jueves, diciembre 20, 2007

EL SIMBOLISMO MASONICO



FRANCISCO ARIZA (*)

La Masonería es una institución iniciática y esotérica que revela su enseñanza a través de determinados códigos basados fundamentalmente en el simbolismo constructivo. Esto se debe a que la Masonería actual es en gran parte heredera de los antiguos gremios de constructores, y aunque hoy en día los masones ya no construyamos edificios, sin embargo ese simbolismo sigue estando vigente, entre otras razones porque es consubstancial a la Orden Masónica y constituye sus señas de identidad y su razón misma de ser, como veremos a continuación.

Ante todo los símbolos masónicos se refieren a un conjunto de ideas relacionadas directamente con el conocimiento de la Cosmogonía, y por tanto del hombre, pues éste es un cosmos en pequeño, un microcosmos, por decirlo en lenguaje hermético. Precisamente los antiguos constructores consideraban al Cosmos como su modelo simbólico por excelencia, y para levantar sus edificios imitaban las estructuras de ese modelo, reveladas sobre todo a través de las formas geométricas, entre las que destacan el círculo y el cuadrado, símbolos respectivos del cielo y la tierra. Esas formas y estructuras simbólicas siempre responden a unos arquetipos universales, a unos principios que son coetáneos con cualquier tiempo o circunstancia histórica o personal.

No importa, como decíamos, que los masones de hoy no levantemos edificios. Lo realmente importante es que esos mismos principios o ideas los podemos conocer a través de los símbolos que decoran nuestros templos, el más importante de los cuales es justamente el que se refiere a quien es verdaderamente el Autor de cuyo Pensamiento surge la Gran Obra de la Creación, conocido en la Masonería con el nombre de Gran Arquitecto del Universo, y en otras tradiciones, como por ejemplo la hindú, como el "Espíritu de la Construcción Universal". El Gran Arquitecto del Universo es el Principio Supremo, la verdadera clave de bóveda o piedra angular del Templo masónico. Es bajo la influencia de ese Principio que los masones realizamos nuestros trabajos dentro de la Logia, unos trabajos en los que junto al estudio de los símbolos está la práctica del rito, gracias a la cual la propia Logia se torna un espacio significativo análogo a la misma estructura del Cosmos. Como más tarde veremos, el simbolismo de la Logia también es uno de los temas de meditación a los que nuestra Orden concede una importancia muy relevante.

Y ya que hablamos del Gran Arquitecto, creemos que es conveniente señalar que en la Masonería éste no tiene ningún tipo de connotación religiosa. Y no puede tenerla porque la Masonería no es una religión, como pueda serlo la católica o cualquiera otra, sino una organización iniciática que entrega al hombre los medios y los conocimientos necesarios para su perfeccionamiento como ser humano. No olvidemos que la Masonería es una Ciencia y un Arte, y su Principio Supremo se manifiesta como la Inteligencia que organiza el Cosmos, el Templo Universal, de acuerdo al plan ideal concebido en su Sabiduría, que como se dice en el Libro de la Ley Sagrada "todo lo hizo en número, peso y medida". Esto nada tiene que ver con un dios religioso al que se tenga que "adorar", como si se tratara de algo que está fuera del hombre. Como dice a este respecto R. Guénon en un artículo titulado "La Ortodoxia Masónica", perteneciente al volumen II de Estudios sobre la Franc-Masonería y el Compañerazgo: "El símbolo del Gran Arquitecto del Universo no es la expresión de un dogma, y que si se comprende como debe serlo, puede ser aceptado por todos los Masones, sin distinción de opiniones filosóficas, porque esto no implica por su parte el reconocimiento de la existencia de un Dios cualquiera". No es, por tanto la adscripción a un "dogma" lo que se pide a quien entra por primera vez en el templo masónico, pues de los símbolos allí presentes no se desprende ninguna enseñanza de ese tipo. No se trata de "creer" en el símbolo, sino de comprenderlo, pues en la medida en que lo comprendemos y nos penetramos de su significado profundo seremos uno con la idea que lo conforma. El masón toma al símbolo como vehículo de Conocimiento y no como un objeto de "culto", pues sabe que no hay que confundir al símbolo con lo que éste simboliza.

Pero el hecho de que la Masonería no sea una religión no impide que existan masones que en su vida privada, y en el ejercicio de su libertad, practiquen un credo religioso determinado, o bien que no practiquen ninguno. Esto a la Masonería no ha de importarle, pues esas creencias, ya sean religiosas o de cualquier otro tipo (filosóficas, científicas, políticas, etc.) han de dejarse, junto con los metales, en la puerta del Templo. Como dice el propio Guénon en otro artículo titulado "La Gnosis y la Franc-Masonería", ésta "debe ser pura y simplemente la Masonería. Cada uno de sus miembros al entrar en el Templo, debe despojarse de su personalidad profana y hacer abstracción de cuanto sea extraño a los principios fundamentales de la Masonería, principios a cuyo alrededor todos debieran unirse para trabajar en común en la Gran Obra de la Construcción universal".1

Por decirlo de alguna manera, lo único que la Masonería "exige" a sus miembros es una voluntad firme en el "desbastado" y "pulimento" de la piedra bruta, que como dicen algunos rituales "es un producto grosero de la Naturaleza, que el Arte de la Masonería debe pulir y transformar". Ese desbastado y pulimento es justamente el símbolo del trabajo del masón consigo mismo, lo cual lleva a cabo con las primeras herramientas que la Orden le ofrece tras recibir el influjo espiritual en el rito de iniciación: el mazo y el cincel, símbolos respectivos de la voluntad y la recta intención. La obra de regeneración no puede llevarse a cabo sin una voluntad firme y perseverante que la desee, es decir sin una fuerza interior que influya y transmita su poder creativo a la "materia informe" de la psique desordenada y caótica, simbolizada por la piedra bruta. Pero esa fuerza interior necesita ser dirigida y orientada por la inteligencia, o mejor, por el "rigor intelectual", que "distingue" aquello que en el ser es conforme a la realidad esencial de su naturaleza (lo que ese ser es en sí mismo), de lo que no son sino sus añadidos superfluos e ilusorios. Así pues, con el cincel de la inteligencia, impulsado por el mazo de la voluntad, el aprendiz va limando y corrigiendo las aristas y asperezas de su piedra bruta, separando lo "espeso de lo sutil", el "caos" del "orden", lo "profano" de lo "sagrado", operación alquímica que ha de convertirse en un rito cotidiano, en un ejercicio de cada momento, pues dicha separación constituye la premisa fundamental a cumplir en las primeras etapas del proceso iniciático, hasta que con paciencia y perseverancia alcance ese perfeccionamiento de que hablábamos anteriormente, ejemplificado en la piedra cúbica y tallada.

La iniciación, o vía en el Conocimiento, despierta en el hombre sus cualidades innatas, que permanecen "dormidas" o "replegadas" en su estado ordinario, asimilado por ello al "sueño" y a lo potencial. La influencia de la iniciación no añade nada que el hombre no posea ya y no forme parte de su propia esencia. En este sentido, estamos totalmente de acuerdo con Arturo Reghini cuando dice que ese perfeccionamiento "está ligado al conocimiento y al reconocimiento de la naturaleza humana y sus posibilidades inherentes. Es necesario realizar el antiguo precepto del oráculo de Delfos: conócete a ti mismo. Es necesario buscar en sí mismo el misterio del ser, considerar la vida humana, sus funciones, sus límites y la posibilidad de sobrepasarlos, de intervenir activamente en su curso, no abandonarlo a la deriva, en descubrir y en despertar los gérmenes latentes, los sentidos y los poderes todavía desconocidos, dormidos y ocultos. Es necesario, en fin, realizar una obra de edificación espiritual, una transmutación, alcanzar la virtud y el conocimiento para que el miserable gusano que repta por la tierra se transforme en gloriosa mariposa volando libremente hacia la justicia". Para lograr ese fin el mismo Reghini nos dice que no existe otro medio que "el trabajo masónico basado y sostenido por la iniciación simbólica, es decir conferida y obtenida a través de la inteligencia de los símbolos masónicos familiares, a imagen de la obra de arte que se realiza con los instrumentos del oficio".2

La expresión "Conócete a ti mismo" debería figurar también en el frontispicio de los templos masónicos. En verdad, nada hay más importante para el hombre que conocer su verdadera identidad, saber quien hay detrás de esa máscara a la que llamamos "personalidad", y que la Masonería identifica con los metales del hombre viejo, "sumergido, como dicen los rituales, en las más profundas tinieblas".

Como estamos viendo, la idea de transmutación tiene mucho que ver con el proceso alquímico, y de hecho el "Arte Real" masónico, desarrollado a través de los tres grados de aprendiz, compañero y maestro, es idéntico a la "Gran Obra" de la Alquimia, por lo que puede hacerse una transposición totalmente coherente entre el simbolismo alquímico y el simbolismo constructivo y arquitectónico. La piedra bruta de la Masonería es, en este sentido, lo mismo que la "materia prima" de la Alquimia: tanto en una como en otra están contenidas de manera potencial o virtual todas las posibilidades que conducen al hombre hacia su regeneración, posibilidades que, en el caso del aprendiz masón, comenzarán a desarrollarse y a crecer gracias a la influencia espiritual o intelectual (pues ambos conceptos expresan lo mismo) transmitida a través de los símbolos y ritos de la Orden.

El símbolo y el rito

Vayamos a ver, pues, algunos de esos símbolos que constituyen, junto a los ritos, el patrimonio vivo y el verdadero tesoro de la Tradición Masónica. En aras de una mayor claridad, podemos clasificarlos de la siguiente manera: en símbolos geométricos y visuales; en símbolos sonoros y vocales; y por último en símbolos en movimiento, que no son otros que los ritos.

Sobre la importancia de los símbolos geométricos y visuales en la Masonería baste con recordar que antiguamente se identificaba a ésta con la propia Geometría, lo cual es perfectamente lógico pues esta última encuentra su aplicación natural en la arquitectura. En efecto, la palabra geometría deriva de Gea (tierra) y metrón (medida), es decir "medida de la tierra", lo que desde luego tiene mucho que ver con el oficio de constructor en cuanto que éste delimita un espacio con el fin de realizar su obra.

Por otro lado, el simbolismo geométrico es, al igual que el numérico, una de las herencias más importantes que la Masonería ha recibido de la tradición pitagórica. Hay que recordar que las cofradías medievales de constructores procedían directamente de los colegios artesanales de la antigua Roma, y que éstos habían recibido gran parte de sus conocimientos sobre geometría directamente de los pitagóricos. Una filiación jamás interrumpida existiría entonces entre la Orden masónica y la pitagórica, hasta el punto de que muchos masones han visto en la Masonería una adaptación del Pitagorismo a los tiempos actuales. Lo cierto es que en las leyendas masónicas Pitágoras figura, junto al dios Hermes, como uno de los fundadores míticos de la Orden. En efecto, en esas leyendas tanto Pitágoras como Hermes son los que encuentran las dos columnas (asimiladas posteriormente a las columnas J. y B. del templo masónico) donde se grabó todo el saber que remontaba a los orígenes mismos de la humanidad, y entre las que se encontraban las artes y ciencias de la Cosmogonía. Como dice a este respecto Federico González en el artículo "Tradición Hermética y Masonería", aparecido en el mismo Nº 13-14 de SYMBOLOS, esas dos columnas "configuran los dos grandes afluentes sapienciales que nutrirán la Orden: el hermetismo que asegurará la protección del dios a través de la Filosofía, es decir del Conocimiento, y el pitagorismo que dará los elementos aritméticos y geométricos necesarios que reclama el simbolismo constructivo; se debe considerar que ambas corrientes son directa o indirectamente de origen egipcio. Igualmente que esas dos columnas son las piernas de la Madre Logia, por las que es parido el Neófito, es decir por la sabiduría de Hermes, el gran iniciador, y por Pitágoras el instructor gnóstico." Podríamos entonces decir que la Masonería es la confluencia natural de esas dos corrientes constitutivas de la Tradición Unánime, y que en ella son sólo una, conformando su identidad y su ser.

Volviendo al simbolismo geométrico, debemos considerar dentro de éste a las propias herramientas o útiles. Concretamente hablamos del nivel, la plomada, la escuadra y el compás. Todas ellas están relacionadas directamente con las formas geométricas fundamentales. Por ejemplo, la plomada es claramente un símbolo de la vertical, y el nivel de la horizontal. En el simbolismo constructivo ambas son indisociables y se necesitan mutuamente, pues la verticalidad del edificio, es decir su perpendicularidad, le viene dada por la perfecta nivelación del mismo. Y a su vez esa nivelación es la resultante de un equilibrio que se consigue gracias a la presencia constante de un eje vertical, que señala el "justo medio" que impide cualquier desnivelación La plomada y el nivel representan entonces los dos ejes de coordenadas que posibilitan el levantamiento armonioso de toda la construcción.

Lo mismo ocurre con la escuadra, que se forma por la unión de una vertical y una horizontal. Con esta herramienta también construimos la figura del cuadrado, e igualmente la cruz si unimos dos escuadras por sus vértices respectivos. Ambas figuras son inseparables de la idea de cuaternario; así: los cuatro elementos, los cuatro puntos cardinales, las cuatro estaciones, los cuatro períodos cíclicos de la humanidad, las cuatro fases de la luna, los cuatro períodos de la vida humana, etc., es decir todo lo relacionado con la tierra y lo terrestre. En realidad la escuadra es un ángulo recto, y ella está destinada a "escuadrar" la piedra durante su proceso de pulimento, después de haber sido trabajada por el mazo y el cincel. Recordemos, en fin, que en latín escuadra se dice "norma", indicando así la idea de orden, o de "encuadre" que hace posible el orden, especialmente el del pensamiento, que se hace uno con la Inteligencia que refleja, la cual está simbolizada por el compás.

En cuanto a este último es obvia su relación con el círculo y con todas las figuras que tienden a la circularidad. Pero las formas circulares siempre son generadas a partir de un centro previo, que es precisamente el que señala uno de los dos brazos del compás, aquel que permanece inmóvil mientras el otro gira a su alrededor. El centro de la circunferencia sería, pues, una imagen simbólica del Principio, y la circunferencia misma, una imagen a su vez de la multiplicidad de la manifestación, surgida o generada por la irradiación de ese Principio, que permanece no obstante inmutable mientras todo gira, cambia y muta a su alrededor. Por eso el compás es uno de los símbolos que se asocian directamente con la actividad creadora del Gran Arquitecto, como lo testimonian numerosos grabados donde se le representa con un compás en la mano trazando el plano de su obra, es decir del cosmos.

Otras dos figuras geométricas importantes son el Delta Luminoso (de forma triangular) y la Estrella de cinco puntas o Estrella flamígera, símbolos respectivos del Gran Arquitecto y del hombre plenamente regenerado que ha retornado al centro de sí mismo. Se da la circunstancia de que tanto el Delta como la Estrella flamígera son de origen pitagórico, pues están íntimamente relacionados con la Tetraktys (que tiene también forma triangular), y con el Pentalfa o Estrella pentagramática respectivamente, signo distintivo este último de la cofradía pitagórica.

Entre el segundo grupo de símbolos, los sonoros y vocales, encontramos las "palabras sagradas" y las "palabras de paso", así como las leyendas relatadas en los distintos grados. Todo ello forma parte de la enseñanza oral de la Masonería, que se complementa perfectamente con la enseñanza visual propia del simbolismo geométrico. Las "palabras sagradas" se denominan así porque representan diferentes nombres del Gran Arquitecto. Cada grado masónico está signado y tiene su propia palabra sagrada. El significado de esa palabra da sentido y orienta los trabajos rituales y simbólicos que se desarrollan en cada uno de esos grados. Por eso es tan importante para el masón conocer ese significado, pues para él será un punto de referencia axial constante y permanente que le guiará a lo largo de todo su proceso iniciático.

No menos importantes son las "palabras de paso", así llamadas porque ellas permiten "pasar" de un grado a otro, lo que las relaciona directamente con la simbólica de pasaje o de tránsito, común a todas las tradiciones iniciáticas. La expresión "estar en posesión de la palabra de paso" quiere decir que el masón ha culminado una etapa dentro de su proceso de Conocimiento, que ha progresado en las "vías que le han sido trazadas" desde antiguo por su tradición, y que por tanto está preparado interiormente para recibir el "aumento de su salario".

Y por último están los símbolos en movimiento, que como dijimos no son otros que los ritos. El rito pone en práctica la idea que el símbolo expresa. Representa el desarrollo y la vivencia de esa idea, es decir de hacerla efectiva mediante su permanente reiteración. De nada serviría comprender lo que el símbolo manifiesta si después esa comprensión no se vive como una realidad verdaderamente transformadora. Por eso mismo es tan importante el rito dentro de la Masonería, pues sin esa constante vivificación de los símbolos los trabajos que se hacen en la logia carecerían de toda "fuerza y vigor", convirtiéndose en meras alegorías cuando no en actos puramente mecánicos. En este sentido la meditación, la concentración y el trabajo sobre los símbolos constituyen también una forma del rito, pues el fin último de éste es generar un estado apto para la comprensión de las realidades superiores vehiculadas por los símbolos. Se diría, pues, que el rito, realizado en estas condiciones, es una "meditación en acción", y esto puede hacerse tanto en el interior de la Logia, como en el mundo, que es la logia universal.

Podríamos entonces decir que la Masonería es ella misma un rito, de ahí que también se denomine "la Orden", como sinónimo del propio orden cósmico. Por esto mismo, en la Logia masónica (imagen simbólica de ese orden) todo se cumple según el rito, y todos los gestos y signos rituales realizados en el interior de la misma han de ser considerados como lo que son: vehículos transmisores de la enseñanza simbólica y de su influencia regeneradora. Verdaderamente no hay mayor rito que la búsqueda del Conocimiento, pues en ella el hombre encuentra el fundamento mismo de su existencia. Esa búsqueda es un "acto consciente", y todo lo que a partir de entonces es realizado, experimentado y vivido durante su desarrollo pasa a ser significativo, a tener un sentido que nos "orienta" en el laberinto de este mundo perecedero y nos impulsa hacia el encuentro de nuestro verdadero ser y origen.

La Logia, imagen del mundo

Hablaremos ahora del simbolismo de la Logia, y lo primero que llama nuestra atención es la propia palabra Logia, prácticamente idéntica a Logos, que significa justamente la Palabra o el Verbo con que el Gran Arquitecto crea el mundo o cosmos. Igualmente, Logia, si no etimológicamente sí al menos en su sentido simbólico, es idéntica a la palabra sánscrita loka, que quiere decir "mundo", "lugar", y por extensión "cosmos". Por otro lado, también se da una identidad entre Logia, Logos y el griego lyke, que significa "luz". Asimismo la loggia es un término técnico de origen italiano utilizado en arquitectura para designar una galería techada y abierta, compuesta por arquerías apoyadas sobre columnas y situadas generalmente en las partes elevadas de los edificios, como es el caso por ejemplo de los "paraísos" de los teatros.

Aquí tenemos, resumido, lo que distingue ante todo a la Logia masónica, que como dicen los antiguos rituales "es un lugar muy iluminado y muy regular", tal cual es el cosmos salido del Logos creador o Espíritu de la Construcción Universal. La luz es pues sinónimo de cosmos, mientras que la oscuridad o las tinieblas se asimilan al "caos" anterior al cosmos. Las tinieblas en que se encuentra la Logia antes de la apertura de los trabajos simbolizan justamente ese "caos" precósmico, y la apertura misma vendría a representar la gradual "iluminación" de esas tinieblas. En realidad la apertura de la Logia es un rito cosmogónico que los masones realizamos constantemente, y si se estudia detenidamente la simbólica de ese rito se verá con claridad que se trata de un verdadero rito de fundación o de creación de un espacio y un tiempo significativos análogos a la propia estructura del cosmos. La descripción simbólica de la Logia reproduce precisamente esa estructura:

¿Cuál es la forma de tu Logia?

Un rectángulo.

¿En qué sentido se orientan sus lados largos?

De Oriente a Occidente.

¿Y sus lados anchos?

De Mediodía a Septentrión.

¿Y su altura?

De la superficie de la tierra hasta los cielos (el Cénit).

¿Y su profundidad?

De la superficie hasta el centro de la tierra (el Nadir).

¿Qué significan estas direcciones?

Que la Masonería es Universal.

Podemos observar que esas direcciones conforman una cruz tridimensional, cuyos ejes de coordenadas largo, ancho, alto y bajo conformarían la estructura interna de la Logia, a imagen misma del cosmos. Ese rectángulo es en realidad un doble cuadrado, que se orienta horizontalmente de Oriente a Occidente según sus lados largos y de Mediodía a Septentrión según sus lados anchos. Es a partir del centro del rectángulo que la Logia se orienta verticalmente hacia lo más alto de los cielos (el Cénit) y hacia lo más profundo de la tierra (el Nadir), adquiriendo así su verdadera dimensión universal. A esa altura y a esa profundidad se refiere la conocida expresión: "en la Logia de San Juan se elevan templos a la virtud y se cavan mazmorras para el vicio".

Esa estructura vertical también aparece proyectada en el plano base de la Logia, que está dividida en tres partes bien diferenciadas, a imagen misma del Templo de Salomón, prototipo del templo masónico. El cielo está representado por el hemiciclo situado a Oriente, que tiene forma semicircular, y que recibe, al igual que en el templo de Salomón, el nombre de Debir. A él se asciende por tres peldaños o gradas, que se refieren a la idea de elevación gradual y jerarquizada a otros planos o niveles superiores de realidad. La tierra está simbolizada por el Hikal, que es todo el espacio restante de la Logia hasta las dos columnas J. y B., las cuales soportan el "pórtico de la entrada", asimilado a lo que en el templo de Salomón se denominaba el ulam. Se dice que el "pórtico de la entrada" no está ni dentro ni fuera de la Logia. Es, pues, un lugar de tránsito, o de pasaje, que el masón debe atravesar viniendo de las tinieblas del mundo profano, el cual es propiamente el mundo inferior.

Esa misma idea de elevación señalada por las tres gradas que conducen al Debir, la encontramos también en el altar o ara, proveniente del latín altare, cuya raíz, altus, significa lugar alto o elevado. En muchas culturas tradicionales los altares (como los templos) se erigían en la sumidad de las montañas, o de las pirámides escalonadas, como en el caso de las civilizaciones precolombinas, o de los zigurats babilónicos, por poner sólo dos ejemplos. El altar está situado en el centro mismo de la Logia, y en torno a él nos desplazamos y efectuamos nuestros ritos. Es por tanto el "punto geométrico" o "corazón" de la Logia, y por él pasa simbólicamente la plomada del Gran Arquitecto que une el cielo con la tierra. También se llama "Altar de los juramentos" porque sobre él realizamos los compromisos y "alianzas" que contraemos con la Orden y el Espíritu que la vivifica. Ese juramento se cumple en presencia de las "Tres Grandes Luces" de la Masonería, el Libro de la Ley Sagrada, el Compás y la Escuadra, los cuales se disponen precisamente sobre el altar. En casi todas las Logias ese Libro no es otro que la Biblia, pero ésta también puede ser sustituida por cualquiera de los libros sapienciales de la humanidad, lo cual es una muestra más del carácter verdaderamente universal de la Masonería. Lo realmente importante es que en ese Libro se recoja la voz de la Sabiduría Perenne, cuya esencia está por encima de las formas particulares que ésta pueda adoptar para manifestarse. Lo mismo podemos decir del compás y la escuadra, herramientas cuyo simbolismo, como ya vimos, está ligado directamente con la idea de una Cosmogonía siempre viva y actual.

Volviendo de nuevo al Oriente, sobre la pared del fondo encontramos el Delta luminoso con el Tetragrama o nombre inefable del Gran Arquitecto en el centro. Como ya dijimos este Delta es un triángulo con el vértice hacia arriba, figura que expresa la realidad de los principios universales, a la vez que es la primera estructura prototípica que se expresa en todos los planos de la manifestación como una fuerza que crea, otra que conserva y una tercera que destruye, o mejor, transforma. Estas tres ideas–fuerza surgen de un Principio único, que queda simbolizada en el Delta por un solo ojo que a veces sustituye al Tetragrama, pero que viene a referirse al mismo sentido de presencia inmutable de la deidad en el seno mismo de la manifestación. Además, la manifestación, desde su realidad más sutil hasta la más densa y material, está simbolizada por las cuatro letras que componen el Tetragrama: Iod, He, Vau, He, correspondiéndose cada una de ellas con los cuatro niveles o mundos que constituyen la existencia universal, y que son los mismos que se encuentran en el Arbol de la Vida cabalístico. En este nombre del Gran Arquitecto queda pues resumida la obra de la creación, y su conocimiento se vincula directamente con la búsqueda de la "Palabra Perdida".

Pero la Logia no es sólo una estructura estática –como tampoco lo es el universo– sino dinámica también, pudiendo ser visualizada como una rueda, imagen de la "rueda del cosmos" o Rota Mundi. Esto está expresamente indicado por las doce columnas o pilares que enmarcan el recinto de la Logia, y que equivalen a los doce signos zodiacales. Cinco de estas columnas están situadas a Septentrión, cinco más a Mediodía, y las dos restantes (las columnas Jakin y Boaz) a Occidente, justo en el pórtico de la entrada.

Diremos que el zodíaco (que quiere decir precisamente "rueda de la vida") es como el marco del universo visible, y su movimiento cíclico, unido al de los planetas y demás constelaciones, influye en el cambio alternativo de las estaciones y en el mantenimiento y renovación de la vida del cosmos y del hombre. De esto se deduce que la Masonería no desconoce la antigua ciencia de la astrología, que junto a la alquimia revela también los misterios del cielo y de la tierra.

Las columnas Jakin y Boaz se vinculan especialmente con la simbólica de los dos solsticios, y por tanto con las dos fases ascendente–descendente del ciclo anual. Ellas se asimilan, pues, a los dos San Juan, el Bautista y el Evangelista, y a los dos rostros del dios romano Jano, y en consecuencia a la "puerta de los hombres" y la "puerta de los dioses", respectivamente. Estas son las puertas zodiacales de Cáncer y Capricornio, que corresponden a la entrada del verano y del invierno, es decir el descenso y el ascenso de la luz solar. Las puertas solsticiales cumplen un papel muy importante dentro del proceso iniciático, que, no debe olvidarse, reproduce exactamente las etapas del desarrollo cosmogónico.

Para los pitagóricos, por la puerta de Cáncer las almas penetran en el "antro de las ninfas", que es lo mismo que la caverna platónica, otra imagen del mundo. Allí el masón, atravesando las dos columnas como si fuese parido por ellas, comienza a recorrer su viaje horizontal o terrestre, hasta llegar al centro de sí mismo, al altar de su corazón, en donde se abre otra puerta, la de Capricornio, a través de la cual inicia otro viaje, esta vez vertical y celeste hacia la cúpula y la clave de bóveda que corona los misterios de la cosmogonía, dando acceso así a los estados metafísicos e incondicionados. Es decir, que el hombre "entra por una puerta y sale por otra, y en el ínterin –signado por el espacio y el tiempo– tiene la oportunidad de reconocerse y escapar de esa condición por la identificación con otros estados del ser universal, que puede vivenciar por medio de la conciencia individual –semejante a la conciencia universal– y que constituyen la posibilidad de la regeneración particular –y también de la universal–, siempre, claro está, tomando como soporte la generación y la creación en el espacio y el tiempo".3 Este mismo proceso puede verse también en la mitología de gran número de héroes y dioses solares, como es el caso de Osiris, Quetzalcóatl, Mitra, Cristo y el propio maestro Hiram.

En el centro de la Logia se extiende el "pavimento mosaico", tapiz de cuadros blancos y negros exactamente iguales que los del tablero de ajedrez, cuyos orígenes son también simbólicos y sagrados como el de la mayoría de los juegos. El pavimento mosaico es, sin duda, un símbolo de la manifestación que, efectivamente está determinada por la lucha y delicado equilibrio que entre sí sostienen las energías positivas, masculinas y centrífugas (yang, luminosas) y las energías negativas, femeninas y centrípetas (yin, oscuras), expresadas también en la alternancia de los ritmos y ciclos de la naturaleza y el cosmos. Esas mismas energías están representadas por el Sol y la Luna, que en la Logia se encuentran presidiendo el Oriente, a uno y otro lado del Delta luminoso.

Recordaremos que el color blanco simboliza las energías celestes, y el color negro las terrestres. Las primeras se oponen a las segundas, y viceversa, al mismo tiempo que se complementan y conjugan (atraídas como los polos positivo y negativo de un imán), determinando en su perpetua interacción el desarrollo y la propia estructura de la vida cósmica y humana. Esa estructura se genera igualmente por la confluencia de un eje vertical -celeste- y otro horizontal -terrestre- (ejemplificados en el pavimento por las líneas transversales y longitudinales), conformando un tejido o trama cruciforme, un cuadriculado, en fin, que refleja las tensiones y equilibrios a que está sometido el orden de la creación. Asimismo, también puede equipararse la vertical al tiempo y la horizontal al espacio (el primero activo con respecto al segundo, al que moldea permanentemente), es decir, a las dos coordenadas que establecen el "encuadre" que permite la existencia de nuestro mundo y de todas las cosas en él incluidas. La idea de ese orden está ya implícito en el significado de la palabra 'mosaico', que deriva del griego museion, literalmente "templo de las musas", expresión ésta que conviene perfectamente a la Logia masónica, en donde como estamos viendo cada una de sus partes y la totalidad de su conjunto constituyen una síntesis simbólica de la armonía universal.

En medio mismo del pavimento mosaico se dispone el "cuadro de la Logia", que es un esquema sintético de todo el templo masónico, además de constituir un soporte simbólico para la meditación y la concentración. En efecto, el cuadro de la Logia, al contener en su interior el diseño de los símbolos más significativos e importantes, deviene por ello un vehículo de la influencia espiritual en la Masonería.

Antiguamente el cuadro de la Logia se trazaba directamente sobre el suelo antes de iniciar los trabajos, y era borrado cuando dichos trabajos tocaban a su fin. Esto da la medida de la importancia que tenía dicho cuadro en los ritos cosmogónicos de los constructores, pues en verdad el trazado de los diferentes símbolos constituía en sí mismo un rito destinado a "atraer" y hacer presente en el espacio significativo de la Logia las ideas-fuerza contenidas en esos mismos símbolos, y que después se plasmarían en la edificación. Aunque hoy en día en los talleres masónicos ya no se tenga la costumbre de dibujar el cuadro de la Logia, sin embargo la influencia de esos símbolos continúa estando presente, hasta el punto de que sin la presencia del cuadro los trabajos no pueden abrirse. En cualquier caso, el trazado del cuadro de la Logia es un ejercicio ritual de meditación y concentración en los símbolos que el masón podría practicar siempre que lo deseara.

Y por último mencionar que alrededor del pavimento de mosaico y del cuadro de la Logia se encuentran los tres pilares de la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza. Los pilares son también las "Tres Pequeñas Luces" de la Masonería, y a las que no habría que confundir con las "Tres Grandes Luces" ya mencionadas. Diremos que en algunas Logias los tres pilares están consagrados a la diosa Minerva (la Sabiduría), a Hércules (la Fuerza) y a Venus (la Belleza).

Los pilares son encendidos durante la apertura de los trabajos y apagados instantes antes de su clausura, lo cual lleva a pensar que, y al igual que ocurre con el cuadro de Logia, estos pilares desempeñan un papel de suma importancia en lo que se refiere al desarrollo del ritual masónico en cualquiera de sus grados. En este sentido recordaremos que el significativo nombre de "estrellas" con el que también se conocen a los tres pilares alude sin duda al carácter celeste que se desprende de su simbólica, pues es claro que se tratan de las "ideas" rectoras que han de presidir los trabajos masónicos, pues como se dicen en los rituales "la Sabiduría concibe, la Fuerza ejecuta y la Belleza adorna".

Atendiendo a lo que se menciona a este respecto durante el ritual de apertura esas estrellas deben "hacerse visibles" a fin de que esos trabajos sean "iluminados" y se desarrollen en armonía con los planes del Gran Arquitecto. Como dijimos más arriba, la penumbra en que está sumida la Logia antes del alumbrado de los pilares ejemplifican las "tinieblas" primigenias que precedieron la formación del orden cósmico, de lo que se deduce que la iluminación de la Logia vendría a representar un símbolo más de la acción del Fiat Lux, o ¡Hágase la Luz!, cosmogónico emanado de la Palabra o Verbo creador.

Considerados desde el punto de vista microcósmico, estos tres principios también representan tres cualidades o estados del alma humana, los que vividos en el interior de la conciencia hacen posible su transmutación y contribuyen, por tanto, a la edificación del templo espiritual, del cual el templo material es la figuración simbólica. Precisamente los tres pilares se vinculan respectivamente con el Venerable Maestro, el Primer Vigilante y el Segundo Vigilante, es decir con los tres principales oficiales de la Logia (llamados las "tres luces"), aquellos que se encargan de dirigir y "ordenar" los trabajos que en ella se realizan. Son estos tres oficiales los que encienden o iluminan los pilares (y también los que los apagan durante la clausura), pronunciando al mismo tiempo que esto se cumple, las invocaciones claramente alusivas a la construcción del templo interior y del templo exterior.

En el Rito Escocés Antiguo y Aceptado esas invocaciones son las siguientes:

¡Que la Sabiduría del Gran Arquitecto presida la construcción de nuestro edificio!

¡Que la Fuerza lo sostenga!

¡Que la Belleza lo adorne!

No es entonces casual que sea precisamente alrededor de este cuadro y de los tres pilares donde tiene lugar el rito de la "cadena de unión", en el que se invoca la potencia creadora e iluminadora del Gran Arquitecto, e implícitamente también la de todos los hermanos y hermanas esparcidos por la faz de la Tierra, sin olvidarnos de los antepasados que han pasado al Oriente Eterno y que contribuyeron con su esfuerzo, sacrificio y entrega a la Verdad y al Conocimiento a la edificación de la Gran Obra Universal. Y esta invocación vertical se realiza mediante la unión encadenada y fraterna de todas las fuerzas vivas presentes en la Logia, es decir de todos los componentes de la misma, que establecen así una comunicación sutil entre sus respectivas individualidades, sirviendo como soporte para la manifestación de la influencia espiritual.

Como se dice en el libro Símbolo, Rito, Iniciación. La Cosmogonía Masónica, cap. 33, y con esto ya terminamos, la cadena de unión "constituye un círculo mágico perfecto de concentración de vibraciones, un dínamo generador, no únicamente capaz de transmitir su fuerza a cada uno de los integrantes sino la de emanar a otros espacios visibles e invisibles; una forma activa de la invocación y también un encantamiento de protección para todos aquellos que tienen la gracia de participar en los misterios del Arte Sagrado, los llamados guardianes del Templo de la sabiduría salomónica, imagen de todos los templos, los que como parte de sus funciones deben saber estrechar sus filas y trabajar de modo armónico, tendiente a la perfección".

NOTAS


*
Conferencia pronunciada en una Logia de Buenos Aires, República Argentina, el 7 de Diciembre de 2000. Francisco Ariza es colaborador de SYMBOLOS: Arte - Cultura - Gnosis, codirector del Centro de Estudios de Simbología de Barcelona y director de la Revista telemática El Taller.

1 Artículo traducido en el Nº 13-14 de la revista SYMBOLOS, págs. 192-195.

2 Consideraciones sobre el ritual del Aprendiz Franc-masón. Ed. Arché Milano.

3 Federico González, La Rueda. Una imagen simbólica del cosmos, cap. VII.

LA REPRESENTACION DEL TEMPLO DE SALOMON



In deo fiducia nostra

VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA

Las historias genéricas y las especiales asignan a la institución masónica la antigüedad remota del Templo de Salomón. La magnitud para entonces colosal de la obra que la soberbia o el miedo del apodado Rey Sabio, hizo dedicar al dios de aquellas épocas, al terrible y colérico, al vengativo y sanguinario, al dúctil y caprichoso Adonaí, hubo de exigir el concurso de obreros y artífices de diversos países o regiones. El trabajo era lento, dificultoso, pesado; con pocas o imperfectas herramientas todavía para facilitarlo, y menos al tratarse de lo que habría de superar en magnificencia, riqueza y novedad a lo conocido entonces.

Falanges, multitudes de operarios acampaban en este vasto campo; y fue preciso ordenar los grupos, metodizar los obrajes, dividir las faenas, disciplinar las gentes e imponer el régimen de los expertos, de los peritos, de los maestros, de los artistas sobre los braceros o simples cooperantes.

La leyenda de Babel estaba fresca ...

Continúa en : http://los33escalonesdelconocimientomasonico.blogspot.com

martes, diciembre 18, 2007

Lenguaje simbólico y alegórico



Ramón Torres,
33º Soberano Gran Comendador Supremo Consejo Grado 33º y último del REAA para España

Revista Zénit (*) - Número 18 - Año 6007 (v.·. l.·.) http://www.scg33esp.org

Cuando una persona se inicia en masonería, se encuentra en un ambiente rodeado de símbolos en toda la logia. Vive el ritual de su iniciación, donde cada palabra, cada movimiento, cada gesto es una serie de símbolos; se encuentra el iniciado en un lugar sagrado y empieza a percibir algo distinto del mundo profano. Empieza un nuevo camino.

En este nuevo camino, poco a poco, como un chirimiri, se va calando de una nueva metodología de enseñanza, para que ese hombre bueno pueda ser mejor.

Es el iniciado quien recorre su propio camino, observa, analiza y reflexiona sobre todo aquello que se le presenta. En sus reflexiones podrá analizar los valores que se le presentan, pero además tendrá que comprender los símbolos y alegorías que va descubriendo. Para todo ello se le presentan las herramientas que facilitaran su propio trabajo.

Esta empezando el iniciado a conocerse mejor como ser individual y social.

En este recorrido comprobara su relación consigo mismo, los demás hombres, con la naturaleza y con el G:. A:. D:. U:. Armonizará la razón y los sentimientos. El hombre empieza a conocer mediante sus sentidos, reflexiona y llega a comprender que hay algo más allá de su experiencia racional. Para intentar llegar a ese más allá, hay otro modo de conocimiento, utilizando el lenguaje simbólico y alegórico.

El Diccionario de la Real Academia dice que lenguaje es el conjunto de sonidos articulados con que el hombre manifiesta lo que piensa o siente; que símbolo es imagen, figura o divisa con que materialmente o de palabra se representa un concepto moral o intelectual, por alguna semejanza o correspondencia que el entendimiento percibe entre este concepto y aquella imagen. Alegoría, dice es ficción en virtud de la cual una cosa representa o significa otra diferente; en otra acepción, representación simbólica de ideas abstractas por medio de figuras, grupos de estas o atributos.

De ello se deduce que lenguaje simbólico, es el conjunto de imágenes, figuras o divisa con que materialmente o de palabra se representa un concepto moral o intelectual, por alguna semejanza o correspondencia que el entendimiento percibe entre este concepto y aquella imagen. Representa ideas y además relaciona lo consciente con el alma. Si a ello le añadimos el concepto alegórico, observaremos tres elementos esenciales en cada símbolo o alegoría:

1º La imagen, figura o divisa, en cuanto a su forma externa. Es un significante. Es el cuerpo del símbolo.

2° El concepto moral o intelectual. Es su significado. Es el contenido del símbolo.

3° La idea abstracta. Es lo que va más allá de la razón. Es el espíritu del símbolo.

Hay que interiorizar el símbolo y proyectamos en él. Al conectar con el espíritu del símbolo e interiorizarlo, empezamos a vivir lo que hay en el hombre.

Estos tres elementos esenciales, se dan también en el conjunto del lenguaje simbólico y alegórico, que nos permitirá adentramos en una nueva fuente de conocimiento, abriendo la mente a una intuición inteligente. Pero es necesario tener presentes sus tres elementos esenciales. Hay que comprender el símbolo y no solo interpretado.

Henri Tort-Nougués señala que "los símbolos masónicos se pueden concebir y considerar como si fueran 'guías espirituales' ".

Cuando hablamos de metodología, estamos hablando del procedimiento que se sigue en las ciencias para hallar la verdad y enseñarla y es de dos maneras: analítico y sintético. Y si hablamos de masonería, será el procedimiento que debemos seguir para hallar la Verdad, el G:. A:. D:. U:.

En este camino iniciatico, nos vamos perfeccionando y al mismo tiempo vamos conociendo el lenguaje simbólico, esencial para llegar a la meta.

El pulir la piedra bruta, conlleva un cambio, lo cual requiere un contenido y un proceso.

Para el contenido, debemos planificar los objetivos, que hay que describir de forma asequible a todos y el primer objetivo es acercamos al conocimiento de lo que realmente somos como hombres. Partimos del conocimiento material del hombre, fruto de nuestra reflexión, sobre la base de datos que nos proporcionan nuestros sentidos (que no es el autentico hombre), y nos dirigimos hacia el ser que somos, espiritualidad humana.

El procedimiento en nuestro camino masónico, nos lo marca el ritual, instrumento necesario para avanzar.

La metodología, conscientes o inconscientes, nos acompañará siempre en nuestro camino como una sombra, por lo que es bueno reflexionar sobre ello y hacerlo consciente.

El camino masónico empieza en la iniciación. Se prepara al postulante para cruzar la puerta del templo, pasando del mundo profano a un lugar sagrado.

Existe la voluntad del profano en iniciarse y su confianza puesta en el hermano que le guía.

Se inicia un nuevo modo de "ver", de conocer.

Para ello es necesario irse vaciando de su anterior método de conocimiento, al iniciar el nuevo camino, y este nuevo camino iniciativo es la masonería, que solo existe en la logia; fuera de ella, está el mundo profano y en él los masones.

Dice Valentín Weigel que vivió en el siglo XVI que este nuevo modo de "ver", es un ver sagrado, que se realiza con el entendimiento, no con los ojos de los sentidos, ni con la imaginación sino con el espíritu que es el hombre mismo.

Recuerda que el templo de Jerusalén tiene vestíbulo, el mundo visible; el lugar sagrado, donde con la razón se puede ver más allá del espacio y el tiempo y lo más sagrado que solo lo ven los sabios.

Nuestro camino es para ver al autentico hombre, su espíritu humano y desde él obrar. Tenemos por tanto tres fases en nuestro camino, sigue diciendo Weigel, primero ver en nuestro interior, con imaginación; segundo ver con la razón y tercero ver con el entendimiento, sabiendo que nuestro cuerpo es la casa del verdadero hombre, la casa del alma.

Y solo conocemos según con los ojos que miremos, luego tenemos que empezar conociéndonos a nosotros mismos y en la logia esta lo que es el hombre, tanto en su microcosmos, como en su relación con el macrocosmos.

En este camino hacia nuestro interior, empezamos a conocemos, purificando nuestros sentidos, nuestra inteligencia y nuestra voluntad, disolviendo nuestros vicios y fortaleciendo las virtudes y al mismo tiempo conociendo el lenguaje simbólico que nos abre la mente hacia una intuición inteligente, el entendimiento.

Es necesario planificar nuestro camino, marcamos objetivos, comprobar su cumplimiento y ver donde estamos fallando. ¿Realmente meditamos sobre los objetivos conseguidos y donde fallamos? No hay nada más importante en nuestra vida que estar en el camino de perfección, transformando la conciencia autoritaria en conciencia humanista.

Dice Lumen "No se os pide creer; solamente se os exhorta a poner en práctica las reglas del arte y dejar que los resultados produzcan la prueba. Esto no es fe ciega, sino empirismo científico".

Contenido para el cambio

Somos una Orden iniciática o sea de auténtica transmutación personal. Somos tolerantes, pero no olvidemos que la tolerancia es un vértice cuya base está en la libertad y en la caridad. Somos una Orden filantrópica, porque el perfeccionamiento moral solo se desarrolla cuando nuestra reflexión se transforma en actos, haciendo realidad la aplicación de nuestros valores y somos una fraternidad, pero sólo seremos auténticamente una fraternidad, si tenemos en nosotros presencia del Gran Arquitecto del Universo. Todos sabemos que la masonería es un sistema peculiar de moral, que se aprende bajo el velo de alegorías y mediante símbolos.

Un sistema es un conjunto de principios, en nuestro caso los principios masónicos del G:. A:. D:. U:., el amor al prójimo, la trascendencia y el conocimiento de uno mismo, ejes y marco de referencia en nuestro camino. Pero si estos principios no los tenemos presentes en todo nuestro recorrido, nuestras reflexiones nunca nos conducirán a la Verdad. Es necesario tener siempre presencia del G:.A:.D:.U:., nuestro centro y sin esta presencia en nosotros que se manifiesta pensando, sintiendo y actuando desde el Amor, el camino que recorramos será siempre profano pero nunca sagrado y por tanto nunca podremos conocemos lo que realmente somos como auténticos hombres.

Existen unos valores (virtudes), que deben ser vividos en la óptica de la nueva luz que vamos descubriendo en nuestro interior, unos vicios que dificultan el camino. Estos obstáculos, es lo primero que debemos eliminar. Poner el acento de la instrucción masónica en estos obstáculos, es facilitar el progreso individual. Aquí, estamos hablando del contenido en el camino de nuestro perfeccionamiento.

Por tanto somos en primer lugar una filosofía moral, que traspasa los limites de la razón para entrar en lo espiritual, universal e intuitivo de los símbolos.

Tenemos una base inicialmente racional y a la vez apunta más allá de ésta. A la luz del conocimiento científico que es lo normal y comprobable, existe este otro tipo especial de conocimiento que es el conocimiento simbólico.

Nuestro objetivo es ser con el GADU. y para ello debemos tener muy claro que es el GADU., Amor.

El Ser ya Es, dice Antonio Blay, el Absoluto ya Es. No hay que llegar a Él; sólo hay que despertar a Él.

Y partimos del hombre, luego debemos conocemos. Del hombre hacia el GADU.

Cada uno debe darse respuesta de quien es y partiendo de esa respuesta, trabajar para despertar en el GADU.

La autentica libertad se obtiene cuando conocemos, no digo creemos, digo conocemos lo que realmente somos y no se conoce lo que no se ama. Amar, conocer y actuar con sabiduría, es nuestra trilogía, la cual genera una moral especial, distinta de la moral hoy existente y esta moral especial es a la que tenemos que prestar atención, tanto para con nosotros, como para con la humanidad, la Naturaleza y el GADU. En esta interrelación, está el progreso en nuestro nivel de conciencia y el fundamento de la ética.

En masonería, existen tres grados simbólicos, aprendiz, compañero y maestro y luego según el rito que se practica, están los denominados grados filosóficos, que en el REAA., van del 4° al 33°.

El masón tiene dos grandes columnas, la de la ciencia y la de la virtud, y las dos deben desarrollarse en paralelo, so pena de crecer desequilibradamente.

Veamos un ejemplo, la globalización es una realidad dado los avances técnicos, medios de comunicación, transportes, Internet etc. Su aplicación ha sido aprovechada en el mundo económico y junto a evidentes avances de bienestar en un tercio de la humanidad, ha generado pobreza y hambre en otro tercio y ello se produce porque la humanidad ha avanzado técnicamente, pero no moralmente.

Procedimiento para el cambio

En el mundo profano existe una metodología pedagógica dual, donde esta el observador y lo observado, él yo y el tu.

Con esta forma de aprender, de recibir información y conocimientos, llegamos a la masonería, donde morimos para un nuevo renacer (la prueba de la tierra).

¿En que consiste este renacer? En dejar los metales fuera del templo. Para ello iniciamos una metodología pedagógica distinta. Ya no es dual, aunque lo vemos en el suelo (pavimento de mosaico). Aprendemos mediante símbolos y el velo de alegorías, siendo la logia el microcosmos y el macrocosmos. El hombre es el microcosmos y participa del macrocosmos. Sin macrocosmos no hay hombre.

Tendemos a progresar hacia la Unidad, comprendiendo los símbolos y alegorías. Ahora debemos observándonos atentamente, conociéndonos, pero ya sin sacar conclusiones, ni comparaciones, propio de un sistema dual, sino actuando desde la armonía con todo y con todos, actuando con sabiduría, llegamos a la maestría. Con este conocimiento del silencio, eliminamos los ruidos internos y externos, tanto corporales, como afectivos o mentales, y podemos regresar a nuestro propio centro interior.

Cada paso que damos en el proceso de conocimiento, debemos observamos, ver nuestras reacciones, pero sin comparar, sin juzgar, sin querer obtener resultados. Debemos observamos desde la unidad, desde la interrelación con todo y con todos, observamos desde el Amor, conociéndonos cada día un poco mas, y no nos perfeccionamos mientras no actuamos en consecuencia. No buscamos el perfeccionamiento, él vendrá a nosotros y aumentaremos nuestro nivel de conciencia.

Cada grado es un peldaño que cada hermano debe superar; para ello debe tener muy claro el objetivo a conseguir; solo así podrá poner los medios para conseguido.

Estos medios nos lo facilita el ritual de grado, con sus símbolos y alegorías; nos da instrumentos de trabajo, para potenciarlos y usados. Solo así se alcanza la meta para pasar a un nuevo grado.

Obtener nuevos grados, sin experimentarlos, sin vivirlos, es introducir el mundo profano en un lugar sagrado y ello necesariamente creará desarmonía, poniendo en entredicho la confianza que puso el postulante en su iniciación, en el hermano que le guiaba en su oscuridad.

De todo ello se desprende que nuestra metodología de instrucción, es desde un sistema dual, y mediante el lenguaje simbólico pasamos a un sistema unitario, total, armónico, donde el Amor es nuestro centro. Solo entonces seremos realmente maestros masones. Con este nuevo conocimiento, nace una nueva moral, la moral masónica, moral para la vida no para la muerte.

Desde la nueva conciencia de un maestro masón, cada hermano elegirá su camino, su rayo que le conduzca al sol, ya que cualquier rayo elegido, recorrido con rectitud, conduce a la misma meta. Si no respetáramos estos infinitos caminos, tantos como los puntos de una circunferencia hacia la meta, estaríamos distorsionando la masonería, que en todo momento debe ser regular, pero nunca uniforme.

Realizada la interiorización del grado de M:. M:. y mientras seguimos perfeccionándonos en nuestro camino, desde la nueva luz, debemos actuar como masones en la sociedad, pero este radio de acción, cuanto más distante del centro, nos presenta nuevos obstáculos y a ello nos viene a ayudar el Supremo Consejo del REAA, con la programación de sus grados.

El filosofismo masónico, incrementa los conocimientos simbólicos y alegóricos, profundiza en los valores, conoce otros caminos iniciativos y nos mejora como ciudadanos.

Es en el filosofismo, donde analizamos los desvalores de la sociedad, causantes de la crisis que padecemos.

Cada cultura genera una orientación en el pensamiento y si hay crisis en nuestra civilización, será necesario analizar las causas de esta crisis, ya que la aplicación de determinados valores, da lugar a la realidad social.

Si analizamos nuestra realidad social, comprobaremos que desvalores son la causa de la crisis, y ayudaremos a los HH:. a ser mejores ciudadanos. Los valores explican el comportamiento social.

Los valores hay que armonizados, no subordinados, con nosotros mismos, con los demás, con la naturaleza y con el GADU, con fidelidad a la dignidad de las personas en concreto y no de forma abstracta.

El masón se acerca al GADU mediante le reflexión, con predominio inicial de la razón, fortaleciendo los sentimientos, la inteligencia y la voluntad, procurando la armonía personal, con nuestros semejantes, con la naturaleza y con el GADU y al mismo tiempo, utilizando un lenguaje simbólico y alegórico que nos desarrolla una intuición inteligente, también superior a la razón, pero que luego la ilumina, pudiendo obtener matices mas sublimes en el contenido de nuestros valores.

La masonería es una moral de vida y no de muerte.

Erich Fromm distingue tres clases de símbolos: el convencional, el accidental y el universal.

Dice que en el signo convencional, no hay ninguna relación inmanente. Significa lo que hemos acordado. En el símbolo accidental, tampoco hay relación entre el símbolo y lo que significa. Es una relación por algo que nos ha ocurrido; es una relación personal. El símbolo universal es aquel en el que hay una relación intrínseca entre el símbolo y lo que representa.

Raimon Panikkar distingue entre la hermenéutica sagrada que "es una interpretación de los hechos o acontecimientos en su sacralidad, es decir, sin reducirlos a un mundo gobernado por parámetros racionales o profanos". "La hermenéutica profana seria la que temáticamente excluiría- sin negadas necesariamente- las categorías del orden sagrado y se limitaría a dar explicaciones en función de los datos de un mundo de la razón y de "lo empírico"" y "la hermenéutica secular, o secularizada si se prefiere, puede ser, en cambio, sagrada o profana, puesto que se puede aplicar tanto al mundo sagrado como al mundo profano". "Es precisamente el fenómeno de la secularidad, como conciencia de la penetración del factor temporal en toda la realidad y por tanto en el orden mismo del pensamiento, el que nos ayuda a descubrir la relatividad (que no el relativismo) de la verdad, y por tanto de la interpretación". "El absolutismo del pensamiento solo puede conducir al absolutismo de la acción. Libramos de esta trampa sin caer en la anarquía del agnosticismo y del relativismo, he aquí el desafió de la hermenéutica de la secularizad enfrente de las hermenéuticas tradicionales".

Es necesario interiorizar nuestros valores, sin crear un sistema cerrado, que permita transmitirlos a las nuevas generaciones y se adapten a las nuevas circunstancias.

Un sistema cerrado de valores, nos puede conducir a la dictadura de la conciencia, si no se adaptan con equidad a nuevas circunstancias.

El poner el acento en la espiritualidad, contrarresta el materialismo actual. La reflexión sobre la dignidad del hombre nos acercará a un mayor humanismo.

El equilibrio de humanismo y espiritualidad es nuestra meta.

En este camino masónico, en el conocimiento de uno mismo, no se conoce en solitario, sino participando en logia, observando la interrelación con el "egregor" de la logia, su personalidad, su espíritu. Que el espíritu de la logia influya en nosotros.

De la misma manera el GADU es nuestro Oriente. La causa primera esta en nosotros y nosotros en la causa primera.

Desde la existencia que es lo que más fácilmente conocemos, a la esencia; del existir al ser.

En este proceso de conocimiento masónico, somos cada uno de nosotros los que debemos trabajar en nosotros mismos. Somos cada uno de nosotros los que observamos con atención, experimentamos y conocemos, si bien la ayuda en este camino es muy importante. No para enseñar conocimientos, pues solo cada uno se puede conocer mejor, pero si para ayudar a perfeccionar las herramientas que debemos utilizar en nuestro trabajo. Esta es la labor del instructor, el cual debe conocer las aptitudes y actitudes de cada uno a los que instruye, motivarlos, que aprecien claramente la meta de cada grado, y solo cuando conozcan el grado y lo hayan experimentado, deberá proponerse el ascenso de grado.

La instrucción es individualizada, ya que cada uno tenemos obstáculos específicos, y el instructor debe prepararse para cumplir su responsabilidad.

Para comprender lo intemporal, lo que es, utilizamos el lenguaje simbólico, observando con atención, en nosotros mismos y nuestra interrelación microcósmica, conociendo con una intuición inteligente, entendiendo.

En cada grado hay que conocer el rito, sus símbolos, la moral y el nuevo estado de conciencia, iluminada espiritualmente. Cada grado tiene unos objetivos y meta propia del grado.

El método filosófico profano, analítico, no es un método masónico. Los conocimientos en el mundo profano, son limitados por las propias limitaciones de nuestros sentidos y su razonamiento. Los valores abstractos solo pueden ser aprendidos mediante un lenguaje simbólico, que es intuitivo. Por ello la dialéctica, dice Rene Guenon "jamás debe ser mas que un medio, no un fin en si misma". Hay que salir de la lógica filosófica para entrar en la comprensión de los símbolos, que nos desarrolla una intuición inteligente. Es el camino del silencio. Trabajo con Amor.

Dice Satprem en su libro Sri Aurobindo o La Aventura de la Consciencia: "La clave del enigma no es la ascensión del hombre al cielo, sino su ascensión, aquí abajo, en el Espíritu, y el descenso del Espíritu en su humanidad ordinaria, una transformación de la naturaleza terrestre. Es esto lo que la humanidad espera: un nacimiento nuevo que coronará su larga marcha oscura y dolorosa, y no alguna salvación postmortem".

El hombre es un ser en vías de realización, el hombre tiene unas potencias a desarrollar, las cuales desarrolla y perfecciona, al dar respuesta a los estímulos de cada instante. Es en el recorrer de nuestra vida como vamos desarrollando y potenciando nuestro ser; de ahí que esté de acuerdo con Ortega y Gasset, cuando dice que "Yo soy yo y mi circunstancia". Es ante nuestro hacer, como consecuencia de nuestras circunstancias, como vamos desarrollando las potencias de nuestro ser, vamos logrando nuestro perfeccionamiento y de ahí la importancia de la vida, de ahí que el hombre, cada hombre, tenga que ser arquitecto de si mismo, debe trazar los planos de ese Templo que quiere construir dentro de si, y se construye mediante la realización concreta de nuestros actos. Así llegaremos a acercamos a ser lo que realmente queremos ser, Una Fraternidad.

Dice Luis Garagalza " Además de la percepción directa por los sentidos, el hombre dispone de otro sistema de conocimiento indirecto que hace posible la representación en su conciencia de una realidad ausente".

El cuerpo del símbolo y su contenido son objetivables, si bien el espíritu del símbolo será subjetivo, personal, vivencial e intimo de cada persona. Esta parte subjetiva es la que nos permitirá "ver" lo que esta más allá de la razón, lo que nos evoca, su sentido.

Dice Ernst Cassirer que" por "forma simbólica" ha de entenderse aquí toda energía del espíritu en cuya virtud un contenido espiritual de significado es vinculado a un signo sensible concreto y le es atribuido interiormente".

Frithjof Schuon nos indica "La dialéctica intelectual, como el símbolo sensible, es un velo transparente que, cuando sucede el milagro del recordar, se desgarra y descubre una evidencia que, siendo universal, brota de nuestro ser, el cual no seria si no fuera Lo que es".

Mircea Eliade dice que" los símbolos, mitos y ritos revelan siempre una situaciónlimite del hombre..., es decir, aquella que el hombre descubre al tener conciencia de su lugar en el Universo".Y sigue diciendo que "en la medida en que el hombre supera su momento histórico y da curso libre a su deseo de revivir los arquetipos, se realiza como un ser integral, universal".

Mediante los símbolos, como medio de conocimiento, lo interpretamos, procuramos "ver" mas allá, lo interiorizamos y procuramos elevar nuestro nivel de conciencia. Nos vamos preparando para vivenciar la espiritualidad.

Así mismo sobre la metáfora, dice H. A. Murena, " Metáfora: semejanza. Ser semejanza es ser algo que no se es totalmente, somos solo una parte de aquello a lo que nos semejamos". En la metáfora se "lleva" (fero) "mas allá" (meta) el sentido de los elementos concretos empleados para hacer la obra... .Llevar mas allá lo sensible y lo mundano significa traer mas acá el Otro Mundo".

No debe preocupamos si inicialmente el sentido del símbolo se nos presenta como un vació, como un gran silencio. Después de la oscuridad se nos ira apareciendo el contenido del símbolo. Es como si en nuestra conciencia, como si fuera un espejo, se reflejara lo ausente del símbolo.

El lenguaje simbólico nos conduce hacia lo intemporal, lo trascendente, lo absoluto. Relaciona al hombre con Dios. Es un método que nos conduce interior y exteriormente hacia la trascendencia. Es un método de conocimiento que nos conecta con las categorías (con los valores transcendentes) y los arquetipos (Tipo soberano y eterno que sirve de ejemplar y modelo al entendimiento y a la voluntad de los hombres.). Es un camino que permite mejorar los niveles de conciencia y acercamos a la Unidad, al Todo, al GADU.

Como dice Marcelino de Cisneros, el hombre esta en el umbral de lo transfinito.

En estos momentos por el que atravesamos, deseo recordar unas palabras de Pike que dice: "Decir que los grados simbólicos constituyen toda la Masonería, es sencillamente dar a esta palabra una definición arbitraria. Es como si se dijera que las partes son igual al todo. Es lo mismo que insistir en que los mandamientos de una religión la contienen toda, con lo cual no se haría más que rebajada. El significado de los tres primeros grados es oculto, y los que menos la conocen son precisamente los que claman sin cesar que fuera de ellos no existe más Masonería".

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(*) Revista Digital del Supremo Consejo del Grado 33 y último del Rito Escocés Antiguo y Aceptado para España Director: Galo Sanchez; Editor: Jesús Soriano; Consejo de Redacción: Nicolas Arcas, José Luis Lacasa, Alvaro Rodriguez, Angel Fuentes, Jaime García-Herranz, Rafael Ruiz Martos, Miguel Angel Paredes

Edita: Gran Comisión de Publicaciones. Administración: Supremo Consejo del Grado 33 y último del Rito Escocés Antiguo y Aceptado para España. Apartado de correos: 51.562 28080 Madrid España e-mail: zenit@scg33esp.org

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lunes, diciembre 17, 2007

El Rito Escocés



Por: Emilio García Gómez

Según el historiador norteamericano de la Francmasonería Albert Gallatin Mackey, el siglo XVIII vio actuar a un tal Chevalier Ramsay (Chevalier en idioma francés significa "caballero"), presbiteriano escocés educado en la universidad de Edimburgo (siendo Edimburgo, una ciudad de Gran Bretaña, capital de Escocia, que es llamada localmente como "Duneideann"), y apóstata protestante cuando decidió abrazar la iglesia de Roma. La huída de Jacobo II (Jacob II) a Francia le hizo marcharse también a él. Posteriormente se convertiría en tutor del pretendiente al trono inglés, Carlos II (Charles II), introduciéndose en los círculos de conspiradores para recuperar el trono de Escocia. La nobleza francesa aceptó de buena gana el rito que, según Ramsay, había sido traído de Palestina por los príncipes, sacerdotes, caballeros y nobles a su regreso de las Cruzadas.

Es cierto que, durante los sucesos revolucionarios que tuvieron lugar en Inglaterra y Escocia a lo largo de los siglos XVII y XVIII, muchos masones escoceses huyeron a Francia. Ello pudo haber dado origen a la popular creencia de que el Rito Escocés nació en Escocia. En realidad, hasta 1846 no se estableció un Supremo Consejo en esta región del actual Reino Unido de Gran Bretaña.

El Rito Escocés creció en Francia a partir de 1754, en el interior del seminario jesuita de Clermont, formándose un Capítulo (o Colegio) con siete grados. Existe un documento anterior de un Capítulo Rosacruz de Arras (Francia) instaurado en 1747 por Carlos Eduardo Estuardo (Charles Edward Stuart). Hacia 1758 el sistema se había convertido en un Rito de 25 grados conocido -en lenguaje jesuítico- como Rito de Perfección de la denominada Orden del Secreto Real, cuyas “Grandes Constituciones” se dictaron en 1762.

En 1761, un judío llamado Stephen Morin, miembro del denominado “Consejo de Emperadores de Oriente y Occidente”, recibió el encargo de introducir el Rito en el Nuevo Mundo. Primero lo estableció en Jamaica y Santo Domingo. Posteriormente abrió Cámaras en Nueva Orleans, U:S.A. 1763, Albany (Nueva York, 1782), Filadelfia (1782) y Charleston (Carolina del Sur, 1783), todas dichas ciudades ubicadas en territorio de U.S.A..

Se dice que de los dieciséis “Diputados Inspectores Generales” nombrados por Morin, trece eran judíos como él.

En 1786 se ratificaron las Grandes Constituciones para poner orden en la caótica situación de los grados europeos. Éstas fueron las Constituciones que trajeron “El Rito Escocés Antiguo y Aceptado”, ampliando hasta treinta y tres el número de grados, con el 33 (cifra que se representa, como el resto de los grados, con el símbolo º junto al número) como Supremo Consejo, es decir, como órgano de gobierno. Algunos historiadores alegan que las citadas Constituciones fueron falsamente atribuidas, para conferirles mayor grandeza y legitimidad, al prusiano Federico el Grande (Frederick the Great), cuya muerte tuvo lugar ese mismo año, en 1786.

En 1801 se abrió un Supremo Consejo en Charleston, U.S.A., bajo las citadas Constituciones, absorbiendo al anterior Rito de Perfección. Este Supremo Consejo emitió posteriormente certificados de autenticidad a otros Supremos Consejos. Todos los Supremos Consejos actuales se derivan, directa o indirectamente, del ya citado Supremo Consejo de la Jurisdicción Meridional de Estados Unidos.

A lo largo del siglo XIX fueron creándose nuevos Supremos Consejos en Europa y Canadá. En nuestros días hay estrechas relaciones entre aproximadamente 40 Supremos Consejos distribuidos por todo el mundo, incluyendo las cuatro Grandes Logias Nacionales de los países escandinavos.

La denominación “Rito Escocés Antiguo y Aceptado” nació en 1804 a partir del convenio entre el Supremo Consejo de Francia y el Gran Oriente de Francia. En 1859, guiado por el Gran Comandante y renombrado escritor masónico norteamericano Albert Pike, el Rito Escocés se extendió por Estados Unidos de Norte América y el resto del mundo. La palabra “escocés” también ha sido relacionada con uno de los grados del antiguo Supremo Consejo.

Según la abundante literatura existente y el uso extendido, al Rito Escocés se accede tras completar los tres primeros grados simbólicos –Aprendiz, Compañero y Maestro- en la llamada logia simbólica o Logia Azul. El Rito incluye los grados 4º al 32º, cada uno de los cuales ostenta un título* (ver denominaciones abajo). Sus miembros se reúnen en “Valles” y se organizan de cuatro formas: Logia de Perfección (grados 4º al 14º), Consejo de los Príncipes de Jerusalén (15º-16º), Capítulo Rosacruz (17º-18º) y Consistorio (19º-32º).

El grado 33º se confiere anualmente en una reunión del Supremo Consejo del Grado 33 a un número selecto de Masones del Grado 32º que han demostrado en su modo de vida el verdadero significado de la palabra fraternidad. La edad biológica de quien recibe el grado 33º debe ser igual o superior a 33 años. El grado 33º es un grado honorífico concedido en reconocimiento de los servicios prestados a la Francmasonería o a la Comunidad.

A un profano, o a un iniciado, y a muchos Maestros Masones desinformados esta presentación jerárquica les puede parecer que quienes obtienen uno de esos treinta grados adicionales poseen un rango superior. Sin embargo, el principio más firme de la Francmasonería universal es que no hay grado superior al de Maestro Masón. Los grados 4º al 32º señalan un nivel de conocimiento, una ampliación de los trabajos de la Logia Simbólica, lecciones que se enseñan por medio de alegorías dramatizadas. Estas enseñanzas se han extraído de episodios bíblicos y acontecimientos históricos más modernos. Los practicantes o miembros –todos Maestros Masones de buena reputación- utilizan ropajes en consonancia con los personajes que representan.

La mayoría de los Supremos Consejos y sus cuerpos subordinados suelen reconocer la supremacía de las Grandes Logias Simbólicas y los Grandes Maestros en sus respectivas jurisdicciones.

Grados del Rito Escocés

Logia azul
1º Aprendiz
2º Compañero
3º Maestro

Logia de Perfección
4º Maestro Secreto
5º Maestro Perfecto
6º Secretario íntimo
7º Preboste y Juez
8º Intendente de Edificios
9º Maestro Elegido de los Nueve
10º Ilustre Elegido de los Quince
11º Sublime Caballero Elegido
12º Gran Maestro Arquitecto
13º Caballero del Real Arco
14º Gran Elegido y Perfecto Masón

Consejo de los Príncipes de Jerusalén
15º Caballero de Oriente o de la Espada
16º Príncipe de Jerusalén

Capítulo Rosacruz
17º Caballero de Oriente y Occidente
18º Caballero Rosa Cruz

Consistorio
19º Gran Pontífice o Sublime escocés
20º Venerable Maestro de Todas las Logias regulares
21º Patriarca Noaquita o Caballero Prusiano
22º Caballero de la Real Hacha o Príncipe del Líbano
23º Jefe del Tabernáculo
24º Príncipe del Tabernáculo
25º Caballero de la Serpiente de Bronce
26º Príncipe de la Merced o Escocés Trinitario
27º Gran Comendador del Templo
28º Caballero del Sol o Príncipe Adepto
29º Gran Escocés de San Andrés
30º Gran Elegido Caballero Kadosch
31º Gran Inspector Inquisidor Comendador
32º Sublime y Valiente Príncipe del Real Secreto

Supremo Consejo del Grado 33
33º Soberano Gran Inspector General

MASONERÍA ESOTÉRICA



Los antiguos masones conocieron, además del aspecto exterior o formal de la masonería y de las prácticas sagradas, una enseñanza paralela interior o esotérica que se daba únicamente a los que se reputaban moral y espiritualmente merecedores y maduros para recibirla.

El aspecto esotérico de la masonería –conocida exotéricamente por los profanos- lo suministraban especialmente los llamados Misterios (palabra derivada de "mysto", término que se aplicaba a los neófitos, y que significa etimológicamente reservado o secreto, refiriéndose evidentemente a la obligación de ocultarlo, sellada por juramento, que se le pedía a todo adepto), de los cuales la Masonería esotérica puede considerarse como legataria y continuadora, por medio de las corporaciones de Constructores y otras agrupaciones místicas que nos transmitieron su Doctrina.

Esta Doctrina Interior –esotérica y oculta- es esencialmente iniciática, por cuanto se alcanzará únicamente por medio de la iniciación, es decir ingresando a un particular estado de conciencia (o punto de vista interior), pues sólo mediante él puede ser entendida, reconocida y realizada.

La Doctrina Interior ha sido siempre y sigue siendo la misma para todos los pueblos y en todos los tiempos. En otras palabras, mientras para los profanos (los que se quedan delante o fuera del Templo, es decir sujetos a la apariencia puramente exterior de las cosas) ha habido y hay diferentes religiones y enseñanzas, en aparente contraste las unas con las otras, para los iniciados no ha habido ni hay más que una sola y única Doctrina, Deísta Enseñanza: la Doctrina Madre Ecléctica o Religión Universal de la Verdad, que es Ciencia y Filosofía, al mismo tiempo que Religión.

De esta enseñanza iniciática, esotérica y universal, común a todos los pueblos, las razas y los tiempos, las diferentes religiones y las distintas escuelas han constituido y constituyen un aspecto exterior más o menos imperfecto e incompleto. Y las luchas religiosas siempre han caracterizado aquellos períodos en los cuales por la inmensa mayoría de sus dirigentes, fue perdida de vista aquella esencia interior que constituye el Espíritu de la religión, comprendiéndose únicamente el aspecto profano o exterior. Pues el fanatismo siempre ha sido acompañante de la ignorancia.

domingo, diciembre 16, 2007

El Cubo y la Esfera



Más que a la Masonería, esta dualidad concierne genéricamente al mundo mágico de los símbolos. Si la hemos incorporado a esta sección es, fundamentalmente por que la Piedra cúbica es un símbolo Masónico por excelencia. Sin embargo, es más difícil percibir el símbolo de la Esfera en las Logias; si bien su representación plana, el círculo ocupa un lugar importante, para entrever la Esfera hay que recurrir a ornamentos que la incorporan: la esfera armillar, por ejemplo, aparece en algunas Logias como símbolo del cosmos sobre las columnas J:. y B:.; en otras representaciones Masónicas representa al huevo filosofal situado sobre una peana componiendo ambos elementos lo esencial del atanor de los alquimistas. Así puede vérsele en Barcelona en el frontispicio de la Casa Xifré, detrás de Urania y en los Jardines del Laberinto cerca del estanque, construcciones ambas de indudable inspiración Masónica.

La más estable de todas las formas, el Cubo, se opone visiblemente a la más móvil de las figuras geométricas. El Cubo parece sugerir inamovilidad, apoyado en cualquiera de sus seis caras, es el símbolo de estabilidad completa, pero también de materialidad. La Esfera, por el contrario, al poder girar libremente hacia cualquier dirección, es una forma completamente dinámica y, considerada, como la más perfecta parábola material de la misma esencia divina. Orígenes de Alejandría decía que las almas cuando entran en el Paraíso lo hacen rodando, "pues la Esfera es el más perfecto de todos los cuerpos".

Esta asimilación de la perfección a la Esfera deriva de sus características geométricas. Existen en ella elementos que la hacen completamente diferente al resto de los poliedros regulares. Por de pronto cada uno de los puntos de su superficie dista lo mismo del centro; esto ya implica regularidad y orden. Pero al mismo tiempo existe en esta figura una paradoja. En sí misma, la Esfera procede de la irradiación de un punto central hacia el exterior, como una explosión. Cada punto de la superficie no es sino un punto unido por un radio al centro, lo que, en otras palabras, quiere decir que el centro contendrá el mismo número de puntos que la superficie exterior, es decir, infinito número de ellos. La paradoja estriba en que, por una vez, en geometría, el cero y el infinito son una sola y misma cosa. Por eso la Esfera remite al mundo espiritual.

El proceso de formación de un Cubo es sensiblemente diferente. Un punto en desplazamiento genera una línea recta, una línea recta, a su vez, desplazada, genera una superficie y esta un volumen. La proyección de cada una de las caras del Cubo así constituido, marca las seis direcciones del espacio; siendo la séptima el propio Cubo de origen.

Todas estas asimilaciones fueron tenidas en cuenta por arquitectos de muy diferentes culturas. Frecuentemente se ha repetido que el mundo espiritual sería imposible de manifestarse sino fuera la perspectiva de facilitar el acceso al mundo luminoso y superior. Esta complementariedad de ambos órdenes de realidad se muestra en las construcciones árabes tradicionales formadas por una semiesfera superpuesta a un Cubo; éste último representa a la tierra y la semiesfera al cielo; así mismo en los ábsides de las pequeñas iglesias románicas es frecuente ver como están cubiertos por un cuarto de Esfera que, para acentuar su asimilación al cielo, está incluso pintado de azul y motejado de estrellas.

El Cuadrado y el Círculo, a pesar de ser figuras trazadas de diversa forma, aun siendo opuestas en sus significados y calidades, siempre terminan por ser relacionadas entre sí. Uno de los problemas matemáticos que se han mostrado irresolubles a lo largo de los siglos es el de la cuadratura del Círculo, problema que va más allá de lo estrictamente matemático: relacionar Cuadrado y Círculo (Cubo y Esfera), equivale a reconstruir una síntesis originaria superior a cada una de las partes. Pero, si bien el problema matemático no tiene solución, no ocurre lo mismo desde el punto de vista geométrico, existiendo distintas variantes para encontrar un Cuadrado cuya superficie equivalga a la de un Círculo. Uno de los métodos para resolver este problema consiste en trazar una vésica piscis (símbolo prístino de la dualidad ), desde cuyos extremos el Cuadrado simétrico es aproximadamente idéntico al del Círculo a partir del cual se traza.

Una de las personalidades que conocía esta resolución geométrica era el prominente Masón barcelonés, Ildefonso Cerdá, planificador del Ensanche barcelonés en cuyos octógonos dejó constancia del conocimiento de esta fórmula practicada en su tiempo por los Maestros Masones. Las famosas manzanas barcelonesas son el testimonio de una sabiduría que el devenir del tiempo no logra erradicar.

LOS HICSOS Y LA MASONERIA



Son muchas las leyendas e historias sobre el origen de la Orden, unas con cierto fundamento y otras no tanto. Llama nuestra atención, una de ellas en particular: la de los Hicsos. Por algunas de sus citas, creemos que puede ser probablemente real.

Se trata de una teoría del escritor Tom Valentine, escrita en uno de sus libros: "La Gran Pirámide". En resumen, Valentine acredita que en la antigüedad, millares de años antes de Cristo, al contrario de lo que se supone, existía un pueblo altamente civilizado, principalmente adelantado moral e intelectualmente, ellos eran los Hicsos o Reyes Pastores, quienes se infiltraban entre los pueblos de Egipto, provenientes de la región que conocemos como Etiopía, apoderándose del gobierno sin violencia y realizando varias alteraciones sociales.

Eran pedreros y artesanos excepcionales, su tribu comprendía varias familias, gobernado cada clan por un hombre sabio e ingenioso, el patriarca. Estos patriarcas, eran los ancianos responsables por la preservación del saber. Descendían de una civilización más antigua aún, llamada MU, razón por la cual eran dominados Mussons, siendo ellos los guardianes del Arca del Testimonio, o Arca de la Alianza.

La pronunciación de la palabra Musson, en Egipto, equivaldría a masones, pero mas que eso, por su propio modo de vivir, los mussons, difundían su filosofía de vida, que era el esfuerzo para la perfección humana, acreditando que por la práctica de la virtud todo hombre era capaz de alcanzar la perfección.

No intentaron introducir una nueva religión en el Valle del Nilo, sabiendo de la existencia de creencias ya tradicionales, las cuales sería imprudente alterar. Entretanto, lanzaron nuevas concepciones sobre la naturaleza humana en una serie de papiros egipcios que se conservan en el Museo del Cairo, denominados como "EL LIBRO DE LOS MUERTOS".

Habían sido ellos los responsables por la construcción de la "Gran Pirámide de Gizé" que hoy en día desafía a la ciencia por la perfección de su construcción. Este monumento había sido construido para que el hombre pudiese alcanzar la "Luz Gloriosa".

Antes de desaparecer tan misteriosamente como surgió, este pueblo dio origen a una sociedad llamada "Herméticos", que permaneció con la misión de sellar y guardar el "Arca de la Alianza". Uno de sus integrantes fue José, otro Moisés y finalmente se habla de que Jesús, también descendía de los "Herméticos", pueblo que tenía descendientes entre los ESENIOS. Trátase, solamente de una suposición, una teoría mas, pero tan profundamente interesante, que es merecedora de mayores y más cuidadosas investigaciones y estudios.

Orlando Dionisio Ribeiro Filho

LA LIBERTAD Y LA VERDAD



En la filosofía masónica tenemos preceptos y normas disciplinarias tendientes a regular el criterio de los individuos a fin de que éstos no se pierdan en un mar de confusiones y puedan hacer sus exposiciones lo más nítidamente posible; basado en los anteriores conceptos, me estoy permitiendo hacer una transcripción de uno de ellos, el cual me servirá de preludio al trabajo medular que pongo a vuestra consideración y buen entendimiento. Este pensamiento es: "Para razonar es indispensable y condición necesaria la definición de los términos, pues de lo contrario nuestro razonamiento sería confuso y no llegaríamos a una conclusión lógica y de verdad".

Como claramente se podrá advertir, si entendemos la anterior sentencia, que para hablar de cualquier asunto es necesario conocerlo con propiedad a fin de exponerlo con toda veracidad y, además, que sepamos definir los términos o las palabras que vamos a utilizar para que así se pueda entender lo que deseamos decir. Pues bien, a riesgo de que no exprese claramente lo que yo entiendo del tema que pretendo esbozar, permítaseme en primer término, definir los conceptos que en este trabajo emplearé:

LIBERTAD.- Poder de obrar o de no obrar, o de escoger, derecho que uno se toma.

TRILOGIA.- Conjunto de tres obras dramáticas cuyo tema tiene entre sí cierto enlace.

TRIADA.- Conjunto de tres unidades, de tres personas.

AUTOCRACIA.- Gobierno en el cual un sólo hombre reúne todos los poderes (dictadura).

AUTOCRATA.- Persona que ejerce autoridad ilimitada.

ESENCIA.- Lo que constituye la naturaleza de una cosa.

COSMOS.- El mundo, el universo.

EGIDA.- Protección de defensa.

PSICOLOGIA.- Parte de la filosofía que trata del alma, sus facultades y operaciones.

La trilogía Masónica, base y esencia de una de las más antiguas Instituciones que han perdurado a través del tiempo pese a los embates a que ha sido sometida, está cimentada y constituida bajo la égida de la LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD. En esta noche deseo hablar sólo de la LIBERTAD y en otra ocasión, si las circunstancias me son propicias, trataré de complementar este trazado abordando las otras dos cuestiones.

Hemos dado a conocer el significado tradicional de la palabra LIBERTAD y está asentado como "EL PODER DE OBRAR O DE NO OBRAR, O DE ESCOGER; DERECHO QUE UNO SE TOMA". Sin embargo, en este asunto tan escabroso llegaremos a una de las más viejas y debatidas opiniones que vierten, a manera de interrogante, la religión, la política y la psicología y es ésta: ¿Es el hombre un alma libre, un ser libre, un pensador libre?.

Quienes contestan esta interrogante, lo hacen con dos creencias opuestas entre sí; Hay quienes claman y predican abiertamente que el hombre es LIBRE en pensamiento, en acción e igualmente en existencia. Hay otros que creen que el hombre NO ES LIBRE, QUE ES UN ESCLAVO del fanatismo, de las circunstancias, de su ambiente, e igualmente esclavo de Dios y de sus dictados.

Apartándonos completamente de esas opiniones tan definidas y particulares, se precisa que retrospectiva e internamente hagamos un análisis sereno de cuál es nuestra propia condición y determinar de por sí solos, si somos hombres libres o estamos subyugados. Solamente así, tratando de esclarecer internamente nuestro pensamiento y expresando nuestras opiniones sobre este asunto, es como podremos realizar completamente lo que hemos creído en el pasado sobre el debatido punto de la LIBERTAD, para llegar a la mejor comprensión.

El hombre no ha nacido ni libre ni esclavo. El hombre nace esencialmente sin elección, pero con la habilidad de elegir para ser libre o esclavo. Pero desde el preciso momento de su nacimiento, esta condición comienza a modificarse. Mientras es niño, el hombre es esclavo de las reglas autocráticas y dictadas de dos mentes: la mente humana de los padres y la mente Cósmica, o como se llama comúnmente, las leyes de la Naturaleza. La regularidad con que el infante de condiciones normales se alimenta, duerme, le funciona su corazón, intestinos y demás órganos, prueba que alguna suprema ley de la Naturaleza está dirigiendo autocráticamente sus asuntos. Por otra parte los padres, con todo, también ejercen una influencia autocrática dirigiendo o escogiendo qué alimentos debe comer, cuando debe bañarse al niño, dónde debe dormir y otros aspectos de la vida del niño. Todo esto nos debe probar que el hombre, siendo un niño de escasos meses de nacido, es un ESCLAVO de la autocracia tanto interna como externamente. Pero, conforme crece el niño, día a día, empieza a ejercer de varios modos sus poderes y facultades de elección; se manifiesta en la selección o preferencia de ciertos alimentos, de ciertos períodos de sueño, ciertas posiciones de su cuerpo al dormir y otros aspectos de su vida.

Algunos principios de la Psicología hacen referencia al desarrollo gradual del niño, desde la no elección hasta la libertad de elegir algunas cosas y estos cambios se incrementan o modifican cada semana; prefieren el color rojo a cualquier otro color; les agrada los objetivos brillantes y relucientes a los opacos u obscuros; les agrada el movimiento más que la inmobilidad; etc.

Así vemos que el niño, en las distintas etapas por las que atraviesa, ejerce una preferencia o selección para ciertas cosas y, además, su poder voluntario para pedir lo que escoge o lo que piensa que prefiere, haciendo abstracción absoluta de los deseos muy particulares de sus progenitores.

Después viene el período de desarrollo de aquello que el individuo llama su derecho para pedir y seleccionar. Haciéndose más tarde un adulto, llega a lo que se llamaría un agente libre, con el derecho, poder y facultad para escoger o rechazar, para pedir o aceptar, para actuar; esto es lo que podríamos llamar pensamiento libre en su análisis final.

Debemos considerar que las ideas y preferencias vienen del exterior o de nuestro interior y constituyen orientaciones o impulsos en nuestra mente; y si admitimos esos impulsos probamos con ello que tenemos la libertad de elección entre impulsos de varias clases, pero permanecemos esclavos -verdaderos esclavos- de los impulsos y deseos.

Dado que el hombre tiene la facultad de razonar de modo que pueda hacerlo considerando los impulsos y hacer la debida elección, debemos cuidarnos de que nuestras decisiones no estén basadas en las voces del exterior, pues debemos recordar que hemos sido educados sólo en aspectos materiales y hasta falsamente, siendo, por tanto, un esclavo del materialismo y no el agente libre que piensa que es.

Si admitimos que el ser humano es esencia o chispa del Gran Arquitecto del Universo y somos microcósmicos de esa Inteligencia Suprema, debemos confiar en nuestra propia mente y no desviarnos de esa inteligencia que internamente tenemos.

Para ser un verdadero agente libre, no nos apoyemos en los razonamientos que nuestra mente objetiva nos dicte, pues podríamos incurrir en apreciaciones y decisiones erróneas; debemos ante todo, hacer una selección rigurosa de nuestros impulsos y deseos y determinar, en ciertos momentos, si la selección que hemos realizado se debe al resultado de la recomendación de alguna persona o estado pasajero o si ésta viene desde dentro como intuición o "corazonada".

Para conocernos a nosotros mismos y saber definitivamente si somos capaces de utilizar la libertad de pensar y elegir, hagamos nuestras selecciones de criterio utilizando la guía de nuestro ser interno que sólo él es capaz de conducirnos hacia la meta suprema de la LIBERTAD Y LA VERDAD individual absoluta.

Apolinar Saldivar Garza

El Templo Simbólico



Todos sabemos de la capacidad de la imaginación reactiva. Cuando se nos menciona un Templo, inmediatamente pensamos en una estructura perfecta, sólida, una gran fortaleza, con una construcción llena de arquitectura, perfecta en sus terminados, con unos cimientos enormes, con una estructura de piedras unidas una a otras, perfectamente labradas y acomodadas una seguida de la otra, a donde acuden infinidad de personas para el auxilio de su alma y profesar una religión.

Si mencionamos el tiempo de construcción y la forma de su construcción, imaginamos el esfuerzo tan pesado, el tiempo tan prologando que se llevo para poder ejecutarlo en esa perfección.

Analizando, sabemos que el Templo es un edificio material, un lugar en donde se pueden y se deben realizar actos diversos acorde a cada religión. Para nosotros los Mas.:, también llamado taller.

Me refiero mis QQ.:HH.:que por no tener un hermoso templo con todas las comodidades y lujos, se va a desarrollar un trabajo digno. Si bien es cierto, siempre se requiere de un templo para la realización de trabajos. Este templo debe tener lo mínimo necesario para poder llevarlos a cabo.

En cuanto a la Mas.:se refiere, el templo material, llamado, simbólico por la cantidad de estos que en él existen para lograr la ciencia de la Moral velada por alegorías e ilustrada por símbolos, los cuales tenemos que conocer y saber emplear.

Existen templos formidables, enormes con estructuras pero ya abandonados, existen templos de igual magnitud que aun funcionan, pero sin sentido ni orientación de lo que sus participantes desean, acuden solo por compromiso, por lo tanto, esto significa que la grandeza del Templo y el tamaño, en nuestro medio, no es proporcional a la calidad de los trabajos que en él se realizan.

Reflexionando, la Mas.:nos enseña la moral mediante alegorías ilustradas por símbolos, refiriendo lo material a un sentido espiritual, procediendo en forma activa y especulativa o sea que va del arte a la ciencia.

Nos enseña que el arte activo sea simbolizado en una deducción intelectual, debemos pues adoptar el Templo material a la ciencia del simbolismo y sus fundamentos.

El Mas.: manual, construía sus templos basándose en los libros de arquitectura, cortaba y pulía las piedras dándoles belleza, estabilidad y solidez, para terminar el Templo. Para esto utilizaba instrumentos sencillos y apropiados como es el Martillo, la Regla y el Cincel, así como de la Piedra informe.

El Mas.:la labraba y pulía hasta convertirla en piedra dispuesta para ocupar un lugar en el Templo.

Al referirnos a labrar la piedra tosca e informe, los Mas.:debemos recordar lo que fue nuestra imperfección en el mundo profano, nuestra ignorancia y falta de dominio en cuanto a los vicios.

Al referirnos a labrar la piedra y pulirla, debemos agradecer tener la capacidad que nos da el ser Mas.:para perfeccionarnos y engrandecer nuestra inteligencia, adquiriendo conocimientos y dominio de uno mismo.

De tal manera que la piedra trabajada, pulida y tallada, acaba por ocupar un lugar en el Templo, esto significa que es un símbolo de perfeccionamiento moral para él Mas.: en unión y con fraternidad, una piedra no hace un Templo.

Debemos considerar y es nuestra obligación, hacer del templo un símbolo del cuerpo, labrando y perfeccionando nuestra alma y nuestro ser, tallando la piedra que somos para lograr nuestro templo individual y poder adaptarnos uno tras otro, haciendo la fortaleza del Templo material, llegando a lo general.

Requerimos todos QQ.:HH.:de pulir nuestra imperfección, para lograr ser hombres de bien y ensamblar uno con otro a la perfección, logrando ese gran monumento colosal con cimientos enormes y terminados arquitectónicos bellos, llamando: Nuestro Templo Simbólico.

Es cuanto.

M.:Mas.: Hiram