lunes, junio 25, 2007

NOCHE DE SAN JUAN

23-24 DE JUNIO SOLSTICIO DE VERANO (Hemisferio Norte) Y DE INVIERNO (Hemisferio Sur)

Las fechas mencionadas son las típicas, pero puede ser que en un año determinado caiga un día antes o después, debido a las irregularidades del calendario gregoriano, como los años bisiestos

En los antiguos mitos griegos a los solsticios se les llamaba "puertas" y, en parte, no les faltaba razón.

La "puerta de los hombres", según estas creencias helénicas, correspondía al solsticio de verano (del 21 al 22 de junio) a diferencia de la "puerta de los dioses" del solsticio de invierno (del 21 al 22 de diciembre).

La Noche de San Juan, es una fecha en la que no faltan las leyendas fantásticas y aquí les relataremos algunas de ellas ya que son innumerables, pero todas ellas son unánimes al decir que es un período en el que se abren de par en par las invisibles puertas del "otro lado del espejo": se permite el acceso a grutas, castillos y palacios encantados; se liberan de sus prisiones y ataduras las reinas moras, las princesas y las infantas cautivas merced a un embrujo, ensalmo o maldición; braman los cuélebres (dragones) y vuelan los "caballucos del diablo"; salen a dar un vespertino paseo a la luz de la Luna seres femeninos misteriosos en torno a sus infranqueables moradas; afloran enjambres de raros espíritus duendiles amparados en la oscuridad de la noche y en los matorrales; las gallinas y los polluelos de oro, haciendo ostentación de su áureo plumaje, tientan a algún que otro incauto codicioso a que les echen el guante; las mozas enamoradas sueñan y adivinan quién será el galán que las despose; las plantas venenosas pierden su dañina propiedad y, en cambio, las salutíferas centuplican sus virtudes; los tesoros se remueven en las entrañas de la Tierra y las losas que los ocultan dejan al descubierto parte del mismo para que algún pobre mortal deje de ser, al menos, pobre; el rocío cura ciento y una enfermedades y además hace más hermoso y joven a quien se embadurne todo el cuerpo; los helechos florecen al dar las doce campanadas...

En definitiva, la atmósfera se carga de un aliento sobrenatural que impregna cada lugar mágico del planeta y es el momento propicio para sentir escalofríos, estremecernos, ilusionarnos, alucinarnos y narrar a nuestros hijos, nietos o amigos toda clase de cuentos, anécdotas y chascarrillos sanjuaneros que nos sepamos.

¿POR QUÉ SAN JUAN BAUTISTA?

San Lucas narra en su Evangelio, que María, en los días siguientes a la Anunciación, fue a visitar a su prima Isabel cuando ésta se hallaba en el sexto mes de embarazo. Por lo tanto, fue fácil fijar la solemnidad del Bautista en el octavo mes de las candelas de junio, seis meses antes del nacimiento de Cristo. Desde entonces se señaló esta noche como la de San Juan, muy próxima al solsticio de verano que ha heredado una serie de prácticas, ritos, tradiciones y costumbres cuyos orígenes son inmemoriales en toda Europa y se han extendido por muchos pueblos de América. Lo paradójico del asunto es que el 24 de junio se celebra la fecha del nacimiento de San Juan el Bautista, que en realidad no debería festejarse porque el dies natalis de los santos siempre fue el de la muerte.

En el Evangelio de San Lucas se cuenta que su padre, el sacerdote Zacarías, había perdido la voz por dudar de que su mujer, Isabel, estuviera en cinta. Sin embargo en el momento de nacer San Juan la recuperó milagrosamente, como se lo había predicho el ángel Gabriel.

Rebosante de alegría, la tradición religiosa dice que encendió hogueras para anunciar a parientes y amigos la noticia. Cuando siglos después se cristianizó esta fiesta, la noche del 23 al 24 de junio se convirtió en una noche santa y sagrada, sin abandonar por eso su aura mágica

SOLSTICIO DE VERANO Y DE INVIERNO

Hay dos momentos del año en los que la distancia angular del Sol al ecuador celeste de la Tierra es máxima. Son los llamados solsticios. El de verano es el gran momento del curso solar y -a partir de ese punto- comienza a declinar. Antes de cristianizarse esta fiesta, los pueblos de Europa encendían hogueras en sus campos para ayudar al Sol en un acto simbólico con la finalidad de que "no perdiera fuerzas". En su conciencia interna sabían que el fuego destruye lo malo y lo dañino. Posteriormente, el hombre seguía destruyendo los hechizos con fuego.

Se ha asociado esta festividad al solsticio de verano, pero esto tan solo es cierto para la mitad del mundo o, mejor dicho, para los habitantes que viven por encima del ecuador (en el hemisferio norte) ya que para los del sur el solsticio es el de invierno y si me apuran, ni tan siquiera para todos ellos pues esto de San Juan, al menos con este nombre, es patrimonio del mundo cristiano.

Aunque no crean que en los países orientales, con ritos y creencias distintas, no se celebran estas fiestas (eso sí, con otros nombres a cual más variopinto) conservando en todas ellas la misma esencia: rendir un homenaje al Sol, que en ese día tiene un especial protagonismo: en el hemisferio norte es el días más largo y, por consiguiente, el poder de las tinieblas tiene su reinado más corto y en el hemisferio sur ocurre todo lo contrario. En cualquier caso al Sol se le ayuda para que no decrezca y mantenga todo su vigor.

Este simbolismo era compartido por pueblos distantes, separados por el océano Atlántico. Es el caso de los antiguos incas en Perú. Los dos festivales primordiales del mundo incaico eran el Capac-Raymi (o Año Nuevo) que tenía lugar en diciembre y el que se celebraba cada 24 de junio, el Inti-Raymi (o la fiesta del Sol) en la impresionante explanada de Sacsahuamán, muy cerca de Cuzco. Justo en el momento de la salida del astro rey, el inca elevaba los brazos y exclamaba: "¡Oh, mi Sol! ¡Oh, mi Sol! Envíanos tu calor, que el frío desaparezca. ¡Oh, mi Sol!"

Este gran festival se sigue practicando y representando hoy en día para conmemorar la llegada del solsticio de invierno, con un claro mensaje de promocion para motivar el turístimo. Los habitantes de la zona se engalanan con sus mejores prendas al estilo de sus antepasados quechuas y recrean el rito inca tal y como se realizaba (más o menos) durante el apogeo del Tahuantinsuyo.

ORÍGENES PAGANOS

Ni que decir tiene que esta fiesta solsticial es muy anterior a la religión católica o mahometana. E incluso, dentro de las distintas prácticas religiosas, no se ha celebrado en la misma fecha.

Uno de los antecedentes que se puede buscar a esta festividad es la celebración celta del Beltaine, que se realizaba el primero de mayo. El nombre significaba "fuego de Bel" o "bello fuego" y era un festival anual en honor al dios Belenos. Durante el Beltaine se encendían hogueras que eran coronadas por los más arriesgados con largas pértigas. Después los druidas hacían pasar el ganado entre las llamas para purificarlo y defenderlo contra las enfermedades. A la vez, rogaban a los dioses que el año fuera fructífero y no dudaban en sacrificar algún animal para que sus plegarias fueran mejor atendidas.

Otra de las raíces de tan singular noche hay que buscarla en las fiestas griegas dedicadas al dios Apolo, que se celebraban en el solsticio de verano encendiendo grandes hogueras de carácter purificador. Los romanos, por su parte, dedicaron a la diosa de la guerra Minerva unas fiestas con fuegos y tenían la costumbre de saltar tres veces sobre las llamas. Ya entonces se atribuían propiedades medicinales a la hierbas recogidas en aquellos días.

Es curioso que entre los beréberes de África del norte (Marruecos y Argelia) se enciendan el 24 de junio, durante la fiesta llamada Ansara, hogueras que producen un denso humo considerado protector de los campos cultivados. A través del fuego se hacen pasar entonces los objetos y utensilios más importantes del hogar. Los beréberes las encienden en patios, caminos, campos y encrucijadas y queman plantas aromáticas.

Prácticamente ahuman todo, incluso los huertos y las mieses. Saltan siete veces sobre las brasas, pasean las ramas encendidas por el interior de las casas y hasta las acercan a los enfermos para purificar e inmunizar el entorno de todos los males.

Lo cierto es que esta costumbre beréber de celebrar el solsticio es preislámica porque se basa en el calendario solar, mientras que el musulmán es lunar.

El cristianismo fue experto en reciclar viejos cultos paganos. Lo que antaño se hizo en Baños de Cerrato (a unos cuantos kilómetros de Palencia) es uno de los muchos ejemplos que se pueden esgrimir al respecto. Ya en época romana existían en esta localidad unas fuentes o baños consagrados a las ninfas (hasta el punto de encontrarse un altar dedicado a ellas) cuyas aguas tenían propiedades curativas. El rey godo de Toledo, Recesvinto (siglo VII), llegó hasta aquí y gracias a sus aguas se curó de una enfermedad. Como por entonces ya se había convertido al cristianismo, mandó erigir un templo en acción de gracias y se buscó como patrono a un santo que tuviera algo que ver con las aguas, y todas las papeletas las tenía San Juan Bautista. Este es el origen da la famosa basílica visigótica de San Juan de Baños, en cuyo recinto se celebra la "misa en rito hispano-visigótico-mozárabe", el domingo más cercano a San Juan, declarada de interés turístico.

SÚBITAS APARICIONES Y DESAPARICIONES

En algunas leyendas piadosas, hasta los santos aprovechan la víspera de este día para trasladarse milagrosamente a otra parte. Es el caso de "Santa Trahamunda", una santa gallega de mirada melancólica, cuya imagen se puede ver en el Monasterio de Poio (Pontevedra) al lado de su supuesto sepulcro visigodo. Tiene una bonita historia de traslación milagrosa la víspera del día de San Juan, desde las mazmorras árabes de Córdoba a su monasterio.

Fuera de estas leyendas piadosas tan alejadas en el tiempo y en el espacio, y volviendo a nuestro mundo terrenal, encontramos otros casos de desapariciones bastante enigmáticas. En una de ellas un vecino de Collbató, cerca de Montserrat (Barcelona), desapareció en la noche de Sant Joan de 1975 cuando volvía de apagar un incendio forestal junto con unos amigos. Se hallaba en terrenos propiedad de Can Rogent, zona llana, fácil de andar y en la que es difícil extraviarse. No obstante, nunca más se supo de él, ni vivo ni muerto.

Puestos a hablar de desapariciones misteriosas, es preciso referirse a un curioso personaje cántabro llamado Francisco de la Vega Casar, más conocido como "el hombre-pez de Liérganes" (localidad donde hay un monumento en su memoria). Nació en 1628 y su temprana habilidad para la natación le sirvió para ser considerado el primer nadador de largas distancias de la Historia de España. Al parecer, tenía una extraña afección en la piel que le daba un aspecto escamado, razón por la cual sus paisanos, asombrados tanto por su aspecto como por su capacidad para nadar, le dieron el apodo de "el sireno" y extendieron el rumor de que era una especie de tritón.

Enviado por su padre a Bilbao para que aprendiese el oficio de carpintero, desapareció misteriosamente en la ría en la víspera de San Juan de 1673. Seis años después, en 1679, reapareció en la bahía de Cádiz cubierto de escamas y habiendo perdido la razón y el habla. Al regresar a su tierra vivió nueve años de modo extravagante, siempre iba descalzo y de vez en cuando pronunciaba las palabras "tabaco", "pan" y "vino". Se le tuvo por loco hasta que un día desapareció de nuevo en el mar sin dejar rastro y esta vez para siempre.

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