domingo, julio 31, 2005

La flauta mágica

El teatro Real despide la temporada con la expectación que ha generado la ópera de Mozart

JESÚS RUIZ MANTILLA - Madrid

El sonido libre de La flauta mágica, la ópera de las mil incógnitas, todas aún abiertas, despide este año la temporada del teatro Real. La última obra maestra de Mozart, escrita con el soplo de la muerte en el cogote, confundida con los compases de su Réquiem y estrenada en un teatro de los suburbios de Viena en 1791, sigue con toda su batería de sugerencias al aire y ha sido explorada por Jaume Plensa y La Fura dels Baus, creadores del montaje estrenado ayer en Madrid, con dirección musical de Marc Minkovski. "Esta ópera representa la pureza y la búsqueda de la libertad", afirma Plensa.

Quizá porque fue concebida en un catártico fin de siglo, quizá porque iba preñada de las ideas que iban a alumbrar un nuevo mundo y que todavía hoy suenan a vigente y revolucionaria utopía, La flauta mágica es una de las óperas más misteriosas, más enigmáticas, más abiertas y más eternamente vigentes de la historia del arte universal.

Ni Mozart ni Emanuel Shikaneder fueron conscientes cuando componían la música y el libreto que esta lucha aparentemente infantil y de fábula del bien contra el mal, de la luz contra las tinieblas, iba a seducir a los públicos de tres centurias. Ahora, esta ópera, que a su vez es un tratado de filosofía, ha retado la imaginación de las mentes siempre inquietas de La Fura dels Baus y Jaume Plensa.

El grupo teatral y el artista plástico colaboran desde hace 10 años en montajes operísticos -cuatro hasta la fecha-, un género que conciben, según ellos, desde un punto de vista clásico. "Sí, porque en sus orígenes la ópera era un arte revolucionario, transgresor y contracorriente que después, con los años, ha sido secuestrado y ha ido cayendo en las garras de un público acomodado, aburguesado y conformista", dice Plensa. Es decir, que, para ellos, la luz del sumo sacerdote Sarastro ha sido vencida por las tinieblas de la Reina de la Noche.

Contra eso vale la pena luchar, pero ellos, que se han permitido ciertas licencias, como la de sustituir las partes recitadas del original por unos textos actuales de Rafael Argullol, han querido ser acompañantes de la obra más que intérpretes. "Intentar saber qué pretendían sus autores hubiese sido muy atrevido por nuestra parte", afirma Alex Ollé, de La Fura. "No queríamos hacer nada propio, intentar que una realidad paralela circulara alrededor de la música y que fuera ésta la que destacara sobre todas las cosas".

Por supuesto, han querido plantear los grandes temas que encierra la pieza, pero quizá con matices propios de una visión que considera esta creación genial como algo "esencialmente revolucionario y con una intención política muy fuerte", afirma Plensa. No en vano se trata de una pieza iniciática plagada de símbolos de la masonería y planteada con personajes con cometido que acompañan a los protagonistas, Tamino y Pamina -interpretados por Toby Spence y María Arnet-, en su búsqueda y que han quedado en la imaginería del arte universal, como el pajarero Papagueno (Brett Polegato y Gabriel Bermúdez), el sacerdote Sarastro (Daniel Borowski) y la pérfida Reina de la Noche (Erika Miklósa). "Más que una ópera de camino iniciático es una búsqueda de la libertad", afirma Plensa.

Una búsqueda que los autores del montaje han situado en el cerebro: "El lugar más salvaje del cuerpo, el que está fuera de control", dice Plensa. Y una libertad que debe ser reconstruida por el hombre nuevo, parido en ese templo de la luz y regenerado por un nuevo aire y una pureza alejada de la superchería y muy próxima a la sabiduría.

"La pureza es la clave", explica Plensa, mientras muestra el escenario desnudo del teatro Real horas antes del estreno, con grandes lonas hinchables esparcidas por el suelo. "Eso es, un escenario desnudo, que se va poblando con elementos hinchados por aire, que en esta ópera no es un elemento casual", cuenta el escenógrafo. Porque el aire es también el que hace sonar la magia de la flauta, alumbradora de un nuevo mundo.

Viene bien una ópera así para un tiempo ausente de muchas referencias. "No hay modelos y la gente los busca", afirma Ollé, sin pretender que sus palabras suenen más a discurso apocalíptico propio de un papa, que al de alguien preocupado por el rumbo de ciertas cosas. Lo de los modelos lo apoya Plensa con una anécdota: "Cuando a Rodin le encargaron una escultura de Balzac, lo primero que hizo fue llamar a su sastre para que le diera sus medidas", dice. Se refieren a modelos sobre los que poder medir para luego construir.

Y La flauta mágica los ofrece en su aventura inagotable, en su riqueza inmensa y siempre iluminadora.

EL GENIO DE SALZBURGH

Wolfgang Amadeus Mozart, nació el 26 de Enero de 1756 en la ciudad de Salzburgh, Austria. Desde muy temprana edad se reveló como un prodigio de la música. Contaba apenas tres años de edad y ya buscaba armonías en el piano; a los siete años y durante diez más, fue llevado por su padre, músico también, a realizar giras por toda Europa, presentándolo en los más importantes escenarios. Leopoldo Mozart supo manejar con habilidad la carrera artística del Genio.

A los doce años, Mozart compuso su primera Opera, "Bastian y Bastiana", del género cómico, la cual todavía es aplaudida. En su corta existencia, 35 años, produjo una extensa y maravillosa obra en la cual cultivó todos los géneros musicales, y es así como su profusa creatividad cuenta con 35 sonatas para piano y violín, 17 para piano, más de 50 conciertos para piano y violín, 26 cuartetos para cuerdas, más de 40 sinfonías, 6 óperas, misas y un requiem, escapándoseme algunas obras más.

La música de Mozart, se ha dicho, al escucharla parece fácil, pero en realidad es de las más difíciles para sus intérpretes. El mismo compositor solía decir: "La gente se equivoca cuando cree que me ha sido extremadamente fácil adquirir mi arte; puedo aseguraros que nadie se ha esforzado tanto en el estudio de la composición y que sería muy difícil encontrar un compositor célebre que yo no haya estudiado con aplicación y a menudo, más de una vez de arriba a abajo...".

Wolfgang Amadeus Mozart, se inició en la Masonería el 14 de Diciembre de 1784 con el grado de Aprendiz, en la Logia Vienesa "POR LA BENEFICENCIA", siendo su Venerable el Barón Otto Von Gemminger-Hombarg, al que había conocido en 1778 a su paso por Mannheim, cuando se dirigía a París. Este benemérito escritor, traductor y admirador de Rousseau y de Diderot, fue el contacto de Mozart para ingresar a la Orden. Tanto Von Gemminger como Von Sickingen, relacionaron en Francia al Compositor con otro músico y Masón, Franccis-Joseph Gossec.

A partir de la fundación de la Gran Logia de Inglaterra, en Londres, el 24 de Junio de 1717, bajo los auspicios de San Juan Bautista, la Masonería había experimentado una rápida expansión, no solo en Europa sino también en América.

A pesar de la Bula Papal de 1738, que la condenaba, la Francmasonería fue en un principio tolerada y posteriormente admitida en Austria, fundándose la primera Logia Vienesa en 1742.

La Orden era el punto de encuentro perfecto para la elite intelectual de la época. Inspirada por tradiciones provenientes del Cooperativismo medieval y más concretamente con las de los Arquitectos y Albañiles, así como de los Ritos Iniciáticos que se remontaban a la antigüedad Egipcia, la Masonería estaba abocada a suscribir las ideas humanistas del siglo de las luces. Generosas ideas que tenían por finalidad la felicidad de la humanidad, no podían menos que seducir a un ser tan sensible como Mozart.

En realidad el músico, ya desde tiempo atrás había estado en contacto con Masones, pues en 1767, en Viena, compuso el Lied "Andie Freude" sobre un texto Masónico, en agradecimiento al médico que le curó las viruelas.

Tanto Gebler, Von Gemminger, Legros, director de conciertos espirituales de París, Von Swieten y el sabio Von Born encausaron su vida y le ayudaron a recorrer el camino hacia su Iniciación, la cual tuvo gran acogida ya que el 7 de Enero de 1785, a sólo un mes de ingresar, se convertía en Compañero y el 22 de Abril del mismo año era exaltado al Grado de Maestro.

Gracias a su amor por la Masonería, ingresaron a su Logia Joseph Haydn, el 11 de Febrero de 1785 y Leopoldo, su padre, en Marzo del mismo año.

Ya como miembro de la Orden, su obra musical encausada a la Francmasonería es muy prolífica, contándose entre sus grandes obras Masónicas, las siguientes:

Pequeña Cantata Masónica – KV-623,
Lied – KV-623A,
Thamos – KV-345,
Oda Fúnebre Masónica – KV-477,
Música Fúnebre Masónica - KV-479A, y su
Requiem.

Así mismo, debo destacar su obra cumbre, "La Flauta Mágica" K-620, obra construida sobre una intriga y frívola en apariencia, que no es más que una serie de pretextos a las moralidades que constituyen su esencia. La última ópera de Mozart es, sin duda, la más importante, a pesar de su carácter enigmático. Es a la vez una farsa destinada a divertir al pueblo de los suburbios de Viena y un oratorio Masónico a medida del sueño que lleva en sí, sueño de amor y de belleza, visión de un paraíso que hay que conquistar por el sufrimiento.

La historia interna de la génesis de la Flauta Mágica, está rodeada de una misteriosa oscuridad. Conocedores como somos, de los vínculos de su acción con respecto a ideas, símbolos y prácticas de la Orden Masónica y del deber de discreción que obliga a sus miembros, y siendo Mozart Masón, se pueden aclarar los enigmas y encontrar el camino hacia la comprensión de su ópera.

Sin duda alguna, las aspiraciones humanas de los Francmasones, su lucha contra la superstición y contra la estrechez de conciencia, los principios de ayuda mutua e igualdad fraterna, se ganaron vivamente el sensible corazón de Mozart.

El enigmático Ceremonial de la Orden, el importante papel de la música seria en sus prácticas y ceremonias hicieron lo demás, cautivando la fantasía artística del músico, de ahí que su gran Opera sea un clamor solemne cargado del simbolismo de la Iniciación Masónica.

Tanto amó y honró, Mozart, a su Logia y a la Orden, que sus últimos pensamientos fueron para la Francmasonería, dedicándose a componer su Requiem, el cual quedó desafortunadamente inconcluso. Precisamente durante los últimos años de su vida será junto a sus Hermanos Masones, donde encuentre el consuelo intelectual, material y moral que le eran tan necesarios.

Wolfgang Amadeus Mozart, finalmente deja de existir en Viena el 5 de Diciembre de 1791 agobiado por las penurias económicas y fue enterrado casi en el anonimato, en una fosa común, debido a que su esposa Constanza se hallaba enferma y dos amigos que quisieron acompañar el féretro, tuvieron que devolverse a causa de un torrencial aguacero.

DEJAD QUE SE HAGA LA LUZ

MICHAEL ROSS

Para un Masón la palabra iluminación significa aclaración interna. Tan igual como el Sol ilumina el mundo físico y sirve de sostén a la vida con su energia, así también el SER, el Sol espiritual, ilumina el mundo interior del espíritu y preserva con su poder las aspiraciones espirituales e ideales de la humanidad.

La Iluminación no puede ser interpretada como alguna clase de experiencia externa; es una consecuencia completamente natural de vivir una vida buscando que sea Iluminada. La Iluminación no confiere perfección, ni hace entrega de una repentina extensión de poderes espirituales, En vez de eso como un amanecer dentro de uno mismo, dentro del SER, el inicio de una inmensa luz.

La Iluminación no es una aceptación dentro de una organización elite de adeptos iniciados, ni una introducción dentro de alguna casa-almacén secreta de caballeros. La Iluminación es simplemente un proceso de despertar—de apertura de los propios ojos, desplazando otro velo, abriendo otra puerta—y buscando dirigidos hacia el rostro de la Verdad. Es la conciencia habiendo penetrado un poco mas profundamente dentro de las maravillas de lo viviente.

No hay motivo para enorgullecerse en la iluminación, si hubiera algo, el estudiante seria mas amable y mas humilde. Pero no es el arrastrarse humillándose. El Masón se aproxima a la Verdad porque es su derecho de nacimiento. Él ni demanda ni suplica. Obedece a la Ley, se acomoda a sí mismo para recibir la luz y la luz viene.

La Iluminación no es una experiencia marcada por una transición abrupta de un estado de ignorancia a un estado de sabiduría. Es una serie de experiencias relacionadas, una serie de descubrimientos espirituales. Habrán momentos que serán mas radiantes que otros, pero la experiencia total se extenderá por un periodo de muchas vidas. El Crecimiento es una secuencia de destapar; un procedimiento ordenado marcado por el aumento gradual de luz interna.

Como un niño en la escuela, tal como recuerdo el desasosiego que aparece al aprender la tabla de multiplicación. Yo me esforcé con los componentes que hacen que exista la teoría de multiplicación. Pasaron semanas y repentinamente ¡Lo Entendí! Un secreto arrebato interno de victoria siguió a un sentimiento de que ahora no había nada en todo el mundo que yo no podría conquistar. El misterio de la Multiplicación no era mas un misterio.

En el destello de niñez del entendimiento había algo espiritual y místico. Un poco de iluminación no otorga inmunidad de futuros esfuerzos, ni promete paz. No hay nada impractico referente al misticismo. La dificultad es que muchas personas impracticas buscan refugio en el misticismo sin hacer ningún esfuerzo por corregir sus defectos.

Para ser iluminado un Masón debe de identificar la conciencia personal con la energia universal y participar conscientemente en ello y sentirlo cuando se mueve a través de nosotros. Donde haya un punto de contacto entre la conciencia personal y la conciencia universal hay una extensión de dicha conciencia personal. Esta extensión es llamada apropiadamente Iluminación. Como dos cables eléctricos que al unirse producirán una chispa en el punto de contacto, así la unión del SER inferior y el SER superior esta siempre acompañada por una expansión temporal del SER inferior. Este destello de energia es interpretado a través de la personalidad del ser humano en términos de una repentina extensión de la conciencia. Algo que es buscado y es repentinamente encontrado, algo deseado que es repentinamente obtenido.

La Iluminación toma siempre la forma de una solución, resolviendo el problema mas inminente del SER mismo. El Masón, desesperándose con un problema difícil y que ha ido tan lejos como ha podido tratando de resolverlo sin ayuda, acabándose los recursos de su conocimiento personal consciente, se desespera por una solución. Puede tomar días, meses, y aun años para encontrar una solución a los problemas, Sin darse cuenta, él está esperando por un milagro.

Entonces llega la luz. ¿Como?, ningún hombre lo sabe; ¿Cuándo?, ningún hombre lo sabe, ¿Por qué?, ningún hombre lo sabe. Sabemos sin embargo, que el esfuerzo es recompensado con alcanzar lo buscado. Eso que fue deseado temprana y honestamente esforzándose por obtenerlo llega. Podemos ver la respuesta como un sueño; puede ser un destello en nuestras mentes; aparecer en las ondas de una piscina o en el vuelo de un pájaro. La clave puede venir de las palabras menos pensadas de un amigo o de un fiel hermano Masón. De alguna manera, no importa como llegue, hay un poco de estallido en el despertar. El cuerpo completo y la mente se atemoriza con el exacto conocimiento de que la respuesta es conocida; la solución es encontrada. La experiencia de genio nos da un amplio testimonio de que sin consagración y perseverancia no puede haber iluminación. Es una recompensa por el esfuerzo.

Demasiados Masones buscan largamente por la liberación y demasiados pocos hacen las disciplinas de liberación. No hay liberación excepto que sea a través de la realización e iluminación. Estos son los únicos escapes de la “rueda de la Ley” o Karma. Aunque ellos no son realmente métodos de escape, pero lo que hacen es sobrepasar las limitaciones por las cuales la mayor parte de los mortales son afligidos. Como el nacimiento es la única entrada dentro del mundo físico, así la Iluminación es la única entrada dentro de la vida espiritual.

Para el Masón, "todas las cosas en el tiempo correcto." Sin prisa indebida y sin retardo indebido, sin pesar y sin ansiedad, la mente establecida en sabiduría fluye hacia la Verdad. Bajo esas condiciones la Iluminación es tan natural como la vida misma y solo cuando es enteramente natural es real. La así llamada Iluminación producida de cualquier otra manera o por cualquier otro significado puede ser solamente alucinación.

No somos dignos de iluminación solamente porque lo deseemos, también porque lo hemos ganado. Y son tan pocos los que están dispuestos a trabajar para ganárselo. Las masas esperan que la naturaleza revele sus grandes ofrendas sin importar si es merecido.
"

Further Light in Masonry

An Introduction to Arch Masonry

by the Grand Chapter of Arch Masons of California


What has attracted so many Brethren to seek further light in Royal Arch Masonry??

The Royal Arch Degrees was considered most important in the early years of Freemasonry and so dogmatic was the Mother Grand Lodge - from which all Speculative Masonry derives - that in 1813, when the two grand lodges in England united, a firm and solemn landmark was adopted and placed in the Articles of Union to guide Masons throughout the world forever on this matter: "Pure Ancient Freemasonry consists of but three degrees, viz., that of Entered Apprentice, Fellowcraft, and Master Mason, including the Supreme

Order of the Holy Royal Arch." The landmark has never been changed and to this day no other degree has been officially recognized by the Mother Grand Lodge and every rite, system or additional degree in

Freemasonry cannot confer its degree on a Master Mason until he has received the Royal Arch Degree. Naturally, this is as it should be, because a man is not a Master Mason until he receives the Master's

Word and he can only receive it in the Royal Arch.

The Chapter of Royal Arch Masonry consists of four degrees, Mark Master, Past Master, Most Excellent Master, and Royal Arch Mason.

THE MARK MASTER DEGREE

The Mark Master Degree is believed to have originated as a ceremony of registering a craftsman's mark in those years distinguished by operative craft masons and their temple building. It was later developed into a full-fledged degree by the Masonic fraternity as we know it today, Some scholars say it was the earliest degree and may predate all others by many years. It is highly regarded by students in all Masonry, teaching lessons that have proven of value in all walks of life. Some Grand Lodges place so high an eminence on the Mark Master Degree, that they confine it to the jurisdiction of a separate grand body, the Grand Lodge of Mark Masters.

THE PAST MASTERS DEGREE

The Past Master Degree came into being because originally the degree of Royal Arch was conferred by the Symbolic (Blue) Lodge only on actual Past Masters. This degree was instituted to make it possible for all worthy Brethren to receive the Royal Arch degree. The first record of its conferral is found in 1768 in England.

THE MOST EXCELLENT MASTER DEGREE

The Most Excellent Master Degree is a product of American innovation. It was conferred in a Royal Arch Chapter as early as 1783 in Middletown, Conn. It is by far the most spectacular degree in all Freemasonry. It is the only degree that brings forcibly to our attention the completion and dedication of King Solomon's Temple. The very idea upon which all Masonic symbolism has been based.

THE ROYAL ARCH DEGREE

The Royal Arch Degree is the climax of Ancient Craft Masonry and Masonic Symbolism. It is described as "the root and marrow of Freemasonry." It is the complete story of Jewish History during some of its darkest hours. Jerusalem and the Holy temple are destroyed, The people are being held captive as slaves in Babylon. Here you will join with some slaves as they are set free to return home and engage in the noble and glorious work of rebuilding the city and the Temple of God.

It is during this rebuilding that they make a discovery that brings to light the greatest treasure of a Mason --the long lost Master's Word.

Many historians have traced the earliest origins of the Royal Arch Degree to Ireland, late in the 17th century and in England in 1738, In 1752, ambulatory or military warrants for Lodges were introduced.

This was instrumental in placing the Royal Arch Degree on a par with the Master Mason Degree.

Military lodges were greatly responsible for planting Freemasonry in the Colonies and also gave birth to the use of the Marl and Royal Arch degrees in the "New World." Lodge records show that the Royal Arch Degree was conferred at Fredericksburg No. 4 on December 12, 1753.

George Washington was raised in this lodge a few months prior to this date.

The value of Royal Arch Masonry will be appreciated by all who are exalted to that most sublime degree, particularly by those who are seeking to complete their Masonic education. It reveals the full light of Ancient Craft Masonry, presents it as a complete system in accordance with the original plan and justly entitles you to claim the noble name of Master Mason.

LA MASONERÍA NO SE APRENDE EN LOS LIBROS

El nombre simbólico en la Masonería pertenece a las más antiguas tradiciones de los Masones. Es posible que haya algún libro que hable de ese tema, o quizá decenas de ellos, aunque yo lo ignoro.

Dicho esto aprovecho para recordaros a todos que la Masonería no se aprende en los libros... hay miles de ellos dedicados a desvelar secretos, analizar propósitos, explicar símbolos... y la inmensa mayoría no merecen ni el valor del papel sobre el que están escritos.

La Masonería se aprende con el sistema tradicional, es decir, por transmisión verbal, escuchando y aprendiendo de los MM.·. MM.·. superiores a nosotros en edad, dignidad, saber y gobierno.

Analizando lo que ellos nos dicen, meditando seriamente sobre los rituales, sobre su significado simbólico, sobre cuanto encierran velado a la curiosidad de los profanos o de los que habiendo entrado en la Masonería... la Masonería no ha entrado ni entrará jamás en ellos.

De verdad os digo que cuanto debe saber un Masón está a la vista de todos en los Rituales, allí están los elementos, las herramientas para realizar la obra de transmutación de un profano en un Iniciado.

El resto se aprenderá desgastando el fondillo de los pantalones en los bancos del Tall.·..

Los libros sobre Masonería están bien como material de consulta, pero jamás como sistema de aprendizaje Masónico. Hoy, gracias a los medios de comunicación que la tecnología ha puesto a nuestro alcance, ese transmitir de los conocimientos Masónicos mediante la comunicación verbal, que antaño se circunscribía al pequeño círculo de los MM.·. MM.·. de nuestro Tall.·., o como mucho a los de alguna otra Log.·. de nuestro Or.·., se ha ampliado a los MM.·. MM.·. de todos los GG.·. OO.·., poniendo en contacto inmediato a HH.·. separados por miles de kilómetros.

Hemos roto las fronteras y la incomunicación secular entre los Masones iberoamericanos. Estamos rompiendo los tabúes y el desconocimiento de los unos sobre los otros. Estamos creando entre todos el futuro de la Masonería. Hemos conseguido que el conocimiento circule con fluidez, que cualquier duda sea resuelta en horas.

A través de nuestros teclados y las pantallas de nuestros ordenadores hacemos fluir las ideas; ya no existe el aquí ni el allá, nuestro espacio es común y nuestra Logia finalmente no tiene límites, como no lo tiene el conocimiento para los que quieren aprender y Ser.

Q:.H:. Miguel Angel de Foruria y Franco

LA PLOMADA—Un Instrumento de Auto Analisis

Cada Mason deberia de hacer un auto-analisis franco y honesto de sus vicios y virtudes. Este Inventario debe de ser total, pero impersonal. Cuando seas capaz de ver frente a ti los debitos y creditos de tu carácter, entonces podras balancear tu riqueza espiritual.

Esta auto-evaluacion no deberia tener como resultado desesperación o un creciente sentido de estar fuera de lugar, un inadecuado sentimiento. Los defectos solamente requieren de un programa bien definido de correccion. Un hombre que llega a la realización completa de cuales son sus propios vicios esta tan lejos de la Verdad como un hombre repleto y lleno con la realización de sus propias virtudes. La antigua tradición teologica de que hay una cierta virtud en angustiarse en su propio remordimiento, no tiene lugar en una filosofia metafisica como la Francmasoneria.

Recuerda que la perfeccion esta reservada para los Dioses. No se espera que el Mason promedio podria vivir sin fallar o errar, pero es mas deseable que saque provecho de sus errores. Un Mason debe de aprender a nunca permitir que los errores del pasado ensombrezcan sus esfuerzos del presente. El pasado debe de ser transmutado en poder del alma a travez del entendimiento. No traigas nuevamente incidentes separados que plagaran los propositos del presente. Trae la suma de experiencias y entendimiento en forma de tolerancia, paciencia y virtud.

Del Pasado muy a menudo traemos tambien en forma personal un inherente cuerpo de prejuicios e inhibiciones. Habitos del pensamiento y el vivir que no cambian rapidamente, o son prejuicios de una vida fácilmente disipada. No tiene sentido el tratar de avanzar hacia la luz y la verdad mientras que mantenemos actitudes destructivas en nuestras vidas personales. Casi todo el mundo cura alguna queja o falta con el cuidado del amor. Aparecen otras fallas que son rapidamente remediadas, otras virtudes son cultivadas, pero esta falla es una suave, mancha amarga la cual es un privilegio sagrado que los dioses deben de contemplar.

Cuando consigues que tus faltas y fallas esten totalmente clasificadas y tus virtudes limpiamente ordenadas y arregladas claramente en el patron mas perfecto y adulador, examina cada uno de estos productos con tu propia conciencia con cuidado discriminante y percibe con tu propia mente lo que piensas que no esta correcto. Observa cuidadosamente donde estan las tendencias, porque la falta de moderacion ha sido permitida, y mas aun por encima de todo, esta que pueden ser corregidas justa y permanentemente. Al examinar el listado escrito de tus propios altos y bajos, observa muy particularmente los extremos. El Patron usual es el de una virtud levantandose majestuosamente en el medio de numerosas fallas o un vicio manteniendose fuerte tiranicamente por encima de muchas pequeñas virtudes.

Es desde lejos mucho mejor ser moderadamente bueno en todas las cosas que ser excepcional en una cosa y deficiente en todas las otras virtudes. El Hombre esta mas cercanamente balanceado cuando todas sus actitudes, ideales y opiniones estan igualmente desarrolladas. Un desbalance extermo solo servira para confundir el alma. Una virtud exagerada es el peor vicio que una persona puede tener.

Mientra que revisas tu propia vida puedes intentar excusar tus faltas poniendo como excusa las circunstancias, sintiendo que las condiciones que estan fuera de tu control son las causas verdaderas de los errores hechos; mucho mas se hubiera logrado en la vida si la fortuna te hubiera sonreido.

El éxito y la integridad no son materia de la oportunidad, pero evolucionan en el caracter. Los nobles, sabios, y los mas virtuosos seres humanos no son aquellos que tienen las grandes oportunidades. Aquellos cuyas dificultades son numerosas desarrollan frecuentemente la mejor filosofia de la vida; aquellos cuyos problemas son pequeños lamentos, veran que su suerte sera la mas sonora.

El cumplir con llegar al bien mas grande es el propósito fundamental de la vida. Este logro es entorpecido y frustrado por el pegarse a personalidades y cosas. En el momento que sobre-estimamos el valor de las cosas materiales nos convertimos en seres incapaces de una administración filosofica de los asuntos de la vida fisica. En el momento en que desarrollamos un apego sin medida a personas, nos convertimos en seres incapaces de servirlos inteligentemente. Es una falla universal muy comun el desarrollar un apego indebido basado en el concepto de que somos capaces de poseer cualquier cosa.

El Monje Taoista ha hecho el placentero descubrimiento de que no posee nada; el Buda piensa que la posesion fue uno de los pecados cardinales y fatal para el crecimiento espiritual. El Mason sabio esta conectado con el principio de la Verdad Universal detrás de todas las cosas y busca solamente la Verdad. Esto no quiere decir que sea egoista o desconsiderado con otros. El sirve a todos los hombres en forma impersonal porque para el no hay distinción de familia, nacion o raza.

Pitagoras dijo que todas las relaciones estan basadas en la sabiduría y “Aquel que es mas sabio que Yo es mi Padre. El que tenga una sabiduría igual a la mia es mi Hermano. Y quien tenga una sabiduria inferior a la mia sera mi hijo.”

Michael Ross M.M.

2000

El RITO ESCOCES ANTIGUO Y ACEPTADO: SU EXTENSION

RAMIRO ARTETA GUZMAN
Past Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo Colombiano del Grado 33 Ex Gran Maestro de la Gran Logia Nacional de Colombia con sede en Barranquilla.

El Supremo Consejo Colombiano del Grado 33 en su Declaración de Principios aprobados en la reunión efectuada en la ciudad de Bucaramanga el 16 de marzo de 1996, definió el Rito Escocés Antiguo y Aceptado de la Francmasonería, como "una organización Masónica de Educación Continuada que enseña y desarrolla la Filosofía y Principios a través del estudio y la práctica de sus 30 Grados, los cuales se numeran del 4º al 33".[1]

Este enunciado, que plantea la tesis de que a la luz del rigor histórico es inexacto hablar de este rito como parte de las Logias Simbólicas, no fue una precipitada declaración cuyo objeto podía ser resolver una situación parti-cular de nuestro país, sino el fruto de un concienzudo análisis de documentos poco difundidos en lengua castellana. Recordemos que:

"la Masonería Simbólica, se denomina también Universal o Azul. Lo primero, porque sirve de base a todos los ritos conocidos, sin ser parte integrante de estos mismos ritos.[2]

Concepto análogo expresaron los Hermanos Francisco E. Baena, 33º, Isaac Manning, 33º, y H. W. Baker, Fundadores de la "Muy Respetable Logia Nacional de Colombia" con sede en Barranquilla cuando en un documento fechado en 1917, manifestaban:

"...El simbolismo, que es lo único que nos viene de la Antigüedad, no forma parte de ningún Rito. Son los llamados Grados Superiores –fundados recientemente, pudiera decirse- los que han venido a constituir los Ritos, y es sobre estos Grados, únicamente, que un Supremo Consejo tiene jurisdicción".

¿Puede afirmarse acaso que una Logia Simbólica trabaja en los tres primeros Grados del Rito Escocés Antiguo y Aceptado? ¿Cuál es el primer grado de este Rito? Veamos. Se tiene por fecha oficial de la fundación de la Masonería Moderna, el 24 de junio de 1717, cuando se eligió al Gentil-hombre Anthony Sayer como el primer Gran Maestro de la Historia[3]. En ese entonces, la Leyenda del Tercer Grado no se conocía, o acaso se mantenía en un círculo rigurosamente hermético. Las Logias anteriores a lo que se conoce como el Resurgimiento, estaban compuestas por Aprendices y Compañeros, y quien presidía una reunión de Compañeros era el Maestro de la Logia, lo cual constituía un Rango pero no un Grado adicional. El Grado de Maestro, como tal, se conoce a partir de la primera edición de las Constituciones de Anderson (1723). Cuando la Masonería Especulativa pasa al continente europeo en 1725, con el exilio de James II Stuart, conocido como el "pretendiente", se inicia la multiplicación de grados adicionales a los tres fundamentales, bajo circunstancias históricas no dilucidadas completamente. Es imposible dejar de mencionar al Caballero escocés Ramsay, quien es el primero en hacer referencia a los posibles orígenes de la Masonería en las Cruzadas. A raíz de las teorías de Ramsay, los rituales del Simbolismo en Francia son enriquecidos con la introducción de variantes que recuerdan la Pruebas Iniciáticas de la Antigüedad[4]. Al mismo tiempo, vale la pena recordar que son algunas Logias francesas las que controlan directamente estos "altos Grados", los cuales se organizan posteriormente en cuerpos independientes que adquieren control sobre las logias simbólicas, incorporando las variaciones referidas dentro de su sistema. Desde un comienzo, estos nuevos Grados se conocieron como "Grados Escoceses", para diferenciarlos de los tres primeros que eran conocidos como "Grados ingleses"[5], los cuales hunden sus raíces únicamente en los Gremios de Albañiles medievales, sin ninguna referencia a otras posibles fuentes.

Los "Altos Grados Escoceses" se organizan en un sistema conocido como el Rito de Perfección, el cual evoluciona hasta cuando, en 1801, se organiza en Charleston, Carolina del Sur, EE. UU., el primer Supremo Consejo del Rito que se conocerá, a partir de ese momento, como "Escocés Anti-guo y Aceptado". Posteriormente se expide carta patente al Supremo Consejo de Francia, y así sucesivamente este Rito se disemina por todo el mundo occidental. En los países de influencia inglesa, los Supremos Consejos respetaron, desde un principio, al Simbolismo. En los países influenciados por el Supremo Consejo de Francia, el Simbolismo se incluyó como parte del Rito Escocés[6], lo cual consideramos erróneo, como pasaremos a demostrar.

Lo primero que debe tenerse en cuenta es que las variaciones francesas del Simbolismo, que podríamos fechar alrededor de 1740, anteceden al me- nos en 60 años a la fundación del primer Supremo Consejo del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, o sea que en un comienzo nunca se consideraron como parte de un Rito que habría de tener nombre y estructura definitivos décadas después.

Lo segundo es que debemos remitir-nos al estudio de los primeros documentos producidos en relación a estos Grados, a saber: La Patente a Etienne Morin, las Consituciones de 1572, las Grandes Constituciones de 1786 y la Circular a los Dos Hemisferios, de 1802. Veamos, en detalle, lo siguiente

a) La Patente a Etienne Morin, fechada el 27 de agosto de 1761, Este Masón fue la persona que viajó de Francia a Santo Domingo y posteriormente al sur de los Estados Unidos, donde introdujo los "Altos Grados", llevando una Carta Patente que le confería facultades para hacerlo. En el párrafo 3º, otorgan plenos poderes "...para formar y establecer una Logia a fin de admitir miembros en ella y multiplicar la Real Orden de Masones en todos los Grados Perfectos y Sublimes".

Seguidamente le previene de no admitir ",,,a quien no sea verdadero y legítimo hermano de la Sublime Masonería". El párrafo 4º le autoriza y da plenos poderes "...para establecer la Perfecta y Sublime Masonería". El párrafo 5º le otorga "...poderes plenos y absolutos para crear Inspectores en todos los lugares donde los Sublimes Grados no hayan sido aún establecidos".

De este Documento se desprende que Morin, al establecer las bases de lo que posteriormente sería el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, nunca tuvo poderes especiales para intervenir en los asuntos de las Logias Azules. De hecho, la Logia de Perfección de Charleston nunca lo hizo. No existe una fuente histórico-jurídica para justificar tal intervención.

b) Las Constituciones de 1762. Este poco conocido documento, tiene la misma estructura de las Constituciones de la Gran Logia Nacio-nal de Francia, en 1763. En su Artículo 10 hace referencia a las "...Logias regulares de Perfección". El artículo 24 nuevamente se refiere a los requisitos para que un Past Master pueda visitar las "Logias de Perfección Regulares".

De aquí se puede deducir, claramente que los "Grados Perfectos y Sublimes" son independientes de los Grados Azules o Simbólicos. ¿Cómo podría, de otra forma, restringirse o regularse el ingreso de un Past Master a una Logia Simbólica?

Los artículos 25, 16 y 29, siguen haciendo referencia a estas Logias de Perfección, independientes del simbolismo, como los Cuerpos de inferior rango dentro de la escala de Altos Grados.

c) Las Grandes Constituciones de 1786, atribuidas a Federico II de Prusia. El artículo 6º de este Documento usualmente se cita de manera parcial y fuera de contexto, para tratar de justificar las actuaciones legítimas del antiguo Supremo Consejo de Colombiaorganización que se ha convertido en un ente masónico totalmente irregular.

El Artículo dice así:

"El Supremo Consejo no siempre necesita ejercer su autoridad sobre los Grados inferiores al 17º, o Caballero de Oriente y Occidente. De acuerdo a la conveniencia de cada región, puede delegar su autoridad, aún tácitamente; pero sus derechos son imprescriptibles, y por la presente se dispone que cada Logia y Consejo de Perfectos Masones, cualquiera que sea el Grado que posean, reconozcan el cargo de Gran Inspector General de la Orden, respeten sus prerrogativas, le rindan el debido honor, lo obedezcan y finalmente ejecuten fielmente todas las disposiciones que emanen de ellos en bien de la Orden, en virtud de sus leyes, de estas Grandes Constituciones y de las funciones que pertenecen a esos Inspectores, ya sean generales o especiales, aún temporales y personales".

El antiguo Supremo Consejo sólo cita el texto hasta donde habla de los "derechos imprescriptibles" pero se cuida muy bien de publicarlo íntegramente, pues en lo que sigue se aclara que se refiere a "Logias y Consejo de Perfectos Masones", y ya hemos visto que la "Perfecta Masonería" o Logias de Perfección, según consta en la Patente a Etienne Morin y las Constituciones de 1762, documentos que le sirven de base, son consideradas como Cuerpos diferentes a los tres Grados del Simbolismo.

El Articulo 13º de estas Grandes Constituciones, sin duda es el más explícito de todos. En su párrafo 2º hace referencia a quienes tengan el Grado 30º, Caballero Kadosh, autorizándolos a:

"... establecer, regular y vigilar Logias y Consejos, desde el Grado 4º al 29º inclusive, en lugares donde no haya Logias de los Grados Sublimes o Consejos legítimamente instituidos".

En ninguna parte se encuentra que las Grandes Constituciones de 1786 autoricen al Escocismo para intervenir en los asuntos del Simbolismo, porque el Rito Escocés Antiguo y Aceptado comienza en el Grado 4º, Maestro Secreto.

c) La Circular de los Dos Hemisferios, de 1802. Este fue el documento mediante el cual el Supremo Consejo Madre del Mundo, el de la jurisdicción Sur de los Estados Unidos, se dio a conocer al mundo masónico. Comienza por "explicar el origen y la naturaleza de los Grados Sublimes de la Masonería y de su establecimiento en Carolina del Sur". El documento también es muy específico: "Los Masones Sublimes nunca inician a nadie en los Grados Azules sin un permiso legal obtenido para tal efecto de una Gran Logia Simbólica; pero comunican los secretos de la Silla a aquellos solicitantes que no los han recibido, previo a su iniciación en la Logia Sublime, pero al mismo tiempo se les informa que ello no les da el rango de Past Master en la Gran Logia".

"La Gran Logia Sublime, algunas veces llamada la Logia Inefable o la Logia de Perfección, se extiende desde el Grado 4º hasta el 14º inclusive, siendo este último el Grado de Perfección".

Vale decir, en consecuencia, que lo primero que hizo el Supremo Consejo Madre del Mundo al dar a conocer oficialmente su existencia fue definir la extensión del Rito Escocés Antiguo y Aceptado de la Francmasonería, explicando que es una organización independiente del Simbolismo, y que se extiende desde el Grado 4º hasta el 33º.

En un párrafo posterior se dice que Federico II de Prusia "...fue recono-cido por todo el Gremio como cabeza de los Grados Sublimes e Inefables de la Masonería". No se dice que tuvo poderes para reglamentar el Simbolismo fuera de su país. Más aún, se sabe que dejó de ser activo en la Masonería después de la traición del General Walhaven, miembro de la Logia Los Tres Globos, de la cual Federico era Venerable Maestro.[7]

La confusión en Colombia y en otros países que tuvieron influencia de la Masonería francesa se debe, muy probablemente, a lo siguiente: A diferencia de muchos otros países, lo primero que se estableció en nuestro país fue un Supremo Consejo (1833) y no una Gran Logia, como es la norma. No sabemos qué tipo de liturgias se usaban en ese entonces. En 1851 ese Supremo Consejo recibe Carta Patente del Gran Oriente Francés (declarado irregular en 1857 por suprimir las fórmulas de referencia al G.: A.: D.: U.:). Dicha Carta Patente se expide al "Supremo Consejo del Grado 33º y Gran Oriente Neogranadino". Un Gran Oriente es una forma particular de gobierno masónico cuyo cuerpo legislativo lo constituye un "Gran Senado Masónico", compuesto por representantes de los Cuerpos Subordinados, (Consistorios, Consejos de Kadosh, Capítulos Rosacruces, Logias de Perfección y Logias Simbólicas) presidido por el Soberano Gran Comendador, y del cual el Gran Maestro, como delegado de las Logias Simbólicas, hace parte subordinada.

Esto, a la luz de la legislación masónica actual, es totalmente irregular, habiendo sido definido así a raíz de la Declaración de la Gran Logia Unida de Inglaterra en septiembre de 1929, la cual dice:

1º: Regularidad de Origen; esto es, cada Logia deberá ser legal-mente establecida por una Gran Logia debidamente reconocida o por tres más Logias regularmente constituidas.

5º. La Gran Logia tendrá jurisdicción soberana sobre las Logias bajo su control, esto es, deberá ser una organización autogobernada, responsable e independiente, con exclusiva e indisputable autoridad dentro de su jurisdicción sobre los Grados Simbólicos (Aprendiz, Compañero Maestro Masón), no estando en forma alguna sometida ni compartiendo la autoridad con un Supremo Consejo o cualquier otra Potencia que reclame cualquier control o supervisión sobre esos Grados".

En igual sentido se pronunció la Conferencia de Supremos Consejos en París, en el mismo año de 1929 cuando se acordó que:

"En países donde existan organizaciones masónicas Azules o Simbólicas, los Supremos Consejos se abstendrán de toda injerencia en la legislación, organización y administración de estos Cuerpos Masónicos".[8]

No es del caso discutir aquí las posibles razones que tuvo la Masonería Francesa para incluir al Simbolismo dentro del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. En todo caso, las Grandes Logias que han recibido Carta Patente de un Supremo Consejo con posterioridad a 1929 son de origen totalmente irregular, puesto que a partir de esa fecha quedó definida la jurisprudencia de que los Supremos Consejos carecen de competencia para fundar Logias y Grandes Logias.

Hago breve referencia a la revisión de Lausanne, de 1875, donde se comete el error jurídico de invadir la esfera del Simbolismo. Baste con recordar que en esa fecha existían 72 Grandes Logias en el mundo,[9] y ningún Gran Maestro estuvo presente en las deliberaciones de los Grandes Comendadores. Por lo tanto, en cuanto se refiere al Simbolismo, las conclusiones de Lausanne carecen de validez.

Ahora bien, un Supremo Consejo es, sin duda, la Máxima Autoridad del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, con todos los derechos para supervisar y controlar sus Cuerpos subordinados, revisar liturgias, etc., etc. Si una Logia Simbólica dice que trabaja en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, estaría aceptando, al menos en teoría, la posibilidad de supervisión de la Máxima Autoridad de dicho Rito, el Supremo Consejo, lo cual es totalmente irregular. Cito a José Díaz Carvallo, cuando dice:

"Por este motivo, entre otros más, es indebido que una Logia Simbólica se titule '...del Rito Escocés Antiguo y Aceptado', y más erróneo aún es que una Gran Logia se llame de tal o cual Rito, pues debe acoger en el seno de sus Logias subordinadas a cualquier masón que, llenando los requisitos legales y morales, pida pertenecer a la jurisdicción, cualquiera que sea el Rito que practique, con tal de que el Rito sea de los aceptados como regulares por la Masonería Universal".

No es deseable repetir los errores del pasado. La tan manida frase "La Masonería es una sola, desde el Grado 1° hasta el 33°", debe reinterpretarse radicalmente, porque da a entender, si no se analiza, que sólo existe una Masonería, la del Rito Escocés Antiguo y Aceptado de 33 Grados, excluyendo olímpicamente a Ritos tales como el York (Compuesto de la Masonería del Real Arco, Masonería Críptica y Grados Caballerescos), el rito Francés Moderno, el Escocés Rectificado, el Rito Sueco, etc., etc., que también son regulares.

Cosa bien distinta es entender que cualquier Rito Filosófico Masónico se fundamenta en el simbolismo, del 1° al 3°, y lo complementa. Es por ello que los llamados "Altos Grados" de cualquier Rito exigen, como requisito mínimo de ingreso, el pertenecer a una Logia Simbólica Regular. Esto quiere decir que para ingresar al Rito Escocés Antiguo y Aceptado, hay que ser Maestro Masón de una Logia Simbólica, no importando cuál Sistema Ritual usa esa Logia. De no ser así, casi ningún Masón de Estados Unidos o Canadá, por ejemplo, podría hacer parte del Escocismo, ya que con la excepción de una o dos logias en el área de New Orleans, todo el Simbolismo de esos países trabaja en Rituales de origen inglés. ¿Deberían los Supremos Consejos de Estados Unidos y Canadá invadir las jurisdicciones territoriales de más de 60 Grandes Logias, amparándose bajo la insostenible tesis del "territorio abandonado" para fundar Grandes Logias "Del Rito Escocés Antiguo y Aceptado"? ¡Totalmente absurdo!

Debemos recordar que el Simbolismo Masónico es Universal, cualesquiera que sean sus variantes ritualísticas. En cambio, los Ritos son mutuamente excluyentes. Así, un Masón que posea el Grado de Caballero Templario, máximo dentro del Rito de York, no tiene derechos, en su condición de tal, para asistir a ceremonias dentro del Rito Escocés a menos que también haya tomado los Grados de este Rito. Si aceptamos la tesis de que el Simbolismo es de un Rito Particular, en este caso del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, no podríamos nosotros visitar ninguna Logia del extranjero que utilice un sistema ritual diferente, ni tampoco aceptar que dichos Masones nos visitaran.

En consecuencia, creo que queda clara la respuesta ante la tesis planteada al inicio de este artículo: el Rito Escocés Antiguo y Aceptado de la Francmasonería es una Organización de Educación Masónica Continuada, que desarrolla su Filosofía y Principios a través de la Práctica Ritualística de sus 30 grados, los cuales se enumeran del 4° al 33°.

Finalmente, quiero citar a los Hermanos S, Brent Morris, 33°, y Art De Hoyos, 32°, K.: C.: C.: H.:, miembros fundadores Sociedad de Investigación Escocista (Scottish Rite Research Society) de la jurisdicción del Supremo Consejo Madre del Mundo, cuando en un libro recientemente publicado dicen:

El error más común que existe acerca de la organización de la Masonería consiste en creer que ésta es controlada por los Supremos Consejos del Rito Escocés [Antiguo y Aceptado]. Esto no es cierto. No existe Grado Masónico más "alto" que el Grado Tercero, o Maestro Masón de la Logia Simbólica. Si bien el número 33 es superior al número 3, un Masón de Grado 33° no tiene más autoridad o poder en una Logia que un Masón de Grado 3°. Ambos están igualmente subordinados al Venerable de su Logia, y a su vez, todos están subordinados al Gran Maestro de su Gran Logia.

Una afirmación previa repite lo mismo: Ningún Supremo Consejo, ningún autor, por respetable que sea, ni ningún otro grupo o personas controlan la Masonería o hablan en nombre de ella; esta prerrogativa sólo la tienen las Grandes Logias.

Podemos tener la seguridad de que algo anda mal cuando se afirma que una sola persona u organización representa a la Masonería o habla en nombre de ella. Sólo una Gran Logia tiene ese poder, y únicamente dentro de su jurisdicción. Cualquier afirmación en contrario es muestra de una fatal igno-rancia supina acerca de la organización de la Masonería.[10]

Para un estudio completo de los documentos citados, me permito reco-*mendar a los Hermanos Masones adquirir un ejemplar de los Estatutos del Supremo Consejo Colombiano del Grado 33°, los cuales contienen un Suplemento Histórico con una Síntesis de la Evolución del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, la Patente a Etienne Morin, las Constituciones de 1762, las grandes Constituciones de 1786, la Circular a los Dos Hemisferios, de 1802, la Revisión de Lausanne de 1875, los Principios Básicos para el Reconocimiento de Grandes Logias y la Declaración de la Confederación Masónica Colombiana, C.M.C.

[1] Asociación "Supremo Consejo Colombiano del Grado 33°, Rito Escocés Antiguo y Aceptado de la Francmasonería". ESTATUTOS GENERALES. Sáenz Impresores del Caribe Ltda. Barranquilla, 1996.
[2] Paliza, 33°, Juan L.: LO QUE NO DEBE IGNORAR UN APRENDIZ MASON. Editorial Masónico Menphis, México, 1975.
[3] Batham, 33°, Cyril: THE GRAND LODGE OF ENGLAND (1717) AND IT'S FOUNDING LODGES, Ars Quatour Coronatorum, Vol. 103. Butler & Tanner Ltd. Londres, 1991.
[4] Kahler, Lisa:ANDREW MICHAEL RAMSAY AND HIS MASONIC ORATION. Heredom. Vol. 1. The Scottish Rite Research Society. Washington, D.C., 1992.
[5] Jacson, VCO, CBE, 33°, Brig. A.C.F.. ROSE CROIX = THE HISTORY OF THE ANCIENT AND ACCEPTED RITE FOR ENGLAND AND WALES. Lewis Masonic. London, 1990.
[6] Waite, Arthur Edward: A NEW ENCYCLOPEDIA OF FREE-MASONRY. Weathervane Books. New York, 1970.
[7] Supremo Consejo del Grado 33° para la República de Chile: FUENTES DEL DERECHO MASONICO ESCOCES Y JURISPRUDENCIA ESCOCESA. 1969.
[8] Henderson, Kent: MASONIC WORLD GUIDE. Lewis Masonic. London, 1984.
[9] DIAZ CARVALLO, José: MANUAL DE LA MASONERIA SIMBO-ICA. Editorial Masónico Menphis. México, D.F., 1959.
[10] De Hoyos, 32°, K.: C.: C.: H.:, Art & Morris, 33°, S. Brent: IS IT TRUE WHAT THEY SAY ABOUT FREEMASONRY? Masonic Information Center. Silver Spring.Maryland, 1997.

sábado, julio 30, 2005

MÚSICA Y MASONERÍA

Antonio Diez
Revista Hermética Nº 5 (www.revistahermetica.org)

La música es el arte de producir y combinar sonidos acordes de todos los elementos de creación sonora: instrumentos, ritmos, sonoridades, timbres, tonos, organizaciones seriales, melodías, armonías, etc., En su sentido más primigenio, es el arte de producir y de combinar los sonidos de una manera tan agradable al oído, que sus modulaciones conmueven el alma.

En todas las civilizaciones, la música cobra un papel importante en los actos más relevantes, social o personalmente, donde ejerce un papel mediador entre lo diferenciado (material) y lo indiferenciado (la voluntad pura), o entre lo intelectual y lo espiritual. Por ello cobra especial importancia en las ceremonias rituales, además de por su capacidad de promover las emociones. La música representa el equilibrio y orden; es un lenguaje universal.

En la Masonería, la música representa una de las siete artes liberales, simbolizando la armonía del mundo y especialmente la que debe existir entre los masones. A través de la belleza de los sonidos y de la armonía de los ritmos se llega a la sabiduría del silencio. La música es el arte de organizar los sonidos. Todo arte consiste en organizar un material de acuerdo con las «Leyes» y un propósito. La música es, en ella misma y por esencia, una masonería, una construcción de carácter iniciático. Los elementos que la componen no son los sonidos, piedras brutas, sino las notas, piedras talladas. Los tres parámetros que precisa la talla de la piedra, la precisa el sonido:

La Fuerza, que reside en la densidad.

La Sabiduría, en su «tempo» o longitud.

La Belleza, en su altura o frecuencia.

Las piedras justas y perfectas del edificio musical deben ser ensambladas: la música es una construcción, una arquitectura, un «arte real» que nos revela las leyes universales de la «Gran Obra» que podemos organizar en tres etapas.

El Silencio, vacío necesario antes de la manifestación, es el estado de aprendizaje. El Sonido, la manifestación, la toma de conciencia, el despertar del compañero. La Melodía, la organización del sonido por el maestro.

Se puede encontrar otra analogía en tres etapas, entre el método de formación del músico y del masón:

El Aprendiz: Estudia la música en sí mismo (canta). Aprende a descodificar unos símbolos o signos (solfeo) y escoge su/s instrumento/s. Para ello precisa de un maestro o instructor.

El Compañero: Alcanza la soltura en la interpretación de los signos y en la utilización de su/s instrumento/s. Colabora con otros compañeros en el canto y en la interpretación (polifonía, conjuntos instrumentales). Estudia la historia, los estilos y a los grandes maestros. En esta etapa el compañero entra en un proceso de auto-formación.

El Maestro: Su tarea es alcanzar una interpretación personal, una vivencia que haga posible la transmisión de la obra. El maestro trabaja en soledad, pero precisa de un aprendiz, del cual aprende todo lo necesario para alcanzar la auténtica maestría. Con esta relación se cierra el ciclo.

La música en la Logia esta representada por la Columna de Armonía que es el conjunto instrumental o reproductor musical destinado a la ejecución de la música masónica en el curso de las ceremonias rituales.

En las logias, hasta que en el siglo XVIII empezaron a introducirse instrumentos de cuerda, trompetas y tambores, sólo se empleaban voces.

La designación de «Columna de Armonía» aparece a finales del reinado de Luis XV para referirse al conjunto de instrumentos que sonaban en las ceremonias, que contaba con un máximo de siete instrumentistas: 2 clarinetes, 2 cuernos, 2 fagots y 1 tambor. Luego, la competencia entre las logias por contar con los más virtuosos instrumentistas originó que se admitiesen en las mismas músicos, que exentos de cotización alguna prestaban estos servicios (aunque sólo podían aspirar al grado de Maestro), y componían obras para las diferentes ceremonias masónicas (tenidas, banquetes, fúnebres, iniciaciones, etc.); estos hermanos artistas tenían el mismo derecho al voto que el resto de los hermanos y en las grandes ceremonias, celebraciones y banquetes estaban obligados a contribuir con su arte.

La Columna de Armonía tiene como misión aportar un complemento al ritual, por lo tanto es una música funcional, cuyo valor no depende en primer lugar de su valor intrínseco, sino de su adecuación al destino que se le asigna.

Quizá la más alta representación de la música masónica corresponda a W. A. Mozart, quien fue iniciado como aprendiz masón el 14 de diciembre de 1784 en la logia La Esperanza Coronada y con este motivo se interpretó en la logia su cantata «A ti alma del Universo, OH Sol» (K. 429) en la que el aria del tenor es un himno al sol y a la luz; cantata doblemente adaptada a la celebración de la gran fiesta masónica de San Juan del verano (más conocida como del solsticio de verano) y punto culminante del año masónico; y que encaja igualmente en la ceremonia de iniciación del primer grado masónico, cuando el aprendiz, después de haber sufrido las pruebas simbólicas, recibe la luz.

Agradecido y apasionado por su Logia, compuso para ella los más notables cantos, en los que no se limitó a expresar de una manera sencilla y bella el sentido de las palabras, sino que dio a las notas todo el calor de su fantasía, todas las nobles y levantadas aspiraciones de un alma conmovida por lo bueno y lo bello y ardiendo de amor por la humanidad. Con motivo de la ceremonia del paso de su padre al grado de compañero, puso música a un poema de Joseph Von Ratschky, «El viaje del compañero» (K 468) para canto y acompañamiento de piano.

Unos meses antes de acceder al tercer grado de la masonería, asistió el 11 de febrero de 1785, en la logia vienesa «La verdadera concordia», a la iniciación masónica de su amigo Joseph Haydn en el grado de aprendiz, y a quien Mozart, con este motivo, dedicó los «Seis cuartetos de cuerda».

Poco antes de la doble investidura que Mozart y su padre recibieron el 2 de abril de 1785 como maestros masones en la logia vienesa «La esperanza coronada», compuso para esta logia dos de sus más importantes composiciones masónicas: «La alegría masónica, (K 471) y la «Música fúnebre masónica» (K 477).

En 1786, con motivo de una reorganización de las logias vienesas ordenada por el emperador José II, Mozart compuso para su logia «La nueva esperanza coronada» dos cantatas masónicas: «Para la apertura de la logia» (K 483) y «Para la clausura de la logia» (K 484).

Nos encontramos todavía con tres obras de Mozart ligadas a la masonería, y en las que descubrimos a Mozart comprometido con la libertad y con los ideales de la Revolución Francesa, especialmente en «Vosotros los que honráis al Creador del Universo infinito» (K 619), que es un mensaje dirigido a la juventud alemana en el momento en que componía la ópera de la fraternidad universal. Las otras dos composiciones estrictamente masónicas a las que Mozart puso música fueron una pequeña cantata masónica, «Elogio de la amistad» (K 623), fechada en Viena el 15 de noviembre de 1789), y «Enlacemos nuestras manos» (K 623a) y que se canta constituyendo la cadena de unión.

Su obra póstuma, su canto de cisne, fue la que tituló «Pequeña Cantata Masónica», cuya audición dio en una tenida de su logia, dirigiendo él mismo la audición, dos días antes de sentirse atacado por la enfermedad misteriosa que le condujo al sepulcro.

Resulta emocionante ver a Mozart en el umbral de la muerte, olvidándose de sí y de su angustia física, cantando la fraternidad unida en el trabajo, y la presencia de la luz en el ímpetu y en el calor de la esperanza. Tres semanas más tarde, fallecía.

Una relación de músicos o músicas inspiradas por los ideales masónicos sería inacabable, pero quizás los más representativos sean: J. Haydn, I. S. Bach, L. W. Beethoven y F. Liszt.

viernes, julio 29, 2005

DECALOGO DEL ÉXITO DE UNALOGIA

  1. Asiste constantemente y con puntualidad .
  2. Cotiza sin atrasos .
  3. Asiste con la confianza de que si no tienes nada que aprender, puedes en cambio tener algo que enseñar .
  4. Ve con animo de ayudar, disculpar, dirigir, proteger o aconsejar sincera y lealmente .
  5. Se generoso con el saco de beneficencia; tras él hay dolores y miserias que esperan tu ayuda.
  6. Se discreto y reservado fuera del templo, amplio, expansivo y sincero dentro de él.
  7. No critiques, auxilia. No te quejes.
  8. Se tolerante con las ideas ajenas, así habrá paz; se ponderado en tus juicios, así serás respetado; se bondadoso en tus actos, así serás amado.
  9. Coopera a las obras profanas de la Orden, y ésta por el brillo de aquellas será gloriosa y grande.
  10. Aunque no tengas puesto en logia, ayuda con celo y fervor a tu Venerable Maestro y con actividad y constancia a tu Vigilante.

MASONERÍA Y SIMBOLISMO ZODIACAL.

Sebastián Jans

Los templos de la Masonería Universal son representación simbólica de lo que, los masones de cada rito, consideran necesario destacar como los contenidos fundamentales de su concepción masónica. Sin embargo, más allá de tales particularidades, la gran idea que se expresa siempre en la distinción espacial y simbólica del lugar destinado al desarrollo ritual –el templo – es que corresponde a una representación simbólica del Universo.

En el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, aquello se hace mucho más patente que en otros Ritos, que presentan muros menos dotados de componentes simbólicos, por ejemplo, en el Rito de Schroeders. La idea del Universo en el Rito E\ A\ y A\ se manifiesta tangiblemente en la presencia de los signos del zodiaco, y las doce columnas que sostiene la bóveda sideral.

En este Rito, los signos zodiacales están ubicados a veces en las mismas columnas, como es el caso de la masonería chilena o mexicana, o bien, en el cielo del templo, sobre las columnas, como ocurre en la masonería colombiana. En los nuevos Manuales de Procedimientos para Tenidas de Primer Grado de la Gran Logia de Chile, se señala: "En la parte superior de los muros o sobre las columnas, mejor aún, alrededor de la Bóveda Celeste, irán pintados los doce Signos del Zodiaco, según el orden que les corresponde a las estaciones del hemisferio norte de la tierra". A éstos componentes simbólicos se agregan el sol y la luna en el oriente, y sobre las dos columnas del pórtico, una granada y una esfera, que sumados al lazo o cadena que circunda el templo por el friso, robustecen la idea de universalidad o de concepción cósmica.

Artículo Completo en : http://members.tripod.cl/jans/zodiacal.htm

LA PALABRA PERDIDA

Es sabido que en casi todas las tradiciones se alude a algo perdido o desaparecido que, sean cuales sean las formas con las que se lo simboliza, tiene en el fondo siempre el mismo significado; podríamos incluso decir que los mismos significados, ya que, como en todo simbolismo, hay varios, aunque por otra parte estrechamente emparentados entre sí. En realidad, se trata en todos los casos de una alusión al oscurecimiento espiritual que, en virtud de las leyes cíclicas, sobrevino en el transcurso de la historia de la humanidad: es ante todo la pérdida del estado primordial, y también, por una consecuencia inmediata, la pérdida de la tradición correspondiente, pues dicha tradición no era sino el propio conocimiento, implícito esencialmente a la posesión de ese estado. Estas observaciones aparecieron ya en una de las obras de Rene Guenon, al referirse en particular al simbolismo del Grial, en el cual se muestran con toda claridad los dos aspectos que acabamos de mencionar, y que se refieren respectivamente al estado primordial y a la tradición primordial. A estos dos, se podría agregar un tercero relativo a la sede primordial, pero es evidente que la residencia en el "Paraíso terrenal", es decir, propiamente en el "Centro del Mundo", no difiere en nada de la posesión del estado primordial.

Por otra parte, es preciso indicar que el oscurecimiento no se produjo súbitamente y de una vez por todas, sino que, tras la pérdida del estado primordial, se manifestó en etapas sucesivas correspondientes a otras tantas fases o épocas en el desarrollo del ciclo humano; y la "pérdida" de la que hablamos puede también representar cada una de estas etapas, dado que un similar simbolismo siempre puede aplicarse en grados diferentes. Esto puede ser expresado del siguiente modo: lo que en un principio se había perdido fue sustituido por algo que, en la medida de lo posible, debía tomar su lugar, lo cual a su vez se perdió, creando la necesidad de nuevas sustituciones. Esto se puede constatar en la constitución de los centros espirituales secundarios en el momento en que el centro supremo fue ocultado a la humanidad, al menos en su conjunto y en tanto que se trata de los hombres comunes o "medios", ya que existen siempre y necesariamente casos excepcionales sin los cuales, interrumpida toda comunicación con el centro, la espiritualidad misma en todos sus grados habría desaparecido por completo. Puede también afirmarse que las formas tradicionales particulares, que corresponden precisamente a los centros secundarios de los que hablamos, son sustitutivos más o menos velados de la tradición primordial perdida o más bien oculta, sustituciones adaptadas a las condiciones de las diversas épocas que se sucedieron; y, ya se trate de centros o de tradiciones, la cosa sustitutiva es como un reflejo directo o indirecto, cercano o lejano según los casos, de la que fue perdida. En razón de la filiación ininterrumpida a través de la cual todas las tradiciones regulares se vinculan en definitiva con la tradición primordial, podría aún observarse que aquellas son con respecto a ésta como otros tantos brotes de un único árbol, el mismo que es símbolo del "Eje del Mundo" y que se alza en el centro del "Paraíso Terrenal", como se repite en aquellas leyendas del Medievo en las que se habla de los distintos retoños del "Árbol de la Vida".

Un ejemplo de sustitución a su vez sucesivamente perdida puede identificarse claramente en la tradición mazdea; sobre esto debemos señalar que lo que está perdido no está representado solamente por la copa sagrada, es decir, por el Grial o por alguno de sus equivalentes, sino también por su contenido, lo que es fácilmente comprensible puesto que ese contenido, cualquiera que sea el nombre que se le asigne, no es en el fondo sino la "bebida de la inmortalidad", cuya posesión constituye esencialmente uno de los privilegios del estado primordial. Por eso se dice que el soma védico, a partir de cierta época, vino a desconocerse, lo que obligó a su remplazo por otra bebida que era tan sólo una imagen del mismo. Incluso parece que, aunque no esté formalmente indicado, tal sustitutivo se hubiera perdido a su vez posteriormente. Entre los persas, en cambio, para quienes el haoma es el equivalente del soma hindú, la segunda pérdida es mencionada expresamente: se dice que el haoma blanco podía únicamente recogerse sobre el Alborj, es decir, sobre la montaña polar, que representa la sede primordial; después fue reemplazado por el haoma amarillo, del mismo modo que, en la región donde se asentaron los antepasados de los persas, hubo otro Alborj, que era sólo una imagen del primero. Mas tarde, este haoma amarillo se perdió a su vez, y no quedó de él más que el recuerdo. Recordemos al respecto que, en otras tradiciones, el vino es también un sustitutivo de la "bebida de la inmortalidad", y es por tal motivo que, como ya explicamos en otra obra, es considerado generalmente como un símbolo de la doctrina escondida o reservada, es decir, del conocimiento esotérico e iniciático.

Consideremos ahora otra forma del mismo simbolismo, que puede por otra parte referirse a hechos realmente ocurridos en la historia. Es empero importante comprender que, como para todo hecho histórico, sólo su valor simbólico justifica nuestro interés. De manera general, toda tradición tiene normalmente como medio de expresión una determinada lengua, que por tal motivo adquiere el carácter de lengua sagrada; si esta tradición desaparece, es natural que al mismo tiempo se pierda la lengua correspondiente; incluso si aún subsistiera exteriormente algo de la misma, se trataría solamente de una especie de "cuerpo muerto", puesto que desde entonces se ignora su sentido profundo, que ya no puede ser conocido verdaderamente. Así debió ocurrir con la lengua primitiva con la que se expresaba la tradición primordial, y, por ello, en efecto, se encuentran, en numerosas leyendas y narraciones tradicionales, muchas alusiones a esta lengua primitiva y a su pérdida. Agreguemos que, aun cuando una u otra lengua sagrada particular conocida actualmente parezca querer identificarse con la propia lengua primitiva, debemos entender por ello que, efectivamente, se trata en realidad de un sustitutivo que, para los adherentes de la forma tradicional correspondiente, toma consecuentemente su lugar.

Según otras narraciones, parecería sin embargo que la lengua primitiva se habría conservado hasta una época que, aunque pueda parecer muy remota, es de todas maneras muy posterior a los tiempos primordiales: tal es el caso del relato bíblico de la "confusión de las lenguas", el cual, aunque no pueda asignársele un determinado período histórico, corresponde al comienzo del Kali-yuga. Ahora bien, es seguro que ya existían formas tradicionales particulares en una época muy anterior, y cada una de ellas debió tener su propia lengua sagrada; esta persistencia de la lengua única de los orígenes no debe ser entonces entendida literalmente, sino más bien en el sentido de que, hasta entonces, no había desaparecido todavía la conciencia de la unidad esencial de todas las formas tradicionales.

En ciertos casos, en lugar de la pérdida de una lengua se habla solamente de la pérdida de una palabra, por ejemplo, de un nombre divino, que caracteriza a una determinada tradición y que de alguna manera la representa sintéticamente. La sustitución por un nuevo nombre señalaría entonces el paso de una tradición a otra. Otras veces, en cambio, se pretende aludir a "pérdidas" parciales producidas en ciertos momentos críticos durante la vida de una misma forma tradicional: cuando tales "pérdidas" fueron compensadas con la sustitución por algo equivalente, ello significa que las circunstancias había exigido una readaptación de la tradición considerada. En el caso contrario, las pérdidas indican un empobrecimiento más o menos grave de la tradición que no pudo remediarse con posterioridad. Por citar un ejemplo conocido, citaremos el caso de la tradición hebrea, en la que se dan, precisamente, los dos casos indicados: tras la cautividad de Babilonia, la antigua escritura perdida debió ser sustituida por una nueva, y, si se toma en cuenta el valor jeroglífico inherente a los caracteres de una lengua sagrada, este cambio debió necesariamente implicar modificaciones en la propia forma tradicional, es decir, una readaptación. Por otra parte, durante la destrucción del Templo de Jerusalén y la dispersión del pueblo judío, se perdió la pronunciación verdadera del nombre tetragramático. Si bien fue sustituido por otro nombre, el de Adonaï, éste nunca fue considerado como el equivalente real de aquel que ya no se sabía pronunciar. En efecto, la transmisión regular de la pronunciación del principal nombre divino8, ha-Shem o el Nombre por excelencia, estaba vinculada esencialmente a la continuidad del sacerdocio, cuyas funciones sólo podían ser ejercidas en el Templo de Jerusalén. Desaparecido el Templo, la tradición hebrea quedó inevitablemente incompleta, como por otra parte queda suficientemente probado por la interrupción de los sacrificios, es decir, de aquello que constituía la parte más "central" de la ritos de esta tradición, así como el "Tetragrama" ocupaba una posición verdaderamente "central" con respecto a los demás nombres divinos. En efecto, lo que se había perdido era verdaderamente el centro espiritual de la tradición. Por lo demás, considerando un ejemplo como éste, es particularmente evidente que el hecho histórico en sí, que en absoluto es dudoso como tal, no podría ser separado de su significado simbólico, donde reside en el fondo toda su razón de ser y sin el cual sería completamente ininteligible.

Hemos visto que la noción de lo perdido, en uno u otro de sus diferentes símbolos, existe incluso en el exoterismo de las diversas formas tradicionales; y podría incluso decirse que lo perdido se refiere más precisamente y sobre todo al aspecto exotérico, ya que es evidente que es allí donde la pérdida se ha producido y es verdaderamente efectiva, y donde puede ser considerada en cierto modo como definitiva e irremediable, puesto que lo es en efecto para la mayoría de la humanidad terrestre mientras dure el actual ciclo. Hay algo que, por el contrario, pertenece propiamente al orden esotérico e iniciático: se trata de la búsqueda de lo que se ha perdido o, como se decía en el Medievo, la "demanda" (queste); y ello se comprende fácilmente, puesto que la iniciación, en sus primeros estadios, los que corresponden a los pequeños "misterios", tiene efectivamente como finalidad esencial la restauración del estado primordial. Es por otra parte necesario señalar que, al igual que la pérdida se produjo en realidad gradualmente y por etapas sucesivas, así también la búsqueda deberá desarrollarse gradualmente, recorriendo en sentido inverso las mismas etapas, es decir, remontando en cierta forma el curso del ciclo histórico de la humanidad, de un estado a otro anterior, hasta llegar al estado primordial. A estas etapas podrán naturalmente corresponder otros tantos grados de iniciación a los "pequeños misterios".

Añadiremos inmediatamente que, por ello mismo, las sucesivas sustituciones de las que hemos hablado pueden igualmente interpretarse en sentido inverso; se explica así que, en ciertos casos, lo que se entiende como "palabra encontrada" no sea en realidad sino una "palabra sustituta", representando ambas solamente etapas intermedias.

Es por otra parte evidente que todo aquello que puede comunicarse exteriormente no podría ser con toda seguridad la "palabra perdida", sino nada más que un símbolo de la misma, siempre más o menos inadecuado, como lo es toda expresión de las verdades trascendentes; y este simbolismo es frecuentemente muy complejo, debido a la multiplicidad de significados que incluye, así como a los diferentes grados que conlleva en su aplicación.

En las iniciaciones occidentales hay por lo menos dos ejemplos muy conocidos de la búsqueda de la cuestión (lo que no quiere decir que hayan sido siempre efectivamente comprendidos por quienes hablaron de ellos): la "demanda del Grial" en las iniciaciones caballerescas de la Edad Media y la "búsqueda de la palabra perdida" en la iniciación masónica, y ambas pueden ser consideradas como casos típicos de las dos formas de simbolismo que hemos indicado. En lo que respecta a la primera, A. E. Waite ha observado con razón que se encuentran numerosas alusiones más o menos explícitas a fórmulas y a objetos sustituidos; ¿acaso no puede decirse que la misma "Mesa Redonda" no es en definitiva sino un "sustituto", puesto que, aunque su destino sea recibir el Grial, éste nunca llega a manifestarse efectivamente? Sin embargo, esto no significa, como demasiado fácilmente quisieran creer algunos, que la "demanda" nunca pueda llegar a satisfacerse, sino tan sólo que, incluso cuando lo sea para algunos en particular, no puede serlo para el conjunto de una colectividad, aún cuando ésta posea indudablemente carácter iniciático. La "Mesa Redonda" y su caballería, como ya señalamos en otra ocasión, presentan todas las señales que indican que efectivamente se trata de la constitución de un centro espiritual auténtico; pero, repitámoslo de nuevo, no siendo todo centro espiritual secundario sino una imagen o un reflejo del centro supremo, sólo puede cumplir realmente la función de "sustituto" con respecto a éste, del mismo modo que cada centro tradicional particular no es propiamente sino un "sustituto" de la tradición primordial.

Si pasamos a considerar la "palabra perdida" y su búsqueda en la Masonería, debemos constatar que, al menos en el estado actual de las cosas, el tema está rodeado de la mayor obscuridad; no tenemos la pretensión de disiparla por completo, pero las pocas observaciones que formularemos quizá sean suficientes para eliminar todo aquello que, a primera vista, podría dar la impresión de ser contradictorio. Lo primero que debemos indicar a este respecto es que el grado de Maestro, tal como es practicado en la Craft Masonry, insiste en la "pérdida de la palabra", que se presenta como una consecuencia de la muerte de Hiram, pero que no parece contener indicación expresa en cuanto a su búsqueda, y aún menos se habla de una "palabra reencontrada". Esto puede parecer verdaderamente extraño, puesto que, siendo la Maestría el último de los grados que constituyen la Masonería propiamente dicha, tal grado debería necesariamente corresponder, al menos de forma virtual, a la perfección de los "pequeños misterios", sin lo cual su misma denominación resultaría injustificada. Es cierto que puede decirse que la iniciación a este grado es en sí misma, hablando con propiedad, un punto de partida, lo que en suma es perfectamente normal. Sin embargo, sería de esperar que hubiera en esta iniciación algo que permitiera "comenzar", si así puede decirse, la búsqueda que constituye el trabajo posterior que deberá conducir a la realización efectiva de la Maestría; ahora bien, pensamos que, a pesar de las apariencias, esto es realmente así. En efecto, la "palabra sagrada" del grado es claramente una "palabra sustituta", y por lo demás es así como se la considera; además, esta "palabra sustituta" es de una especie muy particular: ha sido deformada de muy diferentes maneras, hasta el punto de llegar a ser irreconocible, de ella hay diversas interpretaciones, que accesoriamente pueden presentar un cierto interés por sus alusiones a ciertos elementos simbólicos del grado, pero que no pueden justificarse por medio de la etimología hebrea. Pero, si se restituye a dicha palabra su forma correcta, descubrimos que su sentido es muy distinto de aquellos que se le atribuyen, pues la palabra en cuestión no es sino una pregunta, y la respuesta sería la verdadera "palabra sagrada" o la "palabra perdida", es decir, el verdadero nombre del Gran Arquitecto del Universo. Planteado el problema en estos términos, puede considerarse que la búsqueda está "encaminada", tal como hemos indicado unas líneas atrás, y, por lo tanto, corresponde a cada uno, si tiene la capacidad para ello, el hallar la respuesta y lograr la Maestría efectiva a través de su propio trabajo interior.

Otro punto que debemos considerar es el siguiente: la mayoría de las veces la "palabra perdida" es asimilada al Nombre tetragramático, en concordancia con el simbolismo hebraico, lo que de tomarse al pie de la letra constituiría un evidente anacronismo, puesto que es fácil darse cuenta de que la pronunciación del Nombre no se perdió en la época de Salomón y de la construcción del Templo de Jerusalén, sino a partir de la destrucción final del Templo. Sin embargo, este anacronismo no debería ser considerado como constituyendo una dificultad real, ya que aquí no se trata en absoluto de la "historicidad" de los hechos en cuanto tales, la cual, desde nuestro punto de vista, poco importa en sí misma; el Tetragrama es mencionado pura y exclusivamente por el valor que tradicionalmente representa; incluso el mismo Tetragrama pudo perfectamente haber sido en cierto sentido una "palabra sustituta", ya que pertenece propiamente a la revelación mosaica, y ésta, en cuanto tal, como la lengua hebrea, no podría remontarse realmente hasta la tradición primordial. Si hemos aludido a esta cuestión es sobre todo para llamar la atención sobre un hecho que, en el fondo, es mucho más importante: en el exoterismo hebreo, la palabra que sustituye al Tetragrama que ya no se sabe pronunciar, como dijimos, es otro nombre divino, Adonaï, que igualmente está formado por cuatro letras, pero que se considera menos esencial. Hay en todo esto una especie de resignación ante una pérdida considerada irreparable, que se trata de remediar solamente en la medida en que aún lo permiten las condiciones presentes. En la iniciación masónica, en cambio, la "palabra sustituta" es una pregunta que ofrece la posibilidad de reencontrar la "palabra perdida". He aquí expresada, en suma, de una manera simbólica muy significativa, una de las diferencias fundamentales existentes entre el punto de vista exotérico y el iniciático. Antes de continuar, se impone una breve digresión para mejor comprender lo que más adelante diremos: la iniciación masónica, que se refiere esencialmente a los "pequeños misterios", como todas las iniciaciones de oficio, concluye por eso mismo en el grado de Maestro, ya que la realización completa de este grado implica la restauración del estado primordial. Esto conduce naturalmente a preguntarse cuáles podrían ser, en la Masonería, el sentido y la función de los "altos grados", en los que algunos, y precisamente por esta razón, han querido ver solamente algo "superfluo", más o menos inútil y vano. En realidad, debemos en primer lugar distinguir aquí dos casos: por un lado, el de los grados que tienen un vínculo directo con la Masonería, y por otro el caso de los grados que pueden considerarse vestigios o recuerdos de antiguas organizaciones iniciáticas occidentales que se injertaron en la Masonería, o que llegaron a "cristalizarse" de alguna manera alrededor de la misma. La razón de ser de estos últimos grados, dejando aparte su interés puramente "arqueológico"(lo que evidentemente sería una justificación totalmente insuficiente desde el punto de vista iniciático), es en suma el hecho de que conservan lo que aún puede mantenerse de las iniciaciones de que se trata, y ello de la única manera en que puede hacerse tras su desaparición en cuanto formas independientes; habría ciertamente mucho que decir de este papel "conservador" de la Masonería y de la posibilidad implícita que encierra de suplir en cierta medida la ausencia de iniciaciones de otro orden en el mundo occidental actual. Pero ello está totalmente fuera del argumento que tratamos, y es solamente el primer caso, el de los grados cuyo simbolismo se relaciona más o menos estrechamente con el de la Masonería propiamente dicha, el que nos concierne directamente aquí.

Hablando en general, estos grados pueden ser considerados como constituyendo propiamente determinadas extensiones o desarrollos del grado de Maestro; es indiscutible en principio que éste es de por sí suficiente, pero de hecho la excesiva dificultad para discernir todo lo que contiene implícitamente justifica la existencia de estos desarrollos posteriores. Se trata pues de una ayuda para quienes quieren realizar lo que todavía no poseen sino en forma virtual. Al menos, tal es la intención fundamental de estos grados, sean cuales fueren las reservas que podrían hacerse sobre la mayor o menor eficacia práctica de tal ayuda, sobre la cual lo mínimo que puede decirse es que en la mayoría de los casos está lamentablemente empobrecida por el aspecto fragmentario y muy frecuentemente alterado bajo el cual se presentan actualmente los rituales correspondientes.

Pero lo que debemos tener presente es el principio, que es independiente de estas consideraciones contingentes. Por otro lado, y a decir verdad, si el grado de Maestro fuera más explícito, y si todos los que a él acceden estuvieran verdaderamente cualificados, sería en el interior de este grado donde estos desarrollos deberían tener su lugar, sin que hubiera necesidad de hacerlos objeto de otros grados nominalmente distintos del mismo.

Ahora bien, y es aquí donde queríamos llegar, entre los altos grados en cuestión hay algunos que insisten más particularmente sobre la "búsqueda de la palabra perdida", es decir, como hemos explicado antes, sobre aquello que constituye el trabajo esencial de la Maestría; incluso hay algunos grados que ofrecen una "palabra reencontrada", lo que parece implicar la culminación de la búsqueda; pero, en realidad, esta "palabra reencontrada" es siempre una nueva "palabra sustituta", y de acuerdo con las consideraciones expuestas anteriormente, es fácil comprender que no pueda ser de otro modo, ya que la verdadera "palabra" es rigurosamente incomunicable. Así es en particular con respecto al grado del Royal Arch, el único que debe ser considerado como estrictamente masónico, hablando con propiedad, y cuyo origen operativo directo no ofrece duda alguna; de alguna manera es el complemento normal del grado de Maestro, con una perspectiva abierta a los "grandes misterios". El término que representa en este grado la "palabra reencontrada" se presenta, como muchos otros, bajo una forma muy alterada, lo que ha dado lugar a varias suposiciones en cuanto a su significado; pero, según la interpretación más autorizada y plausible, se trata en realidad de una palabra compuesta, formada por la reunión de tres nombres divinos pertenecientes a tres tradiciones diferentes. Hay aquí al menos una indicación interesante desde dos puntos de vista: en primer lugar, esto implica evidentemente que la "palabra perdida" es considerada como constituyendo un nombre divino; después, la asociación de estos diferentes nombres no puede explicarse de otro modo que como una afirmación implícita de la unidad fundamental de todas las formas tradicionales; pero es obvio que tal conjunción, a partir de nombres provenientes de diferentes lenguas sagradas, no es todavía más que algo totalmente exterior y no podría de ninguna manera simbolizar adecuadamente la restitución de la tradición primordial, y que, en consecuencia, no es realmente sino otra "palabra sustituida".

Otro ejemplo, por lo demás de un tipo muy diferente, es el del grado escocés de Rosa-Cruz, en el cual la "palabra reencontrada" se presenta como un nuevo Tetragrama destinado a reemplazar al que se había perdido; de hecho, estas cuatro letras, que no son más que iniciales que no constituyen propiamente una verdadera palabra, no pueden expresar aquí sino la situación de la tradición cristiana frente a la hebrea, o el reemplazo de la "Antigua Ley" por la "Nueva Ley", y sería difícil decir si esta última representa un estado más próximo al estado primordial, a menos que no quiera entendérselo en el sentido de que el Cristianismo ha cumplido una "reintegración" abriendo ciertas nuevas posibilidades para el retorno a aquel estado, lo que por otra parte es de alguna manera cierto para toda forma tradicional constituida en una determinada época y en conformidad más particular con las condiciones de dicha época. Conviene agregar que al significado simplemente religioso y exotérico se superponen naturalmente otras interpretaciones de orden principalmente hermético, que están lejos de carecer de interés en sí mismas; pero estas últimas, además de alejarse de la consideración de los nombre divinos que es esencialmente inherente a la "palabra perdida", contienen algo que proviene más del hermetismo cristiano que de la Masonería propiamente dicha, y, sean cuales sean las afinidades existentes entre ambas formas, no es posible sin embargo considerarlas idénticas, pues, si bien usan hasta cierto punto los mismos símbolos, no dejan de provenir de "técnicas" iniciáticas muy diferentes en más de un aspecto. Por otra parte, "la palabra" del grado de Rosa-Cruz se refiere claramente al punto de vista de una forma tradicional determinada, lo que nos sitúa en todo caso muy lejos del retorno a la tradición primordial, que está más allá de todas las formas particulares. Bajo este aspecto, como bajo muchos otros, el grado del Royal Arch tendría sin duda más razones que el de Rosa-Cruz para considerarse como el nec plus ultra de la iniciación masónica.

Pensamos que nos hemos extendido suficientemente sobre estas distintas "sustituciones", y, para concluir, debemos volver a considerar el grado de Maestro, a fin de buscar solución a otro de los enigmas que plantea: ¿cómo es posible que la "pérdida de la palabra" se presente como una consecuencia de la muerte de Hiram, cuando, según la leyenda, había otros que igualmente la poseían? Esta cuestión, en efecto, deja perplejos a mucho masones, por lo menos a aquellos que reflexionan un poco sobre el simbolismo, y algunos llegan a considerarla algo inverosímil, pues les parece totalmente imposible explicarlo aceptablemente, mientras que, como veremos, se trata en realidad de todo lo contrario.

El problema puede plantearse con más precisión de la manera siguiente: en la época de la construcción del Templo, la "palabra" de los Maestros estaba, según la leyenda del grado, en posesión de tres personajes que tenían el poder de comunicarla: Salomón, Hiram, rey de Tiro, e Hiram-Abi; admitido esto, ¿cómo puede bastar la muerte de este último para causar la pérdida de la "palabra"? La respuesta es que, para comunicarla regularmente y en forma ritual, se necesitaba el concurso de los "tres primeros Grandes Maestros", de tal manera que la ausencia o desaparición de uno sólo de ellos hacía imposible esta comunicación, así como es imposible formar un triángulo si no es con tres ángulos; y esto no es una simple comparación o una aproximación más o menos imaginativa y privada de todo fundamento real, como podrían pensar los que no están acostumbrados a percibir ciertas correspondencias simbólicas. En efecto, una Logia operativa no puede abrirse sin el concurso de tres Maestros, provistos de tres varillas cuyas longitudes están respectivamente en relación con los números 3, 4 y 5; y solamente a partir del momento en que estas tres varillas han sido aproximadas y dispuestas en forma tal de conformar el triángulo rectángulo pitagórico es cuando puede tener lugar la apertura de los trabajos. Dicho esto, es fácil comprender que, de forma similar, una palabra sagrada pueda estar compuesta de tres partes, tales como tres sílabas, no pudiendo cada una de las cuales ser pronunciada más que por uno de los tres Maestros, de manera que, a falta de uno de ellos, tanto la palabra como el triángulo quedarían incompletos, y nada válido podría realizarse, como veremos más adelante cuando retornemos sobre este punto.

Señalaremos incidentalmente otro caso en el que se halla también un simbolismo del mismo género, al menos con respecto a lo que nos interesa ahora: en ciertas corporaciones medievales, el cofre que contenía el "tesoro" tenía tres cerraduras cuyas llaves estaban confiadas a tres oficiales diferentes, de manera que se necesitaba la presencia simultánea de los tres para poder abrir el cofre.

Naturalmente, quienes consideran las cosas de una manera exclusivamente superficial pueden no ver en todo esto más que una medida de precaución contra una posible infidelidad; pero, como frecuentemente sucede en casos similares, la explicación únicamente exterior y profana es completamente insuficiente, y aún admitiendo que sea legítima en su orden, nada impide de manera alguna que el mismo hecho tenga un significado simbólico mucho más profundo que le otorga todo su valor real. Pensar de otro modo equivale a desconocer por completo el punto de vista iniciático, y, por lo demás, es sabido que la llave posee en sí misma un simbolismo lo suficientemente importante como para justificar lo que hemos dicho.

Volviendo al triángulo rectángulo del que hemos hablado, podemos decir, después de lo que hemos visto, que la muerte del "tercer Gran Maestro" lo torna incompleto; es a ello a lo que corresponde, en un cierto sentido e independientemente de sus significados propios, la forma de la escuadra del Venerable, que tiene los lados desiguales, normalmente en relación 3 a 4, de manera que pueden considerarse como los dos lados que forman el ángulo recto del triángulo, y en el cual está ausente la hipotenusa, o, si se prefiere, está "sobreentendida". Debemos señalar también que la reconstitución del triángulo completo, tal como figura en las insignias del Past Master, implica, o al menos debería teóricamente implicar, que éste ha llegado a realizar la reconstitución de lo que se había perdido.

jueves, julio 28, 2005

LA RESPUESTA DE PITÁGORAS

Cuéntase que después de haberse iniciado Pitágoras en los Misterio Egipcios, le preguntaron que había visto en el Templo. Y respondió: nada. Muchos HH.·. recién iniciados se van de la Orden porque en nuestros Talleres encuentran nada, porque nuestro simbolismo no significa nada, porque en la Masonería no se hace nada y otros se quejan de que en las Logias se habla mucho de simbolismo y nada más, que la Masonería es una institución para hacerse de amigos y nada más, que a las tenidas viene uno a perder su tiempo y nada más. Hace ya más de veinte años que el filósofo existencialista Martín Heidegger, en una conferencia titulada ¿"Qué es Metafísica"?, se le preguntó lo que significa cuando uno dice: "nada", y el contesto: "sólo eso y nada más". No me propongo otra cosa sino preguntarme lo mismo con respecto a la Masonería. Va al Taller porque no encontró nada. ¿Y cómo es que no encontró nada? ¿No encontró el Templo con su ara, sus columnas, su mobiliario y su decorado? ¿No encontró a sus HH.·. reunidos en Logia? ¿Y cómo es que dice que no encontró nada y que el simbolismo no le dice nada? Entonces encontró por lo menos el simbolismo. ¿Y cómo puede decir en una misma frase que en la Masonería no se hace nada y en la Logia se habla mucho, nada más?. Entonces se hace algo, aunque no sea más que hablar. Parece, pues que lo de la nada que se encuentra en la Masonería no hay que tomarlo tan al pie de la letra. El neófito que entra en el Templo encuentra algo, pero no encuentra lo que busca, lo cual plantea toda una serie de preguntas:

1 ¿Qué es lo que busca el profano que solicita ser iniciado?

2 ¿Que es lo que no le puede ofrecer la Masonería (la nada que encuentra)?

3 ¿Qué es lo que le puede ofrecer la Masonería?

4 ¿Qué es lo que encuentra el neófito al decir que no hay nada?

El presente trazado tiene por objeto contestar a estas cuatro preguntas.

1 ¿Que busca el profano que solicita su iniciación?

Puede devenir por una gran variedad de motivos, desde el más vil materialismo, el deseo de encontrar protectores o amigos para los negocios hasta el más elevado localismo humanitario. Lo más a menudo será una mezcla de todo y con frecuencia habrá un sentimiento de la propia imperfección y el deseo de hacerse mejor y más perfecto. No será raro tampoco que se espere encontrar en la Masonería un estimulo para hacerlo actuar a uno, para compensar la propia falta de actividad; ideas originales y extraordinarias que pongan en funcionamiento el pensamiento y la imaginación. Es uno de los problemas de la Masonería el que, por el propio secreto que impone a sus miembros, el profano llegue generalmente a sus ;puertas despropósito de todo conocimiento realista de lo que le espera y en cambio, lleno de ilusiones y esperanzas que van de lo simplemente inadecuado a lo absurdo.

2 ¿Qué es lo que no puede ofrecer la Masonería?

La Masonería no está hecha a la medida de las ilusiones del neófito. Si éste ha esperado un renuevo completo de su personalidad en forma de una muestra gratuita ofrecida a todo el que entra, se ha equivocado. Le damos la luz, le damos las herramientas para trabajar y le enseñamos la piedra bruta. Lo demás es asunto suyo. Tiene que trabajar para recibir su salario y éste se le da según la cantidad y calidad de su trabajo. No podrá pedir que se lo regalen todo de una vez y sin hacer el menor esfuerzo.& Entonces el neófito no halla lo que buscaba. El buscaba un medio cómodo para hacerse la vida más fácil y agradable, para sentirse importante a poca costa, para vivir en paz consigo mismo. Y como no halla lo que busca, dice que "no encontró nada". Con ello expresa que todo lo demás que encuentra no le importa, que aquello es todo cuanto querrá y nada más. Es como el niño a quien le niegan un dulce de a centavo y que a través de sus lagrimas ya no es capaz de ver el hermoso pastel que le ofrecen. Decir que en la Masonería no se hace nada es otra manera de indicar que uno quería granjearse satisfacciones de amor propio a bajo costo. Si en la Masonería ya se estuviera realizando una autentica obra humanitaria, podríamos participar en la gloria sin tener que tomarnos la molestia de planearla y ejecutarla nosotros. Si la Masonería fuera lo que quisieran los que se quejan de no encontrar nada en ella, será el exacto equivalente de las múltiples sociedades de beneficencia cuyo principal objeto consiste en procurar que los retratos de sus miembros aparezcan periódicamente en la prensa con cualquier pretexto. Todas estas satisfacciones de amor propio, todos estos objetos de ilusiones y esperanzas irracionales la Masonería nos lo ofrece; de ahí que aquellos que no buscan más que esto, no encuentran nada.

3 ¿Qué puede ofrecer, entonces, la Masonería?

Desde el punto de vista de estas personas: nada, pues para ellas el trabajo, el estudio, no es nada; y si no tienen la paciencia necesaria, nos dan la espalda. Cuanto más irreales e irracionales han sido sus esperanzas, tanto más tiempo necesitarán para hallar lo que ofrece la Masonería, trabajo, herramientas para ejecutarlo, el salario que sólo se consigue trabajando. El neófito tiene que aprender que en Masonería no hallará satisfacción alguna sino en razón de su propio trabajo. A través de su aprendizaje se dará cuenta de que si la Masonería le ofreciera sin trabajo las satisfacciones que buscaba, entonces sí podría decir que no es nada. En la Masonería se come lo que se trae, el que viene con las, manos vacías, esperando hallar todo ya preparado, se queda con el hombre. Lo que pasa es que el hombre moderno tiene del trabajo un concepto muy distinto del que tenían las corporaciones de constructores de antaño. Para nosotros, ó por lo menos para la mayoría de nosotros, el trabajo es esclavitud, actividad mecánica, impersonal, algo que se hace porque uno tiene que comer y sin trabajo no hay comida, algo que uno hace a regañadientes, esperando que el reloj marque la hora de salida; de allí buscamos el descanso, la diversión, las comodidades. Somos pocos a quienes la suerte ha deparado un trabajo constructivo y menos los capaces de buscar y hallar el descanso en una actividad creadora. El constructor medieval no se preocupaba por ahorrar tiempo para terminar la catedral, sino que se detenía en los detalles, agregando una profusión de esculturas tan bellas como innecesarias para la arquitectura, simplemente porque sentía gusto en crear lo bello, aunque tardara siglos en la construcción de la obra ó quedaría inconclusa. Nosotros ya no comprendemos fácilmente este placer en el trabajo. Queremos que el trabajo termine lo más pronto posible para poder dedicarnos a otras actividades en apariencia más placenteras. Necesitamos volver a descubrir la vocación artística del hombre la única que le da plena satisfacción ó de servir de apéndice pensante de una maquinaria, sino de realizar un trabajo creador. Esto es lo que puede y lo que debería ofrecernos la Masonería. La última pregunta fue:

4 ¿Qué es nada que el neófito encuentra en el Templo?

Toca la puerta se le abre y no encuentra nada. ¿Qué es esta nada? Ya dijimos que tomar la palabra en sentido estricto sería absurdo. Algo encuentra, y si lo presionamos un poco nos diría:"No hay nada; sólo palabras, sólo rituales, solo símbolos, sólo ideas anticuadas. Algo encuentra, pero no lo que buscaba. Y como lo que encuentra no es nada en comparación con lo que buscaba, dice que no hay nada. Pero esta nada no es sólo un fenómeno negativo. En esta nada hay como un germen de algo nuevo y grande. El H.·. que se va de la Logia quejándose de no haber encontrado nada, no se limita a decir eso. Se va disgustado, decepcionado. El encuentra que la nada lo ha afectado en lo más hondo de su ser. Seguramente, pero halló precisamente su propio disgusto su propia decepción. Aunque se vaya de nosotros, su decepción lo sigue. Y aunque no lo confiese, no dejará de pensar de vez en cuando que para hallar algo se necesitan dos cosas algo que esté ahí y alguien que sepa buscar. Y si no se halla nada, no es siempre por falta de un objeto. Al lado del orgullo porque él no se dejó engañar, estará la constante inquietud acerca de qué habrán hallado los se quedaron y que el no supo hallar. Se ve puesto así de frente a frente con su propia insuficiencia, con su propia nada. Si quiere ser sincero consigo mismo, tiene que reconocer que donde no encontró nada, es en él. Este es el punto donde empieza a germinar la idea masónica. Si el hermano llega a este punto, empieza a ser masón. No es por casualidad que lo primero que ve el recipiendario en su iniciación sea la cámara de reflexiones con las imágenes de la muerte y del renacimiento. Tiene que reconocer que él no es nada, y si no llega a la experiencia de la nada, no habrá renacimiento ni será nunca masón de verdad. Pero tan pronto encuentra la nada en sí mismo como su propia insuficiencia, se podrá dar cuenta también de que le ocurre con respecto a sí mismo lo que le ocurrió con la Masonería. Allí decía que no hallaba nada, sin embargo, hallaba muchas cosas, menos aquellas naturalmente, que en sus ilusiones había esperado que encontraría. Entonces se impone un examen de conciencia, un estudio laborioso y sincero de lo que él realmente quiere. Pronto verá que sus ideales no son incompatibles con los de la Masonería, a condición de formularlos claramente. ¿Quiere ser rico?. La Masonería no se opone; antes al contrario, le facilitará contactos; pero eso sí, el dinero lo tiene que ganar él. ¿Quiere alcanzar fama? ¿Qué Logia se opondría que uno de sus miembros se hiciera célebre?. Le facilitará todas las oportunidades posibles, pero el trabajo lo tiene que hacer él. Cualesquiera que sean los deseos ó ideales que tenga con tal que no vayan en detrimento de la Humanidad la Masonería con su espíritu amplio y abierto, le presta las herramientas y el apoyo de todos pero de ahí en adelante, ¡Manos a la obra!. Pitágoras, al salir del Templo Egipcio no había visto nada. Pero como Pitágoras era Pitágoras, no se contentó con irse decepcionado echando peste contra los misterios egipcios, sino que encontró la nada en sí mismo, en sus deseos e ilusiones. Murió con sus ilusiones y renació con sus ideales a la verdadera luz de la sabiduría.

Y que la Masonería siga siendo nada a los ojos del iluso es la mejor prueba de su valor.