SEGUNDA EDICIÓN, AMPLIADA Y ACTUALIZADA
Autor: Iván Herrera Michel MM:.
PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN
En el año 2004 se cumplieron 120 años de haber sido fundada la primera y más prestigiosa Logia de Investigación del mundo, la cual lleva por nombre el de "Quatuor Coronati" No. 2076 y está jurisdiccionada desde sus inicios a la Gran Logia Unida de Inglaterra, con sede capital en Londres. En diciembre de 2005, este Taller Masónico publicó la edición número ciento veinte, de su prestigioso anuario "Ars Quatuor Coronatorum", que recoge los trabajos de investigación histórica adelantados por sus miembros durante el año que culmina.
Las razones que motivaron la creación de una Logia dedicada exclusivamente a la investigación de la historia de la Masonería, siguen siendo válidas a pesar del paso del tiempo. Básicamente, surgieron de la confrontación de mentalidades formadas al amparo de los nuevos descubrimientos de la ciencia con los antiguos relatos místicos de la Orden, en los años decimonónicos.
La historia es la siguiente: Cuando la Gran Logia Unida de Inglaterra surgió de la fusión de 1813 de la Gran Logia de Inglaterra, fundada en 1705 en la ciudad de York, y de la Gran Logia de Londres creada en 1717 en la ciudad del mismo nombre, se consideró necesario hacer una nueva revisión al ritual y a las Constituciones de Anderson. Esta iniciativa se pensó llevar a la práctica dividida en dos partes siguiendo la estructura original, con sus reformas de 1738, que por un lado contenían las regulaciones por las cuales la Gran Logia, sus Logias subordinadas y sus miembros debían ser gobernados, y por el otro, relataban una historia mítica de la Masonería basada en el texto bíblico.
La parte que contenía las reformas a las regulaciones fue aprobada en 1815, y la que revisaba la historia de la Orden nunca fue publicada. Por lo tanto, la versión oficial inglesa de la historia de la Orden siguió siendo la de 1723, que se remontaba hasta Adán, arrojando como resultado el que a partir de 1813 surgieran entre los Masones fuertes dudas acerca de la autenticidad de algunas de sus partes.
En esa época, para el Masón medio no existía una alternativa científica para la versión de Anderson. Ella era tan verídica como lo era la Biblia como expediente histórico, lo cual no fue seriamente desafiado sino hasta 1850 cuando Charles Darwin hizo reparos a la versión bíblica del origen del hombre y a la cronología de Usher que era generalmente aceptada.
Para los años 1860s, e inclusive desde los últimos de los 1850s, ya había transcurrido un largo período desde el establecimiento de los nuevos rituales posteriores a la fusión de 1813, y algunos Masones estudiosos ya estaban listos para cuestionar el expediente mítico de Anderson y proponer hipótesis alternativas sobre el origen de la Masonería basados en un terreno mucho más sólido.
El Manuscrito o Poema Regius es un manuscrito medieval (s. XIV) que se refiere al negocio de la construcción en piedra. La primera noticia pública de este documento fue dada por J. O. Halliwell, en 1839, cuando presentó un escrito, titulado On the Antiquity of Free Masonry in England ante la Sociedad de Anticuarios. En 1840 se publicó una reimpresión con el título Historia Temprana de la Masonería en Inglaterra que hoy reposa en el Museo Británico.
En 1859, el Museo Británico adquirió el Manuscrito de Cooke, otro texto medieval del s. XIV, considerado posterior al Regius, que también se ocupaba del negocio de la construcción y estaba en manos privadas. Este nuevo documento, conocido gracias a Matthew Cooke, un coleccionista Masónico, fue publicado por el Museo Británico en un facsímil en 1861, bajo el título Historia y Artículos de la Masonería. Aunque los Manuscritos Regius y el Cooke se relacionan con el negocio de la construcción, son muy diferentes en estilo y hay diferencias sustanciales de contenido.
En la edición de 1738 de las Constituciones de Anderson, el autor hace referencia al hecho de que las copias "de las viejas constituciones góticas" formaron la base del libro de Anderson.
Estos documentos, denominados Old Charges (Antiguos Deberes), eran poco conocidos durante algún tiempo. Pero ya en 1860 unos veinte ejemplares se habían difundido.
Los estudiosos pronto vieron las semejanzas entre el estilo y el contenido del Manuscrito de Cooke y el estilo general contenido en las copias existentes de los Antiguos Deberes. Había también diferencias materiales, pero las semejanzas eran suficientemente grandes como para considerar seriamente que hubiera una conexión entre el manuscrito medieval y las copias del S. XVII de los Antiguos Deberes.
Entonces, a través de los comentarios de Anderson, se intentó conectar estos documentos con la Masonería, como paso propicio para formular una teoría que sostuviera que la Masonería inglesa había derivado del arte operativo de la Edad Media. Algunos historiadores tuvieron esta hipótesis como posible, pero difícil de probar. En cualquier caso, este interés creciente, a partir de ese tiempo fue llamado Arqueología Masónica por la definición que trae el Concise Oxford Dictionary, 5° ed., de la palabra Arqueología: Estudio de las antigüedades, especialmente del período prehistórico.
Sin embargo, esta no era la única teoría propuesta por los investigadores, como demuestran los documentos conservados hasta la época, ya que ahora había alternativas a los mitos de Anderson que eran soportadas con evidencias firmes.
De esta forma nació en Inglaterra la Escuela Auténtica de los historiadores Masónicos, preparada para aceptar solamente lo que se podía apoyar en evidencia apropiada. Rápidamente esta forma de enfocar la historia de la Orden se propagó por el mundo Masónico, y vino a complementar aquella escuela que el alemán Carl Christian Krause había impulsado en la primera década del siglo XVIII en Dresden, Alemania, que sostenía que debía buscarse el origen de la Francmasonería en las corporaciones y sociedades de arquitectos de la antigua Roma y no en antiguos misterios de civilizaciones muy lejanas en el tiempo.
Fueron figuras emblemáticas de esta corriente historicista los destacados intelectuales Ignacio Fessler, John Gottlieb Fichte, Frederic Schroder, Frederic Mossdorf y John August Schneider, quienes sostenían firmemente en sus escritos que la Masonería poseía un origen medieval y gremial. En cuanto a los escritores vivos que pertenecen a esta escuela se destacan, en idioma inglés el británico Robert Lomas; en lengua francesa el ex Gran Maestro del Gran Oriente de Francia Alain Bauer, Jean Pierre Bacot, Eugenn Lennnhoff, y Jean Palau; y en habla castellana los españoles Javier Otaola y Amando Hurtado, el chileno residenciado en Israel León Zeldis, y el argentino Eduardo E. Callaey. Especial mención merece el escritor francés Daniel Beresniak, fallecido en la noche del 27 de abril del año 2005 en París, Francia, una noche al salir de una Tenida en la que celebraba sus 50 años de Iniciación Masónica.
En la misma dirección apuntan las conclusiones de los estudios que adelantan los centros para la investigación sobre la historia de la Masonería de las universidades de Zaragoza en España y Sheffield en Inglaterra, integrados por historiadores ajenos a la Orden.
Este libro fue escrito con perspectiva histórica - científica, y con esa misma línea de pensamiento muestra el rumbo real que ha tomado la Orden en la actualidad, sin esconder ni manipular datos y tendencias. Por último, intenta leer racionalmente las "señales de la carretera" con el ánimo de ofrecer una visión de futuro seria.
La circunstancia de haberse agotado la primera edición de 1.000 ejemplares de este libro, la publicación de una segunda a ruego de muchos Masones, las opiniones amables de algunos no Masones, la reproducción de apartes del libro en algunas revistas y la recomendación boca a boca en diferentes ciudades, es una muestra de que los Masones están listos para asumir la realidad de la Institución a la que pertenecen.
De todos modos, estas páginas contienen una revisión meticulosa de su primera edición, así como una ampliación que hemos creído útil para una mejor captación del paisaje histórico de la Masonería y de su fenómeno sociológico.
El Autor
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