In deo fiducia nostra
VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA
Las historias genéricas y las especiales asignan a la institución masónica la antigüedad remota del Templo de Salomón. La magnitud para entonces colosal de la obra que la soberbia o el miedo del apodado Rey Sabio, hizo dedicar al dios de aquellas épocas, al terrible y colérico, al vengativo y sanguinario, al dúctil y caprichoso Adonaí, hubo de exigir el concurso de obreros y artífices de diversos países o regiones. El trabajo era lento, dificultoso, pesado; con pocas o imperfectas herramientas todavía para facilitarlo, y menos al tratarse de lo que habría de superar en magnificencia, riqueza y novedad a lo conocido entonces.
Falanges, multitudes de operarios acampaban en este vasto campo; y fue preciso ordenar los grupos, metodizar los obrajes, dividir las faenas, disciplinar las gentes e imponer el régimen de los expertos, de los peritos, de los maestros, de los artistas sobre los braceros o simples cooperantes.
La leyenda de Babel estaba fresca ...
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