sábado, junio 02, 2007

EDUCACION INICIATICA Y SIMBOLICA EN LA MASONERIA



Por el V.:H.: Antonio LAS HERAS (Gr.: G.:T.:I.:)

(Trabajo presentado en el X Congreso Nacional del Simbolismo, Or.: de Mendoza, Argentina; organizado por la Gran Logia d la argentina de Libres y Aceptados Masones.)

Si admitimos la clásica definición de que la educación es "un proceso continuado, que interesándose por el desarrollo integral (físico, psíquico y social) de la persona, así como por la protección y mejora de su medio natural, le ayuda en el conocimiento, aceptación y dirección de sí misma para conseguir el desarrollo equilibrado de su personalidad y su incorporación a la vida comunitaria del adulto, facilitándole la capacidad de toma de decisiones de una manera consciente y responsable", habremos de coincidir en que brindar educación y facilitar el aprendizaje se encuentra entre los mayores propósitos de la orden para el pueblo masónico hermanado por el hecho de haber ingresado a ella a través de la Iniciación.

Claro no es una educación común, normal o profana la que brinda la Masonería sino que se trata de aquella que sólo puede tener lugar a través del conocimiento de los símbolos, de la búsqueda – no necesariamente del hallazgo – de los Antiguos Misterios y de los procesos iniciáticos ritualmente realizados.

Bien dice el inc. F del Art. 5 del Reglamento Interno del Concejo de la Orden que una de las funciones de ese Concejo es “observar y hacer observar la pureza del Rito”.

En este sentido es que los H.H.: que en la actualidad constituimos la O.: debemos interrogarnos si no es menester que antes de indagar qué ocurre con la educación en el mundo profano no es necesario observar si en el universo masónico estamos actuando correctamente y cumpliendo lo que indican estatutos y reglamentos que hemos jurado observar desde el día mismo en que nos fueron quitadas las vendas de la profanidad.

La educación masónica permite al Iniciado una relación más provechosa y armónica cuando se desempeña en la profanidad. No ocurre la recíproca. La acción de conductas profanas en el ámbito de la Mas.: sólo lleva a la degradación de ésta y subsiguientemente a su perversión. Perversión debe entenderse aquí como envilecimiento o corrupción que es causado por malos ejemplos o malas enseñanzas.

Es esencial que, a partir del momento mismo de su Iniciación, el H.: comience a recibir un inacabable proceso educativo acorde a las enseñanzas que sólo la Mas.: puede otorgarle. De esa manera, con el paso del tiempo, su proceder – en todo momento, sea en el ámbito profano o no – resultará acorde con el aprendizaje logrado.

Esto implica, claro está, la existencia en las Logs.: de H.H.: 2dos.: Vigs.: dedicados a transmitir las enseñanzas a los H.H.: Aprens.: en forma regular, constante y dedicada. Y a los H.H.: 1eros.: Vigs.: hacer lo propio con los H.H.: Comps.:

Recordemos el Art. 63 de nuestro Estatuto que en su inc. A indica que todo Masón tiene el derecho a “recibir la instrucción masónica correspondiente a su grado.”

A más el Art. 65 en su inc. B indica que todo Masón “está obligado a instruirse en principios, doctrinas y prácticas de la Francmasonería para poder desempeñar debidamente los cargos que le fueren confiados”.

Es muy interesante lo que, en su sabiduría, hace nuestro Estatuto pues pone a la educación como un derecho a recibir pero, a la vez, como una obligación a obtenerla, mostrando una vez más que el rol del Masón nunca es pasivo sino pro activo, de avance, de progreso, de descubrimiento y conquista de nuevos horizontes.

Lo que estamos señalando requiere dedicar tiempo, tanto en Log.: como fuera de ella, para esta tarea. Es innecesario decir que no alcanza con reunirse en el Tall.: una vez por semana por dos ó tres horas y, de vez en cuando, leer alguna Pl.: referida al simbolismo.

Si esto no pudiera hacerse, entonces es necesario repensar a la Masonería que pasaría a convertirse en “otra cosa” diferente a la creada por nuestros más respetables antepasados, algunos de los cuales se encuentran – ahora – en ese indefinible lugar entramado por la historia, la leyenda y el mito.

Cabe a los H.H.: maestros, y más todavía si son venerables, la tarea de reunirse a estudiar y discutir los Misterios Masónicos. Mal podrán conducir Logs.: o a la Orden misma si carecen de tales saberes como lo advierte el Estatuto en sus renglones antes referidos.

La Masonería – lo ha dicho el H.: René Guenón y también otros H.H.: e historiadores profanos – es la única organización en Occidente que conserva la cadena iniciática constituida en los míticos Tiempos Primordiales y, en virtud a ella, puede transmitirla. Esa – y no otra – es su esencia distintiva. Por lo tanto, lo que define a nuestra Augusta Orden es su condición iniciática, sin lo cual no hay Masonería posible; todo lo demás – asociación civil, personería jurídica, filosófica, filantrópica, etc. – está claro que agrega a las labores masónicas; pero no constituye condición suficiente ni necesaria. Muchas entidades hay – y pueden, en lo futuro, constituirse otras, aquí y allá en todo el orbe – dedicadas a las altas indagaciones filosóficas o a la ayuda de los menesterosos, hambrientos y desdichados; pero que al no ingresar sus miembros mediante el ritual iniciático realizado por quien ya lo recibiera desde aquella cadena inicial, en modo algún constituirán una hermandad como la nuestra.

Por otro lado, recordemos una parte del discurso del Gr.: Sec.: al H.: que habrá de ser instalado V.: cuando dice:
“... declarar que no está en las facultades de ningún hombre o reunión de hmbres hacer innovaciones en las bases de la Fraternidad.”

Algo similar se encuentra en el juramento del V.:
“... no permitiré ninguna desviación de los Antiguos Linderos, ni consentiré que se administre ningún Rito o Ceremonia contraria o subversiva a nuestra Constitución; que conservaré puras e inviolables las bases y principios de la Orden.. .”

Nótese que este trascendente juramento habla de que de lo que no hay que desviarse es de “los Antiguos Linderos” poniéndolos por encima – como corresponde – de aspectos circunstanciales.

En esa misma Ceremonia el Gr.: 2do.: Vig.: indica al V.: M.: que está entre sus obligaciones “... hacer uso de toda vuestra habilidd y poner todo vuestro empeño para educar a vuestros Hermanos en los principios más puros de la Francmasonería.. .”

No refiere a cualquier tipo de educación sino en exclusiva a aquella que permita transmitir “los principios más puros.”

¿De qué manera pueden lograrse tales propósitos si no es mediante la adecuada enseñanza de todo cuanto constituye los cimientos y esqueleto de la Orden ?

El hecho de que en la última década el crecimiento del número de H.H.: haya aumentado notablemente es un desafío mayor por cuanto implica generar estrategias y logísticas convenientes para lograr el propósito de una verdadera masonería que cale profundo en cada H.:

A la vez, cuando se trata de organizaciones iniciáticas, estamos directamente refiriéndonos a jerarquías y distinciones. Bien señala el ritual de instalación del 1er.: Vig.: que “... las jerarquías son necesarias y existen entre los hombres para conservar el orden social...” no por ello dejando de aclarar que “... con excepción de la distinción que confiere la virtud, desaparecerán todas las demás, ante el nivel implacable de la muerte.”

Más de una vez hemos oído a maestros afirmando: “Sigo siendo un Aprendiz.” Puede que así sea. Pero no es lo mismo un Aprendiz que un Maestro que afirma sentirse Aprendiz. Diferentes son sus derechos y deberes. Distintas las exigencias.

La Masonería es iniciática y jerárquica. Así lo dejan bien en claro los Estatutos y Reglamentos que hemos jurado obedecer; pero también lo establecen los más antiguos documentos de que se disponen para el estudio de la Historia Masónica. De lo contrario sería inexplicable la existencia de una Cámara del Medio conformada por los maestros en cada Tall.: donde se deciden los destinos de la Log.: Es claro, asimismo, que el Apr.: ó el Comp.: carecen aún de conocimientos suficientes para intervenir en ese futuro. Recordemos, asimismo, el Colegio de Venerables Maestros conformado como órgano de asesoramiento al M.:R.:G.:M.: y al Concejo de la Orden. ¿Y por qué un cuerpo colegiado sólo por venerables hermanos? Por que se parte del sentido común de que la veneratura transfiere un conocimiento espiritual, intelctual y material que permite al H.: que llega a esa dignidad un saber al que los otros aún no han accedido. Para ser elegible como miembro de la oficialidad de la Gr.: Log.: se requiere la dignidad de V.: H.:

Llegado a este punto, queremos señalar que lejos está de nos la ingenuidad. Estamos hablando de lo que “debería ocurrir” y si ese “debería” no sucede, entonces encontramos la causa en la falta de educación masónica que si la hay es poca y no resulta suficiente. Ahora, si el “debería” es un “real suceder” entonces los H.:H.: estamos brindando la educación requerida.

Cada uno de nos conoce cual es – a su juicio mediante el análisis racional de los hechos – la situación por la que atraviesa la Orden y si se está o no brindando la educación masónica adecuada en cada una de las etapas o niveles. De tales deducciones será posible instrumentar los requerimientos para siempre todos y cada uno de los H.H.: tengan y, a la vez, busquen, la instrucción necesaria.

No debemos temer ni lamentarnos si es que se advierten aires que buscan remover los cimientos que brindan, desde antiguo, firme sostén a la Orden. Es natural que así ocurra. Siempre habrá alguna rajadura en la pared o una ventana entreabierta por donde las tinieblas de la profanidad busquen opacar la fuerza de la Luz que hemos recibido. Es constitutivo del Sendero Iniciático la labor permanente de arrojar claridad para diluir las sombras. Nunca mejor que este momento para traer aquí la sentencia alquímica: “Durmiento vigila.”

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