domingo, mayo 07, 2006

MI LOGIA MADRE


(Rudyard Kipling)

Allí estaba: Rudle, el jefe de estación Peazley, de la Sección de Vías y Trabajos Ackman, de Intendencia, Donkin, funcionario de la Prisión, y Blake, el Sargento instructor que fue dos veces nuestro Venerable; y también, estaba el viejo Franjee Eduljee dueño del almacén "Artículos Europeos... Fuera nos decíamos: "Sargento" o "Señor", "Salud' o "Salam"; dentro, en cambio, "Hermano", y así estaba bien.

Nos encontrábamos en el Nivel, y nos despedíamos en la Escuadra, Yo era el segundo Diácono. Estaba también, Bola Nath, el contable, Saul, el judío de Aden, Din Mohamed de la oficina del Catastro, el señor Chuckerbutty... Amir Singh el sikh; y Castro, del taller de reparaciones que, por cierto, era católico romano...

Nuestros ornamentos no eran ricos y nuestro Templo era viejo y desguarnecido, pero conocíamos los Landmarks y los observábamos escrupulosamente...

A veces, cuando miro atrás me viene a la cabeza este pensamiento: "En el fondo, no había incrédulos al margen, quizás de nosotros mismos... y, así, cada mes después de la Tenida nos reuníamos para fumar. No nos atrevíamos a hacer banquetes por miedo a forzar alguna norma de cualquier Hermano.

Y hablábamos a fondo, de Religión y de otras cosas. cada uno de uno se refería al Dios, que conocía mejor, y los Hermanos tomaban la palabra uno tras otro y nadie se inquietaba.
Nos separábamos con el alba, cuando se despertaban las cacatúas y los malditos mosquitos portadores de fiebre. Entonces volvíamos a caballo y después de tantas palabras Dios, Mahoma y Shiva jugaban al escondite dentro de nuestras cabezas.

Muy a menudo, desde entonces, mis pasos errantes al servicio del Gobierno han llevado mi saludo fraternal desde Oriente a Occidente.

¡Cómo los recordaba! ¡Y cuántas veces he deseado volver a verlos a todos! A todos los de mi Logia Madre, ¡Cómo querría volver a verlos! A mis Hermanos, negros o morenos, y sentir el aroma de los cigarrillos indígenas mientras deambulaba por allí... el que encendía la luz, y el viejo de la limonada removía por la cocina.

Y volverme a sentir un Masón perfecto. Una vez más, en esta mi Logia de hoy.

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