sábado, octubre 10, 2009

El Gran Arquitecto del Universo (G:. A:. D:. U:.)

 

A:. U:. T:. O:. A:. A:. G:. I:.

Ordo ab Chao

Por el R:. H:. José Guzmán Estrada

Vall:. de Lima, martes 9 de mayo del 2007 E:. V:.

Empezare este trazado tomando como base lo que nos expresa el I:. P:. H:. Albert Gallatin Mackey en su Enciclopedia de la Francmasonería en su versión en idioma castellano:

“El Gran Arquitecto del Universo. Es el título aplicado en el lenguaje técnico de la Francmasonería a la Deidad. Es conveniente que una sociedad fundada en los principios de arquitectura, que simboliza los términos de esa ciencia a los fines morales, y cuyos miembros profesan ser arquitectos del templo espiritual, deberían considerar al Ser Divino bajo cuyas leyes sacrosantas se encuentran construyendo ese edificio, como su Maestro Constructor o Gran Arquitecto”.

De otro lado, sabemos muy bien que la referencia y reverencia al G :. A :. D :. U :. (Gran Arquitecto del Universo), fue largamente polémica dentro de la historia universal de la Francmasonería en especial en Europa.

La expresión del Gran Arquitecto del Universo proviene del Renacimiento europeo. Fue utilizada por los alquimistas (científicos de la época), los astrónomos, los filósofos y los artistas, el Gran Arquitecto era una alegoría que designaba a Dios.

Contrariamente con una opinión esparcida o formulada hace relativamente un gran tiempo, la expresión “Gran Arquitecto del Universo”, no es más en la Masonería, que una expresión copiada; ella aparece de una utilización si no corriente, de una menos frecuente del siglo XVI, donde la encontramos originalmente dentro del primer tomo de “L’Architecture” (1567) del arquitecto francés “Philibert de l’Orme” y que el astrónomo alemán “Johannes Kepler” la usa también dentro de su obra “Astronomía Nova” (1609); en todos los casos, esta expresión idiomática designa a Dios, el Dios todopoderoso ordenador del Cielo y de la Tierra.

Es a raíz de las “Constituciones” de Anderson (1723) que consagran su utilización masónica porque ellas son dadas bajo los auspicios del Gran Arquitecto del Universo. La expresión figura solamente una vez en el texto.

James Anderson (n.1680 - f. 28 de mayo de 1739), en su o sus “Constituciones de 1723” hará uso de esta referencia dentro de su lectura totalmente personal de la historia:

“Adán, nuestro primer ancestro, creado a la imagen de Dios, el Gran Arquitecto del Universo, las ciencias liberales, particularmente la geometría, inscritas dentro de su corazón (…)”.

El Gran Arquitecto del Universo es entonces una noción deísta en donde las ciencias liberales – y “particularmente la geometría” – reunifican a la criatura con su Creador. Él es el demiurgo (*), el arquitecto del origen del mundo y el ordenador del mismo.

(*) Demiurgo: Del griego “demiurgos”, obrero, artesano, arquitecto. Nombre del dios creador del alma del mundo, en la filosofía platónica.

La Francmasonería define entonces de esta forma su espiritualidad con relación a lo divino. El Gran Arquitecto del Universo devendrá enteramente conceptual de tal forma que lo pueda expresar como el “Deus sive Natura” del filósofo neerlandés Baruch Spinoza o del Dios “Relojero” del escritor francés François Marie Arouet Voltaire dentro de un dominio más académico. Y, es aquella conceptualización la que motiva principalmente las discrepancias y oposición entre los Modernos y los Antiguos.

Laurence Dermott (1720 - 1791), dentro de su « Ahimon Rezon », no entenderá y plasmará esta noción como una alegoría espiritualista, pero si lo hará como una metáfora teísta. Si para los Modernos el Gran Arquitecto del Universo podría quizás ser Dios.

Para los Antiguos, Dios podría quizás ser el Gran Arquitecto del Universo. Esta proposición retórica encontrada ocasionará un verdadero combate ideológico entre dos interpretaciones de la Francmasonería. Si los Antiguos sostenían una francmasonería católica, resueltamente religiosa, los Modernos exigían de la Orden la conciliación de las opiniones espirituales por un Gran Arquitecto del Universo adogmático.

La historia nos indica que estas dos opiniones o visiones discrepantes, acabaron con un entendimiento en 1813.

Es aquel acto de unión, la demostración palpable, de dicho gran suceso anhelado tiempo atrás, que se dio por la evolución del pensamiento en el curso del siglo XIX.

La Masonería – que siempre ha vivido con su tiempo – ella nacerá de fases filosóficas que la alejaron del deísmo “original” y de la reacción teísta. El positivismo religioso del filósofo francés Auguste Comte es una etapa esencial dentro de la historia de los pensamientos, porque ella es la primera tentativa con la finalidad de responder a los conceptos metafísicos. En aquel, se justifica un ateismo que tiene como definir la realidad con los principios científicos. Es siempre mejor aquello para un espíritu dubitativo que ser un ente imperceptible espiritual con el nombre de Dios.

El positivismo religioso fuerza al individuo a la rebúsqueda de la aclamación dentro del progreso y dentro de la sociedad. El positivismo tendrá un peso consecuente con la francmasonería francesa, especialmente en el seno del Gran Oriente de Francia (GODF) “cismático” de 1877. El del sólo positivismo, donde se desarrolla con la filosofía marxista un ateísmo materialista que convencerá a numerosos hermanos. El G:. A:. D:. U:., es relegado entonces como parte de la historia, deviniendo aquel en un sustento espiritual vergonzoso.

Sin embargo, con deísmo, con teísmo y con las formas de ateísmo que interpretan o suprimen la noción del Gran Arquitecto del Universo, el misticismo con el fin del siglo XIX le donará una nueva dimensión. El G:. A:. D :. U :., deviene ahora en efecto en el « Gran Iniciado ». Además de su atributo de demiurgo, del lenguaje cosmológico de la alegoría, él es la gnosis suprema de los francmasones esotéricos.

Connotación que será reducida además para poder apreciar al Gran Arquitecto del Universo, en un sentido de la historia de ideas y dentro de su sola significación filosófica.

Uno podrá comprender al G :. A:. D:. U :., dentro de un lenguaje espiritual y simbólico. Símbolo, él representa la armonía platónica que alía el Universo con el Ser, la Materia con el Espíritu. La invocación del “Gran Arquitecto del Universo” admite un orden del mundo que sobrepasa la esfera de la Logia para su apreciación dentro del ser y el actuar u obrar iniciático.

Así el G:. A:. D :. U :., significa el resultado espiritual donde luego el microcosmos (el Ser entendido) se sublima dentro del macrocosmos (el Universo) y se revela luego como un Ser elevado.

Del mismo modo, existe un propósito artístico dentro del Gran Arquitecto del Universo. En efecto, la Biblia nos enseña que Dios sugiere los planos y la construcción del Templo de Salomón. De este hecho, Hirám de Tiroserá el conductor por cierta cosa extraña que los artistas nominan “inspiración” y que les ha sido enturbiada después de la noche de los tiempos. La inspiración, es entonces la que permite a un hombre de tener la tecnicidad necesaria para apreciar o reconocer el inexplicable talento?.

Finalmente, quisiera indicar que las abreviaciones o siglas colocadas como cabecera o en el encabezamiento de este trazado, que son utilizadas frecuentemente en los balaustres, escritos y otros del Supremo Consejo (A:. U:. T:. O:. A:. A:. G:. I:.), también son un agradecimiento al Gran Arquitecto del Universo pero en idioma latín: “AD UNIVERSI TERRARUM ORBIS ARCHITECTONIS AD GLORIAM AB INGENTIS”.

Bibliografía Consultada:

. Mackey, Albert Gallatin. Enciclopedia de la Francmasonería. Editorial Grijalbo S. A., México D. F. – México. 1981.

. Saunier, Eric. Encyclopédie de la Franc-Maçonnerie.Éditoriale de Roselyne de Ayala. Paris – Francia. 2000.

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