sábado, noviembre 24, 2007

El verdadero Esoterismo de la Masonería


(Publicado por la revista "The American Freemason" en julio de 1912)

(Traducción del inglés: Ramiro Arteta Guzmán)


La Francmasonería nos enseña grandes y valiosas verdades veladas por la alegoría e ilustrada por símbolos. Al momento de la Iniciación, en Candidato entra al Templo en estado de pobreza y oscuridad y humildemente solicita ser admitido para conocer los Misterios y obtener los privilegios de la Francmasonería. Tales Misterios no se explican, ni en todo ni en parte en los rituales. Algunos académicos opinan que el Esoterismo es la esencia de dichos Misterios. Repetidamente a través del tiempo se han hecho análisis introspectivos acerca de si la Masonería mundial está develando sus misterios a sus miembros y, por lo tanto, se están dando los pasos adecuados para la Iluminación de los Hermanos, o la Orden se está alejando de esa responsabilidad y ese aspecto se está desconociendo progresivamente. Como modesta respuesta a varios de nuestros lectores, hemos decidido publicar algunos artículos sobre el Esoterismo de la Masonería. Comenzamos con una introspección hecha y publicada en el "American Freemason", en julio de 1912.ada al Templo

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"¿Dónde puedo encontrar los Misterios de la Masonería?" Así escribió un preocupado Hermano cuya pregunta da a conocer una inquietud que no es manifestada abiertamente por muchas mentes. Y continúa: "En las formas externas de la Fraternidad hay muchas cosas que interesan apenas al curioso. Pero no tengo interés particular en el criticismo de los Antiguos Deberes, ni estoy preocupado por conocer la línea particular a través de la cual estas formas ceremoniales han llegado hasta nosotros. Pero, si como se nos dice en todas formas, la Masonería tiene un "alma", algo que vale la pena, ¿cómo podemos captarlo?

La pregunta es hecha sinceramente y con la claridad que su importancia y urgencia requieren. Pero, repetimos, lo que se ha dicho muchas veces antes y básicamente con las mismas palabras, esto es, que si la Masonería no ofrece más que catecismos, lecturas y ceremonias, entonces no vale la pena para el hombre pensante. Les aseguro que son aquellos que con frecuencia lanzan oscuras indirectas ante un contenido secreto y esotérico de la Masonería quienes no tienen una concepción adecuada y clara de nuestra Institución. Pueden clasificarse bien como hombres de confianza o timadores, o intoxicados con el humo de sus propias palabras, o hipnotizados por pantomimas que no pueden entender. Oyendo una de esas peroratas nos acordamos del personaje que habíendo sido egregiamente engañado por la actuación del espectáculo de un falsificador es el primero en inducir a otros para que entren a fin de no ser el único en pasar por la vergüenza de haber sido engañado. El hombre promedio, escasamente capaz de juzgar una organización por la información suministrada o por la apariencia de los hechos, no encuentra nada en su iniciación en los diferentes Grados diferente a un interés pasajero. La continua asistencia a la Logia – de acuerdo como éstas suelen trabajar – no le transmitirá el verdadero significado del Gremio masónico. Recibe información superficial, en la mayoría de las veces por Hermanos para quienes las palabras que ellos mismos pronuncian tienen poco o ningún significado, que "la Francmasonería consiste en un curso de moral e instrucción filosófica, ilustrado por jeroglíficos y enseñado, de acuerdo con los antiguos usos, mediante caracteres, emblemas y figuras alegóricas". Ese es un gran prospecto, y si lo que se promete fuera logrado en nuestras Logias, la instrucción masónica sería una gran adición a la educación de cualquier hombre. Pero es más que vergonzoso hablar de "instrucción moral y filosófica" de cara a lo que conocemos como el currículo de las Logias.

Es entendible que alguien que no tiene más que una vaga idea del significado de esta frase quede impresionado por el montón de palabras que escucha confusamente. Pero ningún buen conocimiento puede derivarse de tal impresión. Además, se le habla de vez en cuando de los Misterios que habrá de conocer, y al final se preguntará dónde están esos secretos que no ha podido encontrar, y es en este punto - cuando no ha aprendido más que a cruzar los dedos - que se presume que ya ha completado su educación masónica y se le deja a su propio capricho. Si aprende el ritual, siguiendo la línea de menor resistencia, para uno que tenga ambiciones, se le considera como una valiosa adquisición para su Logia. Si no tiene tanta ambición, se abrirá ante él el lado social de la Fraternidad y el "buen miembro" tendrá a este aspecto como la más importante función de la organización. La repetición del ritual pronto perderá interés, pero el salón de banquetes y el salón de fumar mantendrán su atractivo. Si eventualmente tiene una idea – y el caso es desafortunadamente infrecuente – de una Masonería esotérica y busca investigar más allá del velo de las palabras, se le tratará con una mezcla de compasión y burla por parte de sus superfciales compañeros. La Logia no puede brindarle ninguna ayuda para buscar lo que se ha perdido porque aquellos que deberían instruirlo son tan ignorantes como aquellos a quienes deben enseñar. Si persiste en desear y buscar el conocimiento, a lo mejor es tenido como alguien aburrido. Para aquellos que están satisfechos con que las cosas estén como están, el investigador que adquiere algo de conocimiento es tenido como un perturbador, siendo puesto como ejemplo de que la investigación ocasiona problemas innecesarios.

Al escribir estas líneas tengo ante mí un número de volúmenes de Actas de Gran Logia recibidas recientemente. En cada una de ellas hay un registro de las palabras del Gran Orador, y sus frases se diseminan a través de las páginas. Las he investigado todas, como he investigado todos los discursos que he podido durante años, con la vana esperanza de encontrar un Hermano que pueda hacer honor a la oportunidad que se le presenta. Se necesita que surja alguien que, con elocuencia y convicción, tenga la capacidad de discernir sobre los potenciales de la Masonería y también de darse cuenta de lo cortos que nos estamos quedando en satisfacer esos ideales. Se necesita que las palabras de tal orador se calienten con el fuego de la sinceridad, para que puedan quemar la coraza de la indiferencia y penetren permanentemente en la conciencia del Gremio masónico.

En vez de eso, ¿qué tenemos? Largos e incoherentes discursos sobre civilizaciones desaparecidas; ensayos repetidos sobre dioses que no tienen adoradores y sobre templos que han sido abandonados y han estado en total ruina durante los últimos mil o más años. Todas estas cosas son flojamente amarradas con un hilo delgado y quebradizo denominado para la ocasión como "Masonería de los tiempos". O tal vez hay un vuelo sobre la historia moderna, con detallada investigación sobre los nombres de los hombres que han sido miembros de la Fraternidad, mostrando la absurda deducción de darle crédito a la Masonería por lo que ellos han hecho.

"Si no fuera tan frecuente esto no sería raro
Y que sea tan frecuente, sigue siendo raro"

Enfrentemos esta desagradable y casi humillante verdad. Admitamos, con todo el candor y honestidad posibles, que en su mayor parte, la mayoría de las enseñanzas morales y filosóficas de nuestra Masonería son una gran impostura. No tienen actualmente motivaciones adecuadas y no se alcanzan sus propósitos ni se desarrollan sus capacidades. Entonces, nos quedan las siguientes alternativas: no pretender nada diferente a que la nuestra es una gran organización social y que como tal está logrando sus objetivos, o inclinar nuestras cabezas con vergüenza con el conocimiento de que el espíritu de la Masonería ha sido sofocado, ablandado y se le ha impedido manifestarse, mientras que el cuerpo es vestido con relumbrantes ropajes ricamente decorados con llamativos ornamentos.

¿Cuáles son, en realidad, los hechos? En doscientos años de Masonería en países angloparlantes, del período histórico, ¿ha tenido la Masonería alguna influencia visible sobre el mundo del pensamiento y la acción? Esta no es una pregunta para ser respondida por oradores rimbombantes sino por estudiantes serios de los eventos a considerar. Y yo les digo que si nuestra gran Fraternidad no hubiera sido desviada de su dirección original, sería hoy la primera en ser reconocida como parte de las fuerzas que han hecho posible el progreso de la Humanidad, porque hubo una época en que la Masonería dio plena cabida y protección a quienes fomentaban la libertad de pensamiento. Se pretendía que la Masonería debería dar el ejemplo de una sabia tolerancia ante las demás personas, distinguiendo entre el conservatismo que solo obstaculiza y retarda, y el radicalismo que destruye. Se le dio a la Masonería la tarea de romper las barreras de castas, clases, raza y nacionalidad que se habían levantado a través del tiempo, y de anunciar al Hombre como el supremo producto de los Tiempos. En cambio, al menos en las jactanciosas variantes inglesa y norteamericana del Simbolismo, hemos perdido el control sobre los sectarios y los arrogantes, los políticos y los ignorantes. Y si alguien, proclamando la rectitud, se levanta contra esos, se alcanzan a oír las voces de los que gritan: ¡Crucifíquenlo! Es muy cómodo ir con la corriente pues ésta fluye suavemente. No discrepar de nadie, no antagonizar con nadie, evaporarse como una burbuja sin significado u objetivo para la existencia, así se desarrolla la Masonería de nuestra generación, pero debería recordarse que en la gran corriente de la existencia humana hay olas de hierro que flotan al lado de ollas de barro, las cuales entrarán en contacto tarde o temprano, con resultados desastrosos para las vasijas de material quebradizo. Así que les digo que no está lejos el momento de tensión y prueba para nuestros oradores, escritores extravagantes y políticos de la Gran Logia, quienes se encogerán ante el contacto con ciertas ollas de hierro que los pueden hacer quebrar y hundir. Muchos son los masones de "buen tiempo", pero que ante cualquier momento de peligrosa tormenta o ante cualquier calumnia, serán pasados por un tamiz, como ha sucedido anteriormente, llevando a una pérdida numérica pero fortalecedora de la Orden.

La idea y el ideal es el de una Institución diseminada por el mundo, una gran Hermandad siempre en aumento, una fuerza activa esforzándose por aumentar las libertades, la justicia y la verdadera equidad, un factor real e importante en la dinámica de la civilización. ¿Una Institución así no sería tema para el arte y la literatura? Pero, ¿qué genio podría sacar algo de valor de una organización entregada a reglas mediocres y sórdidos fines? ¿Qué podría encontrar el verdadero poeta en unas ceremonias mecánicas y una moral emasculada? ¿Qué cosa de perdurable belleza podría sacarse de la contemplación de lo común? Para perjuicio de la Masonería – de la Masonería ideal – ¿ha encontrado ahí inspiración para sus temas, brindándole a la Fraternidad "el carruaje sobre el que pasean los mejores pensamientos"? Sé que han existido, y aún hay, rimadores de pacotilla que, como María de Escocia, habiendo violado con sus escritos "todas las leyes de Dios y de los hombres sobre la métrica", son aclamados como poetas masónicos; pero no ha aparecido uno cuyo intelecto sea tan grande, y su introspección tan aguda que baste para formular y definir una filosofía real que fundamente en verdades inmutables las aspiraciones y objetivos de la Masonería. Ningún producto del pincel del artista o el cincel del escultor ha mostrado el espíritu de la Masonería a través de sus grandes formas para redimir la Orden de su sordidez. Esto habría podido ocurrir solo si la Fraternidad hubiera transitado por el más alto camino de los logros y si el verdadero esoterismo masónico se les hubiera manifestado a los verdaderos iniciados. En cuanto al investigador, buscando aún lo que está oculto o perdido, no tiene otro recurso que buscar, y buscar en vano, a través de Grados sucesivos. En cada uno de ellos se le dice que se levantará el velo, que le será revelada la Palabra perdida, que encontrará la Piedra Filosofal para distinguir entre la verdad y el error, y que la visión del Santo Grial recompensará su búsqueda. Y en esa búsqueda llega al final del camino que no conduce a ninguna parte, haciendo inútiles sus más honestos esfuerzos.

Pero, Hermano que buscas la luz de la verdad, ¿no hay más que un vago indicio de significados en las mutiladas y oscuras formas de la Masonería Simbólica? ¿No quedan rastros de la Sabiduría perenne que ha sido conocida en los varios grados de iluminación por los Iniciados de todas las épocas? ¿No se escucha en nuestras Logias eco alguno de los sutiles secretos que, protegidos con bárbaros términos de transmutación, fueron comunicados por los antiguos alquimistas? Lo ordinario, lo terrenal, debe romperse para liberar su esencia. ¿No tenemos un indicio de esto en la Leyenda del Tercer Grado? El esoterismo de la Masonería, mi Hermano, no puede enseñarse a través de lecciones formales, aunque los Hermanos más conocedores deberían orientaros hacia el Oriente del Conocimiento. Según las charlas de instrucción, el Compañero tiene tres joyas: el oído atento, la lengua instructora y el pecho leal. Pero la segunda rara vez se encuentra. Y para el Maestro, se deben añadir otras dos: el alma intuitiva y el cerebro con conocimiento almacenado. Sin estos, ningún esoterismo puede manifestarse por sí mismo, pero con ellos se podrán explorar todos los lugares secretos y se encontrarán todos los tesoros para beneficio de quien los busca.

Los Arcanos no se revelan al de espíritu profano, aún si usa la guirnalda del Iniciado.

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