domingo, julio 02, 2006

EL HOMBRE Y LA INTELIGENCIA HUMANA


M:.M:. JAIME

I.- EL HOMBRE Y SUS ELEMENTOS CONSTITUTIVOS.

En el conjunto de seres y de cosas que constituyen el Universo conocido, se nos presenta el Hombre como entidad más completa y más perfecta: la materia viva alcanza en él su mayor grado evolutivo; la materia inerte desarrolla en el Hombre o por el Hombre su máxima potencialidad; y es, en él donde se manifiesta con caracteres inconfundibles la conciencia, y donde la sociabilidad marca su ritmo nuevo en la vida Universal.

Es el hombre el único ser que reúne y unifica las tres modalidades más elevadas de la existencia cósmica, los tres caracteres más altos logrados hoy en la creación eterna y continuada: el biológico, el psíquico y el social. A los ojos de la ciencia positiva de nuestros días, igual que en el concepto de la doctrina esotérica, el Hombre es ternario por su constitución; ternario por sus manifestaciones, ternario por su esencia.

Basta y sobra esa cualidad peculiar,- ser triple siendo uno para distinguir al Hombre de todos los demás seres y de todas las cosas; y basta y sobra también para calificarlo como la entidad cósmica más completa y más perfecta. Si tendemos la vista hacia las inconmensurables ebulosas, vertiginosos torbellinos siderales: soles apagados, derivaciones pero, a su turno, engendradores de satélites, sólo podemos considerarlos como unidades de materia inerte, igniscente, energética, en constante dinamismo y transformación, pero nunca como unidades dotadas de Vida, de Vida biológica, tal como la Ciencia. y el espíritu humano la conciben. Hay en ellos unidad especial sus moléculas constitutivas están próximas en el espacio y en el tiempo, porque se tocan y coexisten formando masas y centros perfectamente desprendidos de otras masas y otros centros de materia cósmica: pero carecen de la unidad funcional dentro de la multiplicidad funcional, que es característica de los entes vivos.

Las acciones y reacciones que en tales cuerpos siderales se producen, son físicas o químicas puramente: equilibrios y desequilibrios de fuerzas, choques o combinaciones de energías, combustiones incesantes, luz, movimiento, electricidad, magnetismo, ondas y más ondas a través del éter, todo el dinamismo de que la materia es capaz, todos los fenómenos de la Vida, de la inteligencia y de la existencia Social Bastan, en lo general, las Matemáticas, la Física y la Química, con sus ciencias derivadas correlativas, para estudiar y abarcar la magnitud de esos cuerpos siderales y la grandeza de sus fenómenos gigantes.

Bien está que sean, hayan sido y sigan siendo esos cuerpos los antecedentes necesarios y condiciones previas y no obstante, es imposible confundirlos con ella. Acción física o combinación química, nunca pueden identificarse con actividad mental.

Es cierto que lo mismo en el Hombre que en los Organismos inferiores, las funciones biológicas envuelven una multiplicidad de acciones físicas y de combinaciones atómicas o moleculares. Huesos y músculos trabajan de acuerdo con las leyes de las palancas, corroboran la teoría de la transformación de la energía, gastan su potencialidad en relación con el esfuerzo desarrollado. Los pulmones actúan como fuelles aminados y realizan una positiva combustión al desoxigenar el aire cargándolo de gas carbónico. El corazón es potentísima bomba impelente, y el aparato digestivo un perfecto laboratorio, y el hígado un almacén de glicógeno, y los riñones delicadísimos filtros. Pero todo ello en coordinación perfecta, se realiza en tanto está presente un agente especial, en existencia cósmica que se llama VIDA.

Ausente el hábito vivificante, desaparecido el agente energético, cesan esas acciones físicas y esas combinaciones químicas inútiles y ociosos e inactivos quedan palancas, fuelles, bombas, almacenes y laboratorios; la entidad se disuelve de nuevo en el Cosmos; la unidad ternaria que constituye el Hombre se desintegra y vuelve cada ritmo a su origen , a la fuente de donde procede.

En presencia de la desintegración de un ser, que no es otra cosa que la reintegración de cada elemento a su procedencia, se comprende sin otra demostración , que la Vida es cosa distinta de acción física y de reacciones químicas. Aprovecha utiliza a éstas, se penetra en ellas y se sostiene de ella; pero aprovechar, utilizar , penetrar y sostener no es identificarse, sino antes bien acusar diversidad de esencia superioridad de esencia

Las acciones física y químicas son tan sólo medios para la manifestación de la Vida. La galena y los bulbos de radio son, también, medios para la manifestación las ondas sonoras, y sería insensato pretender por eso que ondas y galena son una sola y misma cosa. La retina y las placas sensibles de gelatino bromuro de plata, son medios para la captación de las ondas luminosas; ¿ y por ello vamos a creer que la luz y la placa sensible son idénticas en su esencia? La corriente eléctrica que pone en actividad un motor, no desarrollaría su potencia energética sin el embobinado, sin los imanes, sin los bornes, sin los interruptores; ¿ y es que la electricidad son las bobinas, son los imanes, son los interruptores ?

Dentro de la unidad de la creación y continuada, parece a primera vista que no debería hablarse de diversidad de esencia entre los distintos fenómenos y seres; pero eso sería olvidar que precisamente el Universo es la Variedad en la Unidad, y que el Cosmos, lo mismo como Logos que como expresión tangible de Si mismo, como substancia o como materia, marca diversos ritmos que producen modalidades especiales y caracteres específicos en cada átomo, en cada molécula, en cada cuerpo, en cada ser, en cada fenómeno, en cada momento.

La teoría de la Evolución, no porque proclama la sucesión gradual de las especies, y por ende, la continuidad orgánica deja de admitir la diversidad de ellas. Las especies son variables, pero las especies SON . Precisamente cuando una especie varia cuando se transforma por virtud de la selección natural o de la adaptación al medio, deja de ser la que ERA: surge una NUEVA forma. Y nuevo quiere decir diverso, distinto del anterior. El caballo de cuatro dedos es el solípedo de nuestros días; aquél fué: éste es. El tipo que surgió en cierto momento de la creación eterna e incesante, desapreció como entidad viviente; ha surgido un nuevo tipo, correspondiente a un nuevo ritmo de la eterna creación

La doctrina evolucionista, la teoría Darwinista, lejos de negarla, confirman por la ciencia la realidad de esos diversos ritmos del existir cósmico cada especie corresponde a un ritmo de la materia organizada, cada transformación marca una etapa diversa; cada etapa es la tangibilidad, la manifestación del desarrollo del plan de la creación.

La lucha por la vida, la herencia, la selección natural, la adaptación al ambiente, son medios, son leyes instrumentales para realizar el plan creador. Dentro de ese plan creador que abarca el pasado, el presente y el futuro, lo que fué, lo que es y lo que será; dentro de ese plan creador que comprende la materia indiferenciada, la materia inerte, la materia organizada, la substancia fluídica, la energía, la esencia y la potencia; cada forma, cada categoría, cada especie, marca evidencía, corresponde a un ritmo diverso en el Cosmos; ritmos que viven en el Cosmos, que son el Cosmos mismo y, al propio tiempo, son cada uno la fuente y el origen de entidades independientes e inconfundibles.

Pónese así de manifiesto la existencia de categorías de seres, de cosas, de materia, de substancia, sin que por eso quede desvirtuada, sino confirmada, la unidad del plan de creación incesante y eterna. Y el hombre, ternario por su constitución, ternario por sus manifestaciones, ternario por su esencia, está compuesto de tres modalidades fundamentales, correspondientes a tres ritmos de la evolución cósmica: el carácter biológico, que envuelve y presupone la materia inerte; el psíquico, que a su vez envuelve y presupone el biológico, sin confundirse con él; y el social, que a su turno requiere y presupone el psíquico. La ciencia de la Educación ha enunciado esta idea en los siguientes términos; "La Biología como base; la Psicología como medio; la Sociología como fin"

No parece necesario insistir ahora ampliamente acerca del aspecto psíquico del Hombre: en el estudio del grado 4º han debido profundizarse los diversos temas relacionados con la Conciencia tanto psicológica como ética; las actividades fundamentales de aquella, pensamiento, sentimiento y volición; los problemas de la Razón y las leyes de la Memoria; y sólo hay que hacer hincapié en el hecho incontrovertible de que el Hombre es el único ser capaz de elevarse de lo concreto a lo abstracto, de hacer generalizaciones, de reaccionar contra el medio modificándolo reflexivamente.

Y viene a definir al Hombre con caracteres más precisos, el aspecto social, entendiéndose que sociedad no significa simple agrupación material, confuso amontonamiento de seres o cosas semejantes; sino la entidad cósmica compuesta de seres que al ejercer entre sí recíprocamente acciones psico-biofísicas, han creado, han elaborado conceptos generales que los ligan y han hecho posible la vinculación permanente de ellos con porciones determinadas de la tierra, mediante el esfuerzo coordinado y continuo sobre la Naturaleza.

El hombre, individualmente considerado, es una entidad transitoria; permanecen mientras coexisten coordinados, equilibrados y unificados esos tres ritmos de la existencia cósmica. Al romperse la coordinación, al perderse el equilibrio, al destruirse la unidad, el individuo desaparece, y cada uno de los elementos que lo constituyen vuelve a su procedencia.

El hombre es, pues, un compuesto finito; pero sus componentes son eternos.

II.- EL MICRO-COSMOS
La antigua doctrina esotérica al igual que la Ciencia de nuestros días, estiman al hombre como una síntesis de lo que existe.

La primera le dominaba micro-cosmos; la segunda, a través de la Evolución, magistralmente comprendida por Darwin, y de la teoría de la Autogénesis, sabiamente formulada por Haeckel, coloca al hombre en el vértice de la pirámide de los seres, resumiendo todas las especies, cuyas modalidades primordiales recorren en su gestación. En efecto ¿ no comienza por ser simple célula, óvulo-espermatozoide, por desarrollarse en u medio húmedo, por presentar aspectos de batracio y en el curso del desenvolvimiento, ir poco a poco acusando formas animales gradualmente superiores hasta llegar a la humana, recorriendo así, en el curso de doscientos setenta días las diferentes especies a través de las cuales llegó a constituirse en su conformación actual ¿Como podrían explicarse el atavismo y la herencia, sino admitiendo la verdad de que en las especies de hoy viven las especies precedentes?

Y llevando hasta su verdadero término los conceptos anteriores, es preciso afirman que en el hombre viven, no sólo las especies biológicas anteriores, sino también la materia indiferenciada , la materia inerte, la nebulosa, el sol, el planeta; lo que con toda facilidad se comprende cuando por el análisis se descubre que en el cuerpo humano entran como componentes sales minerales, agua, celdillas, calor energía electricidad, etc., y cuando se tienen en cuenta que del ambiente toma sin cesar los elementos indispensables para conservarse y desarrollarse integralmente, estableciendo con la Naturaleza un intercambio que dura tanto como el individuo mismo.

El Universo vive en el hombre; y es por esto que el Hombre ha podido ir descubriendo los más ocultos secretos del Universo. La materia que en apariencia está fuera del Hombre, en realidad está dentro del Hombre; y cuando cree haber descubierto en el exterior una ley relativa a cualquier ente material, lo mismo un sol que un árbol, la ley de gravitación o ley de crecimiento, en verdad sólo ha enunciado un principio que ya lleva dentro de sí, porque lo que juzga extraño, sin dejar de estar fuera del hombre, está también dentro del Hombre.

Bastaría, para descubrir todos los secretos ocultos de la creación eterna e incesante, observarnos a nosotros mismos: por el micro-cosmos se llega al macro-cosmos. Montesquieu, en palabras que la Ciencia ha recogido, tiene dicho: las leyes son las relaciones necesarias que derivan de la naturaleza íntima de las cosas . Y contra los que expresan que debemos renunciar a pretender el conocimiento de las leyes por que nos esta vedado penetrar a la naturaleza íntima de las cosas ya que éstas son extrañas al Hombre, podemos aseverar que la naturaleza íntima de las cosas es esencialmente la misma naturaleza íntima del hombre en el aspecto material de este, y que si no nos es conocida aquélla, débase sencillamente a que nada hacemos por conocernos a nosotros mismos. El conocimiento no nos esta vedado; simplemente, nosotros no lo comprendemos.

En el "conócete a tí mismo" del sabio, radica el conocimiento del Universo.

Y del mismo modo que en su aspecto material es el hombre un compendio de la materia cósmica y en lo biológico es un resúmen y el más alto espécimen de las especies; por su modalidad espiritual preciso es reconocerlo como procedente de un ritmo de esa índole, ritmo que, saturado el Cosmos, viene a ser el "Espíritu que flota en el Universo" el "Verbo que era en el principio, Verbo que era con Dios, Verbo que era Dios". La inteligencia humana es una emanación directa de la Causa Primera, pues como dice el Apóstol: "Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es".

Y a la luz de esta verdad incontrovertible, se explica con meridiana claridad la constante tendencia al perfeccionamiento, el predominio de la Razón, el incesante mejoramiento de la Humanidad, la aparición de nuevas doctrinas inspiradas en el Amor, el desarrollo indefinido de la potencialidad psíquica. Por ser la inteligencia humana una emanación directa de la Causa Primera, ha sido posible arrancar a la Naturaleza sus más ocultos secretos; descubrir leyes, crear las ciencias y las artes sojuzgar a la materia y aun sobreponerse a las grandes fuerzas universales.

Por ser la inteligencia humana una emanación directa de la Causa Primera, el conocimiento en el Hombre. El Hombre no inventa los conocimientos, sino que los descubre; descubre lo que ya existe en él. Por eso los grandes descubridores han sido siempre grandes meditativos, y es en su espíritu, dentro de su espíritu, donde encuentran las verdades y las leyes y los principios, aunque estos se refieran a cuerpos situados a miradas de kilómetros, o a abstracciones más alta de lo sensible.

La llave de oro del Maestro no sólo va a servir para penetrar en su fuero interno, en su Sanctus Sanctorum, para regular sus acciones y conocerse a si mismo; va a servirle, también, para penetrar al Universo mismo, para revelarle los más ocultos arcanos de lo material y de lo inmaterial, para identificarlo con la Causa Primera y para abrirle la amplia puerta desde donde ha de contemplar el grandioso plan de la creación eterna e incesante. La conciencia viene a ser no sólo un Maestro; por su identidad esencial con la Causa Primera, con el Verbo, es un guía infalible, incapaz de falacias o equivocación : un Perfecto.

Pero hay que hacer una observación necesaria: el hombre es un compuesto ternario; cada uno de los componentes tiende a desarrollarse absorbiendo lo más posible de energía con detrimento de los otros. En nuestra mano está, o procurar un desarrollo armónico para mantener integralmente esa unidad ternaria que es el Hombre, o hipertrofiar uno de los componentes con atrofía de los demás. ¿Dejamos que lo biológico predomine? Nos acercamos cada vez más a las especies animales que nos precedieron. ¿Hacemos que el Espíritu domine? Nos acercamos cada vez más a la Causa Primera Inteligente de donde hamos surgido.

III.- LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD, CO-PROPIEDAD.

Si biológicamente todos los hombres procedemos de la misma fuente, si en lo intelectual somos emanaciones de la Causa Primera, lógicamente se desprende que no existe una razón esencial, esto es, una razón de esencia, para las desigualdades humanas.

A esta misma conclusión llega la sociología: proclama la Unidad de la especie humana y la absoluta igualdad de los hombres por razón de su orígen; y si se reconoce categorías entre las razas y diferencias relativas. Todas las razas, lo mismo razas biológicas de evolución, y ninguna esta fatalmente condenada a inferioridad perpetua, ni destinada a eterna superioridad. La Historia, por lo demás, comprueba que el predominio de las razas ha sido alternativo; y que los focos de civilización van mudando de localización y de intensidad.

Contribuyen a mantener esas categorías y esas diferencias relativas, múltiples factores, como el clima, el suelo, el subsuelo, el número y la densidad de la población, la extensión territorial, las comunicaciones, el intercambio con otros pueblos y otras razas, el coeficiente de necesidades, etc. Pero tales factores son puramente formales, condicionales, no esenciales; y puesto que los hombres proceden de idéntico origen cósmico, y solo a ritmo del cosmos deben su personalidad y su existencia, y dependen todos por igual del Cosmo, es preciso proclamar que, por su esencia todos los hombres somos libres todos iguales, todos hermanos.

Todos somos hijos del mismo Padre, dice la doctrina de Jesús, el Cristo, quien revelo en palabras sencillas todo el conocimiento esotérico. La fraternidad humana queda asentada así como consecuencia de la emanación del Verbo.

Ninguna razón existe, pues, para que las razas sojuzguen a las razas ni los hombres subyuguen a los hombres. La especie humana solo debe sojuzgar a la tierra, a la Naturaleza para henchirla, para utilizarla: el espíritu sólo debe someterse a la Materia para perfeccionarla y perfeccionarse. Y si la incomprensión y la ignorancia pudieran, a veces, explicar las conquistas del pueblo, porque se creyeran diferencias esenciales y absolutas las que solos son relativas y formales, nunca es justificable ni tolerable el sojuzgamiento, la esclavización, el aherrojamiento de unas castas por otras, de individuos por individuos dentro de la misma sociedad, en el seno del mismo pueblo.

La primera consecuencia, pues, de haber penetrado con la llave de oro de la Conciencia en los pliegues del fuero interno y en los arcanos del Universo hasta encontrar la identidad de la Inteligencia humana con la Causa Primera, consiste en proclamar que todos somos libres, todos hermanos, todos iguales, y que va contra el destino de la especie humana, contra el plan de la creación incesante y eterna, contra el interés de las sociedades y contra las verdades del pensamiento, tolerar la supremacía de castas, el predominio de clases, la preponderancia de naciones infatuadas y soberbias sobre los pueblos débiles.

Jamás el hombre debe envilecerse al Hombre, ni estimarlo inferior, ni conceptuarlo cosa o bestia, ni explotarlo ni esclavisarlo de modo alguno. Hoy que el desarrollo espiritual, que las ciencias Sociológicas, que la conciencia ética lo han demostrado; hoy que ya conocemos esa verdad acerca de la igualdad esencial de los hombres, es insensato e imperdonable tolerar que unos se sienten al festín de todas las delicias y en el trono de todos los poderes, en tanto que grandes muchedumbres se arrastran miserables, haraposas y hambrientas en la penumbra, recogiendo migajas caídas de la mesa de aquéllos. Porque, como decía el Maestro antes de que la verdad os fuere revelada, no habíais incurrido en pecado, pero ahora que la verdad os ha sido revelada, ¡ay de aquel que no escuche la voz de la Verdad!

La tierra entera fue dada al hombre, esto es, a todos los hombres, que son por esencia todos libres, todos hermanos, todos iguales. La tierra es, así, un patrimonio común, porque también son comunes las necesidades primordiales, porque es común la inteligencia, por que es única la esencia humana. ¿De donde, entonces, reconocer en unos cuantos el derecho de apropiarse, de aprovechar con exclusión de los más, lo que es copropiedad de todos los hermanos, lo que es patrimonio de todos los hombres?

Si es incuestionable la justicia de que cada uno aproveche para si los frutos de su esfuerzo, los rendimientos de su actividad aplicada a la tierra o a los productos de la tierra, también es incuestionable que la tierra y con ella todas las fuentes de producción, son por origen y deben ser siempre propiedad común.

En el individuo la mayor o menor acumulación de frutos vendrá como resultado del mayor o menor esfuerzo realizado; pero es necesario, y equitativo y científico y divino, que todos tengan igual oportunidad, lo mismo en el material que en lo espiritual. Día vendrá en que la fraternidad humana se realice sobre toda la faz de la tierra, nuestra Orden está llamada a efectuarla. Pero mientras tanto esforcémonos por ver siquiera cumplida la fraternidad nacional, sobre las bases de la libertad, de la igualdad, de la copropiedad sobre las fuentes de producción

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