Mientras se excluyen las creencias del ámbito público, el Consistorio de Clos invita a visitar la Gran Logia
Sara Martín
Madrid- Aunque el «afán» del Ayuntamiento de Barcelona por desterrar la religión católica del ámbito público es de sobra conocido, choca frontalmente con el descubrimiento que publicó hace pocos días «Forum Libertas», el diario digital de la plataforma ciudadana E-Cristians. Y es que el Centro Interreligioso creado por el Consistorio de Joan Clos anunció hace tiempo un ciclo de conferencias que lleva por nombre «Cruce de Religiones», y que comenzó la semana pasada. Según ellos, servirá para «luchar contra estereotipos y prejuicios que impiden un conocimiento serio de las diversas tradiciones». Hasta aquí todo podría considerarse normal. Pero el programa de este seminario incluye la masonería junto a otras confesiones como el islam, el cristianismo, el budismo o el judaísmo. Y todo con el apoyo del centro Unesco de Cataluña, que depende de la ONU.
Sociedad superior. Para Ricardo de la Cierva, experto que ha investigado en profundidad los orígenes de la masonería, esta inclusión es «un disparate. La masonería no es una religión y sus textos actuales se hartan de decirlo». El catedrático de Historia Contemporánea de España explica que la Gran Logia es más bien «una forma de anticristianismo, que se presenta como una asociación superior a todas las demás religiones, a las que subordina y destruye».
De la Cierva recuerda, además, que este hecho viene a confirmar la presencia creciente de la masonería en la sociedad, «como ha demostrado la Constitución Europea escrita por un reconocido masón, Giscard D’Estaing, que obvia las raíces cristianas de Europa pero reconoce la importancia de “sociedades filosóficas” como la suya».
Por su parte, Josep Miró i Ardèvol, presidente de la plataforma ciudadana E-Cristians, considera que incluir la masonería junto a otras religiones «no sólo molesta a los católicos, sino también a las demás confesiones representadas en el seminario». «Refleja un sustrato ideológico en el que se ve la religion como un hecho a tolerar, domesticar, clasificar y encauzar desde los poderes públicos», advierte Miró.
Desde el Centro Interreligioso de Barcelona defienden que su misión es relacionarse con todas «las expresiones de conciencia que se dan en la ciudad de Barcelona». Francesc Rovira, coordinador del centro, explica que «el objetivo es normalizar la diversidad religiosa, ya que es un hecho de nuestra sociedad». Pero Miró i Ardèvol matiza que, desde hace años, «el Ayuntamiento tiene la pretensión de influir sobre el hecho religioso». No es que exista un «pensamiento confabulativo», explica el presidente de E-Cristians, «simplemente les parece “progre”».
http://www.larazon.es/noticias/noti_rel83018.htm
Sara Martín
Madrid- Aunque el «afán» del Ayuntamiento de Barcelona por desterrar la religión católica del ámbito público es de sobra conocido, choca frontalmente con el descubrimiento que publicó hace pocos días «Forum Libertas», el diario digital de la plataforma ciudadana E-Cristians. Y es que el Centro Interreligioso creado por el Consistorio de Joan Clos anunció hace tiempo un ciclo de conferencias que lleva por nombre «Cruce de Religiones», y que comenzó la semana pasada. Según ellos, servirá para «luchar contra estereotipos y prejuicios que impiden un conocimiento serio de las diversas tradiciones». Hasta aquí todo podría considerarse normal. Pero el programa de este seminario incluye la masonería junto a otras confesiones como el islam, el cristianismo, el budismo o el judaísmo. Y todo con el apoyo del centro Unesco de Cataluña, que depende de la ONU.
Sociedad superior. Para Ricardo de la Cierva, experto que ha investigado en profundidad los orígenes de la masonería, esta inclusión es «un disparate. La masonería no es una religión y sus textos actuales se hartan de decirlo». El catedrático de Historia Contemporánea de España explica que la Gran Logia es más bien «una forma de anticristianismo, que se presenta como una asociación superior a todas las demás religiones, a las que subordina y destruye».
De la Cierva recuerda, además, que este hecho viene a confirmar la presencia creciente de la masonería en la sociedad, «como ha demostrado la Constitución Europea escrita por un reconocido masón, Giscard D’Estaing, que obvia las raíces cristianas de Europa pero reconoce la importancia de “sociedades filosóficas” como la suya».
Por su parte, Josep Miró i Ardèvol, presidente de la plataforma ciudadana E-Cristians, considera que incluir la masonería junto a otras religiones «no sólo molesta a los católicos, sino también a las demás confesiones representadas en el seminario». «Refleja un sustrato ideológico en el que se ve la religion como un hecho a tolerar, domesticar, clasificar y encauzar desde los poderes públicos», advierte Miró.
Desde el Centro Interreligioso de Barcelona defienden que su misión es relacionarse con todas «las expresiones de conciencia que se dan en la ciudad de Barcelona». Francesc Rovira, coordinador del centro, explica que «el objetivo es normalizar la diversidad religiosa, ya que es un hecho de nuestra sociedad». Pero Miró i Ardèvol matiza que, desde hace años, «el Ayuntamiento tiene la pretensión de influir sobre el hecho religioso». No es que exista un «pensamiento confabulativo», explica el presidente de E-Cristians, «simplemente les parece “progre”».
http://www.larazon.es/noticias/noti_rel83018.htm
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