domingo, noviembre 25, 2007

EL MASÓN ENTRE LA DUDA Y LA CERTEZA



"Un masón, generalmente, es lo que deseamos ser".
(MAGUT)

Nuestros principios establecen que los masones se reconocen entre sí como hermanos dondequiera que se encuentren. Sin embargo, más importante es que los demás puedan reconocernos como seres más evolucionados tanto intelectual como moralmente en la sociedad. Es decir, que se nos reconozca como seres que aman la verdad y la justicia y que se mantienen en una posición de avanzada en el proceso evolutivo e integrador de la persona en la vida diaria. Los masones hemos de ser una diversidad que, en general, resulta difícil: respetuosos de la opinión ajena, defensores de la libertad de expresión, ansiosos de unir a todos los hombres en la práctica de una moral universal que promueva la paz y el entendimiento, mientras se eliminan los prejuicios de toda índole. Para lograrlo, es necesario mucho esfuerzo personal de cada miembro de la Orden, porque el camino por seguir va a ser, sin duda, sólo aquél que nuestra comprensión y esfuerzo sea capaz de trazar.

La ética es aquella disciplina de la filosofía que corresponde a la Filosofía o Ciencia Moral, es decir, la reflexión sobre las conductas humanas individuales y colectivas y la normas morales en que se basan los diversos comportamientos. Tiene como finalidad principal, lograr el desarrollo humano cautelando que este proceso, a menudo complejo, se cumpla y culmine, alcanzando la plenitud, de acuerdo con las diferencias individuales, las facultades, habilidades y destrezas de cada uno. Por esto, la masonería es, por esencia, una entidad moral.

La Orden Masónica, como institución iniciática, que exalta la práctica de las virtudes en cada uno de sus miembros y el deber de proyectarlas hacia el mundo profano, induce el proceder recto de cada hermano , orientándoles hacia la verdad, aunque ésta no tiene el carácter de absoluta. La ética masónica es el código de moral humana más perfecto que existe, porque crea en el individuo, la conciencia del bien por el bien mismo, sabiendo que los conceptos de bien y mal no existen en forma absoluta.

En su sentido etimológico, ética proviene de la palabra griega "Ethos", que define lo relativo a la costumbre. Tanto los helenos como los antiguos romanos (que derivaron el término de "Mori" que también significa costumbre) juzgaron que esta definición se refería a las costumbres que determinaban la moral.

Pero no es posible referirse a un concepto tan profundo, sin tener en cuenta el pensamiento de algunos filósofos de importancia como Hegel, Kant, Descartes... Hegel distingue entre la moral objetiva, que es la que impone normas, leyes y costumbres y una moral subjetiva, que se refiere al cumplimiento del deber como un acto voluntario, es decir, derivado del pensamiento. Para Kant, son morales los actos que se asientan en la primaria voluntad de hacer el bien. La moral es autónoma y depende sólo de la persona que la cumple, es decir, su razón de ser no es externa, sino interna al individuo. Descartes planteaba que el Ser Humano, como parte de la naturaleza, es un mecanismo que funciona de conformidad con las leyes naturales, obedeciendo leyes físicas precisas que también le imponen su estructura moral. De acuerdo con su perspectiva, toda persona está dotada de razón y basta que ésta actúe para que pueda distinguir el bien del mal.

Gandhi planteaba que "para nosotros, la virtud moral es la conformidad con nosotros mismos", mientras que Sócrates manifestaba que "la persona inteligente puede experimentar los mismos impulsos violentos y antisociales que el ignorante, pero dominándolos mejor e incurriendo, con menor frecuencia, en la imitación de los seres inferiores".

De acuerdo con lo anterior, cada ser humano ha de ser capaz de distinguir entre el bien y el mal; sin embargo, no existe acuerdo entre los diversos pensadores, acerca de si estos conceptos tienen su origen en alguna condición interna del individuo o, en cambio, surgen desde alguna condición determinada externamente. Karen Horney, psiquiatra norteamericana de gran prestigio, sostiene que la vida está llena de "debes" y "no debes", pero que nadie puede empujamos a ser alguien que cada uno, como persona, no desea ser.

Considerando todo lo aquí planteado, parecería que lo importante es determinar cuales son las normas que funcionan y cuales pueden olvidarse, sin perjudicar a terceros y a uno mismo. Sólo quien es capaz de sumergirse en sí mismo, puede corregir sus errores y alcanzar, en forma consciente, su comportamiento en el mundo.

De acuerdo con lo expresado, podríamos afirmar que la "Ética Masónica" es un compromiso entre cada individuo y la sociedad. Nuestra Orden induce a sus adeptos a la libre aceptación de una conducta moral, sin usar procedimientos compasivos, punitivos ni fanatizantes. En la Masonería somos "armados" de profundos conceptos éticos que nos capacitan para analizar y evaluar nuestras actuaciones individuales, aquilatando nuestra propia institución y la humanidad toda.

La fraternidad se configura como un baluarte de la masonería... ¿Qué forma más elevada de Ética puede encontrarse aparte de ésta que constituye la base de la solidaridad y la amistad? Por otro lado, no debemos olvidar que una característica impuesta a cada uno de los candidatos propuestos para ingresar a la Orden es que sean "personas libres y de buenas costumbres", de manera que sólo cabe esperar que los adeptos se comporten de acuerdo con esta condición.

Se suele definir la Francmasonería como la "asociación ética y libertaria de los constructores de un ser humano mejor y, a través de este, de una humanidad redimida". Sin embargo, la masonería no dicta normas morales, ni señala listas de virtudes o de vicios. En ella no se conoce la palabra "pecado". Cada uno es soberano de sí mismo y debe disponer de los elementos de juicio que autorregulan su conducta, entendiendo que cualquier procedimiento que se desvía del camino verdadero, resulta igualmente incorrecto para cualquier persona de buenas costumbres. No obstante, no se debe perder de vista que los seres humanos presentamos imperfecciones, flaquezas y debilidades, pero el autodesafío de quienes se incorporan a nuestra Institución consiste en enfrentar estas características y superarlas lo antes posible.

Para la Francmasonería, la esencia del perfeccionamiento radica en la libertad de la persona al disponer de la facultad de decidir la forma de ir al encuentro consigo mismo, sin otra condición que la de concretar en sus actos los más elevados valores. De acuerdo con esto, cabe destacar que no le impone a sus miembros meta alguna, pues ésta la debe ir fijando o descubriendo cada uno, pues no se le obliga a seguir un camino trazado previamente. El problema aquí está en descubrir qué ha de entenderse por perfeccionamiento, para lo cual el masón habrá de guiarse por dos tipos de valores que han de orientar su trabajo, aquél conocido como intelectual o lógico, que está ligado al conocimiento y que corresponde a la incesante Búsqueda de la Verdad, o sea, llegar al juicio verdadero y otro que incluye todos los valores éticos y que se expresa en la conducta humana en el sentido de que ésta puede ser moralmente "buena" o "mala".

EL MASÓN ENTRE LA DUDA Y LA CERTEZA

"La búsqueda de la verdad, tarea que debiera preocupar a todos los seres humanos, es el trabajo, es el afán propio del masón. Su caminar por la Orden le debe llevar a descubrir los valores que dignifican la vida y, junto a ellos, su encuentro con la verdad significará la cristalización de su esencia humana".

Lo señalado en el párrafo precedente constituye uno de los fundamentos básicos de nuestro quehacer como masones. La Orden nos pone permanentemente en la disyuntiva de enfrentarnos con nosotros mismos y de buscar en forma armónica y constante la razón de nuestro destino y de nuestra existencia. La formación de cada uno depende del hábitat en que le corresponde vivir y del cual no puede desligarse. Por el contrario, no sólo deberá enfrentar los desafíos con los medios que tenga a su alcance, sino que se tendrá que comprender y amar el entorno que se le ha entregado, con sus costumbres, sus tradiciones y su cultura.

El inicio del caminar como masón será incierto, ya que éste no estará en condiciones de decidir cuál ruta seguir. Pero estará consciente de que deberá proceder a la elección dentro de los marcos de ética y moral que le dicte su conciencia que, en un principio, no le será fácil de visualizar. De este modo, sólo podrá saber si ha elegido bien, una vez que haya tomado su decisión y comience, en forma objetiva, a dar sus primeros pasos en su etapa de aprendizaje.

Sus primeras elecciones no estarán exentas de aprehensiones, temores, esperanzas y fracasos, fundados o no; aspectos propios de un ser dotado de inteligencia y con poder de deducción, a los cuales deberá enfrentarse constantemente... Expresado en pocas palabras, su comportamiento estará invadido por la duda... Duda respecto de qué camino seguir... Duda respecto de cómo responder a los diversos desafíos... Duda acerca de cómo tomar la decisión más sabia, más justa, más ética... Duda respecto de si las respuestas encontradas serán "la Verdad", una parte de ella, o sólo errores que le obliguen a seguir buscando. Los primeros pasos, vacilantes y temerosos ante lo desconocido le inducirán incógnitas que tendrá que despejar en su marcha inexorable hacia el final de la existencia humana. El camino elegido habrá de variar tantas veces como sea necesario hasta encontrar aquél que le parezca el más adecuado a sus posibilidades y la respuesta que espera encontrar. Pero lo que sí deberá tener claro, es que jamás podrá ser simple espectador o podrá dejar que el azar resuelva sus dudas o temores. Sólo él podrá dilucidar si se encuentra en un camino correcto, porque sólo su conciencia será quien le indique si está o no satisfecho con la respuesta encontrada, que no es otra cosa que "su respuesta" y no necesariamente la de los otros.

El caminar tanto por los senderos de la reflexión sólo le conducirá a comprender que la búsqueda ha tenido, apenas, un éxito relativo, ya que solamente ha logrado visualizar sus deberes y responsabilidades y el hecho de que puede considerar como absoluta, únicamente, la verdad de su existencia, ya que su materia desaparece y se transforma.

A estas alturas, sólo podrá, aparte de saber que lo único absolutamente cierto de su existencia es que ésta habrá de terminar en algún momento y, por lo tanto, revisar lo que ha sido su vida personal; en consecuencia, podrá sentirse satisfecho de haberse preocupado fundamentalmente de conocerse a sí mismo, de haber ponderado y evaluado correctamente su especial condición de ser humano y, por lo tanto, perfectible; de haber sido capaz de detectar las impurezas que afectan a su personalidad, de reconocer con valentía sus defectos y con humildad sus virtudes; de reconocer que las respuestas que se le van generando no poseen la condición de ser verdades absolutas y, por lo tanto, siempre será necesario seguir buscando otras, cada vez más adecuadas, aunque no por ello definitivas. Es decir, por mucho caminar y esforzarse, la otra certeza que podrá tener es la de reconocer que la verdad encontrada es su mejor verdad, pero no necesariamente la verdad de todos... De aquí deriva la última certeza posible: la permanente necesidad de seguir perfeccionándose cada día.

Es obvio que duda y certeza son dos conceptos complementarios. Cuando uno de ellos aumenta, el otro necesariamente disminuye y, aunque triste después de mucho esforzarse, siempre va a prevalecer la duda sobre la certeza.

A modo de conclusiones, consideremos las aseveraciones siguientes:

Se puede calificar la ética masónica como una moral subjetiva, progresista, volitiva, autónoma, racionalista, humanista, analítica, selectiva y laica.

La ética radica en el aquí y ahora en que se halla toda persona digna y libre que necesariamente debe actuar en el mundo y como ser racional.

La ética orienta la vida del individuo y le ayuda a conseguir sus fines humanos mediante la práctica de las virtudes morales, es decir, lo guía en la realización de sí mismo y de sus potencialidades, modificando sus hábitos.

La ética masónica afirma la autonomía de los valores y principios morales que los masones deberán practicar libremente, buscando siempre su perfeccionamiento, la conquista de su felicidad y la de los demás seres humanos.

La ética francmasónica permite concebir al ser humano como un "animal ético", porque tanto la moralidad como su comportamiento ético son expresiones de espiritualidad que procede de la conducta reflexiva, consciente, responsable y libre.

Las únicas certezas posibles son: el saber que la existencia humana es limitada y la de necesitar un permanente perfeccionamiento.

La senda para seguir en el perfeccionamiento del ser humano está poblada de dudas permanentes que definen, en todo momento, la necesidad de seguir buscando la verdad, a veces, tan esquiva.

Carta de un 33º a un Aprendiz


Q:. H:. Aprendiz.,

Me pide usted unas cuantas palabras con ocasión de su ingreso a la Masonería hace unos días, y aunque he querido contestarle rápidamente no me ha sido fácil hacerlo.

La razón de esta demora, radica en que el método que practica la Orden es rico en cauces, y no es sencillo elaborar un instructivo Masónico al estilo de la "Guía para la Vida", de Bart Simpson, como sería mi deseo.

Sin embargo, creo que debo comenzar diciéndole que en lo personal me alegra la llegada a la Masonería de jóvenes de mentes abiertas. Seguramente, acostumbrados a la vida académica, y diestros en los nuevos adelantos tecnológicos de la sociedad de la información (Internet, Escáner, Video Bean, wi–fi, celular, megapixel, e– mail, i-Pod, i-Pac, DVD, Mp3, Palm, space, chat, USB, Pocket PC, bytes, mouse, blogs, vlogs, podcast, spyware, adware, etc.).

Por lo tanto, no son ustedes ciudadanos que ingresan a la Masonería con los escasos conocimientos con que lo hacíamos nosotros cuando no existían las computadoras. Muy por el contrario, se trata de personas que, antes de tocar nuestras puertas, pudieron investigar en la Internet, en compañía de sus allegados, quienes somos los Masones, quienes hemos sido, que hacemos, que dicen de nosotros nuestros simpatizantes y que afirman nuestros malquerientes.

Naturalmente, esto nos crea el reto, frente a ustedes, nuevos compañeros de ruta, de estar permanentemente actualizándonos acerca de las nuevas corrientes de opinión y practica de la Masonería en una época que se llama a si misma la de la información. Es decir, que estamos obligados, por imperativo de los tiempos que corren, a asumir simultáneamente el rol de heraldos del progreso y guardianes de la tradición. Y eso no es fácil.

La buena noticia, es que la experiencia ha demostrado que de estos diálogos intergeneracionales la Masonería siempre emerge ratificando un rol muy afín con la construcción de un mundo más humano y más sensible al dolor ajeno que el que encontró. Un mundo más respetuoso de la diferencia y la heterogeneidad.

Del mismo modo entiendo, que jóvenes como usted, que han optado por dedicar su tiempo a la Masonería, se respetan a sí mismos, y también respetan a aquellas personas que han escogido para ejecutar un proyecto común, y con quienes obligatoriamente están analizando esta nueva distracción de la vida familiar, así como su lugar en la vida de pareja.

Y si para ello, usted cancela una suma mensual de dinero que fácilmente podría dedicar al disfrute de un buen libro, de un partido de fútbol, a oír música de su gusto, charlar con su pareja, comer una rica pizza (doble queso con piña, pollo y champiñones), o a degustar un excelente congrio con un cabernet, en inmejorable compañía, o a cultivar con devoción un pecado capital, eso me impone el máximo respeto por su presencia entre nosotros.

Sentado esto, créame, Q:. H:., cuando le digo, que la promesa que le hace la Masonería consiste en brindarle la posibilidad de dialogar sin intermediarios con usted mismo, de confrontarse, y de elaborar en consecuencia un argumento propio para incorporarlo a su biografía personal. Es este el real carácter instrumental de los muchos textos y psicodramas que conocerá entre nosotros. Es el "atrévete a pensar" que Kant (otro Masón como usted) escribió en el frente de su casa.

La Masonería además le ofrece una catarsis. Es decir, en palabras del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, una "purificación de las pasiones del ánimo mediante las emociones provocada por el arte". En nuestro caso, por el "Arte Real" de la construcción de nosotros mismos y del de la construcción de la sociedad en que vivimos.

La Iniciación por la que acaba de pasar, en palabras de René Guenon (un escritor Masón francés), no es más que "la transmisión de una influencia intelectual". Y en esta, como en cualquier otra transmisión, para que sea funcional se requiere un emisor idóneo (la Masonería), un receptor idóneo (usted) y un medio idóneo (lo llamamos Rito). Es decir, que nuestros modos le imponen a usted mismo un gran peso en su construcción particular, y no es caprichoso el diseño puesto que solo usted conoce la exacta configuración del terreno en donde habrá de levantarse su edificio.

La Orden Masónica cuenta, y ha contado siempre, con muchas formas y estilos de decirle a sus adeptos: "se tú mismo", "lo que tú haces te hace", "supérate", "valora el honor, el saber y la virtud", "estudia", "lucha contra la ignorancia y la ambición", "no te dejes llevar por el brillo de los metales", etc. Cualquiera que sea nuestra forma personal de transmitirlo, usted no pierda de vista el mensaje central.

No espere, ni busque, ni practique entre nosotros, proselitismos ideológicos, políticos, metafísicos, o de cualquier otra índole, por que estas corrientes de pensamiento corresponden a otros espacios más específicos de adoctrinamiento. No obstante, debemos reconocer que todas esas corrientes de opinión son legítimas en una sociedad plural, a cuya pluralidad debemos incorporarnos con respeto. "He ahí el detalle", diría Mario Moreno, Cantinflas (otro Masón extraordinario).

Q:. H:. Aprendiz,

Al iniciar usted ahora el método de construcción personal que ofrece la Masonería, mi invitación cardinal es al estudio. Hago votos por que las expectativas que lo llevaron a tocar nuestras puertas sean colmadas a entera satisfacción, y por que tenga una vida Masónica muy placentera.

Bienvenido y mil éxitos.

El silencio


El silencio es algo desconocido para el hombre común, no solo porque en la vida moderna no se le asigna ningún valor, sino porque hablar cumple con otras funciones, aparte de la obvia que es la comunicación través de la palabra nos representamos la realidad, de manera que nuestra descripción del mundo se sustenta en una estructura de imágenes y conceptos traducidos en palabras que pierden su condición de instrumentos y se transforman en un sustituto de aquello que representan.

En términos del maestro: "Lo malo de las palabras es que siempre nos fuerzan a sentirnos iluminados, pero cuando damos la vuelta para encarar al mundo, siempre nos fallan y terminamos encarando al mundo como nos es habitual sin iluminación".

Así, siempre estamos hablando. Llenamos los vacíos de nuestras interacciones con palabras que, al no haber intencionalidad carecen de significado cuando no tenemos a nadie a nuestro lado para justificar el parloteo, hablamos a nosotros mismos para decirnos lo que somos, lo que sentimos y lo que queremos.

El primer paso que debe dar el aprendiz para alcanzar el silencio, es controlar el parloteo. En la medida que la mente tiene la facultad de conversar consigo misma y al mismo tiempo, de observar su conversación, el aprendiz debe usar esta facultad para analizar el contenido de sus conversaciones. Descubrirá que la mayor parte de ellas son la manifestación de hábitos prescindibles, entre los cuales, el más destacado, es el habito de quejarnos. Buena parte de nuestras conversaciones tiene por objeto transmitir nuestras quejas a un interlocutor que no necesariamente está interesado en escuchar, sino que está esperando su turno para transmitir, a su vez, sus propias quejas. El objetivo de esto es, como se verá mas adelante, mantener una determinada imagen personal.

Despojado del hábito del parloteo inútil, el aprendiz no sólo descubre el sentido de la verdadera comunicación, sino que también aprende a escuchar la riqueza del silencio, el que lo lleva a una comprensión más profunda de la vida y le ayuda a dejar el hábito de hablar siempre de sí mismo. El silencio le enseña también a no quejarse y a no esperar nada, lo que construye la base de la quietud y armonía interior. El silencio controla la ira, la excesiva emotividad, aquieta la mente y predispone al espíritu para el trabajo de desarrollo.

Oscar Ruíz

sábado, noviembre 24, 2007

SÍMBOLOS Y SIMBOLISMO


Los Símbolos revelan el curioso mecanismo del cielo y la tierra, explican los engranajes de la máquina humana, conducen al hombre hasta el átomo y las relaciones entre la naturaleza y el hombre, narran la evolución de las razas humanas que tocaron los límites de la ciencia y la civilización.

Los hechos cotidianos, no son tan anodinos como pueda parecernos a primera vista. Los símbolos han acompañado al Hombre desde el principio de los tiempos y le han ayudado a comunicarse con la Divinidad desde la mirada de todas las religiones.

La principal función de los símbolos es permitir el acceso a niveles de realidad inabordables de otra manera, y abrir el entendimiento humano a perspectivas insospechadas.

Es un hecho que la palabra símbolo es usada corrientemente en nuestro lenguaje, se dice que un triángulo, un circulo, una cruz, una estrella, algunas herramientas de construcción, la historia de un hombre bueno muerto por otros malvados, he aquí todo lo que es honrado con gran misterio por la inteligencia de los pueblos. En tanto los paisajes cambian de un lugar a otro, poco importa porque allí donde aparecen trazados cruces, estrellas, triángulos, cuentan la historia de un Dios bueno que vivió entre los hombres.

Para la mayoría, estos signos son caracteres sobre naturales. Su secreto complejo revela una historia divina, de un hombre bueno, un martirio, una gesta de un héroe, que la muchedumbre adora sin comprenderlos. Es la religión de los padres que murmura la multitud. Es el idéntico fervor que anima al árabe a postrarse ante el cubo de la Ka'aba, al Cristiano ante la Cruz, al Judío en el Muro de los Lamentos.

Los símbolos son tan antiguos como el hombre, fueron la expresión manifiesta de los primeros destellos de la inteligencia, que les permitió formular las ideas, que tomaron cuerpo en su mente ante el grandioso espectáculo de la naturaleza. Por medio de símbolos los Egipcios comunicaron el conocimiento de su filosofía esotérica. En general la primera enseñanza de la palabra, en todas las civilizaciones antiguas, Egipcias, Caldeas, Judías, consistía en símbolos.

En cuanto a aquellos que hacen profesión de Ciencia estos signos son símbolos con los que los hombres representaban sus actividades. Para el sacerdote, manifiesta la verdad revelada por Dios, son las letras sagradas de aquel gran libro que es el Cielo. Para los iniciados, estos símbolos constituyen la expresión sintética de una Ciencia Ancestral y maravillosa de la cual los hombres han perdido la memoria. Enseñan todo lo que ha sido, todo lo que es y todo lo que será, de una forma inmutable. En fin estos símbolos constituyen las gemas cristalizadas, de las obras del pasado, que dejaron las razas antes de morir, a fin de que puedan transmitir en el tiempo su alma intelectual.

Mackey, define EL SIMBOLO como un signo visible, con el cual está representado un sentimiento espiritual, emoción o idea. Lorenzo Frau lo define como una figura emblemática o imagen significativa. El credo o sumario que contienen los artículos de fe. Signo eterno y visible con el que se enlaza un sentimiento espiritual, una emoción o una idea.

La palabra francesa symbole viene de la palabra griega sumbolon que significa literalmente para comparar una cosa con otra. René Alleau en su obra la Naturaleza de los Símbolos, dice: El símbolo exprime, o más bien sugiere verdades irracionales, teniendo por consecuencia una parte de misterio, él escapa en gran parte al dominio de la razón, que no es en todo el espíritu y se emparienta aquel de sagrado, siendo en ciertos aspectos el lenguaje de los Dioses. El carácter objetivo de un símbolo que representa algo material a la vista y al tacto, como representación de una cosa mas profunda, era más comprensible para la mente humana de las primeras edades del mundo.

Una de las ideas del simbolismo es el de sugerir lo inexplicable, de hacerlo asentir, por las transposiciones que permite efectuar de uno a otro orden, de lo inferior a lo superior. Su modo gráfico de expresión, se basa en la relación de analogía entre la idea que se trata de expresar y la imagen gráfica por la cual se expresa.

LOS MISTERIOS ANTIGUOS Y EL SIMBOLISMO

En cuanto al termino Misterios, nadie puede dudar que fueron los símbolos el lenguaje universal de la Teología Antigua, pues los Instructores del Mundo a semejanza de la naturaleza dirigían la enseñanza por la vista. Los sabios antiguos Persas, Egipcios y Griegos, adoptaron la costumbre de rodear sus doctrinas de enigmas difíciles de interpretar, ilustrando a los hombres con símbolos y parábolas que estaban más a su alcance y conocimiento. Eran los Misterios una sucesión de símbolos y la parte oral de los mismos una explicación de su significado, en ellos se mezclaban comentarios sagrados, ideas sobre física y moral, teorías sobre la creación, alegorías sobre la naturaleza, las relaciones entre los planetas y los elementos y sobre todo las ideas recibidas acerca de las relaciones entre Dios y los hombres.

La palabra Misterio viene del griego musterion, que significa secreto algo que debe permanecer oculto, da la idea de silencio, otro termino que etimológicamente se aplica a todo lo relacionado con misterio es Místico, del griego mustikos que es un adjetivo de mustes o iniciado, por lo que musticos es iniciático, y se relaciona con la iniciación y su doctrina. En el sentido mas exterior, el misterio es de lo que no se debe hablar, aquello que está prohibido hacer conocer afuera, un segundo sentido mas interior, designa lo que se recibe en silencio, eso sobre lo cual no se debe discutir, porque son verdades que por su naturaleza supranatural y supraracional, están sobre toda discusión.

Finalmente hay un tercer sentido mucho más profundo, en el cual el misterio es propiamente inexpresable, que no se puede mas que contemplar en silencio, y por tal razón es incomunicable. Existe una alianza entre los sistemas filosóficos y simbólicos que se evidencia en monumentos de todas las edades, y en los escritos simbólicos de los Padres de las Naciones y que luego pasaron a formar parte de los rituales de las Sociedades Secretas y Místicas. Fue de esta forma como los Patriarcas se expresaron mediante una serie constante de principios invariables y uniformes que forman un conjunto armonioso y perfecto que a su vez definen una ceremonia de naturaleza religiosa y secreta, que necesita una preparación o una iniciación por parte del interesado que desea comprenderlos.

Existen así PEQUEÑOS Y GRANDES MISTERIOS, siendo los primeros lo mas a menudo de naturaleza simbólica y de uso común, comprenden todo lo que se relaciona con el desarrollo de las posibilidades del estado humano y culminan con lo que se ha denominado la restauración del Estado Primordial, y estos no son mas que una preparación para los Grandes Misterios, estos conciernen a la realización de los estados suprahumanos, tomando al ser en el estado que lo han dejado los Pequeños Misterios y conduciéndolo a través de estados de orden espiritual hasta llegar a la Identidad Suprema, los Grandes Misterios tienen por dominio el conocimiento metafísico, son los más elevados y acercan al iniciado a las verdades ocultas de la divinidad. Para caracterizar estos dos términos, se puede aplicar un simbolismo geométrico, en la primera se puede hablar de una realización horizontal, representada simbólicamente y correspondiente al dominio humano, esta sirve de base a la segunda, la realización vertical descrita como una ascensión a los cielos, es una realización suprahumana que se identifica con los estados superiores.

Todos los filósofos que han ilustrado la antigüedad, fueron discípulos de la iniciación, siendo el progreso y la fundación de los misterios en aquellos tiempos los que permitieron a los hombres liberarse del caos de las supersticiones. Solo los Misterios pudieron liberar al hombre de la barbarie. De ellos se derivan su doctrina Confucio, Zoroastro y Hermes.

Tales eran las características de los Misterios Antiguos que fragmentos de ellos han llegado a la moderna Francmasonería. Estas influencias las encontramos en los diferentes Ritos de la Orden. Los más importantes fueron los de Osiris en Egipto, los de Mithra en Persia, los de Adonis en Siria, los de Dionisio y Eleusis en Grecia, los Druidicos entre los Celtas. En todos los misterios se encuentra un factor común indicando un mismo origen, las ceremonias de iniciación eran todas de carácter fúnebre, eran del tipo de una muerte y resurrección místicas que aludían a un personaje heroico o de un semidiós. En todos se instruía en la subordinación de los grados y el candidato se sujetaba a pruebas, físicas y de conocimientos, las pruebas se celebraban en la oscuridad de la noche, el aspirante debía ser probado y enteramente purificado para poder alcanzar la sabiduría y la luz. El carácter esotérico de los misterios quedaba preservado por medio de los mandatos y juramentos de discreción, y cuya violación era castigada con la muerte. En la fábula de Osiris, Isis encontró sobre la tumba del cuerpo de su esposo Osiris, un árbol frondoso de Acacia, este concepto fue tomado por los Judíos pues José y Moisés fueron iniciados egipcios, y lo transformaron en la leyenda de Hiran, de allí el simbolismo de la muerte y resurrección del iniciado, el simbolismo de la rama de acacia, de la transmutación del compañero cuando es simbólicamente asesinado y resucita posteriormente. En los misterios de Mithra Zoroastro recluía a los iniciados en lúgubres cavernas, ceremonia que fue adoptada por casi todos los Misterios y paso la francmasonería en la forma del Cuarto de Reflexiones. La iniciación Eleusiana exigía al aspirante permanecer estacionario por diferentes intervalos de tiempo, de allí las edades de la masonería. En los misterios de la India el candidato hacía tres viajes, describiendo un circulo que se detenía en el sur, la masonería simbólica ha conservado estos viajes. Los Essenios exigían a los aspirantes a ingresar en la Orden a desprenderse de todas sus riquezas.

Considero que a los fines y metas de nuestro Rito, los símbolos son de gran trascendencia para el conocimiento Masónico, debiendo de trabajar en sus internados misterios, en búsqueda de la Luz en cada uno de nosotros y posteriormente en los que nos rodean, proclamando la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad.

Quiero terminar este trabajo proclamando que " Cualquier día es bueno para arreglar las cosas, incluso nuestra vida ". Mirad cuan bueno y cuan delicioso es, habitar los hermanos juntos en armonía...

A.·. M.·. EMM

El verdadero Esoterismo de la Masonería


(Publicado por la revista "The American Freemason" en julio de 1912)

(Traducción del inglés: Ramiro Arteta Guzmán)


La Francmasonería nos enseña grandes y valiosas verdades veladas por la alegoría e ilustrada por símbolos. Al momento de la Iniciación, en Candidato entra al Templo en estado de pobreza y oscuridad y humildemente solicita ser admitido para conocer los Misterios y obtener los privilegios de la Francmasonería. Tales Misterios no se explican, ni en todo ni en parte en los rituales. Algunos académicos opinan que el Esoterismo es la esencia de dichos Misterios. Repetidamente a través del tiempo se han hecho análisis introspectivos acerca de si la Masonería mundial está develando sus misterios a sus miembros y, por lo tanto, se están dando los pasos adecuados para la Iluminación de los Hermanos, o la Orden se está alejando de esa responsabilidad y ese aspecto se está desconociendo progresivamente. Como modesta respuesta a varios de nuestros lectores, hemos decidido publicar algunos artículos sobre el Esoterismo de la Masonería. Comenzamos con una introspección hecha y publicada en el "American Freemason", en julio de 1912.ada al Templo

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"¿Dónde puedo encontrar los Misterios de la Masonería?" Así escribió un preocupado Hermano cuya pregunta da a conocer una inquietud que no es manifestada abiertamente por muchas mentes. Y continúa: "En las formas externas de la Fraternidad hay muchas cosas que interesan apenas al curioso. Pero no tengo interés particular en el criticismo de los Antiguos Deberes, ni estoy preocupado por conocer la línea particular a través de la cual estas formas ceremoniales han llegado hasta nosotros. Pero, si como se nos dice en todas formas, la Masonería tiene un "alma", algo que vale la pena, ¿cómo podemos captarlo?

La pregunta es hecha sinceramente y con la claridad que su importancia y urgencia requieren. Pero, repetimos, lo que se ha dicho muchas veces antes y básicamente con las mismas palabras, esto es, que si la Masonería no ofrece más que catecismos, lecturas y ceremonias, entonces no vale la pena para el hombre pensante. Les aseguro que son aquellos que con frecuencia lanzan oscuras indirectas ante un contenido secreto y esotérico de la Masonería quienes no tienen una concepción adecuada y clara de nuestra Institución. Pueden clasificarse bien como hombres de confianza o timadores, o intoxicados con el humo de sus propias palabras, o hipnotizados por pantomimas que no pueden entender. Oyendo una de esas peroratas nos acordamos del personaje que habíendo sido egregiamente engañado por la actuación del espectáculo de un falsificador es el primero en inducir a otros para que entren a fin de no ser el único en pasar por la vergüenza de haber sido engañado. El hombre promedio, escasamente capaz de juzgar una organización por la información suministrada o por la apariencia de los hechos, no encuentra nada en su iniciación en los diferentes Grados diferente a un interés pasajero. La continua asistencia a la Logia – de acuerdo como éstas suelen trabajar – no le transmitirá el verdadero significado del Gremio masónico. Recibe información superficial, en la mayoría de las veces por Hermanos para quienes las palabras que ellos mismos pronuncian tienen poco o ningún significado, que "la Francmasonería consiste en un curso de moral e instrucción filosófica, ilustrado por jeroglíficos y enseñado, de acuerdo con los antiguos usos, mediante caracteres, emblemas y figuras alegóricas". Ese es un gran prospecto, y si lo que se promete fuera logrado en nuestras Logias, la instrucción masónica sería una gran adición a la educación de cualquier hombre. Pero es más que vergonzoso hablar de "instrucción moral y filosófica" de cara a lo que conocemos como el currículo de las Logias.

Es entendible que alguien que no tiene más que una vaga idea del significado de esta frase quede impresionado por el montón de palabras que escucha confusamente. Pero ningún buen conocimiento puede derivarse de tal impresión. Además, se le habla de vez en cuando de los Misterios que habrá de conocer, y al final se preguntará dónde están esos secretos que no ha podido encontrar, y es en este punto - cuando no ha aprendido más que a cruzar los dedos - que se presume que ya ha completado su educación masónica y se le deja a su propio capricho. Si aprende el ritual, siguiendo la línea de menor resistencia, para uno que tenga ambiciones, se le considera como una valiosa adquisición para su Logia. Si no tiene tanta ambición, se abrirá ante él el lado social de la Fraternidad y el "buen miembro" tendrá a este aspecto como la más importante función de la organización. La repetición del ritual pronto perderá interés, pero el salón de banquetes y el salón de fumar mantendrán su atractivo. Si eventualmente tiene una idea – y el caso es desafortunadamente infrecuente – de una Masonería esotérica y busca investigar más allá del velo de las palabras, se le tratará con una mezcla de compasión y burla por parte de sus superfciales compañeros. La Logia no puede brindarle ninguna ayuda para buscar lo que se ha perdido porque aquellos que deberían instruirlo son tan ignorantes como aquellos a quienes deben enseñar. Si persiste en desear y buscar el conocimiento, a lo mejor es tenido como alguien aburrido. Para aquellos que están satisfechos con que las cosas estén como están, el investigador que adquiere algo de conocimiento es tenido como un perturbador, siendo puesto como ejemplo de que la investigación ocasiona problemas innecesarios.

Al escribir estas líneas tengo ante mí un número de volúmenes de Actas de Gran Logia recibidas recientemente. En cada una de ellas hay un registro de las palabras del Gran Orador, y sus frases se diseminan a través de las páginas. Las he investigado todas, como he investigado todos los discursos que he podido durante años, con la vana esperanza de encontrar un Hermano que pueda hacer honor a la oportunidad que se le presenta. Se necesita que surja alguien que, con elocuencia y convicción, tenga la capacidad de discernir sobre los potenciales de la Masonería y también de darse cuenta de lo cortos que nos estamos quedando en satisfacer esos ideales. Se necesita que las palabras de tal orador se calienten con el fuego de la sinceridad, para que puedan quemar la coraza de la indiferencia y penetren permanentemente en la conciencia del Gremio masónico.

En vez de eso, ¿qué tenemos? Largos e incoherentes discursos sobre civilizaciones desaparecidas; ensayos repetidos sobre dioses que no tienen adoradores y sobre templos que han sido abandonados y han estado en total ruina durante los últimos mil o más años. Todas estas cosas son flojamente amarradas con un hilo delgado y quebradizo denominado para la ocasión como "Masonería de los tiempos". O tal vez hay un vuelo sobre la historia moderna, con detallada investigación sobre los nombres de los hombres que han sido miembros de la Fraternidad, mostrando la absurda deducción de darle crédito a la Masonería por lo que ellos han hecho.

"Si no fuera tan frecuente esto no sería raro
Y que sea tan frecuente, sigue siendo raro"

Enfrentemos esta desagradable y casi humillante verdad. Admitamos, con todo el candor y honestidad posibles, que en su mayor parte, la mayoría de las enseñanzas morales y filosóficas de nuestra Masonería son una gran impostura. No tienen actualmente motivaciones adecuadas y no se alcanzan sus propósitos ni se desarrollan sus capacidades. Entonces, nos quedan las siguientes alternativas: no pretender nada diferente a que la nuestra es una gran organización social y que como tal está logrando sus objetivos, o inclinar nuestras cabezas con vergüenza con el conocimiento de que el espíritu de la Masonería ha sido sofocado, ablandado y se le ha impedido manifestarse, mientras que el cuerpo es vestido con relumbrantes ropajes ricamente decorados con llamativos ornamentos.

¿Cuáles son, en realidad, los hechos? En doscientos años de Masonería en países angloparlantes, del período histórico, ¿ha tenido la Masonería alguna influencia visible sobre el mundo del pensamiento y la acción? Esta no es una pregunta para ser respondida por oradores rimbombantes sino por estudiantes serios de los eventos a considerar. Y yo les digo que si nuestra gran Fraternidad no hubiera sido desviada de su dirección original, sería hoy la primera en ser reconocida como parte de las fuerzas que han hecho posible el progreso de la Humanidad, porque hubo una época en que la Masonería dio plena cabida y protección a quienes fomentaban la libertad de pensamiento. Se pretendía que la Masonería debería dar el ejemplo de una sabia tolerancia ante las demás personas, distinguiendo entre el conservatismo que solo obstaculiza y retarda, y el radicalismo que destruye. Se le dio a la Masonería la tarea de romper las barreras de castas, clases, raza y nacionalidad que se habían levantado a través del tiempo, y de anunciar al Hombre como el supremo producto de los Tiempos. En cambio, al menos en las jactanciosas variantes inglesa y norteamericana del Simbolismo, hemos perdido el control sobre los sectarios y los arrogantes, los políticos y los ignorantes. Y si alguien, proclamando la rectitud, se levanta contra esos, se alcanzan a oír las voces de los que gritan: ¡Crucifíquenlo! Es muy cómodo ir con la corriente pues ésta fluye suavemente. No discrepar de nadie, no antagonizar con nadie, evaporarse como una burbuja sin significado u objetivo para la existencia, así se desarrolla la Masonería de nuestra generación, pero debería recordarse que en la gran corriente de la existencia humana hay olas de hierro que flotan al lado de ollas de barro, las cuales entrarán en contacto tarde o temprano, con resultados desastrosos para las vasijas de material quebradizo. Así que les digo que no está lejos el momento de tensión y prueba para nuestros oradores, escritores extravagantes y políticos de la Gran Logia, quienes se encogerán ante el contacto con ciertas ollas de hierro que los pueden hacer quebrar y hundir. Muchos son los masones de "buen tiempo", pero que ante cualquier momento de peligrosa tormenta o ante cualquier calumnia, serán pasados por un tamiz, como ha sucedido anteriormente, llevando a una pérdida numérica pero fortalecedora de la Orden.

La idea y el ideal es el de una Institución diseminada por el mundo, una gran Hermandad siempre en aumento, una fuerza activa esforzándose por aumentar las libertades, la justicia y la verdadera equidad, un factor real e importante en la dinámica de la civilización. ¿Una Institución así no sería tema para el arte y la literatura? Pero, ¿qué genio podría sacar algo de valor de una organización entregada a reglas mediocres y sórdidos fines? ¿Qué podría encontrar el verdadero poeta en unas ceremonias mecánicas y una moral emasculada? ¿Qué cosa de perdurable belleza podría sacarse de la contemplación de lo común? Para perjuicio de la Masonería – de la Masonería ideal – ¿ha encontrado ahí inspiración para sus temas, brindándole a la Fraternidad "el carruaje sobre el que pasean los mejores pensamientos"? Sé que han existido, y aún hay, rimadores de pacotilla que, como María de Escocia, habiendo violado con sus escritos "todas las leyes de Dios y de los hombres sobre la métrica", son aclamados como poetas masónicos; pero no ha aparecido uno cuyo intelecto sea tan grande, y su introspección tan aguda que baste para formular y definir una filosofía real que fundamente en verdades inmutables las aspiraciones y objetivos de la Masonería. Ningún producto del pincel del artista o el cincel del escultor ha mostrado el espíritu de la Masonería a través de sus grandes formas para redimir la Orden de su sordidez. Esto habría podido ocurrir solo si la Fraternidad hubiera transitado por el más alto camino de los logros y si el verdadero esoterismo masónico se les hubiera manifestado a los verdaderos iniciados. En cuanto al investigador, buscando aún lo que está oculto o perdido, no tiene otro recurso que buscar, y buscar en vano, a través de Grados sucesivos. En cada uno de ellos se le dice que se levantará el velo, que le será revelada la Palabra perdida, que encontrará la Piedra Filosofal para distinguir entre la verdad y el error, y que la visión del Santo Grial recompensará su búsqueda. Y en esa búsqueda llega al final del camino que no conduce a ninguna parte, haciendo inútiles sus más honestos esfuerzos.

Pero, Hermano que buscas la luz de la verdad, ¿no hay más que un vago indicio de significados en las mutiladas y oscuras formas de la Masonería Simbólica? ¿No quedan rastros de la Sabiduría perenne que ha sido conocida en los varios grados de iluminación por los Iniciados de todas las épocas? ¿No se escucha en nuestras Logias eco alguno de los sutiles secretos que, protegidos con bárbaros términos de transmutación, fueron comunicados por los antiguos alquimistas? Lo ordinario, lo terrenal, debe romperse para liberar su esencia. ¿No tenemos un indicio de esto en la Leyenda del Tercer Grado? El esoterismo de la Masonería, mi Hermano, no puede enseñarse a través de lecciones formales, aunque los Hermanos más conocedores deberían orientaros hacia el Oriente del Conocimiento. Según las charlas de instrucción, el Compañero tiene tres joyas: el oído atento, la lengua instructora y el pecho leal. Pero la segunda rara vez se encuentra. Y para el Maestro, se deben añadir otras dos: el alma intuitiva y el cerebro con conocimiento almacenado. Sin estos, ningún esoterismo puede manifestarse por sí mismo, pero con ellos se podrán explorar todos los lugares secretos y se encontrarán todos los tesoros para beneficio de quien los busca.

Los Arcanos no se revelan al de espíritu profano, aún si usa la guirnalda del Iniciado.

LOS SECRETOS DE DIEGO RIVERA. SE ABRIRÁ SU ARCHIVO A LOS INVESTIGADORES ESPECIALIZADOS



EL PRÓXIMO DICIEMBRE, A LOS 50 AÑOS DE SU MUERTE, SE ABRE A LOS INVESTIGADORES EL ARCHIVO DEL ARTISTA.

A punto de cumplirse el 50 aniversario de la muerte del pintor mexicano Diego Rivera (Guanajuato, 1886 – México, 1957), los enigmas del que fuera el gran visionario, revolucionario y provocador de la primera mitad del siglo XX en México configuran un rompecabezas que continúa alimentando el mito. El próximo diciembre se abrirá a los investigadores el archivo del artista que durante casi cinco décadas guardó celosamente su amiga y mecenas Dolores Olmedo: 34.761 piezas entre cartas, fotografías, bocetos, libros, dibujos, documentos, vestuario, recortes de prensa, carteles y objetos personales que ayudarán a reconstruir el universo de Diego y de su tercera esposa, la también pintora Frida Kahlo, su tempestuosa relación y sus vínculos políticos, sociales y culturales.

Donado al pueblo de México por voluntad de Diego, el archivo ha permanecido protegido bajo candados y sellos en cajones, cómodas y en un baño de la vivienda en la que nació y murió Frida, la Casa Azul de Coyoacán. Poco antes de morir, el pintor encargó su salvaguarda a Dolores Olmedo y ordenó que no se hiciera público hasta pasados 15 años. Sin embargo, decidió no abrir la colección hasta su propio fallecimiento, en 2002. El motivo, según Juan Coronel Rivera, crítico de arte y nieto del artista, pudo ser “el temor a que la correspondencia de Diego acarreara implicaciones políticas y de corrupción en asuntos no muy claros” a sus coetaneos. Después de tres años de catalogación y coincidiendo con la doble celebración del centenario del nacimiento de Frida (6 de julio de 1907) y el 50 aniversario luctuoso de Rivera (24 de noviembre de 1957) fue presentada el pasado 5 de julio la exposición Los tesoros de la Casa Azul, una pequeña muestra de lo que significará el archivo, disponible a finales de este año.

“Es inagotable, estamos en la etapa inicial de investigación”, explica Ricardo Pérez Escamilla, jefe de curadores de Los tesoros de la Casa Azul, quien señala como primer gran descubrimiento el hallazgo de diez estarcidos del primer mural de Diego, La Creación (1921). “Nos encontramos ante el nacimiento del muralismo mexicano. Nadie sabía que existían”, añade Pérez Escamilla. Un óleo inédito fechado entre 1910 y 1911, que muestra el paisaje de la Cañada de Contreras, así como un gran número de dibujos y bocetos también inéditos multiplican el valor artístico del archivo.

Pero quizás sea el Diego político una de las dimensiones que aún hoy presenta más interrogantes. Sus devaneos entre el trotskismo y el stalinismo, su periodo colaboracionista con EEUU y sus vínculos con la Masonería son sólo algunas de las facetas sobre las que se espera arrojar luz con el análisis de los documentos y la correspondencia de Rivera con artistas, intelectuales y políticos, tanto de la escena nacional mexicana como de la internacional. Según Hilda Trujillo, directora de la Casa Azul y del museo Anahuacalli, en el archivo se ha encontrado una carta enmarcada dirigida al pueblo mexicano que presumiblemente Stalin hizo llegar a Diego, en la que anima a los mexicanos a que se unan a la revolución.

La Casa Azul revela, asimismo, a través de las cartas entre Diego y Frida, la profunda admiración que se profesaron mutuamente, la retroalimentación constante entre ellos y el respeto por sus individualidades, “que los convirtió en modelo de matrimonio del siglo XXI”, asegura Ricardo Pérez Escamilla. En una carta que Diego escribe a Frida el 10 de enero de 1939, un documento inédito, el artista expone: “Tu retrato nuevo con tu Chang (un mono, mascota de la artista) está verdaderamente maravilloso, tu genio de pintor está en el cuadro y en tu imagen, decididamente no hay ningún pintor viviente que pueda hacer lo que tú”. Kahlo, por su parte, dice de Diego en un documento sin fecha conservado en el archivo: “Rivera, revolucionario rojo, rompió realmente reacción recomendando realidad. Recalcó rabiosamente, rudamente, riquezas, religiones, ritos, ramplonerías, ridiculeses, recomendando realización, revolución”.

La azarosa vida social y política de Rivera ejercería un gran magnetismo sobre Frida, del que los archivos son testigo. Un ejemplo de esta influencia es la aparición de simbología masónica en la obra de Kahlo. Si bien Diego usó con mucha frecuencia símbolos masónicos en sus murales, Frida no permaneció pasiva. Según Pérez Escamilla, “la famosa columna rota que siempre se ha creído la representación simbólica de la columna vertebral”, -en alusión al accidente que sufrió Frida y que le dejaría secuelas a lo largo de toda su vida-, “es un símbolo masónico que significa fractura o quiebra”, aunque el maestro no descarta que la artista también pensara, a su vez, en su columna vertebral. Sin embargo, el curador aporta una prueba: “Encontré en la Casa Azul un dibujito de Frida Kahlo en que está la escuadra y el compás”.

La aproximación al archivo a la hora de estudiar la figura de Frida debe realizarse desde una perspectiva clave: no son los documentos que Frida guardó sino los que conservó el marido de Frida. “No sé si Frida pensaba que iba a vivir más, y si hubiera vivido más quizás habría destruido algunas de las cosas que podremos ver. Es la visión que tenía Diego de Frida”, explica Coronel.

Pérez Escamilla señala al respecto la importancia de los “libros intervenidos” por Frida que alberga el acervo: “Encontré un libro rayoneado con furia en el que pone ‘Frida, Diego, Frida, Diego, Frida, Diego’. Se podría decir que dibujaba en una actitud de abandono, durante el duermevela”. Uno de sus volúmenes contiene la clave para interpretar muchos de sus dibujos: “No puedo dormir, tengo un insomnio terrible, que desgracia ser tan sensible o simplemente tan estúpida”.

Por último, la colección de libros de geografía, física, matemáticas, medicina, arte, filosofía, literatura clásica y moderna testimonia los dilatados intereses culturales de Frida y Diego, entre los que cabe destacar su simpatía por el judaísmo, como evidencian 12 tomos de la Historia de la cultura de Israel acompañados de un texto de Rivera en el que sitúa el futuro del arte en los artistas judíos, según confirma Pérez Escamilla. La biblioteca incluye códices prehispánicos, una prueba más de la fascinación de la pareja por recuperar y reconstruir la historia de México.

Por: Patricia Blanco
Fuente: Diario El País (España)
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