fundamental del porque en el año 1717 se decidió que se constituyera en Londres una Gran Logia que, bajo el patrocinio de un grupo de personas ilustradas y librepensadores, quienes mantuvieron el espíritu de las antiguas cofradías de constructores, aunque, como se comprenderá, ya no se precisaba la específica participación de los mismos. Fue de esta forma, expresado de un modo muy genérico, como nació la masonería especulativa. Con ella se pretendía conservar el espíritu de los antiguos masones constructores, es decir, manteniendo los usos, costumbres y tradiciones, pero apartándose, en cualquier caso, de las construcciones materiales. De un modo relativamente rápido, comenzaron a acudir a las logias masónicas hombres de todos los oficios y condiciones sociales, a la vez que se establecían interpretaciones filosóficas acerca de los símbolos y rituales que la habían caracterizado hasta entonces.

Como era de esperarse, la creación arbitraria de una institución directora de toda la Masonería no fue bien recibida por todos y en 1751 se fundó en Londres una segunda Gran Logia: La Gran Logia de Antiguos, Libres y Aceptados Masones, idéntica a la primera pero con un ceremonial distinto para el grado de Maestro. Los partidarios de la nueva Gran Logia se hacían llamar antiguos porque decían representar fielmente los principios de la fraternidad original.

La Gran Logia de los Antiguos, por el año 1753, estaba mayoritariamente liderada por irlandeses y, consecuentemente vinculada a la Gran Logia de Irlanda, ésta propugnó enseguida una masonería en línea con los ideales teístas y confesionales. Estas tesis se comprendían al quedar cimentadas en la idea de que los antiguos gremios de masones habían sido cristianos.. Fue precisamente este punto que sirvió de acicate para arremeter contra lo que un grupo numeroso de irlandeses habían denominado masonería moderna o, lo que es igual, una masonería que quedaba lejos de los rituales cristianos. A tal fin, los partidarios de mantener una sociedad de masones con marcado carácter confesional y teísta decidieron imponer la obligación de practicar una religión efectiva que, además, siguiera las pautas de la tradición revelada y que estuviera avalada por un libro sagrado. Éste, en cualquier caso, acabó siendo la Biblia.

Los partidarios de la primera institución fundada en 1717 pasaron a llamarse, irónicamente, los modernos. Ya para esas fechas se habían reclutado a destacados personajes y miembros de la nobleza europea y en 1786 uno de ellos, Federico II de Prusia, encabezó el primer intento de unificación de la fraternidad al proponer un reglamento, ceremonial y estructura de grados muy completos pero basadas ampliamente en la religión cristiana, lo cual impedía o dificultaba el acceso a la orden a personas de otra religión.

Sin embargo, la rivalidad entre ambas terminó en 1813 con la reforma a la Gran Logia original, la misma que pasó a llamarse Gran Logia Unida de Inglaterra de Masones Antiguos, Libres y Aceptados. Al unificarse acordaron crear una Logia de Reconciliación que durante 2 años recibió propuestas de ceremoniales y estándares de todas las Logias. En 1816 la Logia de Reconciliación presentó su propuesta final de liturgias y estándares completamente laicos. Desde entonces se acordó reconocer a la Gran Logia Unida como autoridad rectora de la Masonería a nivel mundial, y es ella quien reconoce y da legalidad a las demás Grandes Logias del mundo. A partir de esa fecha la fraternidad ha crecido de forma estandarizada (las Logias y Grandes Logias que siguen esos estándares se denominan regulares y son las únicas Logias oficiales) de tal forma que en la actualidad se encuentra presente en casi todos los países de la Tierra y su lista de miembros abarca millones de personas que, día con día, se reúnen para ejercer su libertad de expresión, aprender, y recabar fondos para la institución filantrópica más grande del mundo.

FRATERNIDAD:

El vocablo FRATERNIDAD, que recubre una unidad espacio-temporal, como mencionamos líneas arriba ha sido utilizado por la mayoría de las corporaciones operativas de la edad media, y se halla empleado también frecuentemente en las primeras Constituciones de la Masonería Operativa o Moderna, conocidas mundialmente como las Constituciones de Anderson. En la actualidad el Universalismo de la Fraternidad, atraviesa las fronteras y está presente en todo contexto de "regularidad" en el mundo; por lo tanto, no es un concepto exclusivo de la Francmasonería.

En el mundo profano, por ejemplo en Francia, la noción de fraternidad se halla indisolublemente ligada a las de libertad y de igualdad.

Los tres elementos se vinculan a la Revolución Francesa: Pero ¿cuáles son actualmente las nociones de fraternidad que subyacen en la Fracmasonería regular, y qué peso se les reconoce?.

La Fraternidad Masónica no es por cierto una manifestación innata, como podría serlo la hermandad generada por el lazo familiar. Primeramente, ella refleja la aceptación y el respeto de una regla que es la traducción y la expresión de un lazo irrenunciable que liga a los miembros de la Fracmasonería. Asimismo es uno de los fundamentos y un precepto de comportamiento requerido en el seno de la Francmasonería de tradición, donde los miembros recibe el nombre de "Hermanos" y son reconocidos y recibidos como tales.

El contexto masónico es uno de los escasos lugares donde un hombre puede manifestar a otro, sin conocerlo y sin haberlo visto antes, la expresión de un sentimiento fraternal, únicamente por lo que él es, es decir un Masón.

Después de haber realizado un compromiso formal, libremente aceptado, es cuando el nuevo Masón descubre inmediatamente su nueva "comunidad". Grande es su sorpresa, pues ha habido transición, él estaba en el exterior, y ahora se encuentra en el interior entre hombres aun desconocidos, pero que le manifiestan espontáneamente un gran calor fraternal. Probablemente éste es el primer impacto emocional, que despiertan en él sus cualidades de amabilidad, le hará tomar conciencia de la dimensión de esta fraternidad y le hará palpar plenamente, desde los primeros momentos, la noción de pertenencia y los lazos que lo vinculan a la Orden. El poderoso lazo fraternal que los une forma parte de los misterios de esta iniciación común a todos los masones.

La razón de esta acogida calurosa es simple, pues cuando se le admite, el candidato es acogido como un potencial elemento de esperanza de ver crecer la Orden dentro de una nueva unidad.

En un estallido común de fraternidad, esta nueva unidad se integra en simbiosis en el grupo, mirando en una misma dirección, con una misma razón de ser y una misma finalidad.

Además, el deseo que expresa de mostrarse digno de tal recepción, genera en él una sinergia, a lo cual el trabajo en Logia y expuesto a la confrontación en todo momento, refuerzan los lazos de fraternidad que se construyen.

En la vida profana o extralogial, nosotros podemos encontrar manifestaciones de igual intensidad, pero ellas resultan en general de la concurrencia de acontecimientos y de circunstancias que se apoyan en lo afectivo. Ellas revelan actos guiados por nobles sentimientos tales como la amistad o la pasión (véase el amor en el sentido general del término) que uno puede tener, por ejemplo, para un pueblo o para una cultura. A veces ellas tienen un impacto en seguida sobre la noción de deber y de ética hacia los demás.

La Fraternidad Masónica revela un proceso inverso, porque ella es primeramente la manifestación de un acto deliberado. Ser fraternal es una marca voluntaria, es primeramente un principio que es respetado y que se transforma progresivamente en una segunda naturaleza o la noción de deber se afianza para dejar lugar a continuación a cualidades de cordialidad que harán nacer lazos afectivos muy intensos.

Cada vez es una alegría y una revelación de esta fraternidad "reconocer" a un hermano encontrado fortuitamente, por primera vez, en un entorno inesperado, y a menudo lejos de nuestro contexto familiar o masónico. Si la fraternidad es el principal lazo de la Francmasonería, ella es igualmente el elemento impulsor que "impacta" nuestro comportamiento, que esto esté en nuestro contexto asociativo o en nuestra vida diaria.

¿En qué se traduce la fraternidad masónica?: Primeramente en la alegría de encontrarse, pero también en la expresión de cualidades gentiles, es decir, de ser bienvenido y escuchar al otro. Esto está implícito: Es la asistencia fraternal por naturaleza. ¿Qué es lo que caracteriza su universalismo? Es la expresión de nuestro "saber ser", que rechazando los prejuicios y la intolerancia se expresa por un reconocimiento y una acogida del "otro", haciendo abstracción de sus condiciones espirituales, culturales y sociales, pues en verdad lo que es importante, es que simplemente sea un Hermano.

Apoyándose en nuestros trabajos efectuados en honor al Gran Arquitecto del Universo, los límites externos de nuestra comunidad iniciática están llamados a ser escuchados en una gran fraternidad de hombres libres, pues a través de la expresión de las condiciones de cordialidad que ella implica, constituye el fundamento que estructura el edificio masónico y uno de los elementos que constituyen las bases en las cuales descansa la Orden.

La FRATERNIDAD para el Masón, es la estrella de la vida, el penacho y la coronación de todo bien, porque hará renacer de nuevo en la tierra su poesía, ya hace bastante tiempo, perdida. Ella unirá como una nueva luz todos los rostros, desarrollando un majestuoso vigor en la raza.

Mientras en el mundo haya poca fraternidad, todos seremos esclavos y viajaremos hacia el polvo de las tumbas.

La nave del mundo navega en un mar de egoísmos y ambiciones fraticidas. El hombre es el lobo del hombre. Se ha proscrito el amor en la relaciones entre los hombres. No obstante, nuestro deber es tener fe en el porvenir, y para fortalecernos en la fe, para revivir la esperanza y para crear diariamente el amor, debemos levantar los ojos y confiar en la victoria del Bien sobre el Mal, por encima de todos los obstáculos, de todas las caídas, de todos los dolores, de todos los fracasos. La ley de la vida se cumplirá siempre hacia arriba, hacia lo alto y siempre hacia adelante. La Masonería es una doctrina de fraternidad, como hemos expresado anteriormente.

Para los Masones, la fraternidad es el lazo simbólico que nos une a todos por igual, en la superficie de la tierra. Por la fraternidad somos “uno para todos y todos para uno”, que es el sabio apotema de la puerta de nuestros Templos, y es nuestra razón de ser en el concierto universal.

Si el sentimiento de fraternidad no fuera parte de nuestra vida masónica, no seríamos capaces de repudiar el egoísmo, de hacer a un lado la vileza y de rechazar la ingratitud. Pero como tenemos un concepto elevado de lo que es la fraternidad, procuramos practicarla en su propio sentido y significación, persistiendo en nuestra obra, sin pensar en los obstáculos y sin retroceder en nuestros propósitos.

Nuestro mayor afán es el perfeccionamiento de la humanidad, mediante la fraternidad cultivada perseverantemente entre los hombres. Nuestro credo es procurar que esa fraternidad se sienta como una fuerza de infinitas bondades, capaz de darnos la mayor felicidad y bienestar posibles.

Nuestro vivo anhelo es sentir y practicar la fraternidad, que no se altere con las horas y las semanas rápidas, sino que perdure hasta el fin de los días.

Muchas gracias...

Bibliografía Consultada:

- Martín-Albo, Miguel. "La Masonería - Una hermandad de carácter secreto". Editorial Libsa S. A., Madrid - España, 2005.

- Mackey, Albert Gallatin. "Enciclopedía de la Francmasonería". Editorial Grijalbo S. A., México D. F., México, 1981.

- Hurtado Juárez, Amando. "Al límite de la Masonería". Editorial EDAF S. A., Madrid - España, 2001.

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